Dos años después me animo a continuar escribiendo columnas de opinión para esta web. Tras el drama de la pandemia y confinamiento y un Rotterdam 2021 que pese a las restricciones se pudo celebrar, por fin hemos podido disfrutar del mayor espectáculo musical del que se puede disfrutar en televisión. Como todos los años, Eurovisión tiene sus luces y sus sombras, y es lo que trataré de analizar desde mi punto de vista personal.
Como ya sabéis, me gusta analizar el festival desde los aspectos positivos y los aspectos negativos que se pueden mejorar, y en esta primera columna analizaré lo que me ha parecido positivo principalmente en lo musical. Ante todo, felicitar a Ucrania y a Kalush Orchestra por su triunfo apabullante con Stefania, una buena canción que habría quedado bien per se. El televoto es soberano y no hay nada que objetar. El contexto es el que todo conocemos, y este triunfo se podría interpretar como una muestra de solidaridad de los espectadores con el pueblo ucraniano. No obstante, esta victoria da para un análisis aparte y tiene consecuencias de cara a la organización del próximo evento eurovisivo.
Cómo no destacar el regreso de España y Reino Unido a la élite eurovisiva. Después de años en el bottom con propuestas nada competitivas y ceros en las votaciones, podemos decir que hemos vuelto por todo lo alto. Queda claro que el trabajo bien hecho normalmente trae buenos resultados. Reino Unido nos trajo un pack fabuloso con una canción espectacular. Sam Ryder es un cantante que derrocha carisma a raudales, digno heredero de cantantes míticos británicos como Elton John, Noel Gallagher o (perdonen el atrevimiento) Freddie Mercury. Personalmente a mí me puso los vellos de punta cuando interpretó “Spaceman” en Turín, incluso la daba por ganadora.
Y qué decir de España, aunque esto da también para otro artículo. Se podría resumir en una palabra que todos conocemos: Chanelazo. Hemos llevado la no sólo la mejor propuesta en décadas, hemos llevado el mejor conjunto de nuestra historia desde que Eurovisión se convirtió en un show televisivo y se empezó a hablar de llevar el pack completo: una artista enorme curtida en el mundo del musical y de la actuación desde joven; un cuerpo de baile increíble que sólo hacía sumar; una canción muy actual y pegadiza; y una puesta en escena como casi nunca se ha visto en Eurovisión. Chanel nos devolvió la ilusión y el orgullo perdido en estos años, y por momentos pensamos que incluso podíamos ganar. Espero que esto no sea flor de un día (tanto para España como Reino Unido) y que sea el inicio de un camino de éxito que nos lleve pronto al Micrófono de Cristal.
Suecia ha vuelto a lo grande. El cambio que todos esperábamos se hizo efectivo. Después de repetir hasta la saciedad la fórmula de pop sueco pulido y perfecto y que les podría haber costado un batacazo cualquier año de estos, por fin han optado por algo más orgánico, intimista y, por qué no, auténtico. Cornelia Jakobs nos robó el corazón, y a pesar de todas las dificultades que ha tenido en Italia, “Hold Me Closer” estaba destinada a copar los puestos más altos. Es más, en otro contexto, apuesto por una pugna por la victoria entre Suecia, Reino Unido y España en la que cualquiera de los tres podría haber ganado.
Aunque “Brividi” no gustaba a todo el mundo, incluso se podría decir que estaba sobrevalorada, Italia ha conseguido un meritorio sexto puesto, y se convierte en la mejor anfitriona en muchos años. Como peros podría decir que la versión eurovisiva tenía menos magia que la de Sanremo, incluso que se tomaron más en serio el festival italiano que Eurovisión. Por lo tanto podemos concluir que parte del Big 5 ha hecho los deberes, con notas de notable y sobresaliente.
Por supuesto hay que destacar el quinto puesto de Konstrakta con “In corpore sano” a pesar de la realización italiana. Es un mensaje enormemente positivo que una propuesta tan personal y arriesgada, con un mensaje de crítica política, cantada en serbio y con partes en latín (ojo a esto, porque es la primera vez que aparece el latín en Eurovisión) haya calado no sólo en los Balcanes, su espacio natural, sino también en el resto de Europa. Es una llamada positiva a que en Eurovisión también pueden competir con éxito canciones de autor llenas de autenticidad y estilo personal completamente alejadas de los que entendemos por clichés eurovisivos (lo que podríamos llamar de autor), como también son los casos de las canciones lituana, neerlandesa o islandesa.
Queda claro que Portugal ha encontrado el camino. A pesar del injusto batacazo con Conan Osiris, la delegación portuguesa no perdió los nervios y se ha mantenido fiel al estilo iniciado desde 2017 con Salvador Sobral. Está claro que Portugal está marcando estilo y sello personal, con unas canciones fácilmente identificables como portuguesas. No pudo ser más acertada la elección de Maro, con una canción con una atmósfera personalísima y de una belleza sin igual. Por méritos propios “Saudade Saudade” ha entrado en el top 10 de forma merecidísima.
Cerrando el top 10 nos encontramos s Subwoolfer con su “Give That Wolf a Banana”. Lo destaco como nota positiva no sólo por lo entretenido de la canción y su baile carne de redes sociales, sino también por los momentos tan divertidos y surrealistas que nos han dado desde que fueron elegidos para representar a Noruega, desde imitar a sus compañeros de concurso hasta los momentos delirantes en las entrevistas, rematados con el abrazo a Mika durante la final. En verdad que los vamos a echar de menos, y aunque su elección fue acertada desde mi punto de vista, la televisión noruega debe hacer los deberes con su proceso de selección de canciones para el próximo MGP y más después de aquel 2021 lleno de temazos.
Como sorpresones podríamos hablar de Moldavia y Rumanía. El caso moldavo demuestra que Eurovisión es también un asunto de locals, y doy fe que conozco a mucha gente que sólo ve Eurovisión durante la semana de las actuaciones que me decía que su canción favorita era la de Zdob zi Zdub. Ese segundo puesto en el televoto es una muestra más que evidente. Sin previo aviso la televisión moldava decidió no hacer el “O Melodie O Pentru” y seleccionar “Trenuletul” en el casting inicial, lo cual se ha demostrado que ha sido un acierto. Han partido con la ventaja de que su propuesta musical era única, y en un año de tanto tema lento han sobresalido en la segunda mitad de la final con una canción que invita a saltar y al baile sin control. Desde luego que Zdob zi Zdub saben muy bien lo que hacen en el escenario Eurovisivo.
¿Y qué podemos decir de WRS, nuestro bebébé? La potra que ha tenido la televisión rumana con él ha sido inmensa, y el mérito de Andrei es enorme. Tras una preselección infumable de 45 canciones, poco a poco se fue haciendo viral con un gulty pleasure de manual, especialmente en nuestro país. Afortunadamente pudimos disfrutar de WRS y “Llámame” en varias preparties y en Turín, con el colofón de clasificarse para la final. Ahora tiene la agenda apretada y llena de compromisos, sobre todo en España. Desde luego que Andrei ha sido otro de los artistas que nos robado el corazón y se puede considerar que ha sido uno de los triunfadores del festival junto con los mencionados Zdob zi Zdub.
Para cerrar este capítulo podemos destacar que hay una serie de países que también están haciendo bien los deberes y que presntan candidatura para conseguir un triunfo eurovisivo. Son los casos de la mencionada Portugal, Estonia con un temazo que se cargó los problemas con el escenario, Lituania con una canción y cantante llenos de clase y elegancia sumando el riesgo de cantar en lituano, Finlandia que a pesar del resultado tiene una preselección de las mejores de Europa y nos darán el susto cualquier año, y Países Bajos y Polonia, que esta vez sí ha estado a la altura y que abre unas esperanzas similares a las que hemos depositado en España gracias a Chanel. Y no podemos olvidar algo muy importante: la presencia cada vez mayor de las lenguas propias de cada país y el hecho de que el top 5 tenga cuatro canciones en lenguas nacionales. Es algo que aporta riqueza cultural a Eurovisión, que precisamente debe ser un reflejo de la diversidad cultural de Europa.