Sonia y Selena se separan un año después de su reencuentro en el Benidorm Fest 2025

A comienzos de los 2000, Sonia y Selena irrumpieron en el panorama español con un single que acabó convertido en banda sonora del verano de 2001 y en un emblema generacional. El dúo, formado en ese mismo año, lanzó su primer álbum homónimo y encadenó discos de oro y platino, giras y omnipresencia mediática. Lo que muchos no saben es que la historia de Sonia y Selena solo puede entenderse a través de su vínculo con Eurovisión.
Ese mismo año, con Yo quiero bailar ya en plena efervescencia, intentaron representar a España en el certamen europeo a través de Eurocanción, la preselección televisada de TVE. No consiguieron el billete (ese año quien viajó a Dinamarca fue David Civera con el no menos conocido Dile que la quiero, pero su propuesta quedó asociada a la memoria eurofán desde entonces.
La inercia de aquel éxito parecía imparable… hasta que en 2002 llegó la primera ruptura. Las artistas tomaron caminos profesionales separados y el proyecto quedó congelado durante más de dos décadas. Durante este tiempo, muchos fueron los rumores sobre una posible reconciliación que nos devolviera al dúo tal como lo recordábamos, y cada tanto se producían menciones y reediciones que mantenían vivo el recuerdo de su mayor hit. Pero las diferencias creativas y desencuentros personales que han separado a tantos otros grupos parecían privarnos también de nuevas canciones del verano en sus voces.
El reencuentro
Veinticuatro años después, cuando ninguno lo esperábamos, el dúo regresó al tablero eurovisivo con Reinas, una canción pop-dance que jugaba con la estética de la celebración y la complicidad de su reencuentro. Y lo hizo de nuevo de la mano de una preselección eurovisiva, ya en la era Benidorm Fest. La candidatura fue anunciada por RTVE para el Benidorm Fest 2025, y el tema pudo escucharse y verse en actuaciones oficiales y emisiones del propio festival. Aunque no lograron alcanzar la final, la aventura sirvió para situar de nuevo a Sonia y Selena en la conversación musical del país… y para comprobar el tirón que aún conservaban ante el gran público.
Durante esas semanas, desde los anuncios de participantes hasta las primeras interpretaciones en directo de Reinas, tuvimos nuestras dosis de revival dosmilero. La narrativa, inevitablemente, conectaba pasado y presente: la pareja que hizo bailar a toda España aspiraba a coronar su vuelta con una plaza eurovisiva; la nostalgia convivía con el propósito de actualizar su sonido para un escenario cada vez más competitivo.
Y el desencuentro
Tras el Benidorm Fest, el dúo continuó su agenda con actuaciones puntuales y homenajes a su legado. Sin embargo, en noviembre de 2025 estalló la noticia que hoy recogemos en este artículo, que no es otra que la aparentemente definitiva separación de Sonia y Selena. Según informó el programa Fiesta (Telecinco) y recogieron cabeceras como 20 Minutos, Sonia habría comunicado a su compañera la decisión de seguir en solitario, hasta el punto de lanzar ya un single propio. El rótulo que acompañaba a la noticia en pantalla sugería, además, que la ruptura «podría no ser amistosa». Otros medios generalistas han reiterado el carácter definitivo de la decisión, subrayando que el reencuentro de 2024 no ha cristalizado en una etapa estable.
¿Qué queda entonces? Una trayectoria tan intensa como discontinua. La primera ruptura (2002) fue el reverso de un éxito fulgurante; el reencuentro (2024) devolvió a la conversación a dos artistas que, por química escénica y memoria colectiva, conservaban un lugar propio; y el segundo intento eurovisivo (2025) reactivó el imaginario de aquella primera tentativa en 2001. El nuevo adiós nos deja con sentimientos encontrados: reconocimiento a lo que aportaron, curiosidad por el futuro individual de cada una y la inevitable pregunta de si esta vez el punto y final es, ahora sí, definitivo.
Un futuro incierto
Desde la óptica eurovisiva, Sonia y Selena representan dos cosas a la vez. Por un lado, el símbolo del «qué hubiera pasado si…» de 2001, cuando su canción más icónica compitió por ser nuestra carta a Europa. Por otro, la reivindicación de que el Benidorm Fest no solo mide el presente, sino que también ofrece a artistas con historia la oportunidad de presentarse ante nuevas generaciones. Es posible que Reinas no cumpliera las expectativas deseadas del dúo, pero sí supouso un punto de inflexión y nos ofreció la oportunidad de verlas competir de nuevo, con un relato de reencuentro que encajaba con el espíritu del festival.
A día de hoy, el relato mediático habla de separación y de caminos por separado. Si el tiempo ha demostrado algo con este dúo es que su legado no depende únicamente de una continuidad discográfica: pocas canciones han calado tanto en la cultura popular como Yo quiero bailar, y pocos nombres activan con tanta rapidez la memoria musical de principios de siglo. Sea un punto y aparte o el cierre definitivo de su biografía conjunta, la huella de Sonia y Selena ya está escrita en la historia pop española. Y, con dos intentos de preselección separados por casi un cuarto de siglo, también en la memoria eurofán.
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