OTRAS VERSIONES, OTRAS VOCES

En pleno verano, qué mejor que recordar canciones de Eurovisión, pero cantadas por otros que no fueron los protagonistas que vimos en el Festival. Esas versiones que a veces fueron polémicas, otras que se hicieron posterior al éxito eurovisivo y relanzaron carreras y algunas que no fueron escogidas en su año, porque ante dos interpretaciones de lo mismo se optó por una y no por la otra.
Un tema que fue todo un descubrimiento y un bombazo para su artista fue la versión que Marc Perrot o El chaval de la Peca hizo del popular «A-ba-ni-bi», tema ganador de Eurovisión en 1978. Fue increíble ese verano lo que pegó el tema en las radios y en la televisión y es que como ya era muy popular en su día, no hubo problema para relanzar algo que ya era excelente en la voz de Yizhar Cohen. Marc Perrot nació en Barcelona en 1967 y es un confeso eurofán que ama los revival. ¿Le veremos alguna vez en Eurovisión? Confesó siempre que quiso ir, que era uno de sus sueños. Es uno de los artistas más polifacéticos que tenemos en Cataluña y su voz ha protagonizado muchos anuncios de televisión de todos conocidos. El uno de los mejores versionadores de temas que tenemos, eso es evidente.
En 1970 el tema «Gwendoline» tenía dos propuestas, la de Julio Iglesias que nos representó en Amsterdam y la de Rosy Armen que no desmerece para nada la primera. La cantante de origen armenio pero nacida en París defendió muy bien el tema en la preselección española, pero la canción la cantó en Holanda su autor que era Julio Iglesias. No había otra. Con todo os dejo la actuación de Rosy, una artista que se prodigó mucho en nuestro país en aquellos años, pero que su carrera la hizo más en Francia, tenía un estilo muy similar a la gran Frida Boccara. Su último ábum lo hizo en 2001, pero el primero lo editó en 1963, con una carrera musical que empezó en 1961 con su primer sencillo, «Moi que t'aimais». Es una de las cantantes francesas más reconocidas en su país y fuera de él, sobre todo en Europa del Este y Estados Unidos.
Menuda risa me dió escuchar al señor Iñigo, super entendido en música, el día del Cincuenta Aniversario de Eurovisión en 2005 decir que la canción de Alemania 1979, «Dschinghis Khan» era igual que el tema de Iván, «Sin amor». Es justo al revés. Iván lanzó a finales de 1979 su mayor éxito, Sin amor, cuando los alemanes ya habían conquistado en Jerusalén en marzo el quinto puesto en el Festival de Eurovisión. En nuestro país la versión que recordamos es la de Iván, para el gran público, porque superó hasta el orginal y se prodigó en Sudamérica de una forma bestial. Iván se convirtió en estrella desde entonces, algo que debe agradecer a un tema de Eurovisión, eso no se puede olvidar, pero si alguien lo quiere olvidar, para eso estamos nosotros, para referescar memorias.
La ya fallecida Annie Palmen era la otra propuesta para representar a Países Bajos en 1960, pero se optó por el también desaparecido y añorado showman, actor y cantante Rudy Carrell. La divertida canción «Wat een geluk» tuvo sus dos versiones porque en esa preselección, y en aquellas que hacían los holandeses, cual cantantes de Sanremo, hacían la versión femenina y masculina del tema. Ahora veremos la de Annie, que aunque a mí me encante Carrell, ese estilo tan refinado de la Palmen tampoco es poca cosa. Ella tendrá su oportunidad en 1963 con «Een speeldoos», que precisamente hará en la televisión holandesa un dúo con su competidor de 1960, el gran Rudy Carrell, eran muy amigos, no cabe duda, y profesionales como los que más.
Como he hablado de Sanremo, no podemos dejar de lado 1966, año que Italia se llevó un enorme chasco eurovisivo con ese injusto cero. Quizá Domenico Modugno no era el mejor candidato ante una Gigliola Cinquetti flamente triunfadora del Festival dos años antes. La canción «Dio come di amo» tuvo casi más repercusión en la voz de la veronesa que en la del sureño Modugno, que aunque fuese el autor del tema, no le dió la energía que merecía la canción. La cantó con un halo de tristeza y una forma tan sobreactuada que se la cargó en directo. Su época del «Volare» eran otros años. Con todo, no lo perjudicó, ni mucho menos. En Italia los desastres festivaleros nunca mataron al artista, son bastante más justos que en nuestro país, no cabe duda.
Otra canción ganadora fue «'N Beetje» en 1959, ahora la debemos recordar con especial atención ya que no hace mucho perdimos a Teddy Scholten. Pero es que en su año, se hizo también la versión masculina en la voz de otro artista holandés de los más conocidos y queridos por aquellos pagos, John de Mol. Suena tan distinta que no parece ni la misma canción, pero lo es. Y yo me preguntó, John de Mol, el eterno candidato de los Países Bajos que nunca pisará el escenario de Eurovisión, hubiese ganado en Cannes con su versión. Eso lo dejo para el debate, pero en mi opinión creo que no.
Para acabar esta columna, que tendrá una segunda parte, y si queréis hasta una tercera, porque hay muchas más canciones para recordar puestas en otras voces a la de los protagonistas, quiero dejaros a mi paisano Joan Manuel Serrat y su polémico «La, la, la». Como la historia la conocemos de sobra, y además podéis revisarla en nuestra biografía de Massiel publicada en esta web y en nuestra flamante y estupenda sección de historia, no incido más en el tema. Sólo digo que el caso Serrat todavía está en la mente de la gente, más de 40 años depués, es de esas historias que como el propio Serrat contó formarían parte de un sainete, de esos sainetes de Arniches tan y tan castizos, como la misma España en que vivimos. Y mantengo el debate, ¿Serrat hubiese dado la primera victoria a España? Aquí no me pronuncio, lo dejo para amplio debate, y pongo la versión en castellano y en catalán, para gustos, los colores. Ala bonicos, y a no pasar muchos calores, que tenemos canícula para rato.
Conversación