LA MÚSICA NO IMPORTA EN EUROVISIÓN

Un año más, los nervios por la inminente llegada del próximo Festival de Eurovisión son palpables. Los eurofans agotan el tiempo repasando una y otra vez las canciones candidatas ofreciendo opiniones de todo tipo mientras que los medios de comunicación se hacen eco de un certamen que a nadie interesa pero que todos ven y […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
IMAGENES WEB-03

LA MÚSICA NO IMPORTA EN EUROVISIÓN

Un año más, los nervios por la inminente llegada del próximo Festival de Eurovisión son palpables. Los eurofans agotan el tiempo repasando una y otra vez las canciones candidatas ofreciendo opiniones de todo tipo mientras que los medios de comunicación se hacen eco de un certamen que a nadie interesa pero que todos ven y cada vez recibe mayor atención.

La culpa de que quedemos mal es del fondo, la puesta en escena no me gusta, mengano se gasta mucho dinero en la puesta en escena y queda bien, el otro hace una cosa muy sencilla y resulta que da la sorpresa y gana, no me gusta el peinado de esta mujer, no me gusta su ropa, no me gusta su interpretación, es una diva porque derrocha voz, ese tío no me gusta porque es hombre y punto, no me gusta porque viene de ese país, me da igual la canción, y así cada año.

Pero llegará mayo y todo será maravilloso, da igual la calidad de los temas, los eurofans bailarán, cantarán, gritarán, disfrutarán, y los más afortunados aprovecharán el viaje a Copenhague para sacarse la foto con el representante al que durante semanas han estado criticando sin piedad, todo por demostrar que han estado allí, que se han codeado con alguien “importante”, porque todos sabemos que eso es lo importante: la pompa, el glamour, estar con la élite. La música es lo que menos importa en Eurovisión.

Sí, es cierto, tal y como lo leen. La variedad de géneros musicales es absoluta, al igual que lo es la variedad de calidades de las composiciones. Es cierto que eso no es razón para que un tema tenga que dejar de gustar.

Lo que está claro es que uno puede apoyar una u otra candidatura, esto no deja de ser cuestión de gustos, pero parece atrevido criticar toda una propuesta por la apariencia afirmando al mismo tiempo que tanto la voz como el tema son buenos o, al menos, interesantes.

Desde hace mucho tiempo los seguidores de Eurovisión nos hemos visto avocados a la crítica destructiva por parte de aquellos que consideran el certamen algo desfasado y friki, pero ¿debe eso preocuparnos? Son los propios “eurofans” los que se encargan cada año de clasificar en friki o no friki cada una de las candidaturas participantes. Los mismos que, llegados a este punto estarán despellejando al que escribe estas líneas por ofrecer una opinión diferente porque eso, en el mundo del festival, se paga muy caro.

No parece necesario, en este punto, decir cuál es la propuesta en discordia, pero sí parece necesario recalcar que esto es un certamen de música. ¿Saben ustedes qué es la música? Esa incansable compañera, esa que está por todas partes incluso cuando tratamos de evitarla, esa que sigue ahí a pesar de que tratemos de destrozarla una y otra vez, esa que marca la historia, esa que ha estado y estará. ¿Saben ustedes qué es?

Sí, es cierto, Eurovisión es televisión y todo es un conjunto, pero ni los fondos, iluminaciones o apariencias físicas de los artistas dan y quitan victorias, ni una persona que es mera espectadora está en el derecho de cargar contra otras personas que viven de arte, porque son artistas, y que están permitiendo que podamos disfrutar de nuestro espectáculo favorito.

A veces desearía un año plagado de Chikilicuatres porque parece que somos expertos en mirar la paja en el ojo ajeno y olvidamos mirarnos a nosotros mismos.

Ser diferente no es mejor ni peor, es una opción, a veces la mejor para salir de la escala de grises y vivir en una escala de colores. Y si detrás del aspecto hay un artista, el resto debería importar bien poco.

No podemos criticar la forma que una persona haya elegido de defender la igualdad si es el propio sector eurofan, o parte de él, el que está en contra de la libertad y la igualdad. Algo así como “la libertad es mi forma de ver el mundo, si no estás en esa visión, no tienes derecho a opinar porque estás equivocado, soy el poseedor de la verdad universal”.

Es maravilloso ver que todo lo que se sale de los estándares tiene que ser, porque sí, peor que el resto, nótese la ironía. Por suerte, la opinión de los seguidores del certamen es, en general, la que menos importa a nivel resultados. Y digo por suerte, porque para los artistas es casi lo mejor ya que el público eurofan es de los más infieles a la música y a los artistas.

Cada vez estoy más seguro de que en Eurovisión la música es lo de menos, al menos para muchas personas. Otro asunto es lo que en realidad debiese ser.

¿Y tú? ¿Estás con la música? Yo, sí.

Y si me lo permiten, viajo a 1996 para recuperar una joya que siempre me permite volar con la mente por los lugares más recónditos y bellos del norte. Porque aunque muchos lo sepan, el Festival de Eurovisión tiene una larga historia y considero que ser fan del certamen conlleva conocer más allá de los años 2000. A veces nos perdemos en la superficie y olvidamos lo realmente importante de esto.

Lycka till alla Sonrisa

@JDavidSobral 

Conversación