La Valeta acogió el pasado domingo la decimocuarta edición de Eurovisión Junior, la versión infantil del certamen de la UER. El festival fue duramente criticado durante su emisión, comentarios negativos que no solo llegaron desde webs especializadas o redes sociales, sino también de antiguos directivos de la Unión Europea de Radiodifusión, como Vladislav Yakovlev, supervisor ejecutivo del EuroJunior entre el 2013 y el 2015. “¿Qué habéis hecho con este festival?”, publicaba en su perfil personal de Facebook. 

Las peores noticias, sin embargo, llegaron a partir del lunes, cuando se empezaron a conocer los primeros resultados de audiencia, confirmando el fracaso sin paliativos de Eurovisión Junior 2016. El festival fue seguido por tan solo 33.000 personas en Israel y 50.000 en Italia, con unos ridículos 2.1% y 0.3% de share, respectivamente. Bulgaria sumó 280.000 espectadores, una cifra muy alejada de los dos millones reunidos el año pasado cuando organizaron el concurso en Sofía, dejándose así casi un 90% de la audiencia en su viaje a la capital maltesa.

Los holandeses, junto a los italianos, también marcaron un récord histórico negativo con tan solo 257.000 espectadores. Un dato muy llamativo para los Países Bajos, el único país, además de Bielorrusia, que ha participado en todas y cada de las ediciones de Eurovisión Junior, y feudo eurovisivo por excelencia. Los 2.8 millones de seguidores en Polonia, en su regreso a la competición 12 años después y en plena fiebre festivalera local, dan un poco de respiro a la organización, aunque el dato, no obstante, se queda muy lejos de los cinco millones cosechados en la versión senior el pasado mes de mayo.

[cita]¿Qué habéis hecho con este festival?[/cita]

Muchas son las razones que se han escuchado para explicar el fracaso de Eurovisión Junior 2016, como el cambio de horario al domingo a las 16:00 CET, la supresión del televoto, o la inclusión de un jurado adulto y otro profesional. Tampoco se puede negar que la espectacularidad de las producciones a las que nos tiene acostumbrados la UER, en esta ocasión, ha brillado por su ausencia, con un recinto muy pequeño, un escenario limitadísimo y unas candidaturas que musicalmente aportaron entre poco y nada, con actuaciones sencillas en exceso y canciones que se siguen alejando de un concurso musical infantil.

En este sentido, Vladislav Yakolev, afirmaba en sus redes sociales que “Los niños, las delegaciones y las nuevas amistades son siempre lo más destacado de Eurovisión Junior, pero las audiencias este año, más allá del regreso polaco, han sido increíblemente bajas. Este es el resultado directo de las decisiones tomadas en los últimos tiempos por la UER, como eliminar el televoto (el cual debería pasar de los teléfonos a internet o una app), el cambio horario, el pequeño recinto, o el jurado de cuatro adultos que no tienen nada que ver con el espíritu de EuroJunior”.

“La organización maltesa hizo todo lo posible para crear una producción a la altura bajo esos condicionantes. Siempre apreciaré las fantásticas amistades hechas con todo el mundo en Malta durante la edición del año 2014. Ojalá que Eurovisión Junior continúe el próximo año y con un equipo que realmente ame el espíritu del concurso y trabaje duro para promocionar el talento de los niños antes, durante y después del festival”, sentenciaba.

[cita]Ojalá que Eurovisión Junior continúe el próximo año, con un equipo que realmente ame el espíritu del festival y trabaje duro para promocionar el talento de los niños[/cita]

El otro asunto que ha sido muy criticado en los últimos días ha sido los abucheos escuchados durante la emisión, provocando la indignación de muchos espectadores, y la protesta de algunas delegaciones ante la insólita reacción del público en un concurso infantil. Israel ha sido el primer país en expresar su malestar ante el trato recibido por sus representantes, los niños Shir & Tim, el cual se achaca a motivos políticos que, según su opinión, deberían mantenerse muy lejos de una competición de este tipo. Abucheos que también se dedicaron a Rusia e, incluso, a la ganadora Georgia, recibida en el escenario después de las votaciones con una sonora pitada, mientras la jovencísima Mariam Mamadashvili, de 11 años, lloraba emocionada con su victoria.

Más allá de todas estas polémicas, la UER habría realizado ya los primeros contactos con la GPB georgiana, para conocer su interés en organizar la próxima edición de Eurovisión Junior en Tiflis. Georgia, que ostenta el número de victorias, con tres medallas, pero nunca ha acogido el concurso, ha mostrado su disposición según afirman medios locales. La UER tiene por delante un largo trabajo para revivir, una vez más, su festival infantil, con el desinterés del Big 4 clásico y de todos los países escandinavos y nórdicos, y con una crisis de audiencia sin precedentes que pone en riesgo la continuidad de muchas televisiones.