ZLATA, SUZY Y ANDREASSON NO SON CHICAS DEL MONTÓN

De un día del que Almodóvar no hubiera dejado escapar material para un gran guión, me gustaría dejar constancia. Un congreso más para la asociación más destacada  de eurofans españoles, OGAE España, que además de divertirnos con dimes y diretes de gestión interna y fácil exposición externa, supieron regalarnos con su esfuerzo de una jornada […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ZLATA, SUZY Y ANDREASSON NO SON CHICAS DEL MONTÓN

De un día del que Almodóvar no hubiera dejado escapar material para un gran guión, me gustaría dejar constancia. Un congreso más para la asociación más destacada  de eurofans españoles, OGAE España, que además de divertirnos con dimes y diretes de gestión interna y fácil exposición externa, supieron regalarnos con su esfuerzo de una jornada difícil de olvidar. Fue en la tarde en donde se concentraron el trío de ases internacionales que despertaron mi interés por estrenarme como columnista.

Menú sin entrantes pues se empezó con un plato fuerte: alta gastronomía a la vista. Si el show business se precipita inevitablemente hacía la constante provocación para no perder la atención del espectador infoxicado, tenemos para ello a una maestra entre nuestros vecinos lusitanos, aunque sea una residente en tierras árabes. Susana Guerra, Suzy, nos demostró el nivel que Eurovisión llega a alcanzar al permitirse descartar en semifinales a este gran personaje. Aunque no se presentara en su momento con una gran canción, detrás de Quero ser tua había una gran artista, fresca, divertida y muy competente. ¡Qué trabajo más complicado el de algunas delegaciones apagando estrellas!. El caso es que lo dió todo, alardeando de capacidad vocal emulando a Polina en A million voices, recreándose con desparpajo con su hit eurovisivo y marcándose un guiño con los presentes cantando La noche es para mí de Soraya. Como bajo los efectos de un hipnotizador salimos siendo fans todo el personal. Lo mejor del día, sin duda.

A media tarde, la estrella del cartel, dama noruega con alma sueca y bagaje como para varias horas más de congreso. Elisabeth Andreassen (Andreasson de soltera) nos sorprendió con una voz nítida más propia de una colegiala que de alguien con varias décadas sobre los escenarios, y supo conectar con el público con sus respuestas risueñas, cómicas y burlonas. Si se hubiese hecho una película muda de parte de su entrevista se hubiese necesitado mucho subtítulo para aclarar qué hacía esta histórica del festival levantándose, señalándose el estómago y a continuación su monte de Venús. Para quienes sospechen que acababa de perder el juicio les informo que nos señalaba dónde sentía un pellizco si la canción que le ofrecían la conquistaba. Y si los pellizcos se siguen dando a lo largo de su carrera seguirá luchando por volver al escenario que reinó en el 85 como integrante de Bobbysocks.

Para culminar la jornada una gran voz, clara, potente y  con un repertorio de gorgoritos muy personales. Zlata, con su Gravity y otros temas de su repertorio nos deleitó pero estuvo falta de acierto corroborando que su voz es muy blanca para interpretar At Last de Etta James (sin dejar de entonar perfectamente cada nota). Y ese sería mi síntesis: perfecta ejecución, discutible emoción. No dejó el mismo sabor de boca que sus predecesoras y no titubeó mucho ante preguntas comprometidas haciendo afirmaciones del tipo “Emmelie (de Forest) y su equipo eran los únicos que se imaginaban que ellos mismos podían ganar”; a eso en el pueblo de cada uno se le puede llamar de muchas sutiles maneras, pero está claro que no te permite quedarte con un buen sabor de boca. Gracias de todas formas por la visita, que en las circunstancias geopolíticas en las que nos encontramos, fue un esfuerzo añadido a destacar.

¿Hubo visitas matutinas?. Ah, sí, Giuseppe di  Bella, siempre entretenido, y Edurne, siempre dulce y alejada de polémicas, aunque sea vecina de Aquí no hay quien viva. De ellos estábamos más nutridos, poca novedad aunque fueron unas gratas visitas.

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