NOCIONES EUROVISIVAS

Confieso que cada vez que llega un “acontecimiento” eurovisivo (léase el propio festival, las semis, la selección de la canción española, la pre, la publicación del escenario, del vestuario, el primer ensayo, el segundo…) se me ponen los vellos como escarpias al prever la avalancha de comentarios acelerados, sentencias grandilocuentes, y descalificaciones definitivas que inexorablemente […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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NOCIONES EUROVISIVAS

Confieso que cada vez que llega un “acontecimiento” eurovisivo (léase el propio festival, las semis, la selección de la canción española, la pre, la publicación del escenario, del vestuario, el primer ensayo, el segundo…) se me ponen los vellos como escarpias al prever la avalancha de comentarios acelerados, sentencias grandilocuentes, y descalificaciones definitivas que inexorablemente adornan ésta y otras webs del entorno eurofán. Hasta tal punto es así, que resulta casi raro encontrar un comentario tranquilo y sereno. Ya lo decía alguien por ahí: el sentido común es el menos común de los sentidos.

Servirá de poco, pero no me quedo a gusto si no lanzo por aquí esta reflexión que tal vez (lo digo sin mucha convicción, la verdad) contribuya a calmar algo los ánimos.

En realidad lo que expongo a continuación son sólo algunas de las cosas que he aprendido en mis “taytantos” años de vida en general, y en esos mismos años (menos cuatro o cinco por razones obvias) de experiencias eurovisivas en particular. No hablo como experto, pues no me dedico profesionalmente a ninguno de los ámbitos que intervienen en el festival. Lo expongo esperando que alguien aprenda algo, como yo intentaré aprender de los comentarios que suscite, desde la humildad, e intentando aplicar un poco de lógica y sentido común. Allá va:

1- Es sólo Eurovisión. Para algunos de nosotros supone un entretenimiento importante, quizás incluso el más importante del año, pero es un concurso de canciones. Sólo eso. No está en juego ni el prestigio de un país, ni su futuro, ni nada que se salga estrictamente del concurso de canciones; concurso que, por mucha audiencia que tenga, la mayor parte de la gente NO VE. Así que, de momento, quitemos un poco de trascendencia al asunto. Dicho de otro modo: relájate y disfruta.

2- Sobre gustos no hay objetividad posible. No se puede decir “objetivamente esta canción es mejor que esta otra”. Algo objetivo es algo que se puede medir, comprobar y verificar, y éste no es el caso. Si eres un experto musical (y no me refiero a alguien que escucha mucho la radio o alguien que canta muy bien, me refiero a alguien experto realmente, que conoce y domina estilos de música muy diferentes, que sabe quienes son los maestros del rock, del jazz, de la música clasica, del pop…) podrás tener muchos más argumentos para debatir sobre las cualidades de tal canción o tal otra, pero aún así, lo que nos guste o no una canción seguirá siendo una cuestión personal. Y ni yo “estoy sordo” porque me guste esa canción que tu odias, ni tú estás loco por decir que te encanta esa otra que quedó la última.

3- Aquí las opiniones las exponen individuos, no colectivos. Es muy frecuente ver “los que el año pasado decíais que… este año decís que..”. ¿Seguro? Vale, de acuerdo en que el año pasado había un montón de gente que opinaba lo contrario que tú sobre Ruth Lorenzo. Pero ¿seguro que son esos mismos los que siguen opinando lo contrario que tú sobre Edurne?. Aquí no hay “Equipo A” y “Equipo B”. Ni tigres ni leones. Me temo que el seguimiento de los comentarios que hace cada uno, en esta web, no hay alma que lo pueda hacer. Así que, nuevamente, un poco de calma. Ya sé que a veces cuesta creerlo, pero no todo el mundo está contra tí. Es más, si te paras a leer los comentarios del que opina diferente sin entenderlos como un ataque personal, tal vez hasta te aporte un nuevo punto de vista en el que tú no habías reparado.

4- Un poco de humildad no viene mal. Si fueras un profesional de la escenografía, o de la música, un coreógrafo, o un productor musical, seguramente sabrías que no es nada fácil dar con la tecla del éxito. Todas las canciones que se presentan vienen con un trabajo profesional por detrás, y solo un puñadito se podría decir que triunfan, dos o tres por año. Tenlo claro: alguien que seguramente sabe más que tú ha decidido que la melodía, el arreglo musical, los giros de voz, los coros, la escenografía, la coreo… sean así, y no como tú dices. Claro que podemos opinar. Un “a mí no me gusta”, o incluso un “yo creo que eso en el festi no va a quedar bien”, son perfectamente admisibles. Un “quién es el tarado que ha hecho esa cagada” e improperios similares, no.

5- Un plagio es un plagio. Una canción que se parece, que nos recuerda, que empieza como, que nos suena igual que… otra canción, no lo es. Incluso hay canciones cláramente inspiradas en otras (reconocido incluso por sus autores) que no son plagios. El rock, el pop, y sus derivados, se mueven básicamente en 4 o 5 acordes. Hay obras maestras que tienen 2 acordes en toda la canción. Es facilísimo que una canción nos recuerde a otra que ya hemos oído. Pero esto ni la convierte en plagio, ni le quita mérito al autor. Como mucho la podríamos acusar de poco innovadora. Pero es que, ¿quien puede estar seguro de no estar copiando sin querer alguna de las infinitas melodías que se hayan creado antes?. Sin embargo, plagiar es copiar literalmente, tomar un buen trozo de la melodía, o de un arreglo musical característico, y plantarlo en otra canción. Y sobre todo: plagiar es denunciable. Nadie está más interesado que su legítimo autor en denunciar un plagio. Si no lo ha hecho, créeme que no es porque no haya llegado a sus oídos.

6- Desafinar es desafinar. Cantar demasiado suave o demasiado fuerte, tener una voz demasiado desgarrada o demasiado estridente, hacer arreglos vocales que no nos gustan, tener la voz temblorosa… no lo es. Es raro que un cantante profesional desafine lo suficiente como para que un no experto (como la mayoría de nosotros) se dé cuenta. Si quieres oír a alguien desafinar de verdad, baja al karaoke de la esquina y verás. 

7- En Eurovisión no hay verdades absolutas. Empiezo poniendo un ejemplo: estoy leyendo que a mucha gente la canción de Edurne le parece plana, siendo eso un defecto que al parecer la incapacita para aspirar a ganar. Y sin embargo pocas veces he visto en Eurovisión una canción más plana que “Calm after the storm” del dúo holandés del año pasado, que sin embargo resultaba mágica y preciosa para muchos. La historia eurovisiva está repleta de canciones que “a priori” reunían todos los ingredientes que se le suponen a una canción triunfadora, y que acaban en el fondo de la tabla. Y viceversa, cada año se cuela entre las primeras alguna que ni por lo más remoto reúne los ingrediéntes que todos vemos como triunfadores. A mí me gusta pensar que la clave del éxito es una fórmula secreta que nadie conoce, como la de la coca cola. Es magia. Es una chispa que salta o que no salta. La experiencia que todos tenemos en este certamen hace que, poco a poco, vayamos acercándonos a esa fórmula, o sepamos olisquearla cuando la tenemos cerca, pero las variantes son tantas, las combinaciones tan diferentes, y los gustos tan variables con la geografía y con el tiempo, que esa formula será siempre un misterio. Y gracias, porque ese es parte del secreto del éxito del festival. 

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