Termina el ciclo eurovisivo

Una vez más terminamos el ciclo eurovisivo y probablemente el que peor sabor de boca les deje a muchos ya que hemos terminado un año con una calidad musical bastante moderada y una propuesta española mediocre que ha dejado a España caer hasta la última posición. El ganador, Salvador Sobral, se llevaba la victoria en una noche con […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Termina el ciclo eurovisivo

Una vez más terminamos el ciclo eurovisivo y probablemente el que peor sabor de boca les deje a muchos ya que hemos terminado un año con una calidad musical bastante moderada y una propuesta española mediocre que ha dejado a España caer hasta la última posición. El ganador, Salvador Sobral, se llevaba la victoria en una noche con muchos temas de “radio fórmula” y demostrando que no es necesario grandes puestas, ni nada espectacular para triunfar en el festival. También subían al preciado TOP3 los moldavos quienes con una propuesta desenfadada pasaban por encima al sueco Robin e incluso del favoritísimo Francesco quien no tuvo su mejor noche haciendo un “Amir” un año más cayendo al 6º puesto por una insuficiente propuesta visual que potenciase ese Occidentalis Karma. 

Analizando un poco más en concreto a España no creo que haga falta formular el “te lo dijimos” porque me parece absurdo ya que este año ha dejado mucho que desear RTVE, Manel como artista y España como apoyo. La televisión pública pese a que no me cansaré de decir que no me parece la absoluta responsable de todo no ha estado a la altura un año en el que pese a las graves acusaciones que recibió en Febrero y que ha seguido recibiendo haciendo “oídos sordos” a cualquier réplica. Manel por su parte en el escenario estuvo descafeinado, con una voz muy justa sin ni siquiera contar su desafine y eso sumado a su canción de la que no se podía sacar gran partido en la producción eurovisiva fue la elaboración perfecta de esa última posición para quitarle la corona a ESDM del peor resultado eurovisivo de la historia de España. Además por parte de Ana María Bordás y el representante mostraron una actitud algo soberbia durante la pequeña rueda de prensa al artista en cuando a su actuación afirmando cosas tales como que “no había autocrítica” por parte de Manel o una actitud algo desafiante por parte de la jefa de delegación cuando se le preguntaba acerca de posibles cambios para mejorar el resultado en próximas ediciones. La conclusión es que este año la delegación española al completo a dejado mucho que desear desde la elección donde no se quiso dar la cara hasta la última declaración de “chicos ya está, venga”. Para quien vive el festival con ilusión e invierte su tiempo en él me parece una falta de respeto. No obstante me refiero a la actitud en general ya que Manel no ha dejado de ser correcto en casi todas sus apariciones pese a no ser demasiado crítico con él mismo ni aun cuando ha recogido el resultado.

En cuanto a España desde el principio creo que se hizo mal, sobraron los insultos, las descalificaciones y una imagen al exterior tan poco agradable. Es lícito que no nos guste el tema porque es cierto que se quedaba pequeña para presentarla a uno de los certámenes musicales más importantes del mundo, pero aun así por delante de todo se debe respetar el trabajo de los demás. Lógicamente respetar no significa no expresar la opinión personal porque pese al trabajo que hay detrás hay veces que el resultado, como en todo y no solo en eurovisión, no da el resultado que debe dar y no gusta. 

En lo que al festival se refiere como ya decía antes ha habido un nivel muy tibio con canciones de radio fórmula que sonaban a otros y con puestas en escena que no destacaban aunque fuesen muy elaboradas porque ya se había visto. Dentro de esto el búlgaro Kristian Kostov hizo una actuación sublime técnicamente, con un sentimiento y un aplomo encima del escenario digna de un ganador de festival y dejando a Bulgaria en lo alto de la tabla. También destacaron canciones más étnicas como las de Rumania y Hungría que de nuevo, en un año de sonidos similares fue lógico que destacasen. También fueron sorpresa la caída del Reino Unido hasta la 15º posición o la de los armenios y daneses que solo conseguían la 18º y 20º posición, respectivamente. El Big Five en conjunto no obtuvo los resultados deseados pese al buen, pero insuficiente, puesto sexto de Italia. Tampoco Francia se colaba entre los diez primeros y Alemania y España a la cola, pese a que Alemania conseguía irónicamente su mejor marca desde 2014 al arrebatarle el puesto de farolillo rojo el español Manel. 

El ganador Salvador Sobral fue brillante y transmitió el sentimiento de su canción pese a no ser eurovisiva ni cumplir los “requisitos” de ganador de Eurovisión dejando paso a todo tipo de géneros en próximas ediciones y con cierto temor a nivel particular de que haga de nuevo el efecto Jamala el próxima año y todo vuelva a llenarse de baladas, aunque ya se sabe que en el festival quien no innova no consigue el micrófono de cristal. Aun así cabe destacar que como Jamala en YouTube se ha convertido en uno de los videos más impopulares del festival con un gran número de visitas pero con un número considerable de “dislikes” quizás por ese estilo particular que si al público eurofan lo tenía ganado casi al completo quizás no es así con el que vio el festival sin ser seguidor habitual del certamen. Aun así Portugal después de muchos intentos fallidos consiguió levarse la victoria a casa y seguro que el año que viene Portugal estará lleno de españoles sintiendo casi esta victoria como propia. 

Del país ganador me gustaría hacer una última objeción y es que este año ha tenido gran dificultad Ucrania para organizar el festival por evidentes problemas de presupuesto, pero el año que viene nos encontraremos un escenario parecido con un país que se ha llegado a retirar del festival en alguna ocasión por su mala situación económica. Si bien es cierto que el festival hace recaudar gran cantidad de dinero al país anfitrión también requiere una gran inversión y pese a que este año ha sido el año del minimalismo, no es Eurovisión un festival en el que se pueda escatimar en gastos porque la superproducción debe estar a la altura del título que en boca de muchos esta, y es que el espectáculo audiovisual más impresionante del mundo.

A esperas de que se resuelta mi última duda ha sido un placer como todos los años seguir el festival con todo y espero hacerlo de nuevo en Lisboa 2018. Eurovisión aun con las críticas es un festival que se renueva constantemente y prueba de ello es los años que lleva en emisión con altas audiencias a nivel europeo y es impresionante todo lo que gira en torno al festival. Espero que le queden muchos años porque todos los años más de acuerdo o menos con los resultados espero una ¡Larga vida a Eurovisión!

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