Ya lo tenemos todo. Hemos escuchado y nos hemos descargado todas las canciones, hemos visto todos los vídeos, hemos opinado, los amigos de los tops han hecho los suyos, hemos encumbrado a las divas más arriba de lo que la cordura permite y hemos condenado a los calores perpetuos del infierno a aquellos cantantes cuyos temas denostamos. Pero no contábamos con el factor sorpresa. Las versiones definitivas.

Queridos eurociegos míos, no sé si a vosotros este año os ha pasado algo similar. En la presente temporada eurovisiva, yo no tenía especial interés en hacerme a toda velocidad con todos los temas del concurso, ya que sabía (por experiencias de años anteriores) que las canciones cambiarían, y seguirían cambiando hasta ser irreconocibles y parecerse poco o nada a la primera versión. Esa versión primigenia que en un momento dado nos enamora perdidamente o nos hace odiar profundamente cierto tema. Esa versión que luego desaparecería para dar paso a las nuevas y definitivas composiciones festivaleras.

No, no me entendáis mal. No estoy en contra de los trabajos de postproducción musical, ni quiero hacer desaparecer el gremio de los arreglistas. Lo que me parece fatal es que los fans del festival estemos a la desesperada por conocer las canciones y luego nos las cambien una y otra vez. Por eso este año no he tenido mucha prisa en escuchar los temas según iban saliendo. “Total, ya los cambiarán” pensaba yo. Así que hace relativamente poco, una semana, consideré que ya era hora de escuchar todos los temas (me faltaban más de la mitad), creí que ya había pasado el tiempo prudencial para que no aparecieran muchas nuevas versiones más. Pero me equivoqué, a lo largo de los días han aparecido nuevos arreglos, nuevas melodías, nuevos acompañamientos y nuevos instrumentos.

Esto no es serio. Si una canción con malos arreglos gana una final nacional, no serán unos arreglos tan malos. ¿Para qué cambiarlos, entonces? Muchos arreglistas han desvirtuado el espíritu original de la composición, de una versión inicial que a muchos eurofans les gustaba. También es cierto que muchas canciones mejoran con estos arreglos, pero… ¿por qué dejar el trabajo de postproducción para el último momento? ¿Por qué no se adelanta todo ese trabajo antes de la selección nacional? Es engañar en cierta medida a la audiencia que votó por cierta canción en la competencia para acceder a Eurovisión. El público elige una canción y va otra completamente distinta.

Con todo esto quiero llegar a que me parece poco serio dejar para los últimos meses las versiones definitivas. Entiendo que el directo no puede ser exactamente igual a la versión en estudio, lo cual se agradece ya que no queremos playbacks ni nada que se le parezca, pero no me gusta tener que estar pendiente de los últimos cambios que va experimentando cada canción. Es mucho trabajo decidir qué canción me gusta, cuál no y ver que tengo que alterar mis opiniones debido a que se van cambiando. Si no confían en la versión inicial de su canción, que se retiren del concurso. O, y ahí está el meollo de la cuestión, que adelanten toda la postproducción antes de presentar la versión definitiva a Europa.

La única explicación que se me ocurre para estos bailes de versiones y arreglos es que las delegaciones temen que su canción no esté a la altura viendo las siguientes que van saliendo o que sin unos vagos y unos negligentes que esperan a que salgan las apuestas de las casas londinenses para ahorrarse un trabajo en caso de quedar los últimos. Es decir, que no me entra en la cabeza, con lo fácil que es prepararlo todo antes de presentarlo y ahorrar el esfuerzo a los eurofans… porque un trabajo terminado, siempre es mejor y dará mejores opiniones que las maquetas. ¿O acaso quieren sorprendernos a mitad de temporada con una nueva versión? Pues no lo consiguen, porque yo, personalmente, al estar acostumbrado a la primera versión, me cuesta una temporada hacerme a los nuevos arreglos.