En la 41ª edición la UER se inventó otro sistema para seleccionar 22 canciones entre los 29 países que querían participar: una semifinal en casete de audio y a puerta cerrada que solo dio lugar a especulaciones y protestas de países que habían montado su final nacional para nada. Entre ellos Alemania, que sufrió el escarnio de no concursar por primera y única vez. La UER supo que se había equivocado. La NRK montó en Oslo un festival tecnológico con un triple escenario, estructuras metálicas y 3D. El new age seguía en auge y el top 3 bebía de esa esencia mística tan de moda que otorgó a Irlanda su séptima corona.

La Gran Final

Los 23 artistas participantes fueron precedidos de postales que por primera vez mostraban aspectos de su vida personal junto a imágenes de Noruega y un saludo final de una personalidad política de su país. Inicialmente no se iba a presentar a los directores de orquesta para rascar tiempo pero estos protestaron y pudimos verles. La gran favorita era Gina G con su vestido de Paco Rabanne para Cher -era nº1 en los charts de Reino Unido- pero en la última edición de jurados al 100% ganaron los sonidos célticos de Eimear Quinn por Irlanda.

Lo más destacado

– Repitieron la griega Marianna y Elisabeth Andreasson, que igualaba así las cuatro participaciones de Lys Assia y del trío suizo Peter, Sue & Marc.
– Noruega es el único país que ha sido 2º sin haber recibido ningún 12.
– Gina G consiguió el último nº1 en las listas británicas para una canción de Eurovisión y una nominación a los Grammy como “Mejor Canción Dance”.
– Por primera y última vez una portavoz -la noruega- dio sus votos desde el escenario principal de la gala.
– Irlanda logra su séptima victoria, la cuarta en cinco ediciones, hito no superado aún.
– Por primera vez una mujer, Christine Marchal-Ortiz, ocupa el cargo de escrutinadora de la UER.