Hola de nuevo. Antes de empezar, quiero agradecer los comentarios que he recibido por mi columna anterior. Se agradece que apoyen el esfuerzo de un extranjero como yo y, como se dijo anteriormente por ahí, Hera Björk participará en la próxima versión del Festival de Viña del Mar, por lo que habrá otra artista eurovisiva en la lista. Tal vez en otra ocasión hablaré de eso con más detalle.

De lo que quiero hablar en esta ocasión es de algo muy distinto y tiene que ver con aquellos elementos que no pueden mezclarse con la esencia de Eurovisión. Todo esto viene a raíz de la victoria de Heilsarmee en Suiza, la cual me dejó muy mal sabor de boca (mi favorita era Melissa, pero hay que reconocer que cantó sin potencia). Los próximos representantes suizos son los que encarnan uno de esos elementos, pero de eso hablaré más adelante.

Primero, quiero destacar el tema de la pólitica en Eurovisión, que es el primer elemento nocivo. Se supone que en la esencia eurovisiva, la política es un tema que no debería estar presente, pero todos sabemos que está totalmente enraizado. Los elementos políticos se manifiestan desde las canciones hasta las votaciones (no siempre, por supuesto). No hay que remontarse muy lejos en el tiempo para encontrar un caso en que la política aparezca en forma importante, pues, como sabemos, no hubo representación armenia en Bakú por esta causa (La de 2012 es, posiblemente, la versión más politizada en el último tiempo).

El punto es que la política es un limitante en el festival, sobre todo a la hora de las votaciones, causando que muchas veces se premie a los aliados y se castigue a los enemigos en el momento de elegir, mientras que las canciones pasan a segundo plano. ¿Cuántas veces no lo hemos visto? Todo esto genera escenarios sumamente incómodos y si se hace algo que incluya algún elemento político, creará controversia.
Por ejemplo, la aparición de banderas sirias al final de la canción de Israel en el 2000 causó revuelo en ese país por los problemas existentes entre ambos países. En síntesis, política y Eurovisión forman la primera mezcla aborrecible.

La segunda es la que se relaciona directamente con Heilsarmee, y es la religión, el segundo elemento nocivo, pero que viene siendo más nuevo en este caso que la política. Una cosa es que un artista tenga un credo religioso cualquiera y otra es que exista una relación directa con un credo particular.

Todos sabemos que Heilsarmee es el Ejército de Salvación de Suiza, una rama del protestantismo, y que muchos de los seguidores de Eurovisión son gays. Si el grupo quiere tener éxito en el festival, debe tratar de ser lo más neutro posible, pues cualquier señal de ataque a través de la vía religiosa puede implicar un castigo del público por medio de las votaciones. Además, si algún artista homosexual o de otra religión es escogido en el tiempo que queda, los suizos no deben andar como críticos de elementos ajenos a la canción. Si exageran la religiosidad en su presentación, Heilsarmee puede irse despidiendo de la final y como Eurovisión es un festival musical de diversos estilos, no se puede ser muy conservador tampoco. Juntando todo esto, se puede decir que religión y Eurovisión forman la segunda mezcla aborrecible.

Quiero decir que mi intencion no es generar odios a través de esta columna, pero que si queremos un Eurovisión que se pueda disfrutar por todos, estos dos elementos no deberían estar presentes, tengamos las ideas que tengamos de acuerdo a ellos. Eurovisión es, en teoría, una fiesta para los que nos gusta la música, no un tribunal penal.

Bueno, eso ha sido por ahora. Me disculpo de antemano si hay alguien que pueda verse ofendido. Espero sus comentarios y será hasta la próxima.