MI PUNTO DE VISTA SOBRE LA FINAL DE EUROVISIÓN 2005.

La cincuenta edición ha sido magistral, tanto en la producción de la gala, los cantantes, como las canciones. Y aunque como todos los años tenemos que aguantar que pongan al Festival a caer de un burro, no pueden negar que es un gran show, de los que hacen historia. Pero a los críticos musicales de […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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MI PUNTO DE VISTA SOBRE LA FINAL DE EUROVISIÓN 2005.

La cincuenta edición ha sido magistral, tanto en la producción de la gala, los cantantes, como las canciones. Y aunque como todos los años tenemos que aguantar que pongan al Festival a caer de un burro, no pueden negar que es un gran show, de los que hacen historia. Pero a los críticos musicales de muchos diarios sigue sin gustarles Eurovisión. Las críticas parecen calcadas lustro tras lustro porque sigue siendo políticamente correcto decir que “Eurovisión es una basura”. Lo tachan de “folclórico”, como si eso fuese un insulto, que hay muchas danzas, que los cantantes quieren parecer lo que no son, haciendo símiles con mitos del mundo de la canción, comparaciones innecesarias. Sigo manteniendo que Eurovisión en un género propio, un colage de canciones divertidas para una noche de show, no ha buscado nunca nada más y por eso ha sobrevivido a las críticas, las modas y los años. En fin, las criticas no son más que más de lo mismo que ya cansa hasta las piedras. Aguantaremos estoicamente y les haré el mismo caso que se hace a los insulsos irrespetuosos con los gustos de los demás. Para mí sus críticas no son más que una anécdota postfestival que la espero con la indiferencia que merece.

Entrando en mi visión personal, siempre personal, sobre las canciones de Eurovisión 2005, debo decir que me han gustado más que otros años porque algunas delegaciones le han puesto unas ganas tremendas, necesarias para que este Festival continúe vivo. Y corramos un tupido velo sobre los Big Four que han estado más grises que nunca. El Reino Unido con Javine se perdió en un estilo que no le pega nada, porque a cuento de qué sacar aires orientalizantes cuando ellos son los líderes del crooner, de la canción festivalera y del show, casi siempre de calidad. Este año se pegaron otro patinazo sonado como viene pasando los últimos años. Eso no desmerece las ganas que la chica puso, guapa hasta decir basta pero no lo suficientemente artista como para convencer al público europeo.

Y Francia, dónde quedaron las baladas de antaño que tanta suerte le han dado, con un invento que tampoco les pega como ha sido la composición que llevó con la inocencia que da la inexperiencia de la simpática Ortal. Ni las mezclas sanguíneas que corren por sus venas han calado hondo, qué le vamos a hacer, otro año será, cuando vuelvan a sus “Celines Dions, Isabelles Aubrets o Maries Myriams”…

Entre la mediocridad, y mira que me cuesta decirlo pero es así, estuvo la interpretación española de las Son de Sol. No cantan mal, no bailan mal, son artistas, no cabe duda, pero el conjunto general del número se quedó en mantillas ante los demás competidores. España ha vuelto a los aires andaluces, quizá no demasiado auténticos y se han perdido por los cerros de Úbeda, por no decir de Ecija. Ya no hablo del acompañante, el Pollo, porque ya me pronuncié sobre él y no quiero ser reiterativa, pero siempre dije que no le hacía falta a la canción. Yo no quisiera pensar así, pero este año estamos estado que ni fu ni fa. Espero que no repercuta en las carreras de estas tres hermanas que por otro lado son tremendamente simpáticas con un “aje” enorme. Sobre todo no hay que hacer leña de árbol caído porque una mala noche la tienen todos en la vida y sobre todo las chicas se lo tomaron con una deportividad que vale la pena remarcar, ya que otros estarían hechos añicos tras la debacle festivalera, recordemos como se quedó Conchita Bautista en el ’65, Remedios Amaya en el ’83, Antonio Carbonell en el ’96 o Lydia en el ’99, que había que cogerlos con pinzas tras el chasco.

Alguien dijo que Gracia partía como una favorita, pues para serlo Alemania ha vuelto a tragar bilis quedando los últimos. No les pasaba desde 1995, y les pasó en otras ocasiones, en 1974, 1965 y 1964. A esta delegación le ocurre como a España, baja a los infiernos para resurgir brillantemente y volver a caer escandalosamente. Ni el tema estaba tan mal, ni la canción era tan horrenda como para quedar con la insignificancia de 4 votos. Por lo menos está en la cruel estadística de ser la última que siempre se recuerda cuando se hacen recordatorios de los Festivales.

Grecia merecía la victoria después de tanto años siendo ignorados. Tuvieron un brillante debut en 1974 con Marinella, una cantante que todavía está en activo, la vimos en cantando en la clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Llevó el folclore en esa primera participación y esta delegación casi nunca olvidó sus raíces a la hora de presentar su tema a Eurovisión. Nunca fueron reconocidos excepto dos quintos puestos en 1977 y 1992 y las terceras plazas de 2001 y 2004. Helena Paparizou formó parte del exitoso dúo Antique en Copenhague. Y como si la mejor carta estuviera marcada en su futuro, ha ganado cuatro años después con “My number one”. El número impecable, ya estaba como favorita en las apuestas, aunque yo durante los votos temí que ganase el sosito dúo letón, pero al final ganó Grecia, con sus aires de sirtaki modernizado, los sexys bailarines y todo una diva como es Helena, estrellona donde se precie, dicen que de carácter algo agrio. Bueno se le perdona tras la victoria.

Otra cantante muy conocida por los seguidores de este Festival es la oronda Chiara, que se tomó algo mal ese tercer puesto de 1998 cuando iba ganando en los votos y fue superada por Dana International en el trayecto final del veredicto. Parece que esta mujer tendrá que sufrir lo que antaño pasó Katja Ebstein que estuvo a punto de ganar en tres ocasiones sin conseguirlo nunca. Chiara va por el segundo intento y ha mejorado un puesto. Ese segundo puesto sabe a derrota cuando se va con ganas de llevarse el primer premio. No ha tenido la suerte de Linda Martin, Carola o Corry Brokken que ganaron en el segundo intento, pero es posible que tenga la de Udo Jürgens que fue avanzando hasta vencer en la tercera intentona. Porque estoy segura que Chiara amenaza con otra vez, mejorándose a sí misma. Yo por lo menos la he visto mejor en Kiev que en Birmingham, tanto en voz, como en vestuario. El tema “Angel” es estupendo y ya tenemos en esta maltesa otra histórica, al tiempo.

Resulta sorprendente como los rumanos cada año van a más. Tras un ridículo debut en 1994 con Dan Bittman y un estruendoso fracaso en 1998 con Malina Olinescu, permanecieron en la mediocridad entre los años 2000 a 2004, dando un salto cualitativo en Kiev arrasando en la semifinal, que ganaron ellos y ocupando el tercer puesto en la Final con la espectacular Luminita Anghel. Hija mía, qué chorro voz, retumbaba como una diosa. Ese portento de voz lo han tenido pocas. Encima si canta en inglés y tiene una iluminación acorde con la fantástica percusión, juegos pirotécnicos y demás zarandajas que aportaron el grupo Sistem y que tanto gustan en los últimos años, mejor que mejor. Considero este número muy notable, rozando el excelente. Para mí tampoco hubiese estado mal que ganase, porque era una perfecta puesta en escena, aunque los barriles en la pista ya lo vimos en la actuación de Joëlle Ursull en 1990, ¿os acordáis?. Quizá no tenía un estribillo pegadizo, pero si estuvieron geniales. Pero los críticos atacan de nuevo, si este tema se hubiese presentado en el Sónar, hubieran dicho que es tendencia por los de los barriles y las sierras eléctricas haciendo chispas, pero como han ido a Eurovisión dicen que es una horterada.

Hacía años que Israel no ocupaba un puesto tan destacado en Eurovisión. Después de Dana International tuvieron un quinto puesto en 1999 y desde el 2000 dieron un bajón considerable siendo incluso eliminados en la semifinal de 2004. En 2005 con la rubia Shiri Maimom ha reunido un montón de puntos hasta colocarse cuartos con 154 votos. Y eso que en la semifinal fue séptima. Es decir mejoró tres puestos. Lo cierto es que cantó mejor, estaba muy desenvuelta y su voz sonaba como un torrente con la balada “Hasheket shenish’ar” o “The silence that remains”, cantada en hebreo e inglés, como viene siendo habitual por esta delegación. Teniendo en cuenta que no son muy proclives a llevar baladas cuando lo hacen se lucen. En el recuerdo queda la gran Ilanit o Gali Atari & Milk and Honey.

En cambio no entiendo como la sosería de canción que llevó Letonia con Valters & Kaza pudo quedar quinta, e iban ganando hasta bien avanzadas las votaciones. En algún momento pensé que se llevaban el primer premio, siendo un tema muy previsible, muy visto y machacado otros años. Pasaron de la Semifinal por los pelos ya que fueron décimos con 85 puntos. Casi les aventajan los esperpénticos polacos que se quedaron cuatro puntos por debajo. Sinceramente, aunque los chicos letones fueran un amor, el tema no era nada del otro mundo, incluido el intencionado lenguaje para sordos. También es habitual en Eurovisión que alguna canción que no estaba en las apuestas destaque al final, y otras que son favoritas se pegan el batacazo de su vida.

El debut de Moldavia será recordado por su brillantez. Ya gustaron mucho en la Semifinal, pero fueron un estruendo en la Final. Destaco el torso desnudo del solista de Zdob si Zdub. Como dijo la Pécker, “eran un grupito algo gamberro” muy de su gusto, y del mío porque estuvieron fenomenales. Lo de la abuela “boonika” fue el punto simpático. Qué graciosa tocando el tambor. Porque iba de tambores y percusión la cosa. El conjunto estupendo, es de esos temas para bailar en conciertos de verano multitudinarios. Fueron sextos, pero es que en la Semifinal quedaron en segundo lugar.

Serbia Montenegro están de racha con sus temas en forma de himno. Debutaron el año pasado y quedaron en segundo lugar, ahora volvieron como favoritos y han ocupado el séptimo con 137 votos. Eso si es empezar con buen pie porque entre los 263 puntos del 2004 y los 137 de este suman 400 votos en dos años, una media más que notable. El conjunto No name compuesto por seis chicos jovencísimos resultaron muy atrayentes, tanto por la composición del tema, como por su puesta en escena de ritmos folk modernizados con mucha percusión y danzas. Desde luego que las canciones que mejor quedaron fueron las que optaron por la música folk movida y las coreografías brillantes en el escenario.

Eran las más conocidas de la nómina de artistas este año. Las estonias Vanilla Ninja, prácticamente unas adolescentes ya muy famosas en el centro y norte de Europa representaron a Suiza para devolver los colores a una delegación que también estaba de capa caída en los últimos Festivales. En la Semifinal y en la Final fueron octavas. Eran unas de las favoritas, pero quedaron medianamente bien teniendo en cuenta las expectativas puestas en “Cool vibes” que sonaba mucho a tema pop alemán, de una sobriedad y calidad electrizante. Podía haber ganado perfectamente porque es un tema impecable, que gana conforme lo oyes más y más. La delegación suiza quiso apostar por artistas de éxito aunque no fuese autóctono como hizo otros años y que tanta suerte le ha dado, recordemos a Céline Dion en el ’88 o Esther Ofarim en el ’63.

Con estilo glam rock que recordaba mucho en vestimenta a David Bowie o T.Rex, aunque también algo a Marilyn Manson y en voz a Queen, salieron los noruegos de Wig Wam. Siempre guardando las distancias con esas grandes estrellas del rock, tampoco quiero que los puristas me acribillen, pero sí recordaban a la moda andrógina y ambigua que causó furor en los años setenta y permaneció en los ochenta. Pero lo que si no me negarán es que cantaron muy bien, sonaban geniales, además que el solista del grupo es un portento de voz. Este conjunto ha querido honrar a esos antiguos glam, como con la bandera naranja en el palo del micro a los revolucionarios ucranianos. Noruega fue sexta en Semifinal y novena en la Final empatando con el expresivo danés Jakob Sveistrup.

El representante danés es como esos chicos de clase bien que todas las madres quieren para sus hijas, coqueto, guapetón pero sin tirar para atrás. Además es profesor para niños autistas y dedicado a la candorosa virtud del bel canto, por que el chaval canta un rato, no se lo vamos a negar. Quizá alguna, como ha sido el caso de una periodista del diario ABC, en esto vea también ambigüedad, tan pulcro… en fin que ella ya le ha puesto el letrero de “gay” y pare usted de contar. Por lo visto para ser hetero hay que ser prácticamente como el del bar de los Serrano, y que queréis que os diga, prefiero al danés. Se acompaño en los coros por un antiguo eurovisivo, Kenny Lübcke que le vimos en 1992 haciendo dúo con Lotte Nilsson. Dinamarca fue décima con Jakob Sveistrub y podía haber quedado mejor colocado porque el número fue genial, sencillo y atrayente. En Jakob hay un gran artista, tiene madera, ya se nace.

Los coros este año han sido muy valiosos, por ejemplo para Dinamarca y Grecia vitales, pero también para Croacia que se creció en su canción en pleno estribillo cuando intervenían las tres chicas que acompañaron al bosnio Boris Novkovic Feat. Las Lado Members eran como el trío La, la, la, las Dolls, las hermanas Ros o los Roxy Singers, coros muy famosos de la historia de Eurovisión. Realzaron el tema en forma de himno que ejecutó magistralmente el solista. En la Semifinal fueron cuartos, pero bajaron considerablemente en la Final, sin perder los colores ocupando el undécimo puesto. A mí me gustó mucho y es que tengo predilección por las baladas balcánicas.

El tema más folclórico de la noche lo trajo Hungría, que tras siete años de ausencia se desayunó con una gran canción, más bueno el tema que la intérprete, que era si cabe mejor por los bailarines que se recorrieron el escenario entre saltos y arpegios dentro de la complicada coreografía. El vestuario de negro riguroso con la iluminación impresionaba bastante, te transportaba a otro tiempo. Estaban entre lo moderno y lo antiguo. Es asombrosa la capacidad de los húngaros de Nox para mezclar oriente con occidente en tres minutos de canción. Me gustaron, pero creo que la voz de la solista a veces flaqueaba y quizás por eso bajaron del quinto puesto de la Semifinal al duodécimo de la Final, teniendo que sufrir el handicap de salir los primeros, que no siempre da suerte.

Turquía también optó por el folk propio de Anatolia, timbales, colorín, y espectáculo a tutti plein. No fueron nada discretos, lo hicieron derrochando saber hacer escénico. Gülseren se puso los flecos en las mangas, más barroca no se podía salir, para cantar con soltura la pegadiza “Rimi-rimi ley”. Claro que lo tuvo fácil con el despliegue de medios escenográficos, de iluminación y arreglos musicales. Todo ayuda, no cabe duda. Ocupó la decimotercera plaza con 92 puntos, más de lo previsto en las apuestas, pero es que nadie contaba con la puesta en escena. La turca salió más pintada que un pavo real, con todo es muy graciosa y resulta simpática. Con todo esta delegación no debe bajar la guardia, porque desde el 2003, primer puesto, al 2004 cuarto, van bajando alarmantemente. Espero que no vuelvan a las catacumbas de años atrás. Resulta necesario no perder la pista del éxito.

Que son femeninas, rubias y atractivas resultó evidente para el trío bosnio Feminnem, que al más puro sabor ABBA trajeron el pegadizo y simpático tema “Call me”. Dijeron que con él querían felicitar al 50 aniversario de Eurovisión, por ver si el lema y el estilo tan festivalero les daba suerte. Quizá si se hubiesen presentado veinte años antes habrían ganado. Estas tres estupendas cantantes, sus voces pastaban tan bien como las de las Bobbysocks, parecían representar a algún país nórdico, tanto en aspecto como en estilo vocal. Queda claro que fue intencionado. Consiguieron la decimocuarta plaza con 79 votos, puesto digno de 24 participantes.

Rusia con la bielorrusa Natalia Podolskaya fue un tema aburrido a mi punto de vista, pesado y repetitivo. Como el lema de la noche era el folk o estilo glam festivalero, ella optó por un rock de factura potente, pero que dejaba frío al más pintado por ser un tema muy previsible y visto. Es de esas canciones que esperas que se acabe cuanto antes y a otra cosa. No figuraba entre las apuestas como candidata al primer premio, pero todos sabemos que Rusia recibe puntos de los países vecinos, que son muchos. Le valieron para ser decimoquinta y 57 votos, no está mal teniendo en cuenta que superó a temas mejores para mi entender como el Chipre o Suecia.

La explosiva y guapa Ledina Celo representó a Albania con un tema pegadizo sin la fuerza del de Anjeza Shaini el año pasado. No sé pero para mí que estas mujeres no representan la realidad albanesa, parecen sacadas de un programa de variedades italiano al más puro sabor Berlusconni. Es sólo una apreciación, pero ese exotismo tan sexy es una copia de la televisión vecina. No fue gran cosa este año la canción de Albania y se perdió en la cola de la tabla bajando nueve puestos con respecto al 2004, en la decimosexta posición. Hay que remarcar aquí de nuevo la espectacular puesta en escena por parte de las coristas dando vueltas de aquí para allá con los violines, y el guiño, un poco copiado al final de la canción con la cinta al modo Sertab Erener.

Y acabo la crónica con hombres, del macedonio Martin Vicic a los chicos “malos” de Ucrania. La Ex República Yugoslava de Macedonia trajo un tema simplón a la par que repetitivo en la voz del corpulento Martin, nieto de uno de los músicos de gaita más conocidos en el mundo según Beatriz Pécker. Además su papá le compuso el tema donde figuraba cómo no también el sonido de la gaita, instrumento que marca a esta saga de artistas. Martin es un ídolo en los países balcánicos y pasó de la Semifinal por delante del dúo letón para luego bajar a la decimoséptima plaza en la Final, descenso considerable como vemos. También abusó de la percusión, de una especie de mejunje que quería parecerse a Sakis Rouvas y mucho efectismo escénico, pero el estribillo ponía de los nervios al más pintado. Es una canción que no sé como pasó a la Final habiendo en la Semifinal temas mejor cantados, como Bélgica, Eslovenia, por no hablar de la injusticia que se hizo con Holanda, tema precioso donde los haya, incluso el de Bulgaria me gustaba más que la bobada macedonia.

El chipriota Constantinos pensó “a lo mejor me ocurre como a Udo Jürgens que a la tercera voy y gano”, pero no pudo ser. Bueno eso es tan sólo una suposición mía, aunque estoy segura que este auténtico eurofan conoce a Udo y ha escuchado sus canciones por que es un seguidor de los Festivales. Todo lo contrario, a pesar de ir poniendo garra a sus números ha bajado en los votos. En 1996 fue noveno con la preciosa balada “Mono gia mas”, sexto en 2002 con “Gimme” dentro del conjunto masculino One, y ahora decimoctavo con 46 puntos, cuando estaba entre los favoritos. Bueno por lo menos era así entre los fans de Eurovisión, pero al gran público ni fu ni fa tanto espectáculo puesto en juego, y es que se trabajó mucho la puesta en escena, buscando la estela de éxito que dejó el año pasado el griego Sakis. Estuvo acompañado en los coros por Elina Konstantopoulou, que representó a Grecia en 1995 y fue duodécima. Como vemos muchas delegaciones han llevado en los coros a antiguos eurovisivos como Andorra a Anabel Conde, Dinamarca a Kenny Lübcke, Grecia a Alex Panagi, a parte de los repetidores como el mismo Constantinos, Helena Paparizou, Chiara o Selma, un auténtico homenaje al 50 aniversario.

Lo que resultó inaudito fue el puesto que ocupó Suecia, gran potencia top 5 en los últimos años. A pesar de sacar a un bellezón de señor, con ese glamour algo kischt de sabor tan norteamericano, coro incluido, despliegue de voz y vestuario, no ha gustado siendo decimonoveno con la miseria de 30 puntos en empate con los anfitriones. Martin Stenmarck arrasó en el Melodifestivalen sueco por delante de los gustos del público que preferían a Nannë Grönvall. Destaco aquí la afición de los representantes suecos por el palo del micro, el año pasado Lena Philipsson hizo un happening con el artilugio considerable, su palo de la suerte del que no se separaba nunca, y Martin con el palitroque fluorescente rizando el rizo. A pesar de todo Suecia se ha pegado un patinazo importante después de años de gloria.

Ucrania llevó lo que antaño en España llamaban canción protesta, puesta en tono de rock agresivo aderezado por el ritmo hip hop, algo insulso, repetitivo y machacón. El conjunto Grenjolly, cantantes de la corte Yushchenko, tuvieron que cambiar la letra de su tema porque en Eurovisión no se pueden lanzar eslóganes políticos o proclamas. Así lo hicieron, pero el público parecía rugir en sus asientos tras acabar el tema aplaudiendo como locos, y más teniendo presente al mismo presidente de la república como espectador insigne que levantó acta dando el trofeo a la griega vencedora.

Así se cerró la 50 edición entre pompa y glamour, como todos los años aunque este expectantes a la celebración en octubre de la Gala de los cincuenta Festivales donde se escogerá la mejor canción de las 992 que han participado desde 1956, de 14 que han sido escogidas entre los eurofans y un jurado especializado de la UER, a saber. Sobre esto irá mi próxima columna.

Reyes del Amor 29/06/05

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