ITALIA, SAN MARINO, ALEMANIA, BÉLGICA (Y UN POCO DE ESPAÑA) 2011

Italia vuelve a Eurovisión… ¡por fin! Qué decir de la buena acogida de esta noticia en Europa en general, y especialmente en España donde siempre tuvimos especial devoción por las canciones de ese país (además de los finlandeses, que sorprendentemente les solían obsequiar con los 12 puntos). Italia era de todos los participantes, el que […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ITALIA, SAN MARINO, ALEMANIA, BÉLGICA (Y UN POCO DE ESPAÑA) 2011

Italia vuelve a Eurovisión… ¡por fin!

Qué decir de la buena acogida de esta noticia en Europa en general, y especialmente en España donde siempre tuvimos especial devoción por las canciones de ese país (además de los finlandeses, que sorprendentemente les solían obsequiar con los 12 puntos). Italia era de todos los participantes, el que más mantuvo su propia personalidad, sin pensar nunca en qué tipo de música estaba de moda en el concurso en cada época: Ellos siempre llevaban grandes intérpretes de su panorama musical de momento. Es raro (si no imposible) encontrar un sólo cantante de la historia de Italia en Eurovisión que fuese un desconocido o que quedase en el olvido.

Quizás se deba a que la industria musical italiana siempre fue algo muy cerrado, y muy potente también, y ellos nunca fueron al festival europeo a promocionarse sino a exhibirse. De hecho Eurovisión como festival siempre les importó un bledo: Ellos tienen su Sanremo de toda la vida, que es el festival que realmente les hace vibrar, y que tiene un formato a su gusto donde ellos se lo guisan y se lo comen todo. Vamos, como el Melodifestivalen para los suecos, pero con clase. Ahí no verás ni a Anna Oxa enseñando las bragas al grito de “¡rrr-ratz!” ni a Mina intentando ponerte cachondo mientras baila con un pie de micro que no necesita. Como mucho al gran Al Bano con más tacón que Romina para disimular la diferencia de altura (y ya ni eso).

Lo malo es que esa misma cerrazón italiana al resto de tendencias musicales europeas ocasionaba que los italianos pocas veces admitieran el veredicto del concurso ni aunque se llevasen el 4º puesto. Vamos, lo que toda la vida se llamó “mal perder”. En contra de lo que siempre se dijo, la RAI no abandonó en festival exclusivamente por los resultados: Durante muchos años argumentaban que el formato actual de la retransmisión no era compatible con los “usos y costumbres” publicitarios en Italia, y recuerdo que hacia 1998 o 2000 para volver la RAI ponía como condición a la UER poder insertar publicidad en cualquier momento incluso durante las canciones, y no solamente en el intermedio del festival habilitado a tal efecto, a lo que la UER se negó rotundamente.

Ello sumado al escasísimo interés del “Eurofestival” (como ellos lo llamaban) en Italia, les hizo abandonar. Como muestra un dato: En 1991, año en que ellos mismos organizaban el evento, solamente fue seguido por ¡menos de 4 millones de italianos! Tras 1993 se retiraron y su participación aislada de 1997 no fue más que eso, algo anecdótico y aislado que sucedió casi de milagro: Ese año el duo Jalisse ganaba el Festival de Sanremo y fueron los propios eurofans italianos los que les convencieron para ir a Eurovisión, informándoles de algo que ni la RAI se había molestado en decirles, y es que el ganador de Sanremo tenía prioridad para ir a Eurovisión. Ellos accedieron y parece que la RAI no puso pegas.

A pesar de la buena noticia de su retorno, mi temor es que en esta nueva etapa de Italia en el festival acabe decepcionando a muchos, si es que como parece, la RAI se centra ahora en enviar a jóvenes promesas salidas del programa cazatalentos de turno en vez de a los grandes cantantes italianos de siempre que iban dejando una joyita de canción en cada edición.

Sin salir de la bota, otra de las noticias frescas sobre la edición de 2011 es la vuelta de San Marino: Si el retorno de un país es siempre una buena noticia, en este caso lo es un poco más, por la vinculación de este pequeño territorio con el gigante italiano. San Marino es una especie de mini-Italia dentro de Italia. Y si todavía hoy los responsables de su televisión pública son las mismas personas al frente de la RAI italiana, estaba más que cantado que la vuelta de Italia a Eurovisión supondría automáticamente la de San Marino, a pesar de que solamente hayan participado una vez (en 2008, en plan experimento).

Ni que decir tiene que seguramente ambos países tendrán asegurado “el 12” por parte del otro… ¡pues lógico! por la misma razón que seguramente ambos países compartirán las listas de éxitos todas las semanas. Lo indeseable, raro e inexplicable sería lo contrario, y el que insista en ver “razones políticas” en las eternas afinidades culturales entre países en Eurovisión (como también ocurre con Grecia y Chipre, los balcánicos, los nórdicos o con España y Andorra) que trate de convencer a la Pantoja para que publique sus discos en Islandiao a ella misma para que se compre uno de Pall Oskar.

Sobre Alemania, y que la ganadora del año pasado Lena repita como representante, me parece también fabuloso. Casi con toda seguridad Alemania no repetirá triunfo (matemáticamente no tiene por qué ser imposible, pero sí complicado) pero mantener un año completo en el candelero nacional (y en el eurovisivo) a la artista que te ha dado la última victoria, me parece el mejor reconocimiento que se le puede dar: Es algo profesionalmente muy útil para ella, una promoción impagable que ayudará todavía más a consagrarla artísticamente y por tanto algo de lo que también la historia futura del festival se beneficiará. Y como premio, es un aliciente más para que las discográficas de ese país se animen a enviar a sus mejores artistas y a querer ganar, sabiendo que les puede esperar no uno sino incluso dos participaciones con todo un año promocional en medio. Algo parecido al reinado de una Miss.

Algunos argumentan que Lena ya ha tenido “su año” y que debe dejar el hueco libre a otros… es una forma de verlo, pero creo que el precio a pagar simplemente por dejar el hueco a otros es muy alto y no compensa. Además… ¿qué otros? Si a las preselecciones alemanas se estuviese presentando lo mejorcito del país, todavía… pero creo que Lena no le está quitando la opción a ninguna Lady Gaga germana. Además, tampoco se gana precisamente todos los años (que se lo digan a Portugal… o a España mismamente).

Otra cosa que me apetece destacar de la carrera hacia Eurovisión de esta temporada es la preselección belga: Ese innovador sistema en el que los votantes de los candidatos (o sea el público) tienen que ser además apostantes, me parece la solución a muchos problemas: “¿Te gusta tal canción? Vale… pero  ¿cuánta pasta de tu bolsillo estás dispuesto a invertir en su producción?” Me parece la preselección ideal: Convertir a la audicencia en productores musicales y que se comprometan con su dinero de forma voluntaria.

Ni que decir tiene que el método belga acaba de un plumazo con candidaturas de rodolfos, tsunamis, cobras, gatos y demás fauna, además de con los listillos de turno votando como posesos día y noche a través de centralitas telefónicas para torear al sistema (y de paso a todos nosotros). Además, de esa forma no sólo el dinero que la gente apuesta por cada candidato no va a las arcas de la televisión sino destinado a la producción final de la canción, sino que además cualquier tema candidato con una producción cutre, si en el fondo tiene tirón entre el público, se volverá a producir sacando lo mejor de ella en función del dinero recaudado. Muy democrático. Y el dinero que generamos con “la pre” de Eurovisión se reinvierte en nuestra participación en el festival.

En España el ¿nuevo? formato de preselección que tenemos no llega al nivel de ingenio y vanguardismo que la belga (aquí en cuestiones eurovisivas somos tan conservadores que no pasamos de una reedición del “Pasaporte pa Dublín” ni a tiros… pero al menos es un proceso suficientemente digno en lo que conocemos hasta ahora.

Vale que así en líneas generales los aspirantes que hemos conocido no son lo que todos quisiéramos para Eurovisión, pero hay que reconocer a TVE la determinación de poner filtro a las payasadas y la eliminación de aquella farsa de votaciones on-line “superdemocráticas”, y a la productora Gestmusic la motivación por hacer las cosas bien y de presentar en televisión un producto serio.

¡Ah!, y nos quedan por conocer los misteriosos “comodines”, entre los que no hace falta ser muy listo para suponer (salvo sorpresa de última hora) que se hallará realmente la emoción de esta preselección española y el representante español para Düsseldorf. Seguiremos opinando…

¡Hasta la próxima!

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