No hay mejor forma para empezar a hablar de números que perdiéndoles el miedo. Y para ello os traigo un juego, una simulación. Cuando hablamos de votaciones de Eurovisión, de lo primero que se habla es de si los jurados sí o los jurados no, el peso que debe tener comparado con el televoto, la forma de combinarlos, etc. Aunque es un punto muy interesante y que trataremos más adelante, yo quiero que reflexionemos sobre algo más básico, sobre el famoso “del uno al ocho, diez y doce”. Hay mucho sobre lo que pensar.

¿Por qué puntuar a diez canciones? Cuando se instauró en 1975 participaban 19 países, lo que suponía votar a más países que los que se quedaban fuera. En cambio ahora, con 26 países en la final, son más los países que reciben un cero que los que reciben puntos. ¿Por qué las dos primeras posiciones tienen una diferencia mayor? El gap o diferencia entre puntuaciones consecutivas es siempre de uno, excepto en los dos primeros puestos que reciben un punto adicional más. ¿Por qué son solo valores positivos? Aunque dar puntos negativos podría provocar malestar, sería una opción para tener en cuenta también las canciones que menos gustan. Porque a veces tenemos más claro lo que no nos gusta que lo que sí nos gusta.

Para que veáis los efectos que tiene este sistema os traigo una simulación en la que podréis observar cómo funciona comparándolo con otras formas de puntuación. Consiste en una hoja de cálculo que podéis descargar pinchando aquí, en la sección multimedia de la web. Tomaremos como ejemplo las votaciones del 2016, que dejó a los tres primeros países (Ucrania, Australia y Rusia) en un puñado de puntos.

Los distintos sistemas de votación que ofrece el simulador.

El primer sistema que planteo es el de ranking. Con él, se puntúa a todas las canciones, sin importar el puesto que ocupen. Es decir, aplicar una votación tipo ranking provoca que la distancia entre dos canciones aumente o disminuya sí o sí. Además, la diferencia entre cada canción es homogénea: no importa qué escalón ascienda o descienda una canción, la diferencia siempre será de un punto. 

El segundo sistema es el que se utiliza actualmente en las competiciones de Motociclismo. Sólo puntúan los 15 pimeros y, de estos, los 10 últimos lo hacen con una diferencia homogénea de un punto. Pero desde el quinto hacia arriba, se aplica una diferencia progresiva: uno, dos, tres… de forma que el primero no recibe 15 puntos, sino 25.

Si comparamos el sistema de ranking y el de motos, el primero recibe los mismos 25 puntos, pero en el quinto puesto, por ejemplo, la diferencia es de diez puntos (21 puntos en el de ranking por 11 del de motos).

Ambos sistema puntúan a más canciones que el nuestro actual. Por eso también he querido plantear un sistema de medallas, que solo puntúa a las tres primeras canciones con una diferencia homogénea de un punto. Daría tres puntos a la primera, dos a la segunda y uno a la tercera.

Seleccionando la opción en el simulador podéis ver cómo habría afectado al resultado aplicar uno u otro sistema. Sólo en el caso de haber utilizado el ranking, el ganador habría sido distinto. Además, en conjunto, las mayores diferencias se ven en los puestos centrales de la tabla, donde las diferencias de puntos son menores.

Los resultados de Eurovisión 2016 si se hubieran empleado estos tres métodos

En el caso español, es curioso notar como el sistema de ranking nos mejora siete puestos, debido a nuestra gran cantidad de posiciones intermedias (del 15 al 17) que sí son premiadas con este método.

¿Es uno más justo que otro? Es difícil decir que haya uno más justo que otro. Pensemos en un país que tenga muchos países vecinos por los que votar. Con un sistema ranking podría darles buenos puestos a todos, marginando a los países menos afines. Por contra, con un sistema de medallas premiaría solo a tres, y que pueden ser o bien vecinos o bien los países que de verdad han gustado. En la situación inversa, un país con pocos vecinos puntuará de forma más imparcial a todos los países con un sistema de ranking, mientras que con uno de medallas, se estarán desperdiciando estas valoraciones no influencias por factores ajenos a lo musical.

Al fin y al cabo, lo importante es que las normas son las mismas para todos y que son aceptadas antes de empezar el juego de las votaciones. Tampoco debemos olvidar otros factores como son la antigüedad del sistema actual, que como hemos dicho lleva desde 1975, o lo que es lo mismo, 42 años de vigencia; o la utilidad del sistema, una forma de puntuar simple que pueda ser entendida fácilmente y que de verdad premie a las mejores canciones.

Por si tu curiosidad no ha quedado satisfecha, he incluido una columna donde puedes introducir tu propio sistema de puntuación. ¿Qué sistema aplicarías tú? ¿Observas diferencias notables con el sistema actual? ¿Con qué sistema España alcanzaría su máxima posición? ¿Qué me dices de incluir puntuaciones negativas? Ahora es el momento de que te pongas en la piel de los organizadores de Eurovisión y pruebes tu propio sistema. ¡No olvides ponerlo en tus comentarios y compartirlo con nosotros!