El Big 5, formado por España, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, y la anfitriona, Países Bajos, han puesto punto y final a los ensayos individuales de Eurovisión 2021 y, con ellos, a la primera parte de la quincena del festival. Durante los cuatro primeros días analizamos en diferentes crónicas los estrenos de los 33 países semifinalistas sobre el escenario del Ahoy de Róterdam y, hoy, hacemos lo propio en forma de epílogo con estas seis últimas delegaciones.

Los cuatro privilegiados de Eurovisión, a partir del año 2011, los cinco, han sufrido desde el inicio de la época contemporánea del festival que marcamos en 2004 una crisis existencial en la que se ha combinado la adaptación a la nueva realidad musical y televisiva europea, el desinterés de sus gerifaltes hacia el formato continental por antonomasia, y algún que otro resultado inmerecido que no ha hecho sino pronunciar aún más si cabe dicha desidia.

Entre 2004 y 2019, la delegación española ha entrado en el top 10 en tan solo tres ediciones, en 2014 con Ruth Lorenzo, en 2012 con Pastora Soler y en 2004 con Ramón. La francesa, por su parte, fue sexta con Amir en 2016 y octava con Patricia Kaas en 2009 y, la británica, quinta en 2009 con Jade Ewen. Mención especial merece el equipo alemán que se hizo con el micrófono de cristal en 2010 gracias a Lena, fue cuarto con Michael Schulte en 2018, octavo en 2012 con Roman Lob y en 2004 con Max, y décimo en 2011 de nuevo con Lena como anfitriona. Si nos vamos al otro lado de la balanza, a lo largo de estos 16 años, Reino Unido se ha clasificado en los 10 últimos puestos hasta 13 veces; España, 12; Alemania, 10; y Francia, 8.

Italia es un oasis en este desierto de puntos, pues desde su regreso a la competición en 2011 ha acariciado la gloria en dos ocasiones, en ese mismo 2011 con Raphael Gualazzi y en el pasado 2019 con Mahmood, amén de haber ganado el televoto en 2015 con Il Volo, y sumar un total de siete top 10 en solo 9 años. La fórmula eurovisiva italiana, en realidad, no lo es tanto, pues casi todas sus candidaturas han salido de su propio festival, el mítico Sanremo, a través del cual se garantizan propuestas de una gran calidad y personalidad y el interés de toda la industria audiovisual local. Maneskin es, este año, el mejor de los ejemplos. Un grupo rockero con un sonido y una imagen a medio camino entre el punk y el glam que se han convertido en todo un fenómeno de masas en su país de origen, aspiran a serlo en el resto de Europa, y aportan al Eurofestival el inconfundible sello italino con un giro de tuerca. Una representación sorprendente, transgresora y valiente cuyo éxito el próximo sábado 22 de mayo en la finalísima está más que asegurado.

Muchas han sido las delegaciones que, tras una serie de catastróficas desdichas, han tomado cartas en el asunto renovando sus equipos o confiándolos a expertos como Bulgaria o Chequia, o han replanteado sus preselección como Letonia o Lituania, o han tratado de crear una marca propia en el festival como Austria, Bélgica, Chipre, Estonia, Países Bajos o nada más y nada menos que la mismísima Portugal. Estos aires de cambio, en el Big 5, solo han llegado de momento a Francia en 2016 con un nuevo jefe de delegación que revolucionó las oficinas centrales de France Televisions, consiguió el mejor trienio de resultados desde 1995, recuperó el interés popular y mediático como antaño e incluso sacó a flote una dignísima final nacional. A pesar de su corta estancia en el cargo, algo de su espíritu quedó en las altas esferas de la televisión pública, y este año llega a Róterdam bajo la condición de favorita con una canción francesa en mayúsculas, compuesta por la también responsable del triunfo galo en el Junior 2019, e interpretada y presentada sobre el escenario con una elegancia y un gusto que va a enamorar, si no lo ha hecho ya, a propios y extraños.

Y, hablando de Países Bajos, ocho años de larga travesía por su propio desierto, o lo que es lo mismo, perdidos en las semifinales, tuvieron que pasar para que uno de los países más eurovisivos por excelencia vivieran su propia catarsis nacional a través de una superestrella como Anouk y vislumbraran el camino a seguir con The Common Linnets. Douwe Bob, O’G3NE, Waylon y Duncan Laurence continuaron la senda hasta lograr el primer número 1 desde 1975 y, todo sea dicho, dejando a España con el dudoso honor de ser el país que lleva más tiempo participando sin ganar. Después de un durísimo año de espera, Jeangu Macrooy también apuesta por la valentía de cantar en representación de su país de acogida con sonidos, bailes y un estribillo de origen surinamés, antigua colonia neerlandesa. Probablemente, el tablero no se vaya a mover, pero en Eurovisión, como en la vida misma, hay veces que el mensaje vale más que ganar o perder, y más si tu pones la casa.

Varios son los puntos que unen a Francia e Italia y también a Países Bajos, más allá del marcador. Primero, la purga de las vacas sagradas y el reemplazo por profesionales propios o externos con ganas e ilusión en este proyecto. Segundo, procesos de selección serios, rigurosos y bien planteados basados en la calidad artística y la promoción del talento local. Y tercero y no menos importante, y como ya habíamos mencionado, la marca. Alemania lo ha intentado y lo intenta, a veces da en la tecla, otras destroza el control de mandos, pero al menos sí pone voluntad y trata de hacer las cosas con un mínimo de sentido. Su representante en Róterdam, Jendrik, trae un mensaje claro y muy necesario en estos tiempos, ha hecho una excelente campaña de promoción en estos últimos meses que sin ninguna duda le va a valer para su más inmediato futuro profesional, y lo presenta en una actuación correcta que muchos siguen esperando a que dé la sorpresa.

El Reino Unido, en cambio, sigue anclado en el pasado y ha convertido la agradable presencia del multipremiado y exitoso cantautor James Newman en otro de sus espectáculos horteras y rancios que ya habrían provocado cierto sonrojo en 1998 cuando organizaron por última vez el chiringuito. Algunos de nuestros lectores y seguidores seguro que ni habían nacido. Una voz y un talento absolutamente eclipsados por dos trompetas gigantes y otros tantos andamios que vuelven a dejar en el más absoluto ostracismo a la mayor potencia musical y televisiva de Europa liderada por la BBC. Y, para eclipse, el español, la enésima vez que la luna se pone frente al sol, aunque ya habrá tiempo para hablar de ello mientras aprovechamos para leer todo lo que tienen que contar exrepresentantes como Barei, Lucía Pérez o Soraya Arnelas y otros que deberían empezar a hablar para que den buena fe de que en esta casa todo sigue igual.

#EUROENSAYOS15M: Notas

1º. Francia: 10
2º. Italia: 10
3º. Países Bajos: 9
4º. Alemania: 7
5º. España: 5
6º. Reino Unido: 5