Eurovisión y nosotros: Así vivíamos el festival hace más de 20 años
Imagina… que no existen las redes sociales, que la conexión a internet es una utopía porque solo hay líneas de teléfono fijo, que a Eurovisión y a las preselecciones solo se puede acceder como público mediante invitación, que apenas hay unos pocos acreditados de prensa, mayoritariamente hostiles al festival y que se dedican año tras año a pronosticar que el fin está cerca y que esto no se sostiene por ningún lado porque cada edición es peor.
Imagina… que ninguno de tus amigos entiende porque te gusta el certamen, que no tienes con quién comentarlo, que es tan dificil ver cosas suyas que cada vez que escuchas el Te Deum antes de un evento deportivo te entra un escalofrío, que en casa te condenan a verlo esa mágica noche casi en soledad.
Imagina ahora que, de repente, todo cambia. Que descubres que no eres la única persona que sabe quien es Carola, que puedes quedar con gente con tus mismos gustos, que a un par de clicks tienes en tu mano todas las actuaciones y preselecciones o, incluso, comprarte una entrada para verlo en directo.
El recorrido vital de muchos eurofans que rondan o superan los 40 años ha ido unido a todos estos procesos mientras corría en paralelo su periplo personal. Eurovisión siempre estuvo y estaba presente. Los 15 incondicionales que hemos entrevistado han vivido el paso de una situación a otra. A través de todos ellos queremos poner en valor esa fidelidad que aún perdura y ensalzar con sus relatos el de tantos que tardaron años en descubrir que no estaban solos. También recogeremos las historias de aquellos que tuvieron la suerte de que su familia les inculcase el cariño y amor al festival. Mediante anécdotas, vivencias y recuerdos nos han contado cómo se iniciaron en esta afición y nos explican como viven ahora el concurso, si es que ha cambiado algo en todo este tiempo. ¡Incluso hemos encontrado a una persona que sí ha visto Eurovisión 64!
LA CANCIÓN DE BETTY MISSIEGO
Este relato comienza con la más tierna infancia, punto de partida y donde tiene lugar nuestro primer contacto con Eurovisión: era de las pocas noches que no nos ponían problema para que nos quedáramos viendo la tele hasta tarde. Así, a Gema Suárez, enfermera gaditana, le recuerdan en casa que tenía tres años cuando le llamó la atención aquellos niños que salían cantando con una señora y, a la par que sus padres, se emocionaba cuando estos comentaban entre sí que íbamos a ganar… hasta que su padre le contó que no había sido posible y, sin saber porqué, se echó a llorar… Gema lo define como el primer «euroberrinche» como eurofán. A veces, la imaginación infantil nos confundía mezclando sueño con realidad. Esto fue lo que le pasó a Iván Rodríguez, actor pontevedrés, cuyo primer recuerdo fue a los cuatro años: el de una Remedios Amaya que se marchaba enfadada por unas escaleras con su rosco para que justo en ese momento recibiese un punto. Claro, que eso nunca pasó, pero lo de debutar con un fracaso eurovisivo, marca.
Para la mayoría de nacidos de finales de los 60 hasta mediados de los 70 los recuerdos pivotan en tres canciones: Enseñame a cantar, Su canción y Quién maneja mi barca. La primera la cantaban en los recreos de toda España niños como el catalán Carles Batllé o el murciano Jose María Soto, agente comercial, que se recuerda con 5 añitos versionándola con sus compañeros de clase. La segunda marcó a todas las familias que estaban presenciando aquella 'victoria / derrota moral', también a la de Javier Regalado, arquitecto vasco que a sus 8 años quedó enganchado hipnóticamente a Betty Missiego. Y la tercera… los hubo que les embaucó el vestido de Remedios Amaya, primera muesca en la memoria eurovisiva de Victor Escudero, ya que de tanto poner el videoclip después del telediario se le quedó grabado, aunque para grabación, la que conserva de 1980, hecha en un magnetofón donde se escucha el programa y a su familia comentándolo que, aseguran, hizo él mismo… ¡con tres años!
También los hubo como el periodista bilbaíno Igor Santamaría que, a la par que define como ultraje lo de Remedios, rememora que de esa edición nunca pudo olvidar a Carola, de quien es un auténtico devoto. Para otros como Carles Batlle, sin embargo, supuso el final del festival en familia: «a partir de 1983 todo mi entorno dejó de verlo, muchos creían que tras 'la barca' se había dejado de emitir, que a nadie le interesaba, y cuando yo lo mencionaba preguntaban si todavía se seguía haciendo Eurovisión». Realmente ese año provocó que RTVE programase de 1984 a 1992 el festival en la UHF, como se conocía entonces a La2, un canal con mucha peor calidad de imagen, contenidos y cobertura.
Desde 1981, Javier Regalado se las había ingeniado con un cable de su hermano para grabar en cassettes los audios de la televisión, y así pudo empezar a conseguir muchas de las canciones y, junto a sus hermanas, sacar la letra fonéticamente. Recuerda como se sacaron la letra de Israel 1981 y, precisamente, esa letra fue lo primero que buscó cuando muchos años más tarde se conectó por primera vez a internet. Para su familia, lo del año 83 también fue un punto de inflexión, y aquella final de la Copa del Rey de 1984, la noche de Eurovisión, disputada entre el Barça y el Athletic de Bilbao, sí que rompió -eurovisivamente hablando- familias: él tuvo que verlo solo en una pequeña tele en blanco y negro. Al madrileño Javier Barquero, por ejemplo, le pilló en plena mili y sus compañeros votaron ver el partido y tuvo que esperar hasta la llegada de internet para ver la actuación de Bravo que les había aupado al tercer puesto. No todo son malos recuerdos de ese año. Por ejemplo a Jose Espejo, médico cordobés, durante ese 1984 fue su prima mayor la que le enseñó a sus cinco años que «si decían ESPEIN es que nos dan puntos y es bueno».
BRAVO POR LAS FAMILIAS
Todos coinciden en que sus familias les iniciaron en esto de Eurovisión. Pilar Guijo, administrativa onubense, recuerda que le despertó curiosidad que su padre anotaba todo lo que pasaba en el festival, mientras que la madre de Celia Prieto, profesora madrileña, era la que sentaba a ella y sus hermanos, todos recién cenados, a ver la gala. Su primer recuerdo es la del 71, porque en casa les encantaba Karina, y ya siendo consciente, la mágica noche de Mocedades en el 73.
Esa madre y abuela de eurofans es Caridad Sánchez, exchica del cable, nuestra auténtica decana en esto de la pasión eurovisiva. Aunque sea una impertinencia, hay que decir que tiene 81 años, y si hablamos de primeras imágenes, las suyos son de 1964. Sí, Caridad es de las pocas personas que ha visto la edición desaparecida: «Había visto en el programa Gran Parada que era el único musical de aquella joven TVE, que estaban eligiendo la canción para Eurovisión, más tarde seleccionaron a los TNT. Yo no sabía lo que era Eurovisión, pero me pareció algo muy especial, muy bonito y además iba a participar España y me dije, tengo que verlo». Y hasta ahora, sin crisis de por medio, pero con un gran disgusto cuando en este 2020 se canceló y por primera vez en 56 años no pudo celebrarlo con los suyos.
La importancia de que tu familia viviese el festival a tope era, como podemos leer, fundamental. El dramatismo e intensidad mostrado por Paloma San Basilio en su videoclip marcó a Juan Manuel García, profesor universitario coruñés, que con 4 años recuerda que en casa vivían Eurovisión con la intensidad de unos Juegos Olímpicos haciendo que de niño él pensase que era el acontecimiento anual mundial más importante. Bueno, realmente, lo ha sido y lo es ¿o no?.
El último de nuestros entrevistados en incorporarse a esto de Eurovisión fue Isaac Urrea, director de colegio, que a los 12 años se quedó enganchado a aquel show y no pudo parar de hacerle toda la noche preguntas a su madre sobre qué pasaba en aquel «teatro» italiano en el que había descubierto a Carola y a Sergio Dalma. Aquel 1991 fue el primer festival que grabó Jose Espejo porque había tropezado accidentalmente con los videos previos y TVE promocionaba Bailar pegados recordando canciones españolas anteriores. También fue el festival en que Iván RodrÍguez confirmó las dotes predictivas de su madre que a pesar de la buena actuación de Dalma, siempre dijo que ganaría Carola, del mismo modo que había pronosticado que Nina jamás ganaría vestida de aquella manera.
LA FIESTA COMENZӠ
Tras la niñez, llega la adolescencia y con ella las primeras salidas nocturnas, nuevas amistades, los primeros amores… y Eurovisión siempre estaba presente. Pilar se recuerda bailando y cantando con amigas canciones de Eurovisión como «Él» – que fue nº1 en los 40 principales – en las escaleras – porque había mas eco y sonaba mejor. Eran los años 80 y le encantaba el look de los chicos de la época y nos ha confesado que tuvo en Nino de Angelo (Alemania 1989) a uno de sus amores platónicos. Lo de Sergio Dalma nos marcó a todos los que lo vimos aquella noche, pero sobre todo a Gema que prendida por el de Sabadell se unió a su club de fans, en el cual sigue participando activamente. A Javier Regalado le enamoró de niño la belga Sandra Kim, y a Javier Barquero, Severine de Mónaco.
Todos aquellos niños y niñas nos transformaríamos en espectadores del Festival. Una pregunta importante era ¿Por qué nos atraía, por qué lo veíamos tan apasionadamente?. «Me seducía de niño poder ver competir en este programa a muchos países que entonces consideraba lejanísimos y que en esa competición estuviera España, que en aquellos años 80 era un país cuyos atletas siempre llegaban los últimos, creándonos una necesidad de sentirnos aceptados en cuantos eventos participábamos», dice Jose Espejo.
Todos coincidimos en que veíamos un espectáculo de música que unificaba idiomas, países, banderas, mostrando una Europa plural, multicolor, abierta, como una ventana al mundo que a través de la televisión traía un pequeño trozo de cada país al comedor de casa. El poder escuchar idiomas que nunca habíamos escuchado y sabernos de memoria canciones en finés y sueco inventado. El competir y ganar a través de la música. También el glamour de aquellos espectadores tan serios vestidos de etiqueta o el poderío de aquellas orquestas. «La producción, realización, iluminación, planos, sofisticación y modernidad técnica de un programa que no tenía comparación con lo que se podía ver en la televisión española», explica Juan Manuel.
BAILAR PEGADOS ES BAILAR
Todos recordamos lo complicado que era recabar información previamente sobre el concurso. Los medios eran bastante hostiles a informar sobre el festival en los años 80 y 90. Es verdad que había revistas especializadas en contenidos televisivos, siendo Teleprograma la que más datos recogía en la semana previa, pero también era la más pequeña de todas. Carles define esa búsqueda como «una odisea». «Veíamos el festival a ciegas», explica Igor. Los había con suerte que tenían ya reproductor de video en aquella época y podían verlo una y otra vez.
HOMBRES Y MUJERES EN LA INTIMIDAD
Esto de conocerse en persona es un punto de inflexión vital en la vida de todo eurofán. ¿Cómo se hacía entonces?, ¿cuánto nos marcó esa primera persona? Pilar menciona emocionada a Juan Manuel Martínez, un eurofán de La Línea ya fallecido que en el año 91 le contó que existían asociaciones de eurovisivos, como nos llamaban en aquella época. Le conoció por un anuncio y quedaron por carta postal para verse en Sevilla. Victor Escudero recuerda que en la Escuela de Idiomas le contaron que había otro chico que también le gustaba Eurovisión, así que decidió mantener conversaciones en voz alta en la puerta de clase a ver si alguien se daba por aludido, y así fue como conoció a Juanma López, posterior Presidente de AEV. Las casualidades también jugaban un importante papel como la que nos cuenta Isaac: «en el pub de Guadalajara por el que salía alrededor de los años 98 y 99 comenzaron a pinchar musica eurovisiva, yo ya estaba enganchado al festival y aquella sensación de escuchar canciones era tan espectacular que quise conocer al DJ, resultó ser Victor Escudero, que incluso me grababa en un cassette las canciones antes de que se hicieran públicas en los videoclips».
También podíamos conocer a otros aficionados en la universidad, en las tertulias entre clase y clase. Es el caso de Clara que se encontró a otro eurofán, José María Alfageme, con quien compartiría a través del fijo de casa largas conversaciones sobre Eurovisión, ya que no había otra forma si no podías quedar en persona. Y, posteriormente, conocer a Jose Luis Ayllón, uno de los seguidores pioneros en facilitar y compartir su colección de grabaciones y archivo de información.
Para algunos es a través de las asociaciones de fans como entran en contacto con otros eurofans. La ya mencionada AEV, creada en Valladolid en 1989, organiza congresos anuales desde principios de los 90 (Pilar organizó el del 96 en Huelva e Isaac el de Alcalá de Henares en 2005), y OGAE, que nació en Finlandia en 1984, haría lo propio años más tarde. Revistas como Eurovisivos y luego Olevisión, que sigue editándose, sirven de punto de contacto entre fans toda España.
Hemos preguntado también qué opinan de la íntima relación entre Eurovisión y el movimiento LGTBIQ+, para la mayoría, un fenómeno digno de estudio. y para algunos, descubrir que formaban parte de una doble minoría, ayudando a normalizar su condición y poniendo en el disparadero su autoconocimiento y autoaceptación. Esa doble vinculación no tiene explicación, incluso algunos no lo asocian más allá de que visibilizó y normalizó situaciones y vivencias, pero Gema agradece que este colectivo mantuviese vivo el festival cuando muchos lo consideraban decadente.
Hoy en día todos alaban la presencia de cada vez más chicas jóvenes, algo que no siempre ha caracterizado a los seguidores de Eurovisión. Bien lo sabe Pilar que en muchas quedadas era la única mujer, pero aclara que «cuando estoy con eurofans, jamás me he visto como una chica rodeada de chicos, he visto un grupo de personas unidas por una causa y una pasión: Eurovisión».
COLGADOS DE UN SUEÑO
Si algo echan muchos de menos es la orquesta, con la que crecieron imitando al rito del director saludando, pero sobre todo la libertad de idioma y autenticidad de muchas de las propuestas, en detrimento de la dependencia de las escenografías que Javier sitúa con la victoria de Marie N en 2002 como determinante. En cualquier caso todos valoran positivamente la evolución, espectacularidad y calidad del programa hoy en día. Victor define que el festival de hoy es con el que él soñaba que algún día llegaría a ser en 1995.
Un momento esencial tras recopilar todo lo vivido, sufrido, llorado y reído junto a Eurovisión es compartir la sensación de acudir por primera vez como espectador a uno de ellos. Algo impensable de niños, con toda aquella gente de etiqueta como público. Victor lo consiguió acreditado por Radio Rivas en la que realizaba en 1996 su programa eurovisivo, periplo que recuerda comenzó a mediados de los 90 con el espacio Tren de Festivales junto a José María Bravo y Nieves del Peso en la radio de Parla. Recuerda que fue uno de los poquitos fans españoles pudieron acceder y acompañar a los artistas en fiestas y excursiones, haciendo especialmente migas con Lucia Moniz.
2006 fue otra edición accesible para muchos que pudieron cumplir su sueño por primera vez en Atenas. Celia lo vivió especialmente al ir con su hija Silvia y poder ver de primera mano ensayos y eventos que jamás creyó poder disfrutar en primera persona. Isaac, ese mismo año, recuerda la cercanía de los artistas por la capital griega y la sensación de entrar al estadio, ver el escenario y sentir el corazón latiendo como en una prueba atlética. Impactante fue también esa primera experiencia de Jose Espejo en Düsseldorf: «entré al euroclub y lo primero que me encuentro es a un grupo de finlandeses bailando a la perfección la coreografía de Bandido, mi sensación fue como si entrase en una gloria o nirvana». En cualquier caso, Lisboa supuso para la mayoría su primer festival, decepcionante para algunos, un sueño cumplido para otros.
DILE QUE LO QUIERO
Otro aspecto que nos identifica a muchos es el coleccionismo, objetos valiosos, inservibles a ojos de la mayoría, pero tesoros para nosotros. Por ejemplo José María aún tiene los festivales de los 80 en BETA, Gema guarda en una cajita trozos del confeti que lanzan al ganador y que le trae un amigo cada año, Iván conserva como oro en paño su camiseta del logo antiguo del Festival, Isaac encontró en el rastro de Madrid una acreditación de prensa del festival de 1969 que no dudó en adquirir junto a uno de los facsímiles originales del cartel de Dalí para la edición de aquel año, Javier guarda como oro en paño el single israelí en vinilo comprado en aquel 1979, y Celia le tiene especial cariño al album del Waterloo de ABBA original de 1974.
CELEBRATION!
Sin duda alguna, casi todos coincidimos también en que hubo tres puntos de inflexión en el fenomeno eurofán español a partir de los 00's: la llegada de Operación Triunfo, que algunos califican como arma de doble filo, por poner en manos de una productora privada con intereses particulares la gestión de la marca Eurovisión; la elección de Rodolfo Chikilicuatre en 2008, y de nuevo la edición 2017 de OT. Esos tres momentos atraen oleadas de nuevos seguidores de los cuales muchos deciden quedarse. También se destaca el triunfo de Dana International en 1998 como un boom publicitario del festival inédito en España, ocupando durante un par de semanas antes y después de su participación espacios en informativos y magazines de la época.
Lo que no ha cambiado mucho es el ritual que cada año mantienen para ver el festival. Es verdad que algunos prefieren llegar lo más vírgenes posibles a la gran noche. Jose Espejo destaca esa sensación ante el televisor llena de nervios porque te enfrentabas a lo desconocido, no sabíamos qué iba a pasar, y así uno era más susceptible al factor sorpresa. «Ahora entre charts, tops, reactions y odds se resta emoción». Además que la emoción con la que se enfrentaba a las votaciones en los 90 ahora se ha tornado en miedo. Igor es de los que se pasó viéndolo en solitario toda su adolescencia y juventud y de ahí que hoy en día llegue a la gran noche con todo visto, sabido, escuchado y oído. Iván no comparte ese destripe previo, pero no le queda más remedio desde que realiza videos para la E-S: «No entiendo ese afán por ver los ensayos, para mí rompe la magia, en cualquier caso el sentimiento aunque haya visto algo es brutal siempre». Tanto si se ve con amigos, en familia o en pareja, la regla transversal ha pasado de generación en generación: silencio sepulcral durante las actuaciones. Y el que hable, no vuelve. En casa de los Prieto el ambiente se prepara siempre con una previa el mes anterior, antes veían los previos que Caridad se encargaba de grabar mientras sus hijos iban a clase, hoy en día hacen una escucha a ciegas sin conocer los países a los que van a representar para evitar condicionamientos.
Lo que no cree la mayoría es que la actitud de TVE haya cambiado y muchos son los que se muestran muy críticos con su gestión. Nadie duda que hay una gran diferencia entre la TVE que quería ganar el festival con las propuestas de calidad de Nina o Sergio Dalma, e incluso la arriesgada y valiente de Azúcar Moreno, y la TVE que comenzó a dar palos de ciego con pasotismo a finales de los noventa. La llegada del formato OT despierta sentimientos encontrados, y para Celia y Jose Manuel constituye un revulsivo, pero que hizo al festival convertirse en una extensión irrelevante del talent, con un formato que limita al extremo la participación del panorama musical español, en detrimento de un proyecto comercial particular del que el festival a nivel de difusión y cobertura del mismo no ha salido beneficiado. En el plano positivo Victor destaca el hecho de que sea la única cadena participante que nunca ha dejado de hacerlo desde su debut, aunque hay quien piensa como Pilar que en esta crisis de resultados no vendría mal un 'descansito' para reflexionar.
Lo que si cambia todo es la llegada de internet. Carles recuerda que en 1996 ya se apuntó a una lista de correo de eurofans. Los canales de comunicación más rápida eran a través de IRC, y allí estaba la sala #eurofestival, que desde 1999 hasta 2005 reunió a un gran grupo de incondicionales que realizábamos votaciones, compartíamos canciones y nos descubríamos mutuamente historias del festival. Iván Rodriguez también recuerda los foros, especialmente El Cajón Desastre, que juntó a un grupo de expulsados del principal foro de la época en 2004, y nos dice que fue todo un «referente de maldad y creatividad», organizando incluso un simulacro de Eurovisión llamado Eurocajón donde cada forero inventaba su propio país y enviaba una canción. José Espejo recuerda como en 1999 metió en el malogrado buscador 'OZU.COM' el termino Eurovisión, y «20.000 años después se cargó una web, que no recuerdo, gracias a la cual me enteré que Lydia iría a Jerusalén». Igor en cambio buscó «Melodifestivalen», y no olvida la sensación de descubrir que en internet estaba todo lo que tantos años costaba encontrar. Curiosamente, 'el Melodi' es citado por muchos como descubrimiento en aquellos primeros años, justo cuando desplazó a la preselección holandesa en espectacularidad con la creación del formato actual de semifinales en 2002.
DIME, DÍMELO
De niños a adolescentes, los primeros amigos eurofans, la llegada de internet… testigos de primera mano de la evolución del fenómeno «eurofán», les pedimos que explicaran a alguien de 20 años como era aquella experiencia y elegimos alguna de las declaraciones más gráficas.
«Era un mundo en el que lo ves o grabas o ya no existe. Piensas que eres el raro, que a nadie más le gusta escuchar a una señora finlandesa. Fanatismo concentrado en tres horas. Era un sentimiento de campeones, supervivientes que nos hacía ser muy metódicos, ya que la falta de información te hacía consumir lo que fuera del año que fuera con tal de tener relación con Eurovisión». José Espejo.
«La magia de aquella época consistía en la variedad y abanico de posibilidades en los estilos que se escuchaban. Daría lo que fuera por haber asistido a aquellos festivales porque tienen un halo que los hace especiales. Necesitaría una grabadora del alma para transferir ese sentimiento que llevo dentro». Pilar Guijo.
«Era una odisea, estábamos a la caza y captura de información sobre la candidatura nacional y, si tenías amigos o familia en el extranjero, les pedía por carta que me contasen algo de la representación del país en el que vivían». Gema Suárez.
«Era como si tu perfil favorito en redes sociales solo publicase una 'story' al año y no supieses más el resto del tiempo». Javier Regalado.
«El eurofán de los 80/90 desarrollaba su pasión por el festival de manera discreta e individual, no disfrutaba de la oportunidad de entrar en contacto con otros eurofans, es genuino porque su afición se desarrolló al margen de la influencia de otros y su interés por mantenerse informado requería una ardua labor de investigación a través de escasas fuentes de información». Juan Manuel García.
Celia define muy bien lo que ha sido este trayecto vital: «todos hemos vivido la evolución del festival, la eliminación de la orquesta, la incorporación de países, las semifinales, los nuevos criterios a considerar sobre lo que debe cumplir una ganadora, los cambios en el perfil de eurofán, conocer a nuevos artistas y formas de actuar, hemos visto actuaciones grandiosas, hemos crecido viviendo y apreciando la multiculturalidad».
Y remata nuestra decana, Caridad, que incluso ha ido a varios' melodis': «Antes, lo mismo que ahora, si eres eurofán, lo eres toda la vida; nos encanta Eurovisión, ahora con internet sabemos más cosas, pero seguimos amando el festival».
Conversación
Magnífico artículo! Con cuantas cosas que se explican me habré podido identificar! El del 81' y la memorable victoria de Bucks Fizz el primer festival del que tengo recuerdos claros. Ahí me hice fan de Chipre porque mis padres me engañaron diciéndome que la canción Monika, estaba dedicada y hablaba de Mónica, mi novieta infantil de la época, santa inocencia! Tanto es así que en el 84' me imaginaba que era Andy Paul con peluca incluida y meses después del festival aún cantaba el Anna Maria Lena, quizás mi canción fetiche de toda la historia del festival! La primera canción eurovisiva no en castellano que me aprendí de memoria a base de escuchar el cassette que mi padre, como cada año nos grabó, ese año con más razón y gracias a que teníamos dos televisores... Porque fue noche futbolero eurovisiva! Y yo del Barça y de Chipre! Jajaja Y tantos recuerdos y tantos grandes momentos más que nos ha dado el festival y que esperemos nos siga dando en el futuro! Y qué vivan los Kreisiraadio!!!
Fantástico. Sin palabras.En mi caso, he podido recordar mi primer VHS, grabado casi por casualidad, en 1989. Aquellas eternas madrugadas, esperando los videoclips (recuerdo llamar mil veces a TVE para que me informaran de cuándo pensaban ponerlos), las cintas grabadas artesanalmente, con el radiocassette pegado a la TV...Sin duda, lo primero que puse en el arcaico internet fue "Eurovisión", lo recuerdo perfectamente. Menudo mundo se abrió ante mis ojos!!!La de horas que pasé en IRC, conociendo a otros "raros" como yo...qué risas, qué momentos!Y así los años...hasta 2002, mi 1er. festival en directo de los que vendrían...No fue el mejor,desde luego, pero para mí fue único y especial.Mi boda, cargada de música eurovisiva en todo momento, mi mujer, una eurofan "a la fuerza", y mi hijo, un "minieurofan" que va al cole alegremente cantando "Satelite", "Walk ok water" o "Truth" mientras los otros niñ@s le miran...Y siempre,siempre, al lado de eurovision-spain.com Por muchos años más!
¡Qué maravilla de artículo! Me veo identificado en muchas vivencias. Aunque soy un eurofan un poco tardío, he pasado esas etapas de vivirlo solo, de que me miren raro y luego gracias a las redes sociales conocer mucha gente que compartimos pasión.
Genial! Al ser un eurofan de 55 años, me veo reflejado en muchas de las vivencias del artículo. De pequeño veia el festival con toda la familia. Era el acontecimiento televisivo por excelencia. Ahora lo vemos con amigos en casa y he convertido a mi mujer y a mis hijos en eurofans! A veces me muerdo la lengua para no buscar un referente eurovisivo o la canción festivalera que le va a cada situación. Mi trabajo de final de carrera tenía por tema eurovisión. O sea, que, en algunos entornos, sigo siendo el raro. Gracias por compartir con nosotros todas estas vivencias.
Articulazo! Lo mío es herencia, a mi madre le gustaba mucho Eurovisión. Recuerdo que pasaban las canciones por televisión pocos días antes del festival, si no recuerdo mal después del Telediario. Y participaban Luxemburgo, Mónaco. Irlanda era la más esperada. Madre mía, hace mucho ya de eso!
Mi primer festival fue el del 69, en blanco y negro para nosotros. Me acordaré siempre del traje de fideos de Salomé (así lo llamé), y no entendí que me enviaran a la cama tras la última canción. Desde entonces he visto los festivales, excepto cuando la antena de Barcelona hizo que dos años no se pudiera ver, pero sí seguir por la radio. Los previos los empecé a ver en 1981, y me encantaba escuchar una y mil veces antes del día señalado las canciones. Pocos seguidores como yo conocía, pero en cambio si que había mucha gente que veía el Festival el sábado y luego el lunes lo comentaba. Aún recuerdo cuando en clase hice una encuesta en 1978 de cual fue su canción favorita, ganó Israel, pero recuerdo que Dinamarca quedó segunda porque hubo un pequeño grupo de chicas que les gustó el chico. Y que en 1991 dije que Sergio Dalma era mi primo (tenemos el mismo apellido) y mucha gente miró el concurso, no sé si por curiosidad, felicitándome por su buen resultado.
Yo tenía sólo 5 años cuando recuerdo mi primer eurovision y viendo los videoclips anteriores de aquel año 82 me enamoré de Lucía y aquel él. Cada vez que salía ese video de ella y ese caballo blanco todo rodado en mi Sevilla se me quedaba la boca abierta. Mi madre me decía " niño ahí está Lucía tu novia cantando otra vez". Lo recuerdo vino si fuera ayer y ya han pasado mes de 38 años. Buffff como pasa el tiempo y cómo ha cambiado eurovision. Me da mucha nostalgia solo pensar en aquellos maravillosos años
¡Qué gran artículo! Enhorabuena. éramos eurofans sin internet ni redes sociales, pendientes de la segunda cadena para ver los vídeos de las canciones.
Qué gran artículo! Ojalá Iván y todos los que tengáis Festivales antiguos y no estén en la red porque están bloqueados, hiciéramos un Drive o algo para que todos pudiéramos disfrutarlos!
Yo recuerdo en un campamento en 1975, yo tenía 9 años, nos pasábamos el día cantando "Ding-a-dong", del grupo Teach in.
Lo del nicho de la comunidad LGetc me ha sonado tan a tumba que no puedo evitar responder.Afortunadamente esa comunidad está viva y libre y presente disfrutando gozosamente también del festival.Yo creo al revés que es precisamente ese gozo de disfrutar y de enseñarse lo que le da vida al festival y lo muestra como una fiesta de la música y.la diversidad.
¡Magnífico artículo! Me siento muy identificado con todo lo que en él se dice. Mi estreno eurovisivo fue en 1971. Ese día, mi padre compró un radiocasete y lo inauguramos grabando el festival con el aparato enfrente de la tele, callándonos entre las actuaciones. La cinta de color amarillo estuvo siempre muy bien guardada (y muy oída por mí) hasta que hubo una reforma de la casa familiar y desapareció.Desde entonces no me he perdido ni uno.Muchas gracias y un gran abrazo
Muy buen artículo. En mí caso, soy eurofan joven (25 años), pero me imagino lo que se debía sentir por entonces. De pequeño veía el Festival con mis padres y mi hermana, pero luego fueron perdiendo interés y me toco verlo solo. Tampoco conocía a nadie cercano que estuviera interesado, eso me hizo acercarme a internet y así empecé a ver más y más cosas de Eurovisión, ediciones anteriores, tops, preselecciones... ¡E incluso las semifinales que antes me perdía! Hoy en día sigo sin conocer en persona a nadie que lo siga como yo, aunque puedo disfrutar de la compañía de mejor amiga, interesada en la música tanto como yo, a la que le he ido introduciendo en el tema, y podemos verlo junto a mis padres. Aunque siempre cuesta, ya que aquí en España Eurovisión tiene muy mala reputación. Por otro lado, y sin ningún ánimo de ofender, también creo que el Festival se está convirtiendo en un nicho de la comunidad LGBTI .
Recuerdo en el 90 grabar el festival encima de la cinta de video de la boda de mi hermana k bronca
Con tanto material gráfico y souvenirs de ediciones pasadas de Eurovisión, tienen que abrir su propio museo Eurovision-Spain !. De seguro tendrán muchos visitantes eurofanes.
Con tanta perspectiva es prácticamente imposible no verse y reconocerse en el artículo. Tiene momentos buenísimos y me ha encantado.
¡Un reportaje genial! Stokkan, gracias por dejarme aquellas VHS de las que pude hacer copia de festivales pasados :) MARCOS01, Leo ¿Dónde estás?