Euroflashback 1988: Cuando Céline Dion nos tuvo… al borde de un ataque de nervios
Un mes después de que Nemo pusiera una pica en Flandes, el viaje que nos llevará a Suiza en mayo de 2025 calienta motores con el recuerdo de la última vez en que el país helvético se coronó en el festival, hace 36 años, un 30 de abril de 1988, cuando la canadiense Céline Dion (Charlemagne, 30-III-1968) conquistó el certamen con su Ne Partez Pas Sans Moi (No te vayas sin mí). Hay un código que sigue sin romperse desde entonces: nadie más ha sido capaz de triunfar interpretando una canción en francés. Aquella edición eurovisiva supuso su rampa de lanzamiento hacia el estrellato aunque ganara el pulso por la mínima, por un solo punto, al británico Scott Fitzgerard, en buena parte por la batalla de divas que lidió con Lara Fabian, cuarta clasificada abanderando a otro país francófono, Luxemburgo. España apuraba la década de forma poco prodigiosa y, con su bailable y cañí Made in Spain, se contentó con salvar los muebles a mitad de tabla, sin dar un cante de tamaño olímpico.
Aquel ramplón festival número 33, dominado por las baladas y la oscuridad de un escenario sin embargo vanguardista se celebró en el irlandés pabellón Simmonscourt de la Royal Dublin Society, por obra y gracia de un nuevo éxito de Johnny Logan, esta vez con Hold Me Now, ejerciendo como maestros de ceremonias de la RTÉ el periodista Pat Kenny y la modelo y presentadora Michelle Rocca, bajo la dirección del joven productor Declan Lowney y un derroche tecnológico a primera vista, sustentado en aquella plataforma dividida en cuadrículas, cuyas líneas eran tubos de neón que variaban de color en función de la canción, y el primer marcador de puntuación diseñado por ordenador, llegando el videowall a Eurovisión. En la capital irlandesa, que cumplía mil años desde su fundación, participaron 21 países con la baja sobre la bocina de Chipre tras descubrirse que su tema ya había visto la luz en 1984, y desembarcaron muchos repetidores, caso de Dinamarca, Portugal, Suecia, Israel, Turquía y el grupo finés que había hecho los coros en el año anterior.
La esfera nórdica abrió la gala con el islandés Beathoven, el tenor sueco Tommy Körberg (sufrió una infección en la garganta que le impidió acudir al ensayo general, que tuvo que interpretar la compositora del tema, Py Bäckman) y los finlandeses Boulevard, ciertamente, con más pena que gloria, antes que el sobrevaloradísimo Go de Fitzgerald, que venía de vencer en la preselección A Song for Europe, prendiera en el corazón de los jueces, que lo mantuvieron en lo más alto hasta que votó Yugoslavia. Su canción tuvo una discreta repercusión alcanzando el número 52 en las listas musicales británicas.
«La chica que yo quiero…»
Tras los turcos MFÖ, saltó al ruedo el grupo seleccionado internamente para representar a España, La Década Prodigiosa, que ya eran populares en nuestro país por sus popurrís y que se dejaron el adjetivo por el camino para acudir al festival. Debido a que las reglas de la UER solo permitían que actuaran sobre el escenario seis de los ocho miembros, los que se subieron fueron: Carmelo Martínez, que nos dejó en 2021 a los 64 años víctima de un cáncer de pulmón, José Subiza (voz principal y coreografía), Ana Nery Fragoso y Cecilia Fernández Blanco (coros y coreografía), Manel Santisteban (coros y guitarra eléctrica) y Manuel Aguilar (coros y bajo). Javier de Juan fue el director de orquesta y Manolo Rodríguez tuvo que ver el festival en la zona VIP. Con aquel vestuario tan festivalero se conformaron con la undécima posición y 58 puntos, a destacar los 8 concedidos por los jurados de Austria, Grecia e Italia a Made in Spain (La chica que yo quiero). «Íbamos de moda España y a cada uno lo vistió un diseñador, entre ellos, Antonio Alvarado», recordaban. Después lanzaron álbumes que tuvieron buena acogida como Los 80 (1988), Los 80/2 (1989) y el recopilatorio Lo mejor en vivo de los 60, 70 y 80 (1990) pero la banda, a la que le hubiera gustado acudir a Irlanda con otra canción, se desmembró y ha tenido más de 30 componentes distintos.
Tras el holandés Gerard Joling apareció la israelí Yardena Arazi, que se convirtió en la primera presentadora (llevó las riendas en Jerusalén 1979) que volvió como artista, ya que fue representante hebrea en 1976, acabando sexta, un puesto por delante que en esta ocasión. Inmediatamente después entró en juego Suiza, que luego daría paso a los anfitriones Jump The Gum, los alemanes Maxi & Chris Garden y el austriaco Wilfried, cuya afinación sospechosa y su repetitiva Lisa Mona Lisa le supusieron un rosco en el casillero. Nada que ver con los daneses Hot Eyes y su movida Ka du se hva jeg sa, que les valió el tercer puesto (92 puntos) con su cantante Kirsten Siggaard embarazada, al igual que en 1984, cuando fueron cuartos, pero esta vez de ocho meses. Eran unos abonados del Dansk Melodi.
Después del Clown de la tropa griega Afroditi Frida and Choir y de la noruega Karoline Kruger, quinta en la tabla, tomaron parte el belga Reynaert, con fama de envidioso entre el elenco, y el Croire de Lara Fabian (90 puntos), que merece mención aparte. De padre belga y madre italiana, se plantó en Dublín con 18 años y un chorro de voz prodigioso, llegando a vender 500.000 copias de su canción. Con el cambio de siglo I Will Love Again alcanzó el número 1 de las listas de éxitos norteamericanas y europeas. La versión española, Otro amor vendrá, es todo un clásico. En su ya extensa carrera, Lara ha vendido mas de 20 millones de discos en todo el mundo. Francia, Portugal e Italia pasaron inadvertidas y cerró Yugoslavia el repertorio, al igual que llevó la voz cantante en el último suspiro de la votación que catapultó a nuestra gran protagonista, Céline Dion, toda una historia de superación desde antes incluso de que reinara en este escenario.
La dura preselección helvética
Quien luego inmortalizó la banda sonora de la película Titanic con My Heart Will Go On, no llegó a tierras irlandesas de casualidad ni de rebote. Tuvo que ganarse el pasaporte en una preselección en Suiza, celebrada el 6 de febrero en el Theatre de Beausorbet de Morgues, compitiendo con otras ocho candidaturas, y se encaró al primer puesto con 44 puntos gracias al apoyo del jurado de la prensa y de los jueces regionales, ya que el jurado de expertos la había relegado a la cuarta plaza dando su mayor respaldo a Furbaz, que acabó con 37 votos. Un presagio de lo que ocurriría casi tres meses después. Céline, bautizada así por una canción del francés Hugues Aufray lanzada dos años antes de su nacimiento en 1968, fue descubierta siendo aún una niña por un empresario y productor musical de su país llamado René Angéli con el que terminaría contrayendo un feliz matrimonio. Fue él quien financió su primer disco, La voix du bon Dieu (1981), y así consiguió labrarse el camino en su Quebec natal antes de probar suerte en lugares tan remotos como Japón y, luego, gracias a un tema de 1983 llamado D’amour ou d’amitié se convirtió en la primera canadiense que cosechaba un disco de oro en Francia.
Llegó su gran ocasión y en un festival seguido por 500 millones de personas y que costó 185 millones de pesetas, es decir, aproximadamente 1,2 millones de euros (el siguiente, que se celebró al año siguiente en Lausana, costó el triple), triunfó porque estaba escrito. Primero, en su preciosa canción, cuyos autores son el compositor turco Atilla Şereftuğ y la suiza Nella Martinetti, una balada cuya letra interpela a los descubridores, artistas y creadores de un futuro mejor que desea conocer; también en su poderosa y magnética interpretación; y, cómo no, con su sencillo pero icónico vestuario integrado solo por piezas de color blanco. Una falda de tul por encima de las rodillas, cubiertas por medias tupidas, con zapatos de ligero tacón y una chaqueta ceñida y cruzada sobre la cintura, la melena corta y suelta, con el ondulado típico de los años 80, pero sin flequillo. El sencillo vendió 200.000 copias en Europa en dos días. Arrancaba una andadura como la de aquella pasarela azul ascendente sobre el escenario que se perdía en un horizonte infinito. La suiza Lys Assia, vencedora en 1956, podía entregar el testigo helvético que ahora está en manos de Nemo.
Erigida ya en toda una estrella del pop, Dion se retocaría la mandíbula para mejorar el aspecto físico, perfeccionó su inglés, y recibió su otra gran oportunidad en 1991 como intérprete del tema central de la película de Disney La bella y la bestia, que se llevó el Oscar a mejor canción y a ella le proporcionó su primer Grammy. El carrusel de hits solo empezaba: Think Twice, Because You Loved Me, I Surrender y, sobre todo, el titánico My Heart Will Go On la convirtieron en una de las grandes intérpretes femeninas de los años 90 y principios del siglo XXI, con un total de cinco Grammys y más de 50 millones de copias vendidas de sus discos solo en Europa, el lugar donde empezó todo. Desde aquel día, pocos han situado el francés tan arriba en la tabla. Estuvieron cerca Joëlle Ursull (1990, White And Black Blues), Amina (1992, C’est le dernier qui a parlé qui a raison) y Annie Cotton (1993, Moi, tout simplement) y, cómo no, Barbara Pravi (2021, Voilà) o el propio Gjon’s Tears (2021, Tout l’Univers). Y, desde luego, lo que hoy es el micrófono de cristal Dion lo atrapó en un reparto de infarto.
…Y Yugoslavia, ganadora al año siguiente, decantó la balanza
Cada país contaba con un jurado nacional compuesto por primera vez por dieciséis miembros, en lugar de once, como había venido siendo habitual. Sin los vuelcos actuales del televoto, en una votación donde los cinco primeros clasificados recibieron tres 12 cada uno de ellos, donde no hubo amiguismo vecinal (los países francófonos no se echaron una mano entre ellos otorgándose la máxima puntuación) y en el que se funcionó a tirones, se llegó a la última estación, la yugoslava, con Suiza con 131 puntos y Reino Unido con 136… Hasta que la abanderada helvética sumó 6 y, por sorpresa, el británico, ninguno.
El polémico jurado de TVE
Mientras, en el estudio A-4 de Torrespaña, con Marta Sánchez capitaneando el previo del festival, sobresalientemente comentado por segundo año consecutivo por Beatriz Pécker (que ese año estrenaba el programa Rockopop), el jurado sí que dio a posteriori el cantazo criticando todo lo que pudo y más a Céline Dion, a quien la intérprete de Olé Olé trataba de poner a salvo de los comentarios de aquel panel de expertos formado por Pepe Barroso, Paquita Torres, Mario Pardo, Lola Forner, José Coronado, Analía Gadé, Miguel Báez ‘El Litri’, Laura Valenzuela, Antonio de Senillosa, Cyra Toledo, José Oneto, María Vidaurreta, Jorge Sanz, Emma Suárez, Caty Arteaga y Jaime Adrada. Como venía siendo habitual desde 1984, RTVE emitió el certamen por el segundo canal, la UHF. El ente público ya hacía de las suyas. El reglamento de la UER obligaba a emitir los videoclips de los temas con anterioridad al certamen. En esta ocasión, TVE optó por hacerlo en un único bloque, una decisión insólita que contravenía el reglamento del festival. Por primera vez se vieron en esa segunda cadena, el viernes 22 de abril a las seis de la tarde.
Pero nada pudo detener el éxito de Céline Dion, marcada también su vida por el drama. Una enfermedad neurológica causante de espasmos musculares, el síndrome de la persona rígida que afecta a una entre un millón de personas, le obligó a apartarse recientemente durante un largo tiempo de los escenarios. Sus problemas de salud no serían los únicos motivos que entorpecieron su carrera. Uno de los más sonados fue la muerte de su marido Angélil en 2016 tras luchar contra un cáncer de garganta durante más de dos años. Solo dos días después falleció uno de los hermanos de la cantante, Daniel Dion, a causa de la misma enfermedad. Vivencias, todas estas, que la protagonista narra en el documental que Prime Video estrenará el 25 de junio bajo el título Soy Céline Dion, dirigido por la cineasta nominada al Oscar Irene Taylor.
España y el do de pecho
¿Qué pasaba, entre tanto, en España mientras la representante de Suiza era lanzada al estrellato? Para empezar, era uno de los destinos favoritos para toda Europa al superar por primera vez los 50 millones de turistas. Aunque, por contra, fue asimismo el año de la primera patera que llegó a nuestras costas y, junto a ella, apareció el cadáver de uno de los inmigrantes que viajaban en la embarcación. ETA seguía golpeando y secuestrando, esta vez al empresario Emiliano Revilla, cuyo cautiverio duró 249 días. Llegaron las primeras prohibiciones del tabaco a colegios, hospitales y transportes donde hubiera plazas de pie. Y el 14 de diciembre sucedió la gran macrohuelga general contra las políticas económicas del Gobierno de Felipe González. En una época en la que únicamente existía la cadena pública, los españoles se quedaron sin televisión. Casi un año antes, en la Nochevieja de 1987 a 1988, las 625 líneas del receptor vieron cómo a Sabrina se le escapaba un pecho en pleno Hot Girl y el descuido derivó en un asunto de emergencia nacional. Una anécdota espoileada por las revistas días antes. La centralita de RTVE se colapsó aquella noche de llamadas de telespectadores indignados.
En la radio hacías Chas y Alex y Cristina aparecían a tu lado, conducías Camino Soria con Gabinete Caligari o a Una Calle de París con Duncan Dhu, mientras Mecano te contaba que No hay Marcha en Nueva York y Glenn Medeiros te aseguraba que Nadie cambiaría su amor por ti. Eloise, de Tino Casal, se erigió en himno, al igual que internacionalmente despuntaba George Michael, los hits de Rick Astley como Together Forever, la voz desgarrada de Joe Cocker y, por supuesto, Withney Houston.
Juegos Sin Fronteras, espíritu ‘Eurovisión’
Televisivamente descubrimos a Julia Otero, con su flequillo tendencia y un concurso, 3×4, que marcó una época, al igual que Joaquín Prat (padre) con El Precio Justo y el Cajón Desastre de Miriam Díaz Aroca. Javier Gurruchaga nos invitaba en su Viaje con Nosotros, partimos hacia Los Mundos de Yupi e Ignacio Salas nos enganchó a los Juegos Sin Fronteras que emulaban la competición entre países que luego copió Grand Prix. Pero si algo atrajo audiencia fue Lina Morgan, un 11 de enero, con su comedia Sí al Amor, reuniendo a 17 millones de espectadores. A nuestras vidas llegaron un extraterrestre, Alf, La Ley de los Ángeles, Ana de las Tejas Verdes y otro fenómeno juvenil, la serie Los problemas crecen, mientras en EE.UU. nacía Chucky, el muñeco diabólico y se estrenaba Beetlejuice, aunque el Oscar de entonces fue para Rain Man y un soberbio Dustin Hoffman.
El año en que nacieron Rihanna, Adele, Ana de Armas, Cristina Pedroche o Brays Efe, perdimos a la televisiva María Luisa Seco (39), al actor John Carradine (82), al compositor Pablo Sorozabal (91) y al cantante Roy Orbison (52), además de al fabricante de coches Enzo Ferrari (90). Paralelamente, emergían Guns N’Roses, volvía a escena el tenor Josep Carreras tras superar un cáncer, se lanzaba la polémica película de Martin Scorsese La Última Tentación de Cristo, el conflicto bélico entre Irán e Irak se detenía tras ochos años, George W. Bush fue elegido presidente estadounidense y aparecía el teletexto en TVE.
Año olímpico
Fue además un año olímpico aunque España solo rascara cuatro medallas en Seúl (el oro de José Luis Doreste en vela, la plata de la pareja tenística Sergio Casal-Emilio Sánchez Vicario y los bronces del nadador Sergi López y Jorge Guardiola en tiro, en unos campeonatos donde mandó la extinta URSS con 132 preseas. Fueron los “Juegos de la vergüenza” que nos mostraron la cara amarga del dopaje representada en el mítico velocista Ben Johnson, despojado del oro y el récord mundial en 72 horas. Deportivamente, Perico Delgado, siempre polémico, se alzó con el triunfo en el Tour de Francia, la pletórica Florence Griffith dominaba sobre el tartán y Steffi Graf lo hacía en las pistas de tenis: lo ganó todo, los cuatro Grand Slam y el oro olímpico, lo que viene siendo el Golden Slam.
El mundo se debatía entre los Versos Satánicos, del escritor Salman Rushdie, y El Alquimista, de Paulho Coelho… Pero el festival de Eurovisión y Céline nos tuvieron como Pedro Almodóvar y sus Mujeres… al borde de un ataque de nervios. Desde ese día en que Dion nos pidió que no nos fuésemos sin ella, sigue con nosotros a nuestro lado. Ojalá también el próximo mayo en Suiza.
Conversación
Un festival de canciones memorables como Turquía, pero sobre todo Dinamarca y los Hot Eyes, que eren favoritísimos y que al final se vieron superados por dos convidados sorpresa como la ganadora, que como se comenta no recibió más palos porque no pudo y por el británico, que visto como iban las votaciones parecía que al final iba a ganar. A destacar la canción de Yugoslavia, para mí, una de las canciones más bizarras que hemos visto en el festival y como no, La década prodigiosa, cuyo vídeo nos hartamos de ver en TV los días previos al festival. A saber que nos depara el próximo festival, pero visto lo visto, si no cambian mucho las cosas parece que nada bueno. Al menos, pasamos de un país caótico como organizador como Suecia, aunque hay que reconocer que no lo tuvieron fácil, a un país modélico y preciso como sus relojes.
que pasada de año me acuerdo mi carpeta del insti con fotos pegadas de made in spain mientras se reian de mi que les jodan jjjjj
Enhorabuena, me encantan este tipo de artículos. Para mí, sin duda la mejor fue Céline Dion, da igual que hubiera sido segunda o tercera, el tiempo la hubiera puesto en su sitio. Totalmente de acuerdo con Marta Sánchez cuando dice en el jurado español de aquel año, que a Eurovisión tiene que ir gente que cante bien. RTVE tenlo en cuenta, ella sabe mucho de esto. En cuanto a España, una tremenda horterada, que era de esperar en la época que nuestra televisión española pasaba olímpicamente del Esc