Portugal y Eurovisión (primera parte)

Nuestros vecinos portugueses se estrenaron en el Festival de Eurovisión el 21 de marzo de 1964 en Copenhague. Portugal vivía bajo la Dictadura de Salazar y por eso unos manifestantes en Dinamarca protestaron por la actuación de esta delegación con una pancarta que denunciaba este Régimen, igual que el franquista. Quizá por eso, Antonio Calvario […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Portugal y Eurovisión (primera parte)

Nuestros vecinos portugueses se estrenaron en el Festival de Eurovisión el 21 de marzo de 1964 en Copenhague. Portugal vivía bajo la Dictadura de Salazar y por eso unos manifestantes en Dinamarca protestaron por la actuación de esta delegación con una pancarta que denunciaba este Régimen, igual que el franquista. Quizá por eso, Antonio Calvario y el tema “Oraçao” quedaron con un cero en el marcador. A España sólo le votó Italia con un punto, a pesar de llevar un tema precioso, “Caracola”, interpretado por el trío italoargentino, los T.N.T. Pero eso no es más que coincidencia. Lo de las dictaduras ibéricas no repercutía en los votos, porque Alemania tuvo dos ceros consecutivos, en 1964 y en 1965. Lo cierto es que eran los años en que triunfaban los temas cantados en francés e inglés. Las demás lenguas, incluida el italiano sufrían varapalos históricos. No es el caso de Gigliola Cinquetti que arrasó ese año con 49 votos.
Portugal ha destacado en Eurovisión por llevar baladas estupendas y canciones de estilo folclórico, la mayoría ejecutadas con mucha calidad. Pero en los votos siempre ha sido un país muy castigado. La mejor clasificación conseguida en 1996 con Lucía Moniz y “O meu coração não tem cor”, sexto puesto y 92 puntos. Le siguen en el palmarés, los séptimos puestos de Carlos Mendes en 1972 con la increíble y preciosa canción titulada “A festa da vida” y el de José Cid en 1980 con “Um grande, grande amor”. Ambos cantantes eran máximas figuras en su país y conocidos en España también. Carlos Mendes ya salió en 1968 con “Verão”, undécimo puesto. Era estudiante de Bellas Artes en París cuando fue a Londres. Sus dos participaciones son de las mejores de este país en el Festival. Por su lado José Cid, además de histriónico intérprete de sus temas, componía canciones para otros cantantes. Estuvo en la OTI ’81, cuando ganó Francisco por España y su “Latino”. Allí José Cid lució un enorme sombrero mexicano para homenajear a los anfritiones. En 1998 hizo la letra y la música del tema “Se eu te pudesse abraçar” que cantó el conjunto folk Alma Lusa encabezado por una solista muy simpática. Sonido de gaitas, cavaquinhos y acordeones que nos evocaban las playas portuguesas y el clima atlántico.
Tampoco podemos olvidar esas baladas que fueron injustamente tratadas en los votos, a pesar de ser excelentes. Un sabor genuino e inconfundible plasmado en la lengua lusa, de sonido tan musical y meloso. Ejemplos que me vienen a la mente son la que sacó Armando Gama en 1983, “Esta balada que te dou”, decimotercer puesto con 33 votos, muy sentido y nostálgico en su interpretación ante un enorme piano, a parte de los temas festivaleros que fueron a Munich ese año. María Guinot llevó una canción en 1984 que sobrepasaba en calidad a muchos otros que la superaron en votos. Sentada al piano y vestida de negro, cantó sobriamente pero con ímpetu “Silêncio e tanta gente” que obtuvo 38 votos y el undécimo lugar. Pero si esto resulta increíble por su injusticia, lo de Adelaide Ferreira, que ya había quedado segunda en 1984 en el Festival de la OTI, es uno de los más escandalosos fracasos de Portugal en Eurovisión. Aunque Adelaide soltó un chorro de voz monumental, hizo una puesta en escena perfecta, ¡menudo vestido!, ¡qué clase!, con flecos dorados en forma de falda y hombreras gigantes en la americana, peinada a lo leona, y con gesto de actriz, sólo quedó penúltima con 9 puntos. Un horror, cuando podía haber estado entre las cinco primeras. Pero es que ese año, 1985, fue muy complicado, uno de los más competitivos de la historia. Incluso nuestra Paloma San Basilio, perfecta en su interpretación, ocupó la decimocuarta plaza. Los tiros iban por el estilo nórdico, que tanto daño hizo a los latinos en los ochenta.
La canción protesta también llegó de la mano de esta delegación con intérpretes comprometidos a la causa socialista. Se trata de Fernando Tordo en 1973 con su “Tourada” que hacía una crítica a la sociedad materialista bajo la inspiración de las corridas de toros. Fue décimo. Siguieron en esa tónica, ya en vísperas de la Revolución de los Claveles, que acabó con la Dictadura salazariana, encabezada por Gaetano, porque el dictador ya había muerto hacía cuatro años. El 6 de abril de 1974, fue a Brigthon el espigado y rotundo cantante Paulo de Carvalho con “E depois do adeus” y quedó último junto con los alemanes, la suiza y la noruega. No cejaban en el intento, y una vez triunfada la revolución socialista, sin sangre, bajo el símbolo del clavel rojo pasión, fue a Estocolmo el Comandante de la Armada portuguesa Duarte Mendes. Atractivo y masculino, cantó con una profunda voz la preciosa balada titulada “Madrugada”, una metáfora de los momentos de euforia de libertad que vivía Portugal en esos momentos. Mendes quedó decimosexto. En 1977, vuelven con la canción protesta, estilo Jarcha, el conjunto Os Amigos, que estaba compuesto por mucha gente de varias profesiones liberales, que tenían la canción como escape reivindicativo. En el abigarrado grupo de tres mujeres y tres hombres estaban el conocido Fernando Tordo y Paulo de Carvalho. Con el tema “Portugal no coração” quedaron decimocuartos.
Por lo moderno o festivalero han optado pocas veces, pero si hay que destacar dos temas que resaltan son el que llevaron el cuarteto femenino, Doce en 1982 con el tema “Bem bom”. Vestidas de mosqueteras, incluido el director de la orquesta Luis Duarte. Esa pegadiza canción fue el tema del verano en su país, y muy conocido en España también. En 1989, con “Conquistador”, evocación del pasado histórico portugués, recordando Africa y Brasil, llegó el grupo Da Vinci, con el mismo director de orquesta que llevaron las Doce, para animar el cotarro. Todo lo que se presentó en Lausanne ese año era muy bueno. Portugal ocupó la decimosexta plaza con 39 votos, muy poco para lo marchoso del tema.
Para la próxima entrega dejo las canciones con sabor a fado, que han sido muchas, las chicas yeyés de los sesenta, alguna chorrada, como han llevado todos los países alguna vez, y la devacle y eliminaciones de los noventa hasta llegar a Rita Guerra en el 2003, otra que ha sufrido el castigo de los votos.

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