LA MASCARADA

Desde Lys Assia a Lordi han pasado 50 años y 51 ediciones. Me gustaría tanto verlos juntos en el escenario finlandés el año que viene, sería un shock difícil de superar. Pero la historia lo ha querido así. Finlandia, que concursa como nosotros desde 1961, gana Eurovisión. Eso es más que sabido a día de […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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LA MASCARADA

Desde Lys Assia a Lordi han pasado 50 años y 51 ediciones. Me gustaría tanto verlos juntos en el escenario finlandés el año que viene, sería un shock difícil de superar. Pero la historia lo ha querido así. Finlandia, que concursa como nosotros desde 1961, gana Eurovisión. Eso es más que sabido a día de hoy y muy comentado por nuestros columnistas. Yo no podía exentarme en dar mi impresión, que esta vez si me ha dejado boquiabierta. Os voy a contar un secreto, "Ossi Runne desde el cielo estaba dirigiendo a los Lordi, y por un ladito Katri Helena hacía un poco los coros".

En la anterior columna dije que no creía que ganasen los Lordi teniendo a rivales como Carola o Mihai Traistariu. De nuevo me he vuelto a equivocar. Desde que se vota por teléfono no doy en el clavo nunca, o casi nunca. También dije que el tema no estaba mal del todo porque tampoco es cuestión ahora de ponerlo verde. No es una canción que me desagrade del todo. Pero teniendo otros para elegir, si me he quedado un poco helada, como los fríos de la Laponia.

Y ahora tenemos que aguantar el aluvión de críticas de todas y cada una de las cadenas, incluso de TVE que llegó a tener broncas sonadas como hacía tiempo no se veían, desde Lydia one point, o desde Remedios Amaya. Las Ketchup han divido la opinión en televisión, pero no entre el público y los eurofans que nunca dieron un duro por ellas, ni incluso después de la enrojecida interpretación, entre lo sosango, las sillas mareando la perdiz y los bailarines contorsionistas que no pegaban ni con cola. Era como meterlo todo con calzador, pero poner sal y mucho condimento a algo que ya está rancio no soluciona el mal sabor de boca. Y también veo lo variables que son el público y los medios, con Rosa todos eran eurofans, ahora todos lo repudian, suele pasar.

Las pobres cordobesas no podían defender la canción porque es indefendible, ni Estrella Morente o Pasión Vega, cantantes de postín y culto la hubieran sacado adelante, y que me perdone Queco, el autor que ha hecho "la canción de su vida" y se ha llenado de gloria como ya lo hicieron los Ketama con el Carbonell en 1996. Aquello y esto es un alarde de progresismo que no es otra cosa que un repelente complejo antieurovisivo que tenemos que soportar los eurofans, pero también el gran público que ya no aguanta tanta mascarada porque lo compara con aquel programa de esperpéntica factura llamado "El Semáforo".

Años atrás se hablaba que si el Festival era un espectáculo de coros y danzas, allá por los noventa cuando a todos les dio por los números danzarines. A partir de ahora le llamaremos el Festival de los disfraces y que me perdonen la licencia. ¡Y qué disfraces!, las máscaras de los Lordi, sobre todo la de la chica del piano que era como el del tren de la bruja de mi pueblo, algo que ya he comentado en alguna ocasión, pero en lo no voy a insistir porque más que morirme de la risa me muero del espanto. Y no sólo soy yo la asombrada, por su cara de circunstancia el guapo y glamouroso Sakis junto a la bella Maria y la espectacular Helena estaban como asustados viendo las caretas del circo de la noche. Normal, teniendo a Carola, Anna Vissi, el bello Bilan, el simpático Mihai o incluso la guapísima ucraniana, tuvimos que quedarnos con lo más "feo". Feo intencionado, a lo mejor debajo de las máscaras se encuentran bellezas genuinas de Laponia de aquellos toma pan y moja. Eso pertenece a un pequeño sueño o pesadilla que tuve anoche. Vi a uno de los Lordi quitándose la máscara y saliendo debajo un rostro guapo y angelical que me invitaba a tomar un Boody Mary por favor…

Imagínate, yo no puedo votar a alguien que cuando canta no le veo la cara. Los noruegos del año pasado por lo menos tenían su aquel, y se veían los gestos. ¿Cómo reconoceré a los muchachos finlandeses si se ponían la máscara hasta para mear, según cuenta la Pécker, con otras palabras más finas claro, ella guardó la compostura como merece la ocasión. Y como ya no me caso con nadie no me callo, pero por primera vez en la historia de Eurovisión han ganado unos señores a los que no les distinguiría, insólito.

La mascarada ha dado que hablar, y lo hará algún tiempo más, o no porque ahora ya no estamos para más fuegos de artificio. Tanto cambio ya cansa. Desde los votos, que no sabías por donde ibas porque de golpe se sumaban puntos como locos de 1 a 7, lo quitaban de pantalla en un plis plas y el 8, 10 y 12 sonaba a chiste porque siempre se daba entre vecinos, era tan previsible que perdía emoción. Qué tostón, igual que las votaciones de 1971 a 1973, que no las entendía nadie y tuvo que volverse al método antiguo en 1974 para inventar otro en 1975 que ahora se han cargado con la misma facilidad con la que Finlandia este año sumaban votos.

 

También dije a algún amigo en mis largas conversaciones eurovisivas que el Festival estaba a punto de un cambio, ya lo vimos con Marie N y su comedia que ensombreció a temas mucho mejores y con Ruslana, vestidos de carpáticos en una danza pseudo tribal muy manida, pero efectiva que al final ha pasado sin pena ni gloria por la historia del Festival. Ahora tenemos a los pseudodemoníacos para regocijo de todos aquellos que les gusta lo distinto.

¿Dónde quedaron los trajes de frac, los pianos y violines?, ¿Y dónde están las divas de voz aterciopelada, los cantes festivaleros que nos alegraban tanto? ¿Cómo voy a bailar el tema de Lordi?, supongo que dando saltos como una poseída, porque es de lo que se trata, de ser una demonia despendolada dando brincos y codazos entre cerveza y cerveza. La verdad es que como soy una cursi bailo más a gusto con Carola, la Ryan, el Traistariu o el ruso, o prefiero las baladas como la bosnia que me ponen muy romanticona. Pero lo de los Lordi es la novedad que se esperaba en un Festival que se cambia a sí mismo, baja hasta las cenizas infernales y se inventa de nuevo para durar y durar más de medio siglo, y qué así sea muchos más, si no se acabó el espectáculo.

Y el año que viene veremos en Finlandia más de los mismo, posiblemente un pelotón de países que se disfrazan de miles y miles de zarandajas para gustar a la gente, así por lo menos hasta el 2010, que quizá el show necesite de otro cambio para seguir dando que hablar, para que lo sigan criticando a viva voz y amando, amando en secreto como siempre. Creo que por eso pervive, por su perseverancia. Las críticas lo engrandecen, si lo ignorasen, para bien o para mal, ya estaría muerto y enterrado en los años de mayor crisis. Por ejemplo en 1970 cuando sufrió la cuchillada casi mortal de los nórdicos y los portugueses que renunciaron a ir, o durante toda la década de los ochenta, cuando estuvo malito, muy malito entre cursiladas variadas. Pero como no soy el Doctor Anorak no voy a dar un diagnóstico, ya lo hará él como suele hacerlo, muy bien.

Este año mira por dónde ni tengo bajón porque lo principal es que la noche del Festival me lo pasé bomba con mis amigos, bailamos con los demás temas, con los Lordi también. Esto es como todos los años que decimos ya ha pasado otra Navidad y estoy hasta las trancas de turrón y champán, pero para el año siguiente ya tenemos otra vez el cuerpo preparado para la fiesta y hemos olvidado la acidez y el resacón, es casi biológico.

En la próxima columna trataré el paso de Finlandia por Eurovisión porque viene muy a cuento, y no voy a comentar la impresión de los temas porque está tan cercano que prefiero correr un tupido velo hasta que asimile esta gran mascarada.

Reyes del Amor, 22/05/2006

 

 

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