La Asamblea General de la UER, clave para Eurovisión y la postura de España frente a Israel

La UER celebra este 4 y 5 de diciembre su Asamblea General, un encuentro que reúne en Ginebra a los directores generales y altos responsables de todos los entes públicos que forman parte de la organización.  La Asamblea General se trata del órgano de gobierno más importante del grupo, el que define su estrategia, aprueba sus cuentas y marca la línea de actuación. Una reunión que, por tanto, no está específicamente convocada para debatir la participación de Israel en Eurovisión 2026, pero cuyo asunto estará de manera inevitable sobre la mesa.

La participación de Israel en Eurovisión genera controversia desde hace años, pero en 2025 el conflicto ha llegado claramente a un punto de no retorno. RTVE encabeza públicamente la petición de expulsión alegando que el genocidio en Gaza contradice los valores del certamen. Así también lo ven Irlanda, Eslovenia, Islandia y Países Bajos, cuyos entes públicos han condicionado igualmente su presencia en el festiva a la salida de Israel. 

Una grieta visible

Una imagen que ya forma parte de la historia reciente de Eurovision es la pantalla partida entre Austria e Israel durante la final de este año. Una metáfora involuntaria pero precisa de la fractura que está viviendo el concurso. Una incomodidad que no es nueva y que se percibía el año pasado. En 2024, varias delegaciones y artistas expresaron públicamente su malestar por compartir escenario con un Estado en plena ofensiva militar. La UER trató entonces de imponer una neutralidad estricta con la prohibición de banderas y un control férreo del discurso oficial. Pero, los gestos, las decisiones estéticas y algunas ausencias significativas hicieron evidente que esa neutralidad era, en la práctica, insostenible.

Este año, durante la emisión de la segunda semifinal, los comentaristas de RTVE, Tony Aguilar y Julia Varela, recordaron durante la postal de Israel los datos de Naciones Unidas que hablaban de más de 50.000 personas asesinadas en Gaza, entre ellas más de 15.000 niños y niñas. Reivindicando además la paz, la justicia y los derechos humanos.

La respuesta de la UER no se hizo esperar, envió una carta a RTVE amenazando con sanciones punitivas si se repetía cualquier referencia al conflicto durante la final. RTVE respondió como servicio público. Antes de la gala final emitió un mensaje contundente, tanto en español como en inglés: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina».

La polémica del televoto

El resultado de la final añadió aún más tensión. Aunque el jurado profesional colocó a Israel en el puesto 14, el televoto les otorgó 297 puntos, la cifra más alta de la noche. Pese a que finalmente Austria se impuso al sumar el voto del jurado, la polémica estaba servida. Y más aún cuando una investigación encargada por la propia UER concluyó que una agencia oficial del Gobierno israelí había invertido en anuncios digitales para influir en el televoto a través de varios servicios de Google en los días previos a la final de Eurovisión 2025.

La votación que nunca fue

Ante la presión, la UER anunció que sometería a votación en otoño la continuidad de Israel en el festival. Sin embargo, con el desplazamiento del foco mediático internacional y bajo el paraguas de un supuesto plan de paz, la organización canceló esa votación extraordinaria. El asunto se trasladó así a la Asamblea General de diciembre, pero convertido en un debate y no en una decisión formal.

Posición firme de RTVE

En los últimos días, la UER ha implementado un paquete de medidas centrado en el mecanismo del televoto y en limitar las campañas de promoción. El director de Eurovisión, Martin Green, presentará estos cambios ante la Asamblea General, que deberá valorar si estas medidas responden verdaderamente a las preocupaciones planteadas por varios de sus miembros.

Aunque ya sabemos que para RTVE no es suficiente. José Pablo López, presidente de la corporación, expresó la posición de RTVE en su última comparecencia ante la Comisión Mixta de Control Parlamentario y allí fue tajante: «La presencia de Israel es insostenible por el genocidio y por su incumplimiento sistemático de las normas del certamen». López reveló además que Green, en una carta reciente, defendía que «las televisiones y los artistas no representan a sus gobierno», a lo que José Pablo López respondió con una pregunta directa: «¿Está planteando el señor Green la vuelta de Rusia y Bielorrusia al festival? Confío en que no. Harían un uso similar al de Israel».

Esta misma semana,  López ha vuelto a refirmar su posición desde su perfil personal en X, reaccionando a un titular (procedente de un medio afín al Gobierno israelí) que no ha sido verificado pero que que circuló en redes sociales y que sugería que Alemania abandonaría el festival si Israel era excluido. Más allá de la falta de verificación de esta información, su mensaje apuntó de nuevo a la necesidad de un marco regulatorio más sólido y claro: «El descontrol del festival, las presiones y las injerencias en Eurovisión son ya indisimulables. Con esta situación quieren que avalemos un nuevo reglamento que ya nace inservible. Y decían que eran un concurso de canciones”. 

En las horas previas a la Asamblea General, López ha vuelto a insistir a través de X en la importancia del momento y señaló que la dirección del organismo está a punto de someter a Eurovisión «a la mayor presión interna de su historia» lamentando que la situación haya llegado hasta este extremo. Subrayó que las sanciones a Israel por sus reiterados incumplimientos tendrían que haberse resuelto ya en el ámbito ejecutivo sin llevar el conflicto a la Asamblea. Según afirma, la UER llega a este día «más condicionada por los intereses políticos y comerciales de un festival que no se han sabido o querido gestionar». Evidenciando que el problema no es el concurso, sino la incapacidad de sus responsables para aplicar sus propias reglas con coherencia.

La Asamblea General no lo decidirá todo, pero sí marcará un rumbo. De su debate dependerá cómo quieren posicionarse las radiotelevisiones públicas ante el futuro de Eurovisión y qué espacios están dispuestas a defender en un festival que siempre ha presumido de ser abierto, inclusivo, seguro y garante de derechos.