LA SOLUCIÓN PARA EVITAR EL “EURODRAMA”

  Cada año son comunes apreciaciones como que “nadie ve Eurovisión“,  “eso está amañado”, “quedaremos mal mandemos a quien mandemos porque no tenemos vecinos”, “siempre ganan países soviéticos”, o “ese festival tiene de todo menos música”.  No voy a entrar en corregir esos falsos lugares comunes porque quien entienda un poco de este fenómeno sabrá […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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LA SOLUCIÓN PARA EVITAR EL “EURODRAMA”

 

Cada año son comunes apreciaciones como que “nadie ve Eurovisión“,  “eso está amañado”, “quedaremos mal mandemos a quien mandemos porque no tenemos vecinos”, “siempre ganan países soviéticos”, o “ese festival tiene de todo menos música”.  No voy a entrar en corregir esos falsos lugares comunes porque quien entienda un poco de este fenómeno sabrá que todos son falsos casi al 100%.  

 

Son estos “expertos” o simplemente aficionados rasos que no ven Eurovisión por casualidad los que conforman la otra cara de la moneda, los que cada año elevan al Festival a la categoría de “evento del siglo”, de la misma forma que los futboleros lo hacen con la final de la Champions.

Un servidor, que se auto incluye en el último grupo, no para de analizar la razón por la que, sabiendo que los tópicos son solo tópicos, TVE  ( y la BBC o la pública francesa) no dan una en cuanto al festival se refiere.

Partiendo de la base de que los vecinismos existen (sí, no pasa nada por admitir que Rusia y sus “hijas” se ayudan salvo excepciones, que Grecia y Chipre se regalan el doce, o que Portugal y Andorra darán siempre [hasta hace poco…] algo importante a Spain), ha quedado claro que esto no es 100% determinante para lograr la victoria en un concurso que ha tenido 14 ganadores distintos en 15 años. ¿No ganaban siempre los mismos?

Una vez descartada esta hipótesis, empecé a ver la luz y a pensar que la solución está en una serie de condicionantes que afectan a España. Algunos de ellos dependen de nosotros, pero otros no.

De nosotros depende corregir la falta de trabajo y dedicación que, salvo en contadas ocasiones, muestra la delegación española en contraposición con la ilusión, el esfuerzo y la enorme labor de promoción que realizan los países “del este” y los nórdicos, y la implicación de estos últimos desde las fases de selección nacionales. ¿Qué eurofán no se ha tragado alguna gala del Melodifestivalen sueco o al menos ha oído hablar del éxito que tiene no sólo en Suecia, si no en los países de su alrededor?

Lo que no depende de nosotros es el cabreo que despierta en el resto de países que España, Alemania, Italia, Francia y Reino Unido lleguen cada año a la final sin sufrir el doloroso filtro de las semifinales. Así, desde el 2004, sólo Alemania ha logrado la victoria (con Lena en 2010) e Italia varios grandes puestos como el 3º de Il Volo en 2015. Los demás han ido encadenando fracaso tras fracaso.

Sí, veo un fracaso el Top 10 de Ruth Lorenzo y Pastora Soler, porque considero que deberían (y merecían) haber llegado a cotas muchísimo más altas y pienso que lo habrían hecho de no formar parte del Big 5 y de no existir la última de las razones que aquí enumero para explicar la mala suerte de España: un sistema de votaciones injusto.

El último sistema de votación instaurado, en el que jurado y público puntuaban a las canciones del 1 al 27 (o 26, o 25, depende del número de participantes),  y la votación final era la media de las dos votaciones parecía que iba a resolver las “pataletas” sobre lo injusto del sistema de votaciones, pero no ha sido así.

No hay más que echar un vistazo al scoreboard de 2015 para ver la enorme brecha entre los 9 primeros países, cuyo marcador rebosa de puntos, y el resto de participantes, con una cantidad de puntos paupérrima. Este sistema provoca que si algúna de las dos patas “castiga” alguna canción, esta se quedará sin puntos aunque sea una de las favoritas de la otra. Para muestra, el resultado de Albania en Viena. Im Alive obtuvo muy buenas posiciones entre los espectadores, pero los jurados la relegaron a las últimas plazas. ¿Qué pasa con eso?. Que las canciones favoritas de los seguidores del festival no llegan a puntuar porque las superan candidaturas que no suscitan “ni chicha ni limoná” para jurado y público.

Imaginad que España es segunda para los fans (26 puntos) y penúltima para jurado (2  puntos) mientras que Francia es 13º para ambos (28 puntos). ¿Es justo que Francia quedase por delante de una gran favorita para el público sin destacar ni siquiera entre el jurado?. Pero es que este ejemplo tampoco es real, porque para llegar a puntuar hay que quedarse entre los 10 primeros tras hacer la media público/jurado, con lo cual si uno te “castiga”, da igual que seas la favorita para el público, que recibirás un 0 points como una casa.

En definitiva, mi solución para lograr ya no digo la victoria, sino por lo menos un 4º puesto como el de Bélgica con Löic Nottet y auyentar los habituales “eurodramas” sería:

  • Un mayor esfuerzo por parte del representante (y sobre todo el equipo que lo lleve) y de la cadena por promocionar la candidatura en Europa.
  • Eliminar el pase directo a la final de los países del Big5
  • Un sistema de votación más justo, en el que cada país reciba puntos de menor a mayor, resultando más real el resultado que el de ahora, en el que 10 países puntúan y el resto se queda sin nada. No obstante ¿sobreviviría Eurovisión sin los míticos douze points?

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