NO TAN ESTUPENDILLA PRIMERA SEMIFINAL

Primera semifinal y primeros resultados. ¿Justos? La mayoría, en mi pinión, sí, con la solidez interpretativa y vocal de los a priori favoritos, como Rusia, Estonia o Bélgica, y algunas con más o menos carencias pero que han sabido aguantar el tipo para ganarse el billete para la noche del sábado. Algunas de ellas, como […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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NO TAN ESTUPENDILLA PRIMERA SEMIFINAL

Primera semifinal y primeros resultados. ¿Justos? La mayoría, en mi pinión, sí, con la solidez interpretativa y vocal de los a priori favoritos, como Rusia, Estonia o Bélgica, y algunas con más o menos carencias pero que han sabido aguantar el tipo para ganarse el billete para la noche del sábado. Algunas de ellas, como Georgia o Grecia, han sorprendido gratamente con una solidez en el escenario y, sobretodo, en la voz, con la que se han metido media Europa en el bolsillo, uniendose así a las favoritas y a otros países como Albania y Armenia, que sí han sabido dar la talla en el directo, en la gran final.

Pero también hay, como no podía ser, alguna que otra propuesta que se ha colado entre las diez vencedoras del martes noche que, desde mi punto de vista, no merecían tanta recompensa como otras actuaciones que han estado más a la altura de una semifinal. Mi caso claro: Serbia. Con una canción cuanto menos confusa, que nunca debió pasarse al inglés y que parece más apropiada para la edición del 2003, no debia estar en la final, independientemente de la actuación de su interprete que, si bien supo mantener su voz a las “exigencias” de la canción, salió al escenario con un escenografía más confusa incluso que la propia canción i una “coreografía” que sin duda se aleja bastante de lo que se espera de un país tan potente en el festival en los ultimos años como es Serbia. Su sitio podrían haberlo ocupado propuestas como la de Macedonia o Bielorrusia que sí dieron la talla y sí merecían algo más por unas dignas interpretaciones y unas buenas canciones, que no excelentes, pero sí al nivel de la edición del 2015.

Pero, volviendo a los finalistas, doce puntos por la presentación visual de Hungría, con la que ha dado un fuerte empujón a su propuesta y seguro que ha convencido a más de un eurofán aún dubitativo (sin ir más lejos, a un servidor). Aunque menos puntos son los que le doi (y menos le darán el sábado) a Rumanía, con una canción demasiado simple y una puesta en escena plana, rutinaria y aburrida, bien acorde con la canción, con la que ha pasado por delante de una Dinamarca igual de sencilla pero algo más pegadiza, unos Países Bajos en su línia pero algo más pobres, y una Finlandia que a pesar de estar arriba en las casas de apuestas y una solvente interpretación de sus representantes, no ha llegado a conectar con el público europeo (y australiano) seguramente por el estilo punk nada habitual en el festival y, probablemente, demasiado chocante.

Para terminar, ya dejando de lado las propuestas de hoy, un enorme suspenso a la realización de la ORF que ha estado muy lejos de lo que se espera de un espectáculo televisivo de la talla del Fastival de Eurovisión y que muchísimo tendrá que mejorar (y rezemos para que lo haga) de cara a la semifinal del jueves y ya no digamos de la gran final del sábado, dónde los focos de medio mundo estarán fijados en Viena y todos y cada uno de los televidentes querrán ver algo digno de su nombre, Eurovisión. Seguiremos atentos frente al televisor el jueves a ver qué pasa: si Suécia mantiene su condición de favorita, si Eslovenia, Noruega y Azerbaiján siguen a la caza, si hay alguna grata (o ingrata) sorpresa entre los diez finalistas y los siete apeados y si la realización está a la altura de lo requerido.

Dicho esto, disfrutad de nuestra semana. Agur!

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