Euroflashback 1992: Cuando Irlanda y el festival eran amigos para siempre

España caminaba entre Cobi y Curro, mascotas de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo’92 de Sevilla, respectivamente, cuando el mundo eurovisivo inmortalizaba uno de sus récords en el palmarés en un barco vikingo, escenario donde se desarrolló el festival de una ciudad a día de hoy experta en la materia, Malmö. En la edición con la mayor marca de países participantes (23), Irlanda, por entonces una superpotencia en el certamen, consagró un mito: Johnny Logan lograba su tercer premio aunque esta vez como compositor tras reinar como solista en 1980 y 1987. Lo hizo bajo la figura de Linda Martin, que se preguntaba, como su canción, Why me? (¿Por qué yo?), abriendo una etapa excelsa para sus paisanos, que vieron a la delegación irlandesa comportarse como Atila, con tres triunfos consecutivos. Y lo fue por insistencia: Martin se presentó a la preselección nueve veces, cuatro intentos con el grupo Chips, cuatro en solitario y una con la banda Linda Martin and Friends. Firmó 155 puntos (solo Francia e Israel no le votaron), de los que solo 1 procedió de España, cuyo representante, Serafín Zubiri, se quedó en un gris puesto 14 con Todo esto es la música, que empeoró en el año 2000, cuando repitió y quedó 18º.
5.000 personas poblaron el Malmö Isstadion, estadio techado con una gran pista de hielo donde jugaban los Malmö Redhawks hasta que en 2008 se mudaron… sí, al Malmö Arena, sede del último festival. Fue la última ocasión en que pudimos observar a la ahora desintegrada República Federativa Socialista de Yugoslavia, y ocurrió en esa proa de 22 metros de altura que escondía un guiño al Puente de Öresund, que une la ciudad sueca con la capital danesa, Copenhague. No en vano, Malmö llegó a ser territorio danés. Con los 48 músicos de la orquesta apostados a la izquierda y Eurobird como mascota del evento, las postales mostraron los monumentos más representativos de cada delegación (ahí quedaron plasmadas la Torre del Oro, la Cibeles, el Retiro, la Alhambra, la playa de La Concha, el Acueducto de Segovia y la Sagrada Familia, entre otros). Hasta que comenzó a sonar Fångad Av En Stormvind, el tema que llevó a Carola a ser idolatrada por el fandom tras su victoria en 1991. Harald Treutiger y Lydia Capolicchio, maestros de ceremonias que no fueron capaces de gesticular en toda la noche, le dieron paso para que interpretara su nuevo single, All The Reasons To Live. Sin embargo, el clima ambiental de ese 9 de mayo era gélido.
Hasta 1999 la UER no instauraría la libertad de idioma, pero fue la primera vez en la historia que los tres primeros puestos los ocuparon canciones de título e interpretación en el idioma de Shakespeare. Además de la ganadora, coparon ese podio Reino Unido con One Step Out of Time y Malta con Little Child, forjándose la idea de que cantar en inglés hacía partir con cierta ventaja. Curiosamente, Francia se dejó en casa el francés para estrenarse en otro idioma, el criollo, originario de Martinica, de donde era su intérprete Kali, lo que le reportó una octava plaza. El eurodrama llegó desde el país neutral, Suiza. Dispuestos a participar con el tema Soleil, Soleil, de Géraldine Olivier, trasladaron la propuesta en alemán a la televisión pública suiza de habla germana y acabó rechazada, por lo que se les ocurrió enviar la versión francesa a la televisión francoparlante. Ganó la preselección pero el truco fue descubierto y acabó descalificada. Frank Naef se despedía como cabeza visible de la UER después de quince años en este puesto, mientras que Jordi García Candau y Ramón Colom, directores de RTVE, echaron mano de José Luis Uribarri tras una sucesión de cronistas televisivos.
Y abrió el festival España
Alzó el telón España. Serafín Zubiri, un joven navarro invidente de 27 años, balada a piano, apenas pudo rascar 37 puntos entre los nervios de rigor, con María Lar, Adolfo Rodríguez, Marta Aguilar y Miguel Rodríguez en los coros, Javier Losada dirigiendo la orquesta y una composición de Alfredo Balbueno y Luis Miguélez. Fue el primer cantante ciego en el festival, al que siguieron Csaba Szigetj (Hungría 1994), George Nussbaumer (Austria 1996), Corinna May (Alemania 2002) y Diana Gurtskaya (Georgia 2008). De sus cinco hermanos, tres de ellos eran invidentes. Él empezó a despuntar en la música en 1987 y ese mismo 1992 grabó la versión española de La bella y la bestia con Michelle, siendo su último single con la discográfica EMI.
Se da la circunstancia de que este 2025 optó por intentarlo en la preselección de San Marino pero se descolgó porque la semifinal que se le había adjudicado le coincidía con un concierto en Elda. Como decía su canción de 2000, cuando retornó, sigue Colgado de un sueño. Entonces pudo disfrutar más pero con la misma poca fortuna. «Me quedé con las ganas de ir en 1991, que fue realmente la primera vez que presenté una propuesta a TVE con la canción Polvo de Estrellas, pero prefirieron quedarse con Sergio Dalma y su Bailar Pegados que, casualmente, es del mismo autor que la que yo propuse», reveló en una entrevista.
Puede presumir de ser uno de los tres artistas privilegiados, junto a Conchita Bautista y Raphael, que han representado en dos ocasiones a España, por lo que siempre ha dicho que «se lo debo todo a Eurovisión». Entre sus proyectos ha estado su gira del Festiband Eurovisión, un «reflejo claro de la esencia pura» del festival junto a Anabel Conde, subcampeona en 1995. A Zubiri el tesón le ha llevado a ser también un deportista nato, amante de la escalada (el Mont-Blanc y el Kilimanjaro están en su currículo) y del atletismo, maratones incluidos. Participante de varios talent, segundo clasificado en Mira quién baila en 2007, o concursante de El Conquistador en 2012. Su vida ha sido un constante reto.
Tras el español saltó a escena la belga Morgane, que cayó al bottom con Nous on vent des violons, y la pegadiza Ze Rak Sport de la israelí Dafna, más afortunada con un sexto puesto y que luego presentaría el certamen en 1999. De hecho, esa canción estaba dedicada al deporte y en especial a España por los JJ.OO. Turquía, con Aylin Vatankos y su Yaz bitti, encandiló bastante menos; mientras que la griega Cleopatra sí pudo auparse a un meritorio quinto puesto con el tema folk Olou tou kosmou i elpida. Francia, con Kali y Monté la riviè, llegó a recibir dos doces con su innovadora candidatura. Y en esta que llegó Suecia y su flamante productor, Christer Björkman, pero por entonces como representante de su país. Desde luego, le ha ido mejor en la tarea que mejor le conocemos porque, enfundado en un traje negro, solo arrancó 9 votos y quedó penúltimo ejerciendo de anfitrión con I Morgon Är En Annan Dag. En resumen, el peor resultado desde 1977 del país del Melodifestivalen que él enarboló sin contar con la eliminación en semifinales de 2010.
La portuguesa Dina también se perdió en un puesto 17 con la repetitiva Amor d’agua fresca, solo que venía de tumbar a Rita Guerra en la preselección y fue una de las primeras mujeres en Portugal en visibilizar que era lesbiana. Por su lado, la chipriota Evridiki se consolaba con la mitad de la tabla tras cantar la misteriosa Teriazoume, de Giorgios Theofanus, que después se convirtió en su esposo. Repitió dos años después para lograr la misma plaza, la undécima. Además de un pequeño altercado con el palo del micro, de su canción se recuerdan sus dos falsos finales que confundieron al público haciéndole aplaudir antes de tiempo.
Y entonces irrumpió la maltesa Mary Spiteri y Little Child (tercera con 123 puntos), a la que España dio su doce y que empezó encabezando las votaciones, y es que el clímax final de su propuesta es antológico. Islandia se coló en la primera mitad de la clasificación con el cuarteto Heart 2 Heart y Nei edu ja, formando parte del mismo la cantante islandesa Sigga, que ya representó a su país en 1990 formando el dúo Storjonin, donde fueron cuartos, y que volvería en 1994 en solitario para acabar en la posición 12. El finlandés Pave, por contra, ocupó el farolillo rojo con solo 4 puntos, con su joke entry Yamma Yamma tras caerse por las escaleras, y esto no fue broma, en los ensayos. Su coro, tres chicas vestidas de amarillo, con sus ondulantes movimientos de brazos, se lo tomaron todo a chiste hasta durante su actuación.
Mientras, tras el drama de la preselección, la suiza Daisy Auvray destacó más por su peculiar vestuario que por su Mister Music Man; al tiempo que los luxemburgueses Marion Welter junto al grupo Kontinent apenas pudieron ser antepenúltimos con Sou Fräi, con otra puesta en escena chillona que algunos creen que empeoraba la composición. De hecho, solo le votó Malta, con un 10, lo que le salvó del rosco. Por su parte, un gitano de origen húngaro, Tony Wegas (cuyo verdadero nombre era Anton Sarcusi) representó a Austria con Zusammen Gehn y cerró el Top 10. Los autores de la canción fueron los archiconocidos componentes del dúo Modern Talking, Dieter Bohlen y Joachim Horn-Bernges, una institución en la música de radiofórmula de los años ochenta. Wegas volvió en 1993 para descender al puesto 14.
Reino Unido e Irlanda, duelo entre hermanas
Y llegó el turno de Reino Unido y su abonada segunda posición. Michael Ball, famoso por representar en su país El fantasma de la ópera, competía con One Step Out of Time, composición de Tony Ryan, Paul Davies y Victor Stratten. Su mirada, seguridad y voz, aderezados por un sobresaliente coro y la dirección orquestal de Ronnie Hazlehurst, le hizo amasar 139 puntos, a 16 de la vencedora vecina, que a la postre fue la siguiente en pisar el escenario.
Criticada Why Me? por ser una canción muy convencional, la manera de contar de Linda Martin, melena pelirroja y vestido gris terciopelo con hombro al aire, la catapultó. Salió a ganar y lo hizo. Vengó así su segunda plaza de 1984 con Terminal 3. Firmaba de esta forma lo que antes lograron otras como Lys Assia (1956 y 1958) y Gigliola Cinquetti (1964 y 1974), ser primera o segunda en los años en que se presentaron. Sin embargo, después centraría su carrera en ser presentadora de televisión con grandes éxitos de audiencia como el concurso The Lyrics Board, o trabajando en programas como Popstars, X Factor o You’re a Star en la RTÉ, además de ejercer también como actriz de teatro, musicales y alguna serie. En 2016 editó un remix de su canción ganadora y siempre se le ha visto relacionada con muchas preselecciones eurovisivas, tanto patrias como fuera de la isla. Posee además otro récord anecdótico: con 41 años y 22 días de edad, es hasta el momento la mujer más mayor en ganar el certamen.
Mia Martini, siempre eterna
Desde luego, oscureció al dúo danés formado por la simpática Lotte Nilsson y el heavy metal Kenny Lübcke, con una resultona Alt det som ingen ser sin muchas pretensiones. Casi sirvieron para hacer de teloneros de quien llegó después, la italiana Mia Martini y su Rapsodia, cuarta con 11 puntos. ¿Saben del carisma de Giorgia en el reciente festival de Sanremo? Pues eso mismo. Tras una vida dura, diezmada de salud por sufrir depresión, su vitalidad y desgarro fueron mayúsculos con el tema de Giancarlo Bigazzi, autor de muchas canciones de Massimo Ranieri. Mia fue segunda ese año en el citado Sanremo detrás de Lucca Barbarossa con Gli uomini non cambiano. En 1977 había llegado al festival de Eurovisión para ser solo, por sorpresa, decimotercera con Libera pero eso no le restó fama mundial. Cuando aterrizó en Malmö tenía 45 años y nadie podía imaginar que fallecería tres años después de un infarto en Milán, conmocionando a toda Italia.
Como para prestar atención luego a la yugoslava Extra Nena (Nedana Beri) pese a la gran voz que dio lustre a Ljubim te pesmama. El puesto 13 fue el último guarismo de un país que se desintegró y se abrió una nueva etapa en el festival con la aparición de nuevas delegaciones. Más desapercibida pasó la joven noruega Merethe Trøen con Visjoner, ligeramente gritona, o los alemanes Wind, que fueron segundos en 1985 y 1987 pero apenas pudieron acabar en el escalón 16 con 27 puntos y su Traume sind für alle da, nada que ver con su gran éxito Für alle pese a la música de Ralph Siegel. Países Bajos dio carpetazo a las actuaciones con Humphrey Campbell. Su tema Wijs me den weg obtuvo una meritoria novena plaza y sobre el escenario estuvo acompañado por sus hermanos Ben y Carlo. Además, una de sus coristas fue la eurovisiva Ruth Jacott, a quien le devolvería el favor al año siguiente siendo Humphrey uno de sus coristas en Millstreet 1993. Ovación final previa al nuevo campanazo irlandés de la mano de Logan y Martin.
El espectáculo de danza del interval act no se pudo ver en RTVE, relegado el festival hasta justo ese año a La 2 desde 1984, porque conectaron para hablar con el jurado, compuesto, entre otros, y ahí es nada, por Karina, Marisa Collado (vidente), Barbara Rey, Pablo Carbonell (de Toreros Muertos), Roberto (de Tenessee), la actriz Esther del Prado, Teresa Rioné (atleta), Willy Rubio, Laura Valenzuela y José Luis Gracia (productor), bajo la presentación de José Manuel Parada. María Ángeles Balañac fue la portavoz de los puntos españoles. Vieron la gala 3.005.000 espectadores con un 25,4% de share, la audiencia más baja desde que se miden. El festival se emitió en Australia, Checoslovaquia, Estonia, Hungría, Polonia, Rumanía, Rusia y Eslovenia.
Barcelona y Sevilla, admiradas a nivel internacional
1992 fue el año en el que España asombró al mundo. Una flecha surcó por el cielo del estadio Montjuïc de Barcelona para prender el pebetero con la pericia, truco mediante, de Antonio Rebollo, en unos Juegos Olímpicos de gran éxito deportivo (22 medallas para la delegación española, marca aún no superada). Trece de las preseas fueron de oro, con triunfos en la memoria como los de Fermín Cacho, Daniel Plaza, López Zubero, Miriam Blasco o José Manuel Moreno, y en disciplinas colectivas como el fútbol masculino, el tiro con arco, la vela y el hockey hierba femenino. Fue el espectáculo más visto de la historia con más de 3.500 millones de espectadores y transformó la ciudad condal en una urbe moderna y admirada. El Freddie Mercury ft. Montserrat Caballé y su Barcelona es historia de la música.
La euforia dio paso al desencanto un año después, cuando una inesperada crisis económica obligó a devaluar la peseta en tres ocasiones y a acometer ajustes que dispararon la conflictividad social. Antes, se inauguró el AVE entre Madrid y Sevilla, los mineros del carbón y los obreros del metal marcharon a Madrid, el museo Thyssen abrió sus puertas, la cúpula de ETA fue detenida en Bidart, murió Camarón de la Isla con tan sólo 41 años y un grupo de ultraderechistas asesinó a la dominicana Lucrecia Pérez en una discoteca abandonada en Madrid. Fue también el año de la despedida de Mecano y del estreno de Vacas, la película de Julio Medem.
La Expo de Sevilla, que comenzó el 20 de abril, tres días después de lo previsto, acabó con un déficit de 690 millones de los actuales euros, una cifra que contrastaba con la promesa inicial de que no le costaría ni una sola peseta a los contribuyentes. Los asistentes estuvieron por debajo de las expectativas pero la capital andaluza se benefició de un nuevo acceso ferroviario, vías de comunicación y vio restaurados monumentos históricos. Entre tanto, el Gobierno de Felipe González se vio sacudido por un escándalo que acabó años más tarde en la dimisión de Mariano Rubio, gobernador del Banco de España. Fue el llamado Caso Ibercorp, que provocó la caída de la beautiful people, un grupo de empresarios y banqueros cercanos al poder.
Retrato de una sociedad profundamente convulsa
Aquel año, que empezó con la esquiadora Blanca Fernández Ochoa consiguiendo la medalla de bronce en eslalon especial en los Juegos Olímpicos de Albertville (Francia) –siendo la primera medalla olímpica para una mujer española–, y en el que se produjo la eclosión de la llamada ruta del bakalao en la costa valenciana, acabó con el hundimiento del petrolero griego Mar Egeo frente a las costas de A Coruña. El buque se partió en dos. Casi 80.000 toneladas de crudo salieron de sus tanques, provocando un desastre ecológico sin precedentes… hasta el Prestige. En paralelo, Volkswagen sacó una nueva versión del Golf que incorporaba doble airbag en el frontal del vehículo, el Barça ganó su primera Champions en Wembley, el Real Madrid perdió la Liga en Tenerife y Prisa acabó engullendo Antena 3 Radio. Eran tiempos en los que Mario Conde, que presidía Banesto, se había convertido en el símbolo de un sistema que exaltaba el éxito… hasta que cayó. Le ocurrió como al país: tras vanagloriarse de la esplendorosa fachada de edificio, los cimientos comenzaron a resquebrajarse. Como el alma de los ciudadanos tras el triple crimen de las niñas de Alcàsser -Míriam, Toñi y Desirée-, y el show mediático que le acompañó. En el escenario internacional se firmó ese año el Tratado de Maastricht, que supuso la fundación de la Unión Europea. Bosnia y Herzegovina declaró su independencia de Yugoslavia y Bill Clinton derrotó a George H. W. Bush en las presidenciales estadounidenses. Además, la reina Isabel II de Inglaterra describió que fue su annus horribilis tras arder el Castillo de Windsor.
Fue el año en que la música vio nacer a Rosalía, Lola Índigo, Miley Cyrus, Demi Lovato o Selena Gómez, así como el fútbol a Neymar, mientras perdíamos al célebre Antonio Molina (64) o al joven actor José Luis Manzano (29), al hilarante Benny Hill (68), la no menos graciosa Mary Santpere (79), la renombrada actriz Marlene Dietricht (90), así como a un mito: Camarón de la Isla (42). Y a otro: el ganador del festival en 1961, Jean-Claude Pascal (65), intérprete de Nous les amoureux. También perdimos a Walter Andreas Schwarz (78), primera representación de Alemania, en 1956, con la incógnita de su posición aunque le colocan por detrás de la suiza Lys Assia.
Historias (musicales) de amor
OBK nos transmitía sus Historias de amor mientras Joaquín Sabina entonaba Y nos dieron las diez o Mecano te dejaba claro que Una rosa es una rosa. Sergio Dalma recogía su éxito eurovisivo con otro single de relumbrón, Ave Lucía, cuyo vinilo uno guarda como oro en paño; Antonio vega nos llevaba a El sitio de mi recreo y Rosario te contaba cómo era Mi gato. Los éxitos de ABBA se reunían en su histórica recopilación Gold y los turistas descubrían que Sevilla tiene un color especial, que cantaban Los del Río. A bordo del Tractor amarillo de Zapato veloz sonaba el Escándalo de Raphael, pura Sangre española como la de Manolo Tena.
Please Don’t Go, te decían Double You, y Kylie Minogue te pedía Give Me Just A Little More Time. Luca Barbarossa ganaba Sanremo con Portami a ballare mientras Paolo Vallesi era tercero con La forza della vita, convertido en un clásico. A destacar una fecha musical, la del 5 de diciembre: el festival de la OTI se celebraba en Valencia con triunfo de España en la voz de Francisco preguntándose A dónde voy sin ti, certamen que presentaron Paloma San Basilio y Joaquín Prat. Aunque, sin lugar a dudas, fue el año de Whitney Houston, que inmortalizó la balada I Will Always Love You (#1 de 1992 en Reino Unido y de 1993 en USA).
Televisivamente triunfaba nuestra querida ¡Hola Raffaella! en una época donde Alfonso Arús ya pasaba ¡Al ataque! mientras Mercedes Milá dejaba claro que Queremos saber. Los niños (y mayores) se divertían con Xuxa, y los más adultos con las Bellezas en la nieve que copresentaban Andoni Ferreño, Mar Flores y Maribel Sanz. Bertín Osborne te ponía Contacto con tacto y Karlos Arguiñano ya te cocinaba El menú de cada día. Para ver el fútbol de forma jocosa te colaron un Goles son amores con Manolo Escobar y Loreto Valverde, mientras a Mayra Gómez Kemp la mandaron de Luna de miel y Juanma López Iturriaga era Inocente, inocente. Y así, Sin Vergüenza, como el programa de Ángeles Martín, Julián Lago te podía pillar en un renuncio con La máquina de la verdad. Triunfaban culebrones venezolanos como Abigail y americanadas como Los vigilantes de la playa o la nueva saga de «niños bien», los chicos de Melrose Place.
De Oscar fue El silencio de los corderos, de Jonathan Demme, y de Goya Amantes, de Vicente Aranda. Aunque para repercusión el Instinto Básico de Sharon Stone y Michael Douglas; las monjas de Sister Act, el Drácula de Bram Stoker o la segunda misión de Solo en casa. Era la Belle Époque del cine, donde había Algunos hombres buenos, volvía Batman, La sirenita salía a flote y emergían Penélope Cruz y Javier Bardem con Jamón Jamón. Esos sí que eran de pata negra, de pata negra, como…
Habrá a quién le quede siempre una duda. ¿Qué habría obtenido España en el festival de haber llevado lo que en semanas sería todo un himno festivo a cuenta de los Juegos? No lo saben ni Los Manolos, ni Sarah Brightman y José Carreras, de los que fuimos Amigos para siempre. Como Linda Martin y Johnny Logan. Porque todo esto es la música.
Conversación
La versión en inglés de Israel sí es un homenaje a la Barcelona olímpica: “all the nations united in Barcelona”. La original en hebreo va dirigida al amor y cómo tomárselo de manera deportiva sin ninguna mención ni a Barcelona ni a España. La traducción del hebreo sería algo como: “soy una prisionera del amor, adicta al ritmo, por ello creo en la lucha frente a la tristeza, bailar sobre la depresión y cantar en la oscuridad…