La rocambolesca 36ª edición iba a celebrarse en San Remo, pero la inestabilidad en la vecina Yugoslavia y en el Golfo Pérsico hizo que en enero se decidiese trasladar a un estudio del mítico Cinecittá romano. Países Bajos se retiró y Malta aprovechó para volver tras 16 años ausente. Los músicos de la orquesta llegaban tarde a los ensayos, el escenario se terminó el mismo día de la final, el guión estaba escrito solo en italiano y los presentadores no entendían ni inglés ni francés. Un festival irrepetible que terminó en un empate que las normas resolvieron a favor de Suecia y la pizpireta Carola.

La Gran Final

Ruinas romanas, Ben-Hur, una americana cantando ‘europop’… el desconcertante inicio dio paso a escenas que todos recordamos: unas preciosas cartolinas que demostraban el poderío del legado musical italiano, los 22 participantes resignados escuchando a los presentadores pronunciar mal sus nombres y rezando para que la orquesta no arruinara su número, la votación donde Mister Naef ganó su jubilación y cómo Carola, sin escucharse, cantó y bailó impecable la que sería tercera victoria sueca ante una meritoria Francia.

Lo más destacado

– El empate entre Suecia y Francia estrenó el reglamento puesto en práctica en 1989 tras el casi empate de 1988. A igual número de 12’s, sería el número de 10’s quien decidiría: Francia 2 – Suecia 5.
– Además de Carola, repetían el austríaco Thomas Forstner, que se llevó un 0; la mitad del dúo islandés; y la mitad del grupo noruego, destacando Hanne Krogh, ganadora de 1985.
– El festival alcanzó una duración de 3h y 14 minutos.
– Salvo en las votaciones -y de qué manera-, los presentadores no usaron las lenguas oficiales de la UER, hablando en italiano durante toda la gala.