SEGUNDOS PUESTOS, QUE DEBIERON SER PRIMEROS

Tras este largo paréntesis, vuelvo a la carga con mis columnas de análisis histórico de nuestro amado Festival de Eurovisión, ese mar musical donde nos perdemos y disfrutamos todos tanto. Esta vez quiero hacer una reflexión sobre los temas que debieron ganar en su año, y que no lo consiguieron. Quiero puntualizar que esto es […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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SEGUNDOS PUESTOS, QUE DEBIERON SER PRIMEROS

Tras este largo paréntesis, vuelvo a la carga con mis columnas de análisis histórico de nuestro amado Festival de Eurovisión, ese mar musical donde nos perdemos y disfrutamos todos tanto. Esta vez quiero hacer una reflexión sobre los temas que debieron ganar en su año, y que no lo consiguieron. Quiero puntualizar que esto es tan sólo bajo mi punto de vista. Espero también vuestra opinión tras este artículo, como siempre, para que entre todos aportemos nuestro granito de arena a uno de los temas más controvertidos y opinables de la historia de Eurovisión, los segundos puestos.  

El serial se dividirá en dos partes, los últimos años y en una segunda entrega los primeros. Analizó once segundos puestos que para mi gusto debieron ser primeros. 

Para eso me baso en aquellas canciones que por su calidad superaban al primer puesto de una forma muy evidente. Creo que muchos de vosotros estaréis de acuerdo conmigo. Hubo años en que nos enfadamos mucho con las “medallas de plata” españolas, sobre todo en 1979 y 1995, pero teniendo en cuenta la calidad musical de las que quedaron en primer puesto, Israel con Hallelujah, o Noruega con Nocturne, no podemos cuestionar que el segundo puesto esa vez sí fue merecido. 

Y ahora vamos a tratar el tema. Empiezo remarcando que el año en que ganó Massiel, sí fue para mí más que merecido. A veces a las grandes estrellas que se piensan que por ser tales pueden llevarse de calle a los jurados, en aquella ocasión el después sir Cliff Richard. Cuando se canta con la energía y la convicción que lo hizo nuestra madrileña María de los Ángeles Santamaría Espinosa (Massiel) y el genial La, la, la de Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, y esos estupendos arreglos orquestales dirigidos por el añorado Rafel Ibarbia nos rendimos a la evidencia. No cabe duda que el inglés, con todo su merchandaising tuvo que irse con la cola entre las piernas ante la furia española que esa noche inundó el Albert Hall de Londres. Con todo, después, Cliff fue el que más discos vendió. Qué más dio el segundo puesto si continuó siendo una de las grandes estrellas del pop rock del siglo XX. Todos salieron beneficiados y no le quedaría tan mala experiencia cuando repitió en 1973 y volvió a quedar detrás de España, cruel destino para un british tan british. Con esta teoría también podemos demostrar que la victoria no significa el mega éxito internacional. Eurovisión para un artista es una faceta más en su carrera, algo que añadir al currículo, lo importante es seguir pisando escenarios con estilo, fuerza y saber hacer. Para una gran artista el no ganar Eurovisión no debe suponer una debacle cuando se tiene la consistencia suficiente para aguantar el envite posterior.  

La chispita de esta columna se encendió tras ver que en 2011 ganó Azerbaiyán cuando podía haber ganado un tema de más calidad como es el de Italia con Raphael Gualazzi y su Follia d'amore, un jazz fantástico que cantó la mitad en inglés y que nos reconciliaba con la calidad extrema puesta en un escenario eurovisivo como en otros tiempos, cuando quizá se buscaban más la perfección musical que la canción ideal para un anuncio de desodorantes de frescor primaveral como ha sido la que ha ganado este año. Almíbar y dulzor, de un empalague desbordante que deja mucho que desear en cuanto a buen hacer musical si lo comparamos con otras maravillas varias que hubo este año como la genial interpretación de Austria con Nadine Beiler. Italia debió ganar Eurovisión 2011 y otro gallo nos cantaría para el año que viene. Pensaríamos en Roma y no en Bakú, y hubiésemos tenido el alivio de que lo bueno es lo que debió ganar.

Diez años atrás, en 2001, ganó uno de los temas más insustanciales de la historia de Eurovisión, Estonia con la cancioncilla Everybody. Si tenemos en cuenta que sus intérpretes no pegaban encima ni con cola, el estonio Tanel Padar y el antillano Dave Benton, con aquel coro de chicos hiperactivos formado por los 2XL. Vemos que ese año se volvieron locos con los bálticos en masivas votaciones llegadas desde el norte e incluso el sur, porque los turcos le dieron un 12, pero también se lo dieron los polacos, los eslovenos, los ingleses, los holandeses y por supuesto los vecinos cercanos, Letonia y Lituania. El tema que curiosamente podía haber ganado y que sin matarme del todo, era Dinamarca con Rollo & King, Never ever let you go que se llevó un buen pelotón de votos nórdicos. Quedaron con 177 votos frente a los 198 de Estonia. Pero si hubo una injusticia es con el tema de Grecia que el dúo Antique hizo como la mejor canción de ese año, dicho por las crítica y los eurofans. Sólo pudo quedar tercera con 147 votos, más distanciada de dos temas palmariamente inferiores en calidad al griego. Helena Paparizou, solista de Antique, tendrá que esperar cuatro años más y salir sola para dar la primera victoria a Grecia en Eurovisión.

En 1996 ya estábamos un poco hartos de tanta victoria irlandesa. ¿Era necesario el séptimo triunfo de la verde Eire ese año? Y más cuando quedó segunda una preciosa balada interpretada magistralmente por la muy eurovisiva Elisabeth Andreassen que ya era su cuarta vez en el Festival y su primera como solista. El tema I evighet era mucho mejor que la aburrídisima The voice en unos años que a todos les daba por lo céltico hasta decir basta. Ese festival tuvo temas muy buenos, no sólo el de Noruega, sino también Suecia, Croacia, Portugal o Reino Unido. Además ganaron con una diferencia espectacular, Irlanda 162, frente a los 114 de Noruega. Poco se pudo hacer, durante todas las votaciones la etapa de la Eirevision quedó bien reflejada esa etapa.

Si hubo un año donde una voz debió ser ganadora de Eurovisión fue en 1994, con Edyta Górniak y el tema To nie ja!. Tuvimos que ver una tercera victoria consecutiva de Irlanda, sobre valorada en los noventa como vemos, con el dúo compuesto por Charlie MacGettigan y Paul Harrington y su Rock & Roll Kids. Edyta fue un ejemplo de desgarro escénico, con un estilo enérgico, una voz que fue in crescendo en un balada totalmente inusual y muy complicada de ejecutar que dejó al público irlandés boquiabierto. No pudo ser, pero sí, desde entonces se convirtió en una de las voces más famosas de Europa del Este, y la gran diva polaca del Festival. Creo que ha sido la única gran oportunidad de Polonia para ganar Eurovisión, un país que debutó brillantemente ese año, pero que su trayectoria ha sido muy mediocre desde entonces no pudiendo superar la séptima plaza de Ich Troje en 2003.

Yo que no soy muy partidaria de los temas del Reino Unido, salvo tres excepciones que me parecen geniales, 1965, 1975 y el tema del que voy a hablar ahora, 1989 Live Report y el tema Why do I always get it wrong. Pensar que ese año ganó la bobada más boba de la historia del Festival, Yugoslavia con Rock me del conjunto Riva. Y no como en 1994 pasó con Edyta que la separaron 60 puntos de los ganadores, Live Report, liderado por el maltés Ray Caruana, estuvo a sólo 7 votos de la victoria, 130 frente a los 137 para Yugoslavia. El pop rock acompasado de los británicos ese año es de una excelencia suprema. La voz ronca de Ray sonó tremenda en Lausanne y creo que ese año el United Kingdom sí debió ganar, como una de las canciones más sólidas de uno de los certámenes de más formidables de los ochenta. Cualquier tema, Suecia, Austria, España, Finlandia o Italia que quedaron por detrás de los top three, podía haber ganado en esa ocasión, sin duda. 

En resumen digo que el Festival perdió grandes victorias que hubiesen sido los temas expuestos. Dejo para la segunda parte otros temas a tratar que espero también deis vuestra opinión. Queridos, ya estamos en verano y pensad que cuando pase la canícula, empezamos de nuevo el próximo curso eurovisivo, o sea que habrá que irse poniendo las pilas, bonicos míos.  

Reyes del Amor para eurovision-spain.com 03/07/2011  

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