La televisión pública ucraniana acaba de confirmar el acuerdo con Kalush Orchestra que representará al país en Eurovisión 2022. Su canción Stefania se clasificó en segunda posición en el Vidbir el pasado sábado 12 de febrero con la máxima votación del televoto y la tercera mejor valoración del jurado, 1 punto por detrás de la ganadora Tini zabutykh predkiv de Alina Pash, favorita de los jueces y segunda de la audiencia.

Kalush Orchestra han expresado su “agradecimiento a todos los que nos apoyaron en la final nacional y nos hicieron ganar la votación popular, prometemos a todos los ucranianos que justificaremos su elección, son tiempos difíciles para nuestro país, debemos reafirmarnos ante el mundo y estamos listos para representar a Ucrania con dignidad ante toda Europa”.

Alina renunciaría tan solo cuatro días después debido a la brutal presión mediática y política que provocó su viaje a Crimea en 2015, entrada que si se realiza desde territorio ruso no solo incumple las reglas del concurso, sino las propia legislación ucraniana. La cantautoria afirmó que “No quiero formar parte de esta sucia historia, soy ciudadana de Ucrania y sigo las leyes de mi país, y trato de llevar nuestras tradiciones y valores al resto del mundo. Soy una artista, no una política”.

No es la primera vez que la preselección ucraniana se ve salpicada por un escándalo así. Hace tres años, Maruv también vivió un acoso similar, en plena campaña electoral de las elecciones generales, el cual comenzó en la misma gala televisada con la “incómoda pregunta” de la ganadora en Estocolmo 2016 y miembro del jurado, Jamala, sobre si consideraba a Crimea parte de Ucrania, a lo que la artista respondió, “por supuesto que sí”. Sus vínculos profesionales con Rusia y un contrato con la televisión pública tildado de “abusivo”, sin embargo, terminaron por invalidar su triunfo, la renunciar del resto de finalistas y la propia retirada de Ucrania del festival.