Las Vulpes: las primeras que quisieron ser «una zorra»
«Si tú me vienes hablando de amor
qué dura es la vida o el caballo te guía.
Permíteme que te dé mi opinión,
mira imbécil que te den por culo.
Me gusta ser una zorra…»
“Prefiero masturbarme, yo sola en mi cama,
antes de acostarme con quien me hable del mañana.
Prefiero joder con ejecutivos, que te dan la pasta
y luego pasa al olvido.
Me gusta ser una zorra”.
También sábado, pero abril de 1983. Loles Vázquez (guitarra), Mamen Rodrigo (voz), Begoña Astigarraga (bajo) y Lupe Vázquez (batería), cuatro jóvenes vascas de entre 17 y 21 años que poco antes habían consolidado la última formación de la banda punk Vulpes, convulsionaron un país lanzando un grito por la libertad con esta letra perteneciente a su canción Me gusta ser una zorra. Ya hace 41 años que, como ahora Nebulossa, resignificaron este adjetivo, solo que entonces la ola de represión inquisitorial no tenía límites. Lo hicieron en el programa Caja de ritmos, de Televisión Española (con una S de más en el nombre), y era una especie de libre traducción del I wanna be your dog, de The Stooges. El director y conductor de aquel programa juvenil, Carlos Tena, acostumbraba a presentar la música emergente tipo Siniestro Total, y algo de esto último sucedió.
Días después, el ultraconservador diario ABC dedicó una página entera, firmada en nombre del periódico, bajo el título «Ya basta», reproduciendo la letra íntegra de la composición y acusando al ente público de haber «transgredido ampliamente los límites constitucionales» por dar espacio a un mensaje que “degrada a la sociedad española, subleva al padre de familia, indigna al ciudadano responsable, quebranta la intimidad del hogar” y que vincula “al submundo de la patología sexual”, hasta llegar a aseverar: “Sin duda, hay campañas en marcha de descristianización de la sociedad y corrupción de la juventud”. La pregunta es qué se habría dicho de haber existido entonces redes sociales. Afirmaciones con la misma intención se pueden capturar horas después de que el dúo alicantino que conforman María Bas (1967) y Mark Dasousa (1975) haya conquistado el Benidorm Fest y el pasaporte al festival de Eurovisión.
Aquella aparición de Las Vulpes marcó a una generación, sobre todo en la escena vasca. El programa se canceló y, a instancias de la Fiscalía General del Estado, el fiscal de la Audiencia Territorial de Madrid interpuso una querella por escándalo público contra el propio Tena, Loles Vázquez –autora de la letra– y Mamen Rodrigo –intérprete de la canción–. Se les pedía cinco años de cárcel y 10 de inhabilitación. Tres años después el caso fue sobreseído pero las integrantes del grupo sufrieron en primera persona una refriega que acabó en la tribuna del Congreso de los Diputados. Resulta evidente que el hecho de ser mujeres amplificó el escándalo, cuando lo que hicieron es plamar la enorme grieta que separaba a distintas generaciones tras abrirse paso el periodo democrático. La transgresión de aquella letra iba más allá, diciendo en ella, por ejemplo, que querían meterle un «pico en la polla» a Lou Reed, por el disgusto que se llevó la autora en un concierto donde el neoyorquino abandonó el escenario tras cantar apenas siete canciones.
Una semana después de la emisión llegó la protesta de dos miembros del Consejo de RTVE, José M. Álvarez del Manzano y José I. Wert, del Partido Demócrata Popular, quienes aseguraban que «la letra de esta melodía era obscena». El motivo de la querella se justificó en el «escándalo público». Tena –borrado luego del mapa por los sucesivos directivos del ente, desde Eduardo Sotillos a Fernando González Delgado– no daba crédito a que «una anécdota se convirtiera en este país en un drama», mientras que el entonces director de Programación de TVE, Ramón Gómez Redondo, señalaba que la querella criminal suponía «que no hemos salido aún del túnel». El que era director del ente, José María Calviño, compareció ante una Comisión de Control parlamentario, donde sostuvo que «el vehículo del escándalo no fue TVE, sino «un periódico que promocionó el hecho y que se alegró de haber vendido más ejemplares». Tena presentó su dimisión al considerar que se encontraba «en una situación de indefensión jurídica» y al enterarse de que TVE había aplazado, sin fecha de emisión, el resto de programas grabados.
Montaje de cariz político
A quien nadie defendió públicamente fue a esas jóvenes que se encontraron metidas en un lío judicial por cantar lo que quisieron. Las protagonistas lo tenían muy claro y lo achacaron todo a «un montaje de la derecha para hacerlo coincidir con la campaña política». En verdad, la canción ya se había emitido en Radio Popular de Bilbao, donde luego se prohibió, RNE y la FM de Miranda de Ebro, además de ser interpretada en directo en Ourense, Zaragoza, Miranda de Ebro y «montones de veces» en Bilbao, donde el grupo tenía gran reconocimiento. La actuación fue grabada para Caja de ritmos en noviembre. «Nosotras creíamos que la iban a censurar y pensamos que cuando la emitieran iban a poner pitidos allí donde se dicen las cosas que ahora llaman malsonantes. Cuando vimos que salía íntegra creímos que las reacciones iban a ser simplemente unas cartas al director de algún periodico, pero no sospechábamos que se armara todo este escándalo», recuerda Loles respecto a una polémica «hipócrita». Ellas querían reflejar la impresión que les causaba que alguna gente calificara de «zorras» a las chicas por la vestimenta o el comportamiento en la calle. «Nos gusta ser como somos, y pensamos que a nadie debe escandalizar que digamos que nos masturbamos, porque eso es natural, eso lo hace todo el mundo. Es mucho más fuerte poner películas violentas u obligar a los niños a seguir determinado tipo de religión», decían ya entonces.
Me gusta ser una zorra era un ejercicio de pura libertad. «Si tú me dices que soy una zorra solo porque soy distinta a ti, porque no quieres comprenderme, entonces yo gritaré que me gusta ser una zorra», explicaba la autora, Loles. La motivación política del ataque a la banda era obvia ya que no hubo trifulca hasta que ABC transcribió la letra en el periódico, porque con el sonido en directo ni se había entendido bien. Para colmo, les engañó hasta la discográfica. Tuvieron que grabar rápido en Madrid (el sencillo con los temas Me gusta ser una zorra e Inkisición) y firmaron un apresurado contrato para hacer varios conciertos que resultó ser un desastre porque en realidad era un engaño. Más de una vez llegaron a las discotecas donde debían tocar y estaban, curiosamente, cerradas o en obras. «A raíz de aquella experiencia nos buscamos un mánager y empezamos a tocar más por el Estado», cuenta Begoña a Eurovision-Spain. «Al principio muchos lugares donde tocábamos eran discotecas, plazas de toros, polideportivos, y allí iba todo tipo de gente que nada entendía de lo que era el punk, pero querían ver a esas chicas escandalosas de la tele y se creaban tensiones». «También teníamos problemas con ultras que nos atacaban», recuerdan Las Vulpes, avanzadilla de grupos como La Polla Records, Cicatriz o Kortatu, e incluso algunos otros les miraban con cierta altivez.
Llegaron a ser agredidas
Sin intención de ser mediáticas, salieron hasta en el mítico El Caso, periódico de sucesos trágicos. De hecho, la movida, ésta y no la madrileña, les terminó engullendo. Y les sucedió de todo. Actuaron en Rockola, meca de la llamada movida madrileña, y los de seguridad, que eran policías de paisano, golpearon a varias de ellas y al mánager por, según los agresores, poner al público en su contra. En Palma de Mallorca les advirtieron de que había militares en la sala dispuestos a disparar al aire si cantaban cierta canción. Las tensiones y diferencias de criterios entre ellas, en medio de ese torbellino mediático, las lleva a disolver la banda en 1984, pero dejaron una huella imborrable. Como comenta Begoña, la bajista, cuando se le pregunta por aquellos años, «se echa ahora en falta un poco de aquel espíritu. Nos habíamos criado con tal falta de libertad y tantas imposiciones morales que salir de aquello era una prioridad. Nuestras canciones mostraban inconformismo, y lo decíamos con todo el descaro porque así era el punk. Queríamos tocar, divertirnos, como lo hacían los chicos, pero a nuestra manera».
Y hoy en día, con mucho espacio ganado pero muchísimo terreno por andar, cuando se sigue poniendo en tela de juicio a una corriente ideológica concreta, irrumpe Nebulossa para gritar que quiere ser «una zorra de postal». Un himno liberador que ya entonaron Las Vulpes.
Conversación
Es que yo pienso que al final mezclamos churras con merinas y no tiene mucho que ver . Las Vulpes transmitían un mensaje mucho más rebelde y malsonante orientado más a la libertad sexual -que tampoco era para vetarlas y quitar un programa-Hacían música punk Es otro rollo diferente a Nebulossa. Vaya como estaba Bilbao en el 83 en la foto Y para más señas se inundó entero ese mismo año...
Nico1997, bueno, notorio, notorio… Hace cuatro días que uno ha podido volver a España y el otro, si no me equivoco, sigue preso…
no pues los padres del germen zorra jejeje afortunadamente en estos años hay más expresión y menos represion
@Miguelangel totalmente de acuerdo, aún queda mucho por hacer pero si lo comparamos con los 80 el cambio es notorio
No olvidemos que en 2012 Valtònyc tuvo que huir de este país por cantar. Y Pablo Hassel ha estado preso por lo mismo. Así que, tanto no han cambiado las cosas. La justicia sigue siendo muy, muy facha.
No se valoraba ni un segundo tanta libertad de expresión, quizás no era un buen momento cantarlo en los 80 :) La nacion no estaba preparada para un cambio por pereza, lo sé...
Buenísimo. Muchas gracias por escribir sobre esto. Las Vulpes cantaron lo que querían sin ánimo de romper o transgredir - lo que querían era pasárselo bien, y ESO es lo que los enfadaba. Nebulossa no es transgresora por lo que canta porque al final dicen lo que quieren. Transgresor es cuando se lo pasan bien, aunque la gente quiera que se calle porque es "woke". No es tan difícil de entender.