HIELOS POLARES EN EUROVISION: BERGEN 86

(Artículo aparecido en el nº 27 de Olevisión, escrito por Reyes del Amor) La sala Gryhold, construida en honor al compositor noruego Edward Gry, en Bergen (Noruega) donde nació y se conserva la casa en que componía sus piezas. Este es el centro escogido para la celebración de la trigesimoprimera edición del Festival. Era sábado, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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HIELOS POLARES EN EUROVISION: BERGEN 86

(Artículo aparecido en el nº 27 de Olevisión, escrito por Reyes del Amor)

La sala Gryhold, construida en honor al compositor noruego Edward Gry, en Bergen (Noruega) donde nació y se conserva la casa en que componía sus piezas. Este es el centro escogido para la celebración de la trigesimoprimera edición del Festival. Era sábado, 3 de mayo. Entramos en la tercera década del Festival.
El marco natural era envidiable, de una belleza que cortaba la respiración. Rodeados de montañas, en medio de un fiordo. Es la ciudad más al norte que se ha hecho una edición de Eurovisión.
Antonio Gómez retransmitió para España, tomándoselo todo un poco a broma, como sus predecesores. Se basó para hacer sus peroratas pseudofilosóficas en el “Libro sagrado del amor bengalí” de un tal Samanda Lunda jugando con las palabras que trataban de amor, las letras de las canciones y el aspecto de algunos intérpretes. Como no tenía ni idea de Eurovisión tuvo que basar su discurso en algo. Dijo que “había muchas canciones de amor, demasiadas quizás”. En algún momento pensé que se iba a dormir ante el micrófono de su box porque la apatía era evidente durante toda la retransmisión. Por lo visto ir al Festival para los periodistas de la época era un acto de constricción notable.
Compiten 20 países: Luxemburgo, Yugoslavia, Francia, Noruega, Reino Unido, Islandia, Holanda, Turquía, España, Suiza, Israel, Irlanda, Bélgica, Alemania, Chipre, Austria, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Portugal. 600 millones lo vieron por televisión y vía satélite.
Grecia no participo este año por razones religiosas, ya que el festival coincidía con la pascua ortodoxa. Tenían seleccionada la canción “Wagon lits” de Polina, una canción bastante moderna, para lo que este país nos tenia acostumbrados. En el sorteo de participación Grecia ocupaba la posición numero diecisiete entre Austria y Suecia. Finalmente decidieron no participar. Así ya no fue únicamente Israel el país que podía faltar a la cita eurovisiva anual, por razones de festividad nacional. Chipre que comparte religión y cultura con Grecia, se enfrentaba al mismo problema, pero lo soluciono emitiendo el festival en diferido, el domingo, siendo el jurado de Chipriota los únicos que lo vieron en directo en la isla. Italia no participo este año y debutó Islandia.
Entre el público estaban los reyes de Noruega con sus dos hijos.
El director de la gala fue John Andreassen para la NRK (Televisión Noruega), y la orquesta estuvo a cargo de Egil Monn-Iverssen.
La presentadora fue la cantante, actriz, Presidenta del Sindicato de Músicos Noruegos y futura Ministra de Cultura, Ase Kleveland. Cuando tenía 16 años representó a su país en este Certamen y quedó tercera en 1966 con “Intet er nytt under solen”. Veinte años después se encargó de presentar la gala. Lo hizo con una elegancia extrema, aunque recibió críticas ya que todos los discursos los hizo bilingües, en francés e inglés y se hacía algo pesado. Fue impresionante verla bajar por la escalera del centro escenario, inspirado en un bloque de hielo que simulaba un iceberg, y entonar la bienvenida con el himno de Eurovisión.
Cada intérprete salía precedido de unos vídeos en que se les veían en un montaje sobredimensionado por alguno de los lugares más típicos de Noruega y enviaban una postal de felicitación a su país de origen.
Un problema en el Tibidabo hizo que esta edición no se viera en Barcelona y alrededores, desde la séptima canción hasta el final de las votaciones.
Cómo sabemos estamos en la época más antieurovisiva de la historia. Hoy día alguna periodista dice todavía que el ver el Festival provocaba que la gente se riera de ti. Otras, que hace años que dejó de interesarle. Algunos, que no lo ven porque dicen que es infecto.
Dejando a parte la polémica, esta edición fue excelente en cuanto a canciones, vestuarios y organización. La máxima favorita era Sandra Kim de Bélgica y al final fue la ganadora con una diferencia desbordante, 36 votos más que el segundo lugar, Suiza.
Luxemburgo abre el festival con la canadiense Sherisse Laurence y la balada L’amour de ma vie –El amor de mi vida- Con un traje negro, en palabra de honor, y un coro estupendo hizo otro de los mejores números de la década. Iba elegantísima. Quizá el tema no ganó porque era del estilo de Corinne Hermès y otras muchas canciones francesas románticas en unos años en que los cambios eran constantes. Aún así se colocó en el tercer lugar con 117 votos y dos 12. La letra es de Alain Garcia –autor de Si la vie est cadeau ganadora en 1983- Frank Dostal y música y arreglos de Rolf Soja, que también acompañó a las Baccara de la mano en 1978.

En segundo lugar salió otro tema histórico por su belleza. Se trata de Zeljo Moja –Viva el dolor o El amor es juego- que cantó la todavía activa intérprete, Doris Dragovic por Yugoslavia. Doris había nacido en Slipt, Croacia, y era una de las cantantes más populares de Yugoslavia, muy conocida en todos los países balcánicos. Sacó un vestido blanco bordado en hilo de plata, con pedrería. Estaba a conjunto con el enorme y psicodélico piano que pusieron en medio de la pista y que tocaba el compositor Zrinko Tutic que le hacía coros también. Nikika Kalogjera dirigió la orquesta. Obtuvo pocos puntos para la valía de la canción, sólo 49 y un 12 quedando en la undécima plaza. En 1999, 13 años después de Bergen, nos volvió a sorprender en Jerusalén con un tema y look totalmente distintos. Allí defendió Maria Magdalena con aire discotequero y fue cuarta.
Sorprendió Francia por su representación del ’86. Dos hermanas que eran primas de otras dos y familia de los compositores se pusieron el nombre de Cocktail Chic. Buscaron un tema simplón, de fácil coreografía y letra proeuropea. Européennes, o Chicas europeas, en la que se relatan las excelencias de las mujeres del Viejo Continente, sean francesas, inglesas, italianas o alemanas. Por la letra pensaron que caería bien a los jurados, pero Francia este año se llevó un patinazo considerable. Ocuparon la plaza decimoséptima con 13 votos, una de las peores de su historia. Los autores son Michel y George Costa, hermanos. Dirigió Jean-Claude Petit, como a Séverine en el ’71.
Los anfitriones llegaron con un ídolo de masas en Noruega. Se trata del incombustible Ketil Stokkan que además era el autor y compositor de Romeo. Para dar color a su actuación se acompañó de una transexual y un chico vestidos de Romeo y Julieta con vestuarios propios del siglo XVIII, que nada tiene que ver con el relato shakesperiano o sí, según se quiera interpretar. Fue un número fresco y atractivo que gracias también a la buena labor del coro, consiguió la ovación del público de la sala. No por menos jugaban en casa. A pesar de estar fantásticos sólo consiguieron una mediocre posición, la duodécima con 44 puntos. En 1990 Stokkan volvió al Festival sin tanto show y fue penúltimo. A algunos volver a Eurovisión les va peor que la primera vez, como es el caso.

Los rockeros Ryder, terriblemente atractivos, representaron al Reino Unido con una canción espléndida que tuvo más suerte que Noruega. Fueron séptimos con 72 puntos. El tema se titula Runner In The Night –Fugitivos en la noche- y en la melodía abundaba la percusión, las guitarras eléctricas y los teclados tecnos. Eran de lo más moderno de este Festival y el solista, Mainer Williams, estaba que se salía, cogiendo el palo del micrófono y manejándolo con una soltura propia de los grandes rockeros de los viejos tiempos. Se puso un traje azul eléctrico que le favorecía mucho. La letra es de Maureen Darbyshire y música de Brian Wade. No llevaron director de orquesta porque ellos solitos se bastabanUna canción muy rara, pero bonita, titulada Gleđinbankinn –Banco de esperanza- fue el debut de Islandia en el Eurofestival. Está compuesto por Magnus Ericsson, con arreglos de Gunnar Thordarsson. En sus primeras intervenciones no destacaron y si conseguían votos es porque se los concedían sus vecinos los nórdicos. Quedaron en la decimosexta plaza con 19 puntos. El grupo ICY –Hielo-, a juego con el escenario, se formó para el Festival y luego se separaron. A uno de sus componentes, el pelirrojo de pelo largo y pose de diva lo vimos en el grupo Just 4 Fun en 1991 representado a Noruega.

Cuatro chicas descalzas con vestidos destartalados intentaron impresionar con su baile de un paso adelante, otro detrás, media vuelta y gestos de brazos en forma de tiroliro, pero no lo consiguieron. La verdad es que eran muy guapas, pero cantaban regular. Se trata de Frizzle Sizzle por Holanda con la canción Alles heeft een ritme –Todo tiene su ritmo- compuesta por Peter Schoon y Rob Ten Bokum. Dirigió el experto Harry van Hoof. Tuvieron 40 votos y quedaron en la decimotercera plaza. Dijo el comentarista “que alguien subió el ánimo a alguno de la delegación española que prefería dejar en el más absoluto anonimato”, ¿sería él mismo o algún cantante del grupo Cadillac?. Justo en la mitad de este tema se interrumpió la conexión en Barcelona y alrededores y no la retomaron debido a una avería grave hasta el final de los votos, con lo cual no se vio la representación de España. Pero nadie en TVE se inmutó. Marisa Naranjo, portavoz del jurado español simplemente lo notificó cuando acabó el Festival, pero nunca más se supo y los barceloneses nos quedamos sin Eurovisión. Se hizo una emisión después pero sin ser anunciada y por eso muchos ni se enteraron. Era la política del pasotismo en cuanto al Festival, ¡qué le vamos a hacer!.
Turquía dedicó su canción al Cometa Halley. Con el título Halley, los componentes del grupo Klips van Onlar también llenaron de magia el blanco escenario de Bergen. La canción tenía la melodía típica turca en todas sus notas y ese es el esquema que siguen año tras año, unas veces les va bien y otras regular. Aquí tuvieron 53 puntos con un 12 y se pusieron una meritoria novena plaza, mejorando en mucho sus anteriores participaciones. La letra es de Ilhan Irem y la música de Melih Kibar que también dirigió la orquesta.
El grupo Cadillac (Pedro, Daniel y José María) era un conjunto de éxito en España por los ochenta, que salió como tantos otros de la Movida madrileña y fue tan fugaz como la misma. Les escogieron para ir a Eurovisión a boleo, gracias a que el compositor y voz solista del grupo José María Gúzman llevó una cinta a TVE y dieron en la diana con Valentino. Este tema era típico de orquesta, donde los músicos se pueden lucir. El conjunto vocal de los tres componentes era muy bueno también, sobre todo la voz del solista. Aunque se hizo una buena labor, España pasó desapercibi-da y sólo obtuvo 51 puntos quedando en la medio-cridad característica de nuestra delegación, décimos. El encargado de dirigir la orquesta fue Eduardo Leiva.
La estupenda Daniela Simons se quedó en segundo lugar por Suiza porque competir con Sandra Kim este año se hacía insuperable. La prensa acreditada ya había dado ganadora a la niña belga y esto es difícil de superar cuando los pronósticos están tan claros. Con todo era la mejor canción de este año. Tuvo 140 puntos y las mismas máximas notas que Sandra Kim, cinco, pero a Daniela algún país pasó de votarla y se quedó 36 puntos por debajo de Bélgica. El tema se titula Pas pour moi –Nada para mí- Los autores del tema eran Nella Martinetti y Atilla Sereftug que además hizo los arreglos. Aunque aquí se quedaron en puertas de ganar, en 1988 lo consiguieron con Céline Dion y Ne partez pas sans moi. A ellos el destino sí les tenía guardado el triunfo, sólo era cuestión de esperar.
En 1985 Israel tuvo un gran éxito con el ganador del ’78 Yizhar Cohen, pero ahora no gustaron en absoluto a los jurados internaciona-les. Con 7 puntos fueron penúltimos en la tabla. Esta delegación eligió al dúo Moti Giladi y Sarai Tzuriel con la canción escrita por el mismo Giladi y música de Yoram Zadok, que también dirigió la orquesta. El título del tema es Yavoh Yom -Un día vendrá-, con toques folk hebreos. De todas formas no podemos decir que la canción fuera mala del todo, era algo repetitiva y las voces no destacaban mucho. Quizá fue extremado que les dejaran tan abajo en la clasificación.
Por el contrario la representación de Irlanda con Luv Bug fue impecable. Un tema que además de ritmo era muy moderno. No era tampoco la clásica balada a la que estamos acostumbrados con la representación de este país. Empezaba lenta pero se animaba más adelante, haciéndo-se muy pegadiza. You can count on me -Puedes contar conmigo- obtuvo 96 puntos con tres 12 quedando en cuarto lugar. España le dio la máxima puntuación. Mejoraron un puesto con respecto a 1985. El autor y compositor es Kevin Sheerin con arreglos de Noel Kelehan.
Dicen que actuar en el lugar número 13 puede dar mala suerte. No fue así para las Boobbysocks en el ’85 como tampoco para la niña de ¿12?, ¿15? ó ¿9? años Sandra Kim por Bélgica. Eso de la edad era un misterio nunca desvelado por la delegación belga en su día. Si decían los años reales de Sandra a lo peor eran descalificados de la competición y no se podían arriesgar a tanto. Se optó por decir que tenía 15 años cumplidos. Después de 30 años intentando ganar y nunca conseguirlo esta era la gran oportunidad. Esta niña iba tan arropada por todos, incluidos los artistas que competían, que no podían perder el Festival. Ahora sabemos por su biografía que nació en Montegnée, Bélgica, el 15 de octubre de 1972, por tanto tenía 13 años. Es de origen italiano, su nombre verdadero es Sandra Caldarone y llevaba cantando desde los 7 años de edad. Ganó con creces, dejando las migajas a los demás. Tuvo 176 puntos, récord hasta ese día, con cinco 12.
Los artistas y el público se pusieron de pie para aplaudir a Sandra Kim cuando salió a recoger el premio. En realidad era muy pequeña porque cuando se acercó a la altísima presentadora para dar las gracias la diferencia de estatura entre una y otra era considerable. Ase Kleveland le preguntó “si ella pretendía ganar” y la niña contestó “que no” con la voz entrecortada. Allí si que parecía una niña de nueve años. Pero cuando cantaba soltaba un torrente de voz propio de una de veinte. La canción J’aime la vie –Yo amo la vida- era un canto a la esperanza y al optimismo propio de la juventud. Iba vestida lolita en rosa o niña mayor, aunque en sus ojos se veía la inocencia. Sus padres que estaban entre el público daban saltos de alegría. La canción estaba compuesta por Jean-Paul Furnüht y Angelo Crisci con letra de Rosario Marino Atria. Dirigió Jo Carlier. Fue la noche de Bélgica, que, pobres, ya se lo merecían. Es su único triunfo a día de hoy. España les dio el 10. Del single “J’aime la vie” vendió 1.400.000 copias en todo el mundo, que no esta nada mal.
Sandra Kim ha cambiado de estilos durante su trayectoria, fue más criticada en su país que fuera, pero consiguió hacerse respetar y hoy es una presentadora de fama en Bélgica y graba discos de éxito con asiduidad. Acaba de cumplir 31 años y todavía tiene una carrera muy larga por delante.
Ingrid Peters por Alemania también salió a ganar con la canción Über dir Brücke geh’n -Pasar el puente-. Era una balada de estilo pop alemán muy adecuada para Eurovisión. La Peters tiene buena voz y presencia escénica. Consiguió 62 puntos y un 12. La verdad es que después de Bélgica y Suiza quedó poco para los demás en el reparto. De todas formas fue octava. Hans Blum fue el compositor, autor y arreglista de esta gran canción.
Quizá el único tema malo de la noche fue el de Chipre con Elpida y su Tóra zo. Parecía de otra época y no había por donde cogerla. Tuvo sólo 4 puntos y quedó en último lugar, la primera y única vez que Chipre han ocupado tan “destacado” puesto. Había sonidos de timbales al principio pero la música era una mezcla entre el mediterráneo y el estilo turco, comprensible en esa isla. Quería ser movida pero sonaba a lata. Muy flojita. Y eso después de cantar haciendo los cien metros lisos por todo el escenario entre el coro y ella. Un señor del público sacó un pañuelo blanco ovacionando semejante tostón. La composición es Petros Yiznnaki y Phivos Gavris. Martyn Ford dirigió la orquesta. Elpida decepcionó al público después que la vimos en Eurovisión ’79 representando a Grecia, su país, con el tema Sokráti esú souperstar, donde fue octava con una de las mejores canciones de esa década.
Timna Brauer por Austria llevó una canción lenta, impecable, con una música quizá algo pomposa para la época. Recordaba a aquellas baladas de principios de sesenta que no solían tener éxito en Eurovisión, pero que por su calidad gustaban a todos. Llevaba el sabor de los cabarets berlineses. Timna es alemana. Este año tampoco Austria quedó bien clasificada, y bajó diez puestos respecto al ’85. Fue decimoctava con 12 puntos. El tema en cuestión es Die Zeit ist einsam –El tiempo es solitario- compuesto por Peter Janda y letra de Peter Cornelitus. Dirigió el habitual Richard Österreicher.
Los suecos fueron con una de sus típicas canciones pegadizas y festivaleras que terminan gustando al personal. El dúo mixto Lasse Holm y Monica Törnell cantaron con fortuna E’ de’ det här du kallar kärlek? –Otra idea de amor- que tuvo 78 votos y dos 12 ocupando el quinto lugar.

Es un rock edulcorado que atrae bastante. El mismo inté-rprete, Lasse Holm, era el autor y compositor del tema que dirigió Anders Berglund. Holm ya hizo sus pinitos como coro de Carola en el ’83. Pero fueron la payasada de la noche por el coro rimbom-bante que llevaron, una camarera, un gimnasta, un míster con bombín y un punky viejo y calvo. La emoción de la melodía contagió a la orquesta premeditadamente ensa-yado y hasta bateaban palmas al ritmo de la canción puestos en pie.
Los vecinos de los suecos, Dinamarca, se quedaron un punto por debajo de estos. Con 77 votos pasaron a la sexta posi-ción. Era otro tema divertido del estilo danés. Los intérpretes, el grupo Trax, estaban bastante sueltos. La solista Lise Haavik nació en Noruega y por eso se llevó la ovación del público. La canción que entonó fue Du er fuld af løgn de John Hatting y bajo la batuta del prestigioso Egil Monn-Iversen. Esta canción era igual que las que sacaron los Hot Eyes en el ’84 y ’85, con alarmante parecido a la de Kiki Danielsson de Suecia ’85. Es más, se acompañó de un dúo bailarín que hacían las mismas piruetas que los que llevó la Danielsson.

Finlandia seguía con su afán de sorprendernos por ser año tras año los más raros, pero en la década de los ochenta se despacharon a gusto con cantantes como Rikki Sorsa, Kojo o Kirka. Para 1986 el misterioso Kari Kuivalainen cantó Päivä kahden ihmisen (Never the end) –Nunca el final-. Él había escrito y compuesto la canción expresamente para ir a Bergen. Es un tema muy lento, puede que uno de los más lentos de la historia de Eurovisión. No era malo porque resultaba romántico, pero se salía de los esquemas que triunfarían ese año, como le pasó al de Austria.
El comentarista dijo “que tenía look de nórdico moderno y cierto estilo de radio de galena”, en fin. Dirigió el que nunca faltaba, Ossi Runne. Los finlandeses ya sabemos que están a parte de todos los demás. Consiguieron 22 puntos y la decimoquinta posi-ción, que no está mal para las perspectivas que ellos esperan de este Festival.
Dora es una de las cantantes más famosas de Portugal. Salió en la OTI, sin ganar, y ahora en Eurovisión intentaba un éxito con la marchosa Não sejas mau para mim –No seas malo para mí-. Su traje era una mezcla entre lo moderno y cursi, más por la falda de cancán blanco y verde chillón, la torera negra adornada con un cadenón y botas de militar. Los compositores y autores son Guilherme Ina, Zoe Da Ponte y Luis Oliveira. Colin Frechter dirigió la orquesta. Tuvo 28 puntos y ocupó el puesto decimocuarto.
España le dio un 8. y tuvo muchos aplausos del público. Volvió al Festival dos años después y se llevó el batacazo definitivo para no volver nunca más ya sólo tuvo 5 puntos con Voltarei.
Para dar el premio a Sandra Kim y sus autores salieron las Bobbysocks (Hanne Krogh y Elisabeth Andreassen) y Rolf Løvland, ganadores de 1985. Cómo nota curiosa decir que nuestro comentarista en un despiste geográfico dijo al final de las votaciones que ya estaba decidida la ganadora del Festival de Benidorm!!!, Bélgica. Hasta se le olvidó que estaba en Eurovisión.
Bélgica celebraría por fin la tan deseada edición de Eurovisión. Lo haría la RTBF (Radio Televisión Belga Francófona), porque eran ellos los que habían ganado, cantando en francés. Bruselas será la ciudad escogida para 1987, que aprovecharán para celebrar el Treinta Aniversario de la Firma del Tratado de Roma.

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