VIENA 2015: ¿QUÉ HUBIERA PASADO EN ESPAÑA SI…?

¿Qué hubiera pasado en España si TVE hubiese llevado al ESC 2015 a un afectado por acromegalia? ¿Y si hubiera elegido a una sordomuda? Imagínensela, por ejemplo, interpretando su canción con lenguaje de signos, tiesa como una estatua en medio de la pista y con una espectacular música épico-sinfónica de fondo. Podríamos hacernos la misma […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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VIENA 2015: ¿QUÉ HUBIERA PASADO EN ESPAÑA SI…?

¿Qué hubiera pasado en España si TVE hubiese llevado al ESC 2015 a un afectado por acromegalia? ¿Y si hubiera elegido a una sordomuda? Imagínensela, por ejemplo, interpretando su canción con lenguaje de signos, tiesa como una estatua en medio de la pista y con una espectacular música épico-sinfónica de fondo. Podríamos hacernos la misma pregunta con otros supuestos: Falete acompañado de un grupo de abuelitas extremeñas enlutadas y cantando por bulerías; o un grupo de paralíticos y tetrapléjicos, con sillas de ruedas y camillas incluidas, o bien tirados por los suelos del escenario; quizás a Las Supremas de Móstoles con barbas postizas; o tal vez a algún cantante invidente (que ya se probó en dos ocasiones, por cierto); etcétera, etcétera…

Sirva la pregunta inicial como punto de partida para la reflexión, ya que, aparte de eso, de este ESC poco se puede sacar. A mí me dio la sensación de estar viendo (no lo vi en directo) la misma gala final del año anterior, o la del 2007, es decir: más de lo mismo con los mismos en el mismo sitio, lugar y posición final. Y con la mismita música comercial de siempre. Eso sí, el niñato que ganó estaba buenísimo, a pesar de que su canción no valiese un pimiento frito. Y la realización del evento fue de feria de pueblo. Se veían más las cabezas y las banderitas del público que el escenario. Los oftalmólogos vieneses, además, están de enhorabuena: durante lo que queda de mayo y el próximo junio, harán el agosto.

En los últimos cuatro años hemos llevado a Eurovisión a tres divas con balada épica, la mar de majas y esbeltas, al más puro gusto del eurofan medio español. Dos de ellas con ventilador y una pasada por agua; aunque la del 2012 parecer ser que se ha retirado de este mundo cruel a un convento de clausura, tal como le ocurrió a Coral Segovia. A la de este año 2015 los entendidos de este país la pusieron a caldo desde el principio a la pobre. ¿Qué pasaría, dentro del mundillo eurofan, si TVE eligiese a una persona de 200 kilos de peso cantando flamenco el año que viene? A todo esto me pregunto pues: visto lo visto, ¿qué leches quieren llevar los eurofans a Eurovisión, si se puede saber?

Dicen por ahí que Eurovisión es “frikismo” total. Que quien gana no es el mejor cantante o canción, sino aquel que sabe montarse bien el numerito de circo en el escenario, o bien aquel país o televisión que interesa más que gane por motivos económicos. Pienso que en parte es verdad, pues a mí siempre me ha dado la sensación (ya lo he comentado otras veces) que en esta competición musical se da más importancia a lo que se ve que a lo que se escucha o se oye. ¿O es que alguien en Europa dudaba el año pasado, a las alturas del mes de marzo, que Austria iba a ganar? Ya en octubre de 2013 corrió la voz, a lo largo y ancho de este mundo, de que una mujer barbuda se presentaba a Eurovisión. La canción, no obstante, se dio a conocer la última. Todo un complejo y bien orquestado sistema de marketing rodeó a la candidatura todo el tiempo. Al final acabó ganando, como era de esperar.

En cuanto al tema del “frikismo”, creo que, o bien la palabra ha adquirido doble sentido, o tal vez no la empleamos bien. Se le suele dar a “friki” el significado de raro, extravagante, obsceno o ridículo. O al menos ese es el que se le da, cuando se califica así algo relacionado con Eurovisión. La palabra viene del término inglés freak, que en realidad se refiere a algo raro que se sale de la norma, y también a las anomalías físicas humanas. En el cine se empleó por primera vez para calificar a los auténticos fenómenos de feria en aquella obra maestra del año 1932, que se tituló precisamente así, Freaks. En España se conoce como La parada de los monstruos. Es una obra de arte absoluta que fue vapuleada y vilipendiada en su día por el asco que produjeron las imágenes de aquellos seres que pululaban por allí: la mujer barbuda, las hermanas siamesas, el hombre tronco, las cabezas de alfiler, los enanitos, una persona afectada de gigantismo, etc. La película dura sólo una horeja escasa. Vale la pena verla y sumergirse en ese circo, créanme.

Mi más absoluto respeto para todos aquellos a los que les haya tocado vivir en una sociedad injusta, la cual no les acepta por ser diferentes a la norma establecida. Por supuesto, todo el mundo tiene derecho a realizarse en la vida como persona y a demostrar sus cualidades artísticas, literarias, científicas, o lo que sea. Pero, dicho esto, ¿es lícito que en un concurso musical acaben beneficiadas ciertas candidaturas o participantes, por motivos estrictamente extra-musicales, ya sean políticos, económicos o de otra índole (características físicas del cantante, edad, raza, etc.)? Mi respuesta es rotunda: NO.

Volvamos al ejemplo de la sordomuda con fondo musical. ¿Se acuerdan de Marlee Matlin? Marlee Matlin no era cantante, fue una actriz a la que le concedieron el Oscar por Hijos de un Dios menor, en 1987. No es que fuera buena actriz, pero como tuvo que hacer de sordomuda, al tener ella misma esa discapacidad física en la vida real, interpretó su papel a la perfección. Desde entonces no se ha vuelto a saber más de ella. Se la tragó la tierra. ¿Qué habrá sido de aquella entrañable mujer? ¿Acabaría con los años vendiendo su Oscar al chatarrero para sacarse un extra y hacer así más llevadera su vida en la beneficencia norteamericana?

Hay casos más escandalosos: aquellos actores que, siendo “normales”, les toca interpretar el papel de disminuido psíquico o físico, y, aún haciéndolo mediocremente, la sensiblera academia hollywoodiense, deshecha toda en lágrimas, les otorga el Oscar sí o sí. 

Ya ve usted, querida lectora, querido lector, si le apetece triunfar en Hollywood, no lo dude. Preséntese a un casting un año de estos, para interpretar cualquier papel de ese estilo. La fama es casi instantánea, haga como lo haga. No se preocupe. Y la salida de la crisis es prácticamente segura. Mejor aún, si le gusta más cantar, disfrácese de bicharraco de La Guerra de las Galaxias, del mismo estilo que Verka Serduchka, por ejemplo, o, si es usted mujer, póngase barba y rabo postizos, y acuda de esa guisa al Festival de Eurovisión. Pero, eso sí, asegúrese de representar a algún país del este, centro o norte de Europa. Ni se le ocurra por un momento presentarse por España, porque si es así, desde el comienzo de la temporada hasta la gala final de mayo, ¡que no le pase ná!

Los mejores temas del ESC 2015 según veredicto de Linda Martínez:

Favorita: Rhythm Inside, Loïc Nottet, BÉLGICA

– Love Injected, Aminata, LETONIA
– Unbroken, María Olafs, ISLANDIA
– Tonight Again, Guy Sebastian, AUSTRALIA
Walk Along, Trijntje Oosterhius, PAÍSES BAJOS
– De la câpat, Voltaj, RUMANÍA
– I am yours, The Makemakes, AUSTRIA
– Amanecer, Edurne, ESPAÑA
– A monster like me, Morland & Deborah Scarlett, NORUEGA
Goodbye to Yesterday, Elina Born & Stig Rästa, ESTONIA

Loïc Nottet, de Bélgica, y su Rhythm Inside, la mejor canción y una de las propuestas más alternativas y originales.

Actuación de los representantes de Finlandia en Eurovisión 2015. No tuvieron tanta suerte como la mujer barbuda, Conchita Wurst. Tampoco la tuvo la cantante polaca.

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