NO VAMOS A GANAR

Me he dado unos cuantos días para reflexionar, asimilar mi experiencia eurovisiva y volver a ver la gran final con tranquilidad desde la comodidad de mi televisión y mi sofá. Con el doble sentido del título creo que se resume la actitud de la delegación española ante el festival de Eurovisión. Otro año más quedamos […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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NO VAMOS A GANAR

Me he dado unos cuantos días para reflexionar, asimilar mi experiencia eurovisiva y volver a ver la gran final con tranquilidad desde la comodidad de mi televisión y mi sofá. Con el doble sentido del título creo que se resume la actitud de la delegación española ante el festival de Eurovisión. Otro año más quedamos hundidos en el bottom 5 junto con Reino Unido, con la diferencia de que los británicos el año pasado al menos tuvieron una pequeña alegría. Otro año más que seguimos sin hacer los deberes, sin que captemos la atención del resto de los países. Llevamos viviendo este bucle ya varios años como si fuera un día de la marmota eurovisiva.  Otro año más que como eurofan me siento maltratado y no representado por nuestra delegación.

Y para nada se le puede echar la culpa a Alfred y Amaia. Ellos lo han hecho lo mejor que han podido y han sabido. Han cantado fenomenal y nos han cautivado. Todo el mundo, toda España, coreaba la canción y la parroquia española se hizo notar y mucho en Lisboa. Han tenido que aguantar los ataques de la prensa más rancia, ultra, casposa y cavernícola de este país, de lo peor del periodismo que hay ahora mismo en España. Desde aquí darle la enhorabuena y desearle una carrera llena de éxitos tanto como cantantes como compositores.

Ya se ha hablado largo y tendido de la puesta en escena. Claro que requería algo sencillo y que ellos fueran los protagonistas, pero de sencillo se quedó en simple. No se llegó a transmitir del todo el mensaje clave, que era la historia de amor entre Alfred y Amaia. No esperaba bailarines, ni hologramas ni nada parecido, no hacía falta. No obstante la narración de la historia se quedó a medio hacer. Faltó un clímax, un momento álgido. Se podían haber explotado mucho más las posibilidades del escenario de Lisboa como sí hicieron otras propuestas similares, como las de Lituania o Irlanda.

Para colmo de males, hemos tenido que soportar la soberbia y los malos modos de Tinet Rubira. Una persona que yo considero un genio que ha creado programas como Tu cara me suena y que es una referencia de la televisión de este país, pero que no se ha enterado de lo que es Eurovisión y que parece que hubiera venido a esto a la fuerza. Simplemente se ha tomado la actuación española como una gala más de Operación Triunfo. Para rematar ya conocemos la actitud que ha mantenido a lo largo del certamen: bloqueos a diestro y siniestro en Twitter (incluido a periodistas de esta página, que algo sí saben de Eurovisión); respuestas fuera de tono; no aceptar ninguna crítica o sugerencia por muy constructiva que esta fuera; comentarios en la radio catalana del tipo “Eurovisión es un festival de cancioncitas” o referirse a Netta como “una gordita que desafina”. A eso se le llama hacer patria, señor Rubira.

A lo que concierne. No vamos a ganar. Mucho me temo que España, o la delegación española en este caso, sólo va a actuar y no a competir (de ganar mejor ni opinemos). RTVE va a cumplir el expediente y hasta el año que viene. No conseguimos entrar en el Top 10 desde el año 2014 con Ruth Lorenzo, y superar este desde el año 2003 con Beth. Y como todos sabemos, esta racha empezó desde la entrada de Federico Llano y Toñi Prieto. ¡Qué lejos quedan aquél sexto puesto de David Civera y el séptimo de Rosa! Me acuerdo aún que aquello fue como un fracaso, pero ahora nos parece una utopía.

Esto ya tendría que ser un dato para hacernos reflexionar, sobre todo por prestigio patrio dentro del festival. No obstante, mucho me temo que los jefes de la delegación española van a reflexionar poco. Mientras la susodicha siga siendo la jefa de la delegación española poco va a cambiar. Teníamos ciertas esperanzas con la llegada de Ana María Bordás, pero seguimos en la misma. Y visto lo visto, aquí está el otro sentido del título de mi columna: en este plan, nunca vamos a ganar. No me valen excusas de “Eurovisión es así” o “La televisión tal o cual no nos entiende”. Todos los años hay algún motivo para el escaqueo de estos señores.

He llegado a pensar que lo mejor que podríamos hacer es retirarnos durante al menos un año para reflexionar, pero va a ser que no merece la pena. No se lo merecen los eurofans, no se lo merecen los telespectadores en general. El festival en España está adquiriendo cada vez más popularidad en este país, en parte gracias al fenómeno de Operación Triunfo, una cantera que no debemos desaprovechar. En Portugal la numerosa parroquia española lo dio todo por Amaia y Alfred, y vaya que si hicimos ruido corenado Tu canción  dentro y fuera del Altice Arena. No tiene sentido una retirada cuando no hemos trabajado lo suficiente como para valorar esa posibilidad. 

Lo que sí sería necesario es hacer borrón y cuenta nueva con la delegación española. Ya sé que esto se repite año tras año, pero desde altas esferas deberían hacer dimitir o cesar a nuestra delegación. Necesitamos un grupo de gente ilusionada, que ame el festival, que trabaje desde el primer minuto por, para, y en exclusiva para eurovisión. No es justo que en este país el programa no deportivo más visto del año se le trate de esta manera. Y tenemos un referente muy cercano; desde que Edoardo di Grassi tomó las riendas de la delegación francesa se han notado los resultados.

Y finalmente otro aspecto muy importante: el maltrato que se le hace a la cultura musical en este país en general, y más grave aún es que este hecho suceda en una televisión pública, que debería ser un referente del servicio público también con contenidos musicales. Salvo honrosa excepciones como Radio 3, la música en la televisión de este país ha quedado relegada principalmente a concursos, y a programas de horario sólo para noctámbulos e insomnes. Echo mucho de menos programas de actualidad musical en prime time con entrevistas y actuaciones en directo, tanto de artistas consagrados como noveles. Por último, sobre el proceso de selección de nuestra canción, eso daría para hablar y mucho, pero ese ya sería tema de otra columna.

Actualización 

El pasado domingo 28 en la emisión del programa “RTVE responde”, donde se trató la polémica de los malos resultados de España en el festival de Eurovisión en el minuto 4'45″. Estábamos expectantes esperando que Toñi Prieto diera la cara, aunque finalmente se leyó un comunicado suyo. Parafraseando a Toñi, vino a decir que es muy atrevido afirmar que no se quiera ganar Eurovisión, reconoce que el equipo encargado no se dedica en exclusiva a ello, que los diversos formatos de selección aportan variedad de posibilidades y que estarían encantados de organizar el festival. 

En otras palabras, más de lo mismo. Esta señora lleva echando balones fuera desde que se la empezó a cuestionar junto a Federico Llano. Si de verdad tuvieran ganas de organizar el festival, se lo tomarían tan en serio como otros países que conocemos, pongamos Francia, Bulgaria o Italia como ejemplos. Y no, la variedad de formatos que se han elegido sólo aportan incertidumbre. ¿O hemos de recordar que elegir OT como selección para Eurovisión fue algo improvisado, dejando en la estacada a Diana Navarro? Además hay que recordar la poca caballerosidad que tuvieron con ella, que se tuvo que enterar precisamente en aquella gala.

Y no es cierto que se trabaje todo el año. Al menos aparentemente es así. Otros países empiezan a pensar en el próximo certamen al día siguiente de la final. De España no se tienen noticias hasta enero normalmente. A lo mejor el problema es que no hay una delegación que se dedique en exclusiva y sólo piense en el festival. A lo mejor otro problema es que parece que la todo lo concerniente a nuestro representante es sólo fruto de la improvisación, desde que se elige hasta la puesta en escena final. A lo mejor es que debería haber un formato estable de selección. A lo mejor es que ganas de trabajar para el Festival de Eurovisión hay pocas. 

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