LOS PUNTOS QUE RECIBE ESPAÑA
Muchas veces hemos oído la típica frase (que proviene de un desconocimiento absoluto por parte de aquel que la dice) de: «a nosotros no nos vota nadie», «el voto es únicamente político», «Francia no nos vota nunca» o, con la reciente retirada de Portugal, «pues nada, ya tenemos doce puntos menos». Algunos de mis amigos me han llegado a comentar que tras la retirada del país vecino ya teníamos asegurado el puesto número 20 en la final.
No es cierto que no nos vote nadie, no es cierto que sólo nos voten los lusos (aunque por tónica habitual sí nos den altas puntuaciones) y, por supuesto, no es cierto que quedemos relegados a los últimos puestos si el país vecino no nos otorga sus votos; sin ir más lejos, si a los 97 puntos cosechados por Pastora Soler este año le restamos los doce que nos dió Portugal seguimos quedando en la misma posición, la décima.
Volviendo a mencionar el festival de Bakú nos votaron un total de 18 países, superando casi la barrera, para mi psicológica, de los 100 puntos, algo que España no veía desde hace muchos muchos años. Recibiendo votos de países tan alejados de nosotros como son Finlandia (3), Suecia (4), Estonia (4) o Islandia (2). ¿Se consiguen esos casi cien puntos solos? ¿esta puntuación quiere decir que Europa no no se ha fijado en nosotros?
A este punto es al que quiero llegar: los resultados que recibe nuestro país (y el resto de participantes) son una respuesta, más o menos justa, a la calidad del intérprete y canción que presentemos al viejo continente. No hay muchos más motivos que la calidad de una representación para obtener una buena plaza y un buen reconocimiento. Y con esto último me refiero a que, por ejemplo, Pastora no ganó ni quedó en el top 5, pero ahora mismo está dando una serie de conciertos en Croacia. Eso también es Eurovisión, que se valoren y descubran artistas más allá de las fronteras de nacimiento del cantante. Eso también es un exitoso paso por el festival.
Si enviamos canciones flojas e intérpretes regulares y los acompañamos de horribles puestas en escena, como es el caso de Lucía Pérez y su Que me quiten lo bailao, por citar un ejemplo reciente, lo normal es que quedemos en los últimos lugares de la clasificiación, como así fue. Y a pesar del puesto en que finalizó la gallega nos votaron diez países, ¡diez!, con un total de 50 puntos y dos máximas puntuaciones de Francia y, nuevamente, Portugal.
Ya para ir terminando, y siempre bajo mi punto de vista, el problema que ha tenido España (y TVE) es que no se ha tomado demasiado en serio el festival en los casi diez últimos años, enviando representaciones de dudosa calidad, por lo que el público español ha perdido interés en el concurso y Europa, probablemente, nos haya perdido algo del respeto eurovisivo que teníamos en torno al año 2000, respeto que tenemos que recuperar rápidamente si queremos tener futuro en Eurovisión.
Sí que nos votan, señores, y hay varios participantes que tienen «por costumbre» mencionarnos en sus votaciones, como Suiza (3 puntos en 2009, 3 en 2011 y 8 en 2012), Francia (5 en Belgrado, 12 en Düsseldorf, 6 en Bakú), Albania (12 para el grupo D’Nash, 5 en 2011, 6 para Las Ketchup), Reino Unido, (1 para el Chiki-Chiki, 1 para Lucía Pérez y 8 para Pastora) y, sí, Portugal, 7 en 2009 para Soraya y 12 puntos en 2010, 2011 y 2012). Amén de que en las últimas ediciones nos han votado países poco acostumbrados a acordarse de nosotros como Estonia, Islandia, Suecia, Bulgaria, Finlandia, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia…
El día que España y su televisión pública quieran (ya sólo falta que ese deseo se convierta en realidad) ganar, ganarán, no me cabe la menor duda, pese a que exista el rumor de que «no nos vota nadie». Intentémoslo.
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