Mónaco en Eurovisión, a parte de los rumores

Se rumoreó, se dijo, que el Principado de Mónaco vuelve a Eurovisión, con todo su glamour. Pero después donde dije digo, digo diego. Los seguidores del Festival esperábamos que ese pequeño estado de opereta retornase a la palestra eurovisiva porque en su trayectoria, de 1959 a 1979, dejaron un buen sabor de boca. Han llevado […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
IMAGENES WEB-03

Mónaco en Eurovisión, a parte de los rumores

Se rumoreó, se dijo, que el Principado de Mónaco vuelve a Eurovisión, con todo su glamour. Pero después donde dije digo, digo diego. Los seguidores del Festival esperábamos que ese pequeño estado de opereta retornase a la palestra eurovisiva porque en su trayectoria, de 1959 a 1979, dejaron un buen sabor de boca. Han llevado un ramillete espléndido de temas muy románticos. La vuelta de Italia y Luxemburgo sigue siendo también un rumor constante desde que se fueron en los años noventa. Era quizá, Mónaco, por la lejanía lo que más podía motivar a los nostálgicos. A ver si para el 2005, con el cincuenta aniversario, se lo replantean.

Los cantantes que han representado a Mónaco han sido franceses en su mayoría, aunque hay alguna nacionalidad más en el elenco. De sus veintiuna participaciones han ganado una vez, con Séverine en 1971. Han sufrido altibajos notables aunque siempre han destacado. Sus canciones más tristes fueron la primera en 1959 con Jacques Pills, y la última en 1979 con Laurent Vaguener.

Debutaron en Cannes el 11 de marzo de 1959 con un cantante muy conocido en mundo de music hall parisino. Se trata de Jacques Pills, padre de la ganadora de 1960 Jacqueline Boyer, y esposo de otra intérprete de calado, Lucien Boyer. Cantó “Mon ami Pierrot” con ritmo latino o pseudobrasileiro, tema dedicado al romántico payaso de los cuadros. Ocupó el último puesto con un solo voto.

La década de los sesenta llevaron intérpretes muy importantes en las televisiones francófonas. François Deguelt, el cantante de voz profunda y encanto supremo nacido en Francia fue tercero con “Ce soir la” en 1960 y segundo en 1962 con “Dis rien”. Las dos veces le quitó el triunfo una francesa, Jacqueline Boyer e Isabelle Aubret respectivamente. En 1961 fue a Cannes la atractiva Colétte Dereal con “Allons, allons les enfants” y quedó décima detrás de Conchita Bautista. Fue el año del triunfo de otro francés, Jean-Claude Pascal que representó a otro estado pequeño, Luxemburgo.

Desde luego que buscaban el triunfo, y cambiaron de tercio en 1963 con Françoise Hardy, icono de los adolescentes “rebeldes” en los años sesenta. Con voz de susurro e inexpresividad en el rostro cantó “L’amour s’en va” y ocupó la quinta posición detrás de un guapo Ingeniero llamado Alain Barriére. Eran los años de las estrellas en Eurovisión.

Romuald era un galán en escena y en 1964 cantó “Ou sont-elles passées?” en Copenhague. Ocupó el tercer lugar detrás del crooner británico Matt Monro y la italiana Gigliola Cinquetti. Era una balada preciosa donde la voz se quebraba por la emoción. Este intérprete volvió a Eurovisión en 1969 representando a Luxemburgo y en 1974, de nuevo por Mónaco, con “Celui qui reste et celui qui s’en va” ocupando el cuarto lugar compartido con Olivia Newton-John por el Reino Unido e Ireen Sheer por Luxemburgo. ABBA arrasó. Es curioso pero Romuald volvió a coincidir en Brigthon con Gigliola Cinquetti que casi ganó por segunda vez.

En 1965 Marjorie Noel fue por Mónaco a Nápoles con “Va dire a l’amour”, el amor, tema tan recurrente para esta delegación. Pero al año siguiente, con la yugoslava Tereza, estrella en Francia e Italia, sufrieron un varapalo histórico comparable al que se llevaron con Jacques Pills. Tereza, a pesar de cantar estupendamente el tema titulado “Bien plus fort” en Luxemburgo ’66, quedó última junto a un compungido Domenico Modugno, sin ningún voto. Esta interprete volvió en 1972 representado a su país y quedó mejor colocada, fue novena.

La más insufrible de la historia monegasca fue la niña de papá Minouche Barelli, hija del compositor francés Aimée Barelli. Buscando el estilo de France Gall, pero sin conseguirlo, cantó “Boum badaboum” en Viena ‘67 para destrozar los oídos de propios y extraños. No se podía cantar peor y hacer un número más mediocre. Lo más horrible fue que quedó quinta por delante de España que llevó a Raphael y “Hablemos del amor”. Sin comentarios. La prensa española puso al tema de Mónaco a caer de un burro, y es que no había para menos. Lo inverosímil es que el jurado español le dio un 5 a Mónaco de los 10 votos que podían conceder. Sinceramente son de esas cosas inexplicables. Sin ese 5 hubieran quedado entre el pelotón de cola como merecían.

En 1968 llevaron a Londres a un matrimonio, Line y Willy que cantaron “A chacun sa chanson”. Eran famosos en Europa por ganar la Rosa de Oro en el Festival de Antibes. Pero en Eurovisión quedaron séptimos. Según Federico Gallo estaban muy enamorados. El tema era una especie de canción del estilo parisino más rancio y anticuado que se podía llevar. Esta vez el jurado español no tuvo tanta querencia y no les dio nada, aunque hay que agradecer el 4 que ellos dieron a Massiel, que junto a Alemania, Portugal y Francia fueron los que más le votaron.

El niño Jean-Jacques fue a Madrid ’69 con su “Maman, maman” para enternecer el corazón de todas las madres del mundo mundial. Era favorito más por la originalidad de su edad, once años, que por la canción algo empalagosa. Fue sexto o tercero si contamos el cuádruple empate como único puesto.

En 1970 siguieron con la juventud y salió Dominique Dussault de 17 años como sacada del túnel del tiempo para traernos el estilo copiado de la inolvidable Edith Piaf que para más inri cantó “Marléne” en honor a las dos divas, dicen que amantes en el más puro secreto. Estuvo estupenda porque le echó mucho empaque, pero sólo recibió 5 votos y quedó octava con otros tres países, penúltima porque sólo fueron 12 canciones ese año. Hay que agradecer también a esta delegación el 3 que le dio a Julio Iglesias, si no el pobre hubiera quedado también octavo en lugar de cuarto.

Por fin el triunfo en 1971 con la parisina Séverine y el tema de Yves Dessca y Jean-Pierre Bourtayre con arreglos de Jean-Claude Petit. “Un banc, un arbre, une rue” es uno de los mejores temas de la historia de Eurovisión. Primero porque tenía un portento de voz y segundo por que además llevó un coro de señores excepcionales. Un diez para esta francesa que no tuvo una trayectoria musical consistente años después. En España se vio con desolación el segundo lugar de Karina que tuvo 12 puntos menos que Séverine. De hecho los dos jurados españoles en sala dieron sólo dos votos a Mónaco de los 10 que podían conceder, lo mínimo.

Los años setenta fueron relativamente buenos para el Principado. Exceptuando 1972 con el dúo mixto compuesto por Anne-Marie Godart y Peter MacLane, decimosextos con “Comme on s’aime”. Después en 1975 llevaron a Sophie que fue decimotercera con el tema “Une chanson c’est une lettre”. La despedida de Eurovisión en 1979 fue desastrosa con el famoso compositor, autor y cantante, Laurent Vaguener que había escrito temas para las grandes figuras de la canción francesa con su nombre real, Jean Baudlot. Él compuso “Notre vie c’est la musique” que quedó decimosexta de 19 países. Laurent era un compositor espléndido, pero interpretando tenía muchos tics, sobre todo por los giritos de cuello y el movimiento de hombros. La verdad es que ponía algo nervioso al personal.

Y salvando esas canciones, tuvieron más suerte con Marie en 1973, octavo con “Un train qui part”. Era una chica muy joven también, como Dominque Dussault, pero su voz era muy chillona. Destacó la enorme flor que se colocó en la solapa y la cara de niña asustada que ponía en todo momento. Fue un hallazgo en 1976 la italiana Mary Christy que cantó “Toi, la musique et moi” y fue tercera detrás de Cathérine Férry y los Bortherhood of Man. Su rostro nos recordaba al de Barbara Rey por esos años, rubia explosiva, aunque con mejor voz, por supuesto. El dúo formado por el matrimonio Carine y Olivier Toussaint también fue estupendo en 1978 con “Les jardins de Monaco” que volvieron a quedar detrás de Francia, en cuarto lugar.

Y he dejado para el final a la mejor estrella que los monegascos han llevado a Eurovisión. Michèlle Torr, que ya representó a Luxemburgo en 1966 y fue décima, era una de las intérpretes francesas más famosas de la escena musical internacional en los años setenta. Fue apodada por Maurice Chevalier “como la mujer nacida cantante” y en Londres ’77 demostró su buen saber escénico con “Une petite française” que quedó cuarta. Elegancia y belleza mezclada con una voz prodigiosa, qué más se podía pedir. En 1976 había vendido un millón de discos. Nació en Perthuis (Provenza) en 1947 y cantaba desde los seis años de edad, pero la fama le llegó en 1963 cuando ganó su primer concurso con el tema “Exodus” e inició su primer contrato con la casa discográfica Mercury a los 16 años. Sólo interrumpió su carrera en los años ochenta por cuestiones de salud, pero volvió en los noventa con mucha fuerza.

Reyes del Amor, 17/10/03

Conversación