Todos los años se repite el mismo fenómeno en los ensayos de Eurovisión, las favoritas que lo eran gracias a las actuaciones en sus finales nacionales o presentaciones en directo gustan, pero no sorprenden, mientras que las rezagadas que buscan a la desesperada su pase a la gran gala del sábado noche, reforzando o reinventando su propuesta, protagonizan los titulares y centran los debates. Otras favoritas, las que han estado a la sombra durante todo el promo tour, en este caso virtual, tienen en su contra cumplir con las expectativas creadas, de hecho las que se ha creado cada uno, mientras que de las que no esperamos nada podemos recibir algo. A esto, en nuestras reacciones en directo a los ensayos de esta edición del festival, le hemos llamado “el margen de mejora”, pero no nos engañemos, las grandes canciones son las que son y las grandes actuaciones serán las que serán.

Ayer, Lituania y Suecia fueron eclipsadas por Eslovenia, y hoy Ucrania y Bélgica han mordido a Malta, pero alguien puede creer en serio que Ana Soklic tiene más posibilidades de pasar a la gran final que The Roop o Tusse o que Go_A y Hooverphonic tienen más probabilidades de ganar que Destiny. Evidentemente, no. A los ensayos se llega con la mente cuadriculada sobre quienes son los preferidos, quienes se van a clasificar para la gran final o quienes no tienen ninguna posibilidad de nada, pero una vez aquí hacemos cortocircuito, y a los mejores ya no los vemos tan buenos, y a los peores, no tan malos. Una vez más, el margen de mejora.

Esta tarde Malta ha hecho un buen debut, un gran pase, pero parece no haber sido suficiente para aguantar con la condición de favorita con la que la delegación también lleva jugando desde hace casi dos meses. La ganadora de Eurovisión Junior tiene un temazo, ha cantado rozando el sobresaliente, ha salido vestida con poderío y tiene un concepto escenográfico claro. Solo ha faltado, por momentos, algo de actitud. Algunos están encantados de hacer leña del árbol caído, pero cuando las raíces son profundas, cuesta algo más tirarlo abajo. Ucrania, por el contrario, apuntaba a convertirse en uno de los tapados de la temporada y, dicho y hecho, ha reventado hoy con todos los pronósticos con una actuación dinámica y conceptual en la que se ha hecho más patente que nunca la creatividad y originalidad de la banda.

A quien no le ha pesado la corona de lideresa ha sido a Chipre que, sin bien no ha aportado nada realmente nuevo o innovador, afianza la marca instaurada por Doña Eleni Foureira en aquel maravilloso festival de Lisboa y aporta la que sin ninguna duda es una de las actuaciones más sólidas de todas sus sucesoras. Elena Tsagrinou, bajo toda esa capa de superficialidad, se ha reivindicado como una auténtica pop star (queen), canta, baila y no se la pierdan. Quien sí se ha desinflado es Efendi, monísima y dulce como ella sola, pero no lo suficientemente sensual para cargar sobre sus hombros con “Mata Hari”, otro de esos extraños casamientos entre cantante y canción que son como el agua y el aceite. Choca, también, lo poco trabajado que se ha descubierto el espectáculo azerí frente a lo que nos tienen acostumbrados.

Croacia e Israel han llegado de la mano sobre la delgada línea que separa el pase a la final y la eliminación en semifinales y, presentando dos actuaciones con ciertas similitudes, Albina le ha metido un gol por toda la escuadra a Eden Alene con una puesta en escena mucho mejor diseñada y presentada, ganchos que se quedan en la retina del espectador y sacándole todo el partido que se le puede sacar.

Noruega también parece encontrarse en tierra de nadie, pues mientras que para unos es un claro finalista, conectan con su canción y empatizan con su historia, para otros la escenografía se carga cualquier magia que pudiera tener, pero parece claro que a quien le gustara en la preselección nórdica, les va a encantar en Róterdam, y probablemente esté en sus manos el ascenso al olimpo. Quien sí ha caído a los infiernos es Rumanía en su intento por trasladar su videoclip al escenario y perdiendo por el camino toda la belleza, fuerza y originalidad en una presentación desganada, improvisada y oscura, muy oscura, que sin embargo desde ahora tiene también mucho, demasiado, margen de mejora.

Y, finalmente, una mención especial a Hooverphonic que se ha dedicado única y exclusivamente a cantar y a interpretar sin necesidad de sorpresas. Una elegantísima, sofisticada y madura actuación que ahonda en la marca que en los últimos tiempos ha venido creando tanto Bélgica como Países Bajos. Quizá no destaca entre todos los conejos y chisteras, pero sí ofrece algo tan diferente frente al resto de propuestas de esta semifinal que sería impensable que parte del público no conectara con ella y el jurado, especialmente ellos, la dejaran de lado.

#EUROENSAYOS9M: Notas

1º. Bélgica: 9
2º. Chipre: 9
3º. Ucrania: 9
4º. Malta: 8
5º. Croacia: 6
6º. Noruega: 6
7º. Israel: 5
8º. Azerbaiyán: 4
9º. Rumanía: 4