Desde Venezuela… ¡Saludos!

Eurovisión es una fiesta musical diversa en canciones, géneros, ritmos y gustos. Bien puede escucharse una balada portuguesa con aires balcánicos. O escucharse un pop turco con influencias anglosajonas. Sin duda alguna, este Festival es único en su estilo e historia. Y vaya que sí lo es.

El venidero año se muda a Malmö… Y vaya polémica que esto ha traído (que si será un festival para los daneses debido a su cercanía, que fue error no escoger a Estocolmo, que el Friends Arena es el espacio ideal para festival por su capacidad de aforo, que se quiere volver a los “orígenes” del concurso) en fin, más críticas que alabanzas…

Salvo eso de “volver a los orígenes” que ha levantando mucha pólvora desde los más expertos hasta los fans y eurofans. ¿Por qué?

De presumir un formato ostentoso y de excelente y variopinta calidad, Eurovisión ha evolucionado en su hacer y vender. Atrás quedó la orquesta, la música en vivo, para dar paso a puestas en escenas elaboradas, arriesgadas, ridículas, música pregrabada y coros “en riguroso directo” con el que ha ganado más adeptos que detractores. Por ello que eso de volver a los orígenes se entienda como un “atentado”.

La televisión sueca (SVT) se propuso cuatro objetivos: crear una verdadera curiosidad, crear más momentos de impacto, entablar relaciones reales y crear una verdadera pasión, todo ello para dar “rienda suelta a todo el potencial” que el festival supone.

Y es aquí donde está empieza la polémica: se acabaron las parafernalias técnicas y escenografías de avanzada (caso Moscú 2009/Bakú 2012) según el propio productor, Martin Österdahl, las grandes puestas en escena en grandes escenarios no crea esa cercanía emocional entre el artista y el público. Por ello que el próximo festival pretende recrear esa atmósfera orgánica y emocional.

A todo esto se le suma que sólo habrá un presentador, que le permita involucrarse más con la “narrativa” del concurso; y lo del eslogan está entre un sí y un no, puesto que buscan diseñar una identidad visual única que beneficie ese aspecto orgánico y emocional que la SVT quiere para el festival (ojalá y no quede en un quisimos y no pudimos); y para las postales quieren que se promueva la cultura y no usarlas como propaganda política, como lo visto en Bakú, en el que se le daba más importancia a la definición de país que a representar cómo se mezclan las culturas a través de la música.

A mi entender, esto es un tirón de orejas a muchos países que cada año llevan artistas con un gran ensamble coreográfico, proyecciones visuales de alta calidad, pirotecnia en todo su esplendor, y poca o nada de desarrollo vocal ni interpretativo.

Si los nuevos cambios que promueve la SVT hará disminuir esto, pues bienvenidos sean, y a predicar con el ejemplo. (Puesto que Loreen usó nieve artificial en su puesta en escena, por ende se benefició de la tecnología, sino otro gallo cantaría…)

Del sorteo o “dedocracia” como lo critico, y beneficio a los vecinos de Suecia, Dinamarca y Noruega, hablaré en otra oportunidad… Se me hace doble moral pretender elegir entre ellos mismo el orden de actuación y que aún así ya se tenga sorteado a dos países en sus semifinales para que haya más “disponibilidad” de entradas para el público… Nah… eso no me lo creo…

No es un secreto, que la crisis económica y ciertas cosas raras han hecho que muchos países muestren desinterés. Se habla de un Festival cada vez más vilipendiado. Denuncias, inconformidades, vecinismo, veto y hasta amenazas son características que viven inmersas en cada una de las preselecciones y, como cosa rara, se evidencia en las galas de Eurovisión. No denuncio nada. Sólo escribo lo que sé.

Un tema es lo legal y otro, muy rico y entretenido, es lo musical. Éste es el que nos interesa…

Como lo dije en un principio, Eurovisión es de aquí y de allá, para hacer referencia a la influencia, cada vez más evidente, de los diferentes ritmos y cultura europea y extranjera.