LAS PRESELECCIONES NACIONALES, ESE GRAN ENTRETENIMIENTO
No sólo hay música en la semana de Eurovisión
Hace muy poco que ha terminado esta etapa tan apasionante que es para los eurofans más acérrimos el de las preselecciones nacionales, desde el tradicional pistoletazo de salida con el mítico Festivali i Këngës hasta el Festival da Canção, con la bola extra de San Marino. Otro año más hemos disfrutado de tres meses conociendo las propuestas de muchos países, por supuesto de esa maravilla que es San Remo y la final de finales o Eurovisión antes de Eurovisión que es el Melodifestivalen. Más importante aún, disfrutamos de la cultura musical de muchos países que de otro modo sería menos probable que lo hiciéramos. Además es una buena oportunidad de aprender aunque sean frases sueltas en otros idiomas, desde el inglés al armeno, pasando por un clásico como el sueco.
Hemos tenido hasta un total de 25 finales nacionales con distintos formatos de selección que gustarán más o menos. Como muestra un botón: galas eliminatorias con semifinales e incluso más rondas preliminares (Melodi Grand Prix noruego o Pabandom Iš Naujo lituano); final nacional única (UMK finlandés o Dansk Melodi Grand Prix); elección de artista en programa de talentos y posterior selección de canción (HaShir HaBa L'Eurovizion israelí); elección interna de un representante que presenta una serie de canciones (Selecția Națională de Rumanía); final nacional cerrada (ESCZ de República Checa); audición pública ante un jurado que selecciona las canciones para la final (O Melodie o Pentru moldavo o Eurofest bielorruso); también tenemos la originalidad de que los internautas decidamos qué canción elegir (Senhit y el San Marino Digital Challenge); y por último ese espectáculo que es ver una serie de galas en el que distintos sectores votan, que es el no menos mítico San Remo. Como colofón, tenemos dos festivales con orquesta que son la delicia de los nostálgicos, que son los ya mencionados de Albania e Italia.
La verdad es que es un entretenimiento magnífico para los fines de semana. Todos damos buena cuenta de ello en nuestros grupos de eurofans y en redes sociales. Personalmente, me encanta dejarme listos mis quehaceres laborales y domésticos y preparar algo especial para cenar mientras disfruto de todas las finales nacionales que puedo. De camino doy buena cuenta de ello en mis redes sociales a la par que comparto algo que nos caracteriza: la alegría por ver en Eurovision una canción que nos gusta, o algo tan nuestro que es los eurodramas porque nuestra canción favorita de tal o cual país no ha sido elegida.
A continuación, mi artículo de opinión no se va a centrar en qué canciones me han gustado más o menos, si la elección de un artista, grupo u otro u otra ha sido la adecuada. Este artículo va dirigido a otro tipo de consideraciones distintas al gusto musical personal, que no tiene que coincidir con el del resto de la gente. Concretamente, va a girar en torno a la cuestión de los horarios y la posibilidad de tener en España una preselección estable y de calidad.
¿Se podrían armonizar los horarios?
Como he mencionado antes, hemos intentado disfrutar de 25 finales nacionales a lo largo y ancho de la geografía eurovisiva, desde Australia a Islandia y desde Portugal a Armenia. A todos nos encantan los supersábados que ya forman parte de nuestras citas ineludibles del calendario eurofan. Esto es lo que yo llamo días de estrés eurofan. Los que somos más apretados intentamos ver todas las que podemos, aunque sea imposible seguirlas todas, con todos los dispositivos que tengamos: ordenador, tablet, televisor, etc. Más de una vez he dado cuenta de ello en mis redes sociales.
A esto hay que añadir que muchas veces nos tropezamos con varias preselecciones que estamos muy interesados en ver, como ocurre cuando se juntan las semifinales del Melodi con otras finales nacionales. Cuando por cuestiones de husos horarios me levanté por la mañana para ver el Australia Decides (una preselección magnífica por cierto), me vino un pensamiento a la cabeza: estamos disfrutando plenamente de una gran final nacional puesto que no hay otras que coincidan, ¿por qué no se podrían armonizar los horarios de las preselecciones al igual que se hace con los partidos de fútbol?
Muy probablemente será una utopía, pero a lo mejor la UER podría establecer un calendario armonizando los horarios de las distintas preselecciones para que así no coincidieran o se solaparan lo menos posible. Si esto no fuera posible, al menos se podría intentar con las finales, y que así no ocurran casos como el del último supersábado, que coincidían las finales del Melodifestivalen, el Dansk Melodi Grand Prix y el UMK. Sería todo un detallazo para los fans, que así podríamos disfrutar con más intensidad de nuestra pasión.
Turno para España
Aquí planteo uno de los debates que hemos tenido recientemente algunos eurofans respecto a nuestro país. Yo siempre he defendido que tanto una elección interna, con canción cerrada o con varias opciones, como una preselección son formatos muy válidos, y ambos nos han dado alegrías y fracasos. No obstante la pregunta me surge todos los años: ¿Cuándo vamos a tener un formato de preselección nacional estable y que sea de calidad y referencia para otras televisiones y los eurofans de otros países?
Yo observo con envidia las galas de otros países y alucino con el espectáculo musical y visual que es el Melodifestivalen. No me pierdo San Remo porque es un festival que se disfruta de principio a fin. Además este año he podido comprobar cómo el Festivali i Këngës ha mejorado con los años y cómo Lituania ha sido la gran revelación. El cambio de nombre a Pabandom Iš Naujo le ha sentado muy bien en cuanto al espectáculo que nos han ofrecido. Si unas televisiones con un presupuesto mucho menor que RTVE son capaces de organizar un programas televisivos tan buenos, nuestra televisión no tiene excusa para producir unos programas musicales de calidad similar o superior, por presupuesto y por capacidad y preparación de nuestros profesionales. Nuestra historia televisiva está llena de grandes programas musicales de distintos
El gran problema que tenemos es que RTVE no se ha caracterizado por su preocupación en organizar unas galas eurovisivas que destaquen por el sonido o la realización durante los últimos años. Es más, los dos últimos años han destacado por la dejadez y la improvisación asociando Operación Triunfo a la elección de nuestro artista para el festival, pasando por momentos de doloroso recuerdo como la elección de Manel Navarro en 2017.
Siempre he defendido que un programa anual con galas semanales y música en directo sería un entretenimiento magnífico para el fin de semana, y que contribuiría de manera decisiva a la promoción de la cultura musical en este país. Ahora bien, hay que ser realista. O mucho cambian las cosas, o no creo que veamos algo parecido al Melodifestivalen nunca, ni tan siquiera creo yo que veamos algo parecido al Festival da Canção, que nos es más cercano. En los últimos años no se ha visto ningún interés por parte del ente público por realizar un programa similar que se acerque aunque sea un poco a la calidad que nos ofrece la televisión sueca.
Justo durante la celebración de San Remo, surgió entre varios eurofans la posibilidad de organizar algo parecido a San Remo en España, ¿por qué no? Hablamos lenguas parecidas y nuestra cultura es similar, así que algo parecido encajaría muy bien. Además el tipo de formato es muy parecido a los que se hacen en España. Entonces nos vino un recuerdo muy lejano de un festival mítico en España, el Festival de Benidorm. Hace muchísimos años fue un festival de referencia en España, donde actuaron cantantes de la talla de Julio Iglesias.
Por tanto, no sería una idea nada descabellada resucitar el Festival de Benidorm. Se podría hacer un formato parecido al de nuestros amigos italianos, incluso valorando la posibilidad de incorporar orquesta como en Italia. No es una propuesta infalible, pero sería una manera genial de recuperar un festival histórico, dando cabida a artistas consagrados y a la más rabiosa actualidad, que engancharía a público de todas las edades, y que sería una manera (como lo pueden ser otros formatos) de enganchar no sólo al público eurofan, sino también al público general.
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