Eurovisión prometió volver y volvió más fuerte que nunca. Todavía no hemos recuperado la antigua normalidad, y quizá nunca lo hagamos, pero la vida continúa, la escribimos y la reescribimos las veces que haga falta, y aquí seguimos, contando historias.

Después de que perdiéramos los fotogramas del 2020, como los de 1964 que poco a poco está filtrando Pacino desde el Ministerio del Tiempo, este 2021 se ha vuelto a encender el piloto de rojo de nuestro querido festival y con ello la música, las luces, los ordenadores y, por supuesto, los ventiladores. No pudimos celebrarlo con grandes eventos en Róterdam, la ciudad holandesa que acogió el espectáculo por primera vez en 40 años, ni tampoco como solíamos hacerlo en nuestras casas y con nuestra gente, pero a todos se nos puso la piel de gallina cuando volvimos a escuchar en nuestras pantallas el Te Deum, cuando compartimos 15 días de ensayos, cuando vimos las gradas llenas de público, cuando disfrutamos de todas las emociones que comienzan con un “Let the show begin” y llegan al clímax con un “the 12 points goes to”.

Italia ganó por tercera vez Eurovisión y encontró la guinda que llevaba buscando desde su regreso en 2011. No fue una victoria más. Maneskin se convirtió en todo un fenómeno musical con vida más allá de la competición, traspasando las fronteras europeas y acercando a las nuevas generaciones a un festival que no deja de evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. Zitti e buoni fue un superéxito internacional, como lo han sido otros singles como I Wanna Be Your Slave o Beggin’ y también su álbum Teatro d’ira, haciendo de la banda el mayor éxito festivalero desde ABBA. Y precisamente el cuarteto sueco nos ha dado una de las mayores alegrías del año publicando un nuevo disco por primera vez desde 1981 que nos ha acompañado durante todas estas navidades con delicias como Don’t Shut Me Down, I Still Have Faith In You o Little Things, pero no vayamos tan rápido, que todavía hay mucho más que contar.

Francia ha culminado un año de gloria eurovisiva, primero rozando el triunfo gracias a una inmensa Barbara Pravi que nos devolvió a la época dorada de la chanson francesa, y después acogiendo el Junior en el que la armenia Malena se llevó a casa el minimicrófono de cristal y nuestro Levi nos hizo reír y bailar. Y Suiza que se asomó al podio por primera vez en 28 años y puso la banda sonora a la verdad de Rocío que nos mantuvo pegados a la televisión.

Blas Cantó finalizó su reinado como representante español con la bonita balada Voy a quedarme, dedicada a su abuela, y una correcta actuación protagonizada por una luna llena sobre el escenario. No fue suficiente y el intérprete murciano solo recibió 6 puntos del jurado y un 0 del televoto, el primero en una votación popular de toda la historia de nuestro país en el festival, quedándose en el puesto 24 y antepenúltimo de la clasificación. Probablemente, el camino que Blas comenzó en octubre de 2019 en los Estudios de Torrespaña en Madrid haya tenido demasiadas espinas que afectaron al resultado y a un balance final que solo el tiempo pondrá en perspectiva, pero confiamos plenamente en que su carrera artística será muy fructífera y daremos buena cuenta de ello.

El enésimo naufragio de TVE en aguas eurovisivas, al menos, sirvió para dar un golpe de timón en la pública. La recién constituida dirección de la casa firmó un contrato con el ayuntamiento de localidad alicantina de Benidorm para resucitar su viejo festival y convertirlo en una nueva preselección, si bien es cierto que el proyecto fue heredado de la ya cesada Directora de Entretenimiento, Toñi Prieto, a la que por un motivo u otro vamos a echar mucho de menos, pues toda buena historia necesita su némesis. La jefa de delegación Ana María Bordas ascendió y dejó su silla a la periodista Eva Mora que, previamente, había cubierto numerosas ediciones anteriores del certamen enamorándose de él al vivirlo en primera persona. “Al final las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuarán”, y así conocimos a María Izaguirre, la nueva Directora de Comunicación que ha puesto todo su empeño en organizar el festival que quieres. Ahora dilo tú. EL FESTIVAL QUE QUIERES.

Y así los eurofans españoles pasamos de un día para otro de la pesadilla en Prado del Rey al Sueño de una noche de verano con nuestro propio festival nacional, la implicación de la radiotelevisión pública de arriba a abajo, la colaboración de autoridades políticas en el proyecto y el beneplácito de toda la prensa especializada que llevábamos tanto tiempo reclamando cambios y mejoras y tratando de realizar una labor informativa y pedagógica sobre la realidad de Eurovisión.

Este capítulo termina mientras escuchamos por primera vez en una preselección española “o galego”, traído hasta aquí por vosotros, fieles lectores de nuestro portal; nos emocionamos con el homenaje a la figura femenina, y es que vivan las mamás y vivan las tetas; mandamos a los haters a la calle de la llorería, que nosotros ya lo lloramos; y nos despedimos de Raffaella, artífice del regreso de Italia en Eurovisión y, por consiguiente, de que la historia continúe en Turín.

Nos leemos.

Feliz 2022.