Mis rancias: Simone de Oliveira

Queridos Eurociegos,Feliz Año Nuevo. Perdonad por el retraso, pero estas Navidades tuve la boca llena de mazapanes y por eso no podía estar con vosotros. La familia también exige mi tiempo… Aún no hablaré de Misión Eurovisión a.k.a ME. Esperaré a ver algo y poder criticar cruelmente o alabar sin medida. Con esta columna iniciaré […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Mis rancias: Simone de Oliveira

Queridos Eurociegos,
Feliz Año Nuevo. Perdonad por el retraso, pero estas Navidades tuve la boca llena de mazapanes y por eso no podía estar con vosotros. La familia también exige mi tiempo… Aún no hablaré de Misión Eurovisión a.k.a ME. Esperaré a ver algo y poder criticar cruelmente o alabar sin medida.

Con esta columna iniciaré una serie sobre Mis Rancias favoritas. No todas, claro está, pero sí varias de ellas. En una columna anterior comenté que tal o cual cantante era una rancia, y ello sustitó varios comentarios vuestros (yo a France Gall la considero lolita, mientras que algunos de vosotros la calificáis de rancia), así que me dedicaré a aclarar mi concepto de rancia a través de ejemplos.

Mi compañero, a la par que amigo, FranceTheBest ya hizo una clasificación de sus Divas RRA (rancias, roncas y azules), pero yo soy más modesto, muchas  de las mías no son ni divas, ni roncas ni azules. Sólo rancias. Aunque la que titula la columna de hoy es una Diva con mayúscula.

La segunda acepción del Diccioanrio de la Real Academia de la Lengua española dice que rancio "se dice de las cosas antiguas y de las personas apegadas a ellas" por lo que estas rancias son figuras traídas de otro tiempo (aunque participen en festivales recientes).

Nuestra gran dama de hoy proviene de un país eurovisivamente poblado de otras grandes damas y doces de la vida a partes iguales. Simone de Oliveira, afamada cantante ya en su época, se atrevió a ir dos veces a Eurovisión, y visto su mal resultado debió decir nunca máis y nunca máis volvió, aunque muchos seguimos suspirando por ella.

En el festival del 65, segunda participación portuguesa, debutó con Sol de Invierno, elegante y romántica lusitanada, con las típicas saudades. Nostálgica, sobria, con presencia y humildad, de pelo corto, con una mirada triste, contenida, maravillosa. Cosechó un punto y quedó en el puesto 13 entre 18 participantes.

Pero no será hasta 1969 cuando se convirtió en rancia por excelencia al dejar de lado aquella humildad impostada. Llegó desde Lisboa hasta Madrid con una melena negra, vestido verde de largas mangas y ella sola llenaba el escenario del Teatro Real con su mirada (los lalalás del coro son otra historia).

Tuve la ocasión de ver esa actuación con varios eurofans que la desconocían y quedaron tan maravillados como yo, sin palabras para expresar lo que estaban viendo, Esa mujer se estaba deshojando en vivo (y en cada esquina desfhollada).

Ese mirar a la cámara, esos movimientos, ese aire de "sé que mi canción es la mejor del Festival, sé que mi voz es la mejor de esta edición, sé que soy la más importante hoy en Madrid". En una única palabra, soberbia. Ese pecado capital que la coloca por encima de todos los mortales, porque ella es mejor, y lo sabe.

De pie, tras el micrófono, Simone desprecia a los miembros de la orquesta de RTVE, desprecia a Laurita Valenzuela, desprecia al público, a los cámaras y realizadores, desprecia a la audiencia, y al que más desprecia de toda esa caterva es al mismísimo Míster Brown.

Y lo pago caro, segunda por la cola entre 16 participantes, cuatro puntos. Un puesto injustísimo para esta señora de la canción, pero es rancia, una señora digna, de otra época, pero con clase, estilo y saber estar. Si otras volvieron al Festival después de 20 años… ¿por qué no Simone de Oliveira?

En los comentarios recibidos, algunos lectores habéis malinterpretado mis palabras. En ningún momento digo que ser rancio sea peyorativo, simplemente es un estilo dentro de las canciones eurovisivas. Es una forma de calificar a una música con ciertos parámetros de vetustez, clase y saber hacer. Es el gusto por lo clásico, por los festivales realizados en los teatros, con público sentado y de pajarita, con orquesta en directo. Eso es rancio.
En mis palabras en ningún momento critico a Simone de Oliveira, bien la llamo Diva con mayúscula y Señora con clase y elegancia. Sobre su actitud soberbia en el 99, recordad que esa palabra tiene más de una acepción. Por mi parte me reitero en mis palabras, esta señora, con su actiacuión, es una rancia, pero ello no desde un sentido crítico ni en afán de demostarla o criticarla. Creo que en todo momento lo dejo bien claro.
Roberto Oviedo.

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