MEJORA LA SEGUNDA SEMIFINAL PERO…

Aún tengo menos tiempo que el pasado martes porque me marcho a RNE para participar en un espacio de Eurovisión a la 1 de la mañana en el programa “Afectos en la Noche” con mi querida Silvia Tarragona con la que colaboro habitualmente.   Antes de repasar lo ocurrido este jueves, debo recordar que esto […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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MEJORA LA SEGUNDA SEMIFINAL PERO…

Aún tengo menos tiempo que el pasado martes porque me marcho a RNE para participar en un espacio de Eurovisión a la 1 de la mañana en el programa “Afectos en la Noche” con mi querida Silvia Tarragona con la que colaboro habitualmente.

 

Antes de repasar lo ocurrido este jueves, debo recordar que esto es una columna de opinión y aquellos que me acusáis de ser subjetivo, tengo que deciros que la opinión siempre lo es. Lo único que no pretendo es estar en posesión de la verdad absoluta. Ya sé que para gustos los colores pero yo trato de explicar, al menos, los motivos por los que creo que unas canciones deberían haber pasado.

 

Me llamó la atención en la anterior columna el revuelo que se armó con alguna de mis opiniones pero particularmente que mientras uno me acusara veladamente de ser amante de las divas con ventilador, otra lectora me reprochaba que hubiera calificado las canciones griega y chipriota de “mercadillo”. Está claro que no leyeron el mismo articulo porque no creo que Israel o Suiza, a los que yo defendí, estuvieran representados por divas y además, las canciones de mercadillo son aquellas que se venden en estos lugares, no se trata de ningún insulto, son un género muy particular que por ejemplo, en España representaron en su día Camela, por ejemplo.

 

Por otra parte, aunque expresé mi malestar por esas dos eliminaciones, os puedo asegurar que cené, dormí y he podido vivir con ello a lo largo de estos días. Vamos que en ningún momento, tuve intención de presentarlo como un drama. Aparte de que me gustaran, creo que sinceramente estos países hubieran aportado en la final una mayor variedad de estilos musicales que siempre enriquece el espectáculo.

 

Del resto, agradezco los comentarios favorables y respeto aquellos otros críticos con mi postura que lejos de amedrentarme, debo confesar que “me ponen”. Además de la discrepancia, nace muchas veces el conocimiento.

 

Por centrarnos en lo que ha sido esta segunda gala, debo empezar por reconocer que ha mejorado algo la mala imagen de la primera. Una realización un poco más variada entre las distintas canciones, aunque sigue sin brillar, menores problemas de sonido aunque el cantante georgiano no paró de tocarse el pinganillo al estilo de la rumana de la primera semifinal y unos presentadores un pelín más suelto pero que siguen pareciendo unos guiñoles más que hombres y mujeres de carne y hueso.

 

Aunque me critiquéis, sigo sin entender de qué modo ha influido el jurado en estos resultados. Ya os leí algunos comentando que los jurados son personas de carne y hueso, con un nivel de subjetividad equiparable al resto. Y claro que es así pero se supone que se incorporaron para valorar otras cosas que no fuesen las simpatías por determinados países. Incluso se pretendía evitar que las puestas en escena prevalecieran sobre la canción que en último extremo, debería de ser lo importante.

 

Y esta noche ha vuelto a suceder. Francamente la gran sorpresa de la noche, la presencia en la final de Kurt Calleja, el representante de Malta, sólo se puede explicar por el voto del público que se ha fascinado con una puesta en escena bastante dinámica, un bailecito bastante llamativo que me recordó un poco a Coyote Dax. La canción maltesa es anticuada pero le sacaron el máximo de los partidos y eso ha tenido su premio.

 

También sorprende, aunque menos, la clasificación de Lituania que no partía entre los países candidatos. Los ojos verdes de su intérprete han cautivado y este país vuelve a estar en la final donde ya son casi fijos.

 

Al igual que en la primera semifinal eché en falta a Israel y Suiza, en este segunda echo en falta a los Paises Bajos. Es verdad que sigo pensando que las plumas no se terminan de entender en ese tipo de canción, es cierto que ha sonado a una canción casi infantil, pero era una buena propuesta. ¿Qué tiene que hacer Holanda para llegar a la final? Llevan ya ocho años ausentes y no creo que sea justo en un país que lo intenta con alternativas diferentes.

 

En la parte positiva, me alegra que pasase Kaliopi con una de las interpretaciones que más me gustó de esta noche, una artista cuya experiencia se notó en el escenario de Baku. De todos los países balcánicos, cayeron Eslovenia y Croacia mientras que pasaron Bosnia-Herzegovina, los macedonios y el conocidísimo Zeljko que presentó una puesta en escena que quedo muy televisiva, a mí me gustó más eso que la propia canción.

 

Por supuesto que fui de los que temblé hasta que el golden ticket se lo llevó Can Bonomo y se confirmó que Turquia se clasificaba a la final. Con las bajas que se han producido entre el martes y el jueves, se sitúa entre mis favoritas para el sábado. La puesta en escena de las mejores de la noche además.

 

Y claro, no puedo pasar por alto a la gran favorita. Loreen que en los ensayos estuvo un poco floja y parecía atenazada por el peso de ser favorita, ha estado soberbia esta noche. Quizás algunos pequeños desafines en algunos momentos pero nada importante que le reste mérito a su actuación que me sigue pareciendo hipnótica. Es decir, de esas que fijas tu mirada en pantalla y casi no puedes ni pestañear.

 

No soy de los amantes tradicionales de Suecia, ni la creo ya ganadora indiscutible del próximo sábado. Me parece que hay que tener otras canciones en cuenta pero reconozco que Loreen es especial y contra eso, va a ser difícil luchar.

 

Para terminar, me gustó especialmente el interval act con la presencia de los ganadores de las últimos cinco festivales de Eurovisión. Mezclas esas canciones triunfadoras con instrumentos tradicionales azeríes fue un detalle muy especial. Y pudimos ver cómo alguno de los cantantes apenas ha cambiado con el paso de los años y otro parecían completamente diferentes, la magia del tiempo, aunque haya sido aún poco. Quizás sólo le pondría un reparo a este número que es el final con la canción Waterloo, quizás demasiado manida ya a pesar de ser la mejor de toda la historia, o al menos, de los 50 primeros años.

 

En fín, ya tenemos a los 26 finalista y yo, como todos vosotros, ya estoy deseando que llegue el sábado para ver a Pastora defender como una jabata el “Quédate conmigo”.

 

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