DITA VON TEESE

Sin lugar a dudas, has entrado gracias al nombre de la mayor diva pin-up. Imagínate en Moscú. Quince días de expectación, lo justo. Los teutones nos la han jugado pero bien: Chicago es suyo, Tony. Pero no Europa. Españolitas y españolitos, SOSraya (primera declinación: TVE; segunda declinación: ímpetu extremeño) está «trabajando en ello» en perfecto […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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DITA VON TEESE

Sin lugar a dudas, has entrado gracias al nombre de la mayor diva pin-up. Imagínate en Moscú. Quince días de expectación, lo justo. Los teutones nos la han jugado pero bien: Chicago es suyo, Tony.

Pero no Europa. Españolitas y españolitos, SOSraya (primera declinación: TVE; segunda declinación: ímpetu extremeño) está «trabajando en ello» en perfecto inglés y sin acento tejano: ¡elucubremos! ¿Un «algo» con lo que «hemos dado» que «jamás se ha hecho»? Empédocles from la Filosofía griega -ya que para Soraya esto son unas olimpiadas- habla de cuatro elementos: ventiladores de Carola, llamas de Lordi, contacto con la madre tierra vía innúmeras plantas descalzas de pies y, ¿agua? Me concedo el beneficio de la duda y sigo. ¿Podría ser agua*? *En estado líquido se entiende. Aunque a veces me cueste, recuerdo al ganador del año pasado.

Siguiendo el pensamiento occidental, Aristóteles ya añadió el quinto elemento (guiño, guiño al rumor sobre Milla Jovovich): éter o quintaesencia, razonando que «la tierra, el fuego, el aire, y el agua eran terrenales y corruptibles» y que «las estrellas no podían estar hechas de ninguno de estos elementos», Wikipedia dixit. ¿Soraya habrá dado con un elemento postizo más, como la máquina de Svetlana, o habrá conseguido una performance digna de colofón y cumbre? Estando todo hecho -derrotismo postmoderno-, la reinvención propulsora de triunfos no viene con más leds, convulsiones musculares o modulaciones de voz, sino con un frasquito de quintaesencia. En conclusión, o lo que nos interesa, lectores patrios: si de lo que conocemos hasta ahora podemos deducir sin lugar a equívocos que la participación española de este año no está hecha de éter, ¿existe algún competidor con tal cualidad?

¡Ah! ¡Eso es lo complicado! ¡Atrapar éter! El premio a la reinvención es seguro el triunfo, porque en su misma esencia está escrito,… Pero cuán hay que alejarse de los prejuicios y postjuicios eurovisivos… Yo, sin ir más lejos, no puedo del todo. No obstante, es de justicia que lo intente analizando la presencia de la quintaesencia que marca tendencia en las propuestas de esta edición.

No cansaré porque ya me quité la mitad de este lastre hace dos columnas. Remito a la lectura reposada de «The More You Know…». Aunque mis amigos me consideran una persona un tanto veleta, creo que en este caso más o menos respondo a la misma opinión ya vertida. Y no, no fluía éter más allá de Francia, y éste tenía un color un tanto incierto.

Rotundamente antietéreos pero hasta las trancas de puesta en escena: Moldavia, Armenia, Bulgaria.

Ni siquiera: Macedonia, Letonia, ¡Rusia!

Ni siquiera, pero de las bonitas/simpáticas: Islandia, Lituania/Irlanda. Incluso muy bonitas que ojalá valoren los jurados: Portugal.

Tipo de canciones que no pueden faltar (también conocidas como «¿esta no la he oído ya?», lo cuál no dice nada negativo de algunas de las subsiguientes magistrales voces): Croacia, Polonia, Eslovaquia.

Todos sabemos que será rosco por hortera, aunque no está tan mal y de hecho es ciertamente diferente: Bélgica.

Quede en evidencia la única actuación friki, que moralmente no debe compartir stage con Noa, por ejemplo, aunque esto sea una característica del discurso del continium televisivo: República Checa.

Jop, Georgia era bailable… ¡Y caput! Curioso esto -aviso: hablo de política- de que Rusia inicie una cruzada contra un país infiel y no haya posibilidad de réplica sutil o fina ironía… ¡Si es mu sana! Del rollo disco, viene Hungría con la mejor de sus tres intentonas oficiales en esta edición, y con vídeo chuli.

Ojo al enemigo balcánico que viene de Bosnia, sin descartar a Serbia

y al del norte, Estonia 

y qué gran canción va a acompañar Dita… Alemania, confirmación de la injusticia de los resultados en los últimos años, siempre aporta variedad al concurso y muy favorablemente.

Sobra decirlo, pero la ganadora está aquí: Noruega. Ucrania. No son éter en esencia, pero Noruega se aprovecha del show ante la cámara como nadie y con un tema muy acertado, y Ucrania hace lo propio rondando el triunfo desde el prisma de la innovación musical comercial. ¡Habrá pugna de bloques -¿bloques?-!

Subsidiarias
y de menor calidad: Grecia. Azerbaiján (que me revuelve un poco el estómago porque me recuerda al pachangueo de mi city y eso sólo es salvable con vergonzantes ingestas de alcohol).

También, la canción más filogay de este año es, cómo no, sueca. Trono para la portentosa voz sí sí más la pompa glam de lo operístico sí sin lugar a dudas.

Sin éter. Seguro. Pero memorable, aunque políticamente controvertidísima: Israel (¿es un lavado de cara? ¿Noa se presta a ello? ¿Somos conscientes de la significación que tiene una canción israelí con letra en árabe? ¿Entonces, esto no duela a la ultraortodoxia? ¿De qué nos extrañamos tras Dana International o Ping Pong?)

Y respirando éter o calidad indiscutible: ¡Suiza!

 

 

 

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