GUÍA DE RELAJACIÓN ZEN PARA EUROFANES Y/O AFICIONADOS DIVERSOS

Un mes, estamos a un mes del evento… ¿Qué digo “evento”? EL EVENTO y se nota un estado de excitación histérica colectiva que en caso de seguir aumentado en intensidad va a acabar con las arterias de más de uno/a explotando y causando una mini falla valenciana a domicilio. Sí hermanos en el sufrir, el no […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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GUÍA DE RELAJACIÓN ZEN PARA EUROFANES Y/O AFICIONADOS DIVERSOS

Un mes, estamos a un mes del evento… ¿Qué digo “evento”? EL EVENTO y se nota un estado de excitación histérica colectiva que en caso de seguir aumentado en intensidad va a acabar con las arterias de más de uno/a explotando y causando una mini falla valenciana a domicilio. 
Sí hermanos en el sufrir, el no aficionado a Eurovisión, el anti eurovisivo, no entiende ni puede llegar a imaginar la agotadora tarea que supone ser eurofan: consultar webs de todos los países, leer todas las informaciones publicadas sobre nuestra representante (ya sea en hebreo, ruso o coreano), ver horas y horas de tops en youtube, comprobar cada 20 minutos las posibles fluctuaciones de las principales casas de apuestas, entrar en foros internacionales y hacerse pasar por sueco para decir que “barei yur song is veri god and you are 12 points of me”, entrar en foros para criticar, pelearse y discutir…

Sí, odiadores eurovisivos ser eurofan en abril es un sinvivir, pero ¿qué podemos hacer? Nos ha tocado esta cruz, esto es como nacer gay, pelirrojo o guardia civil: No lo hemos elegido nosotros pero es lo que hay y nos toca apechugar.

Pero no sufráis pequeñines que con el fin de devolveros la tranquilidad espiritual que gozabáis en agosto (cuando Eurovisión no era más que un indefinido eco lejano) os regalo esta guía práctica de relajación zen para que alcancéis el nirvana pre eurovisivo y eliminéis tensiones, histerias y ansiedades.

Antes de empezar, deberemos buscar un lugar tranquilo. Si no tenéis una ondulante colina, bucólico valle o paradisíaco jardín a mano, nos vale cualquier sitio alejado de todo aparato eléctrico, electrónico o electromagnético (es decir cacharro que se enchufe), con lo cual os toca meteros en un armario (siempre y cuando hayáis salido ya de él… U ¿os tengo que recordar que sois seguidores del Festival de Eurovisión?… Bueno la “Guía para la Aceptación Personal de mi Yo Interior y mi Identidad en el Mundo” la dejaremos para futuras ocasiones).

Una vez apartados de toda influencia externa perniciosa iniciaremos el proceso de vaciado mental. A tal efecto, cerraremos los ojos, nos concentraremos en la oscuridad detrás de los párpados e iremos desechando de nuestra mente, nociones tan perjudiciales como Youtube, Foro y sobretodo, Apuestas… Es incomprensible que con el bagaje culturo-holliwoodiense que todos llevamos a nuestras espaldas, sigamos con esta obsesión por las Apuestas. Pero, ¿no véis películas o qué? En toda película educativa que se precie, las apuestas sólo sirven para arruinarle la vida al prota, a su familia, a su mujer, a sus hijos y a su amigo de la infancia. En el proceso de degradación personal, el recorrido típico de toda alma perdida y arrastrada es: darse a la bebida, frecuentar las compañías dudosas, ponerle los cuernos a la parienta, abandonar a los hijos y… dedicarse a las apuestas: caballos, perros, gallos, boxeo, Eurovisión. Con el resultado final de acabar en el río Hudson con un bloque de cemento atado a los pies. O sea que, el mantra que os conducirá a la elevación espiritual será: “Las Apuestas son muuuuu malas”.
 
Una vez sintamos que nuestra mente se vacía empezaremos a levitar. Será una levitación sutil así que no os flipéis todavía.

El siguiente paso en el camino de la meditación trascendental tibetana de alto nivel será el denominado “camino de la iluminación”. Para adquirir este estado de supraconciencia debemos conseguir que nuestro cerebro acepte nuestras circunstancias actuales como la quintaesencia de la maravilla más maravillosa que existe y para ello nada mejor que la técnica del “alivio de post pesadilla”: Seguimos en el armario, hemos vaciado la mente y ahora en la oscuridad insondable en la que nos encontramos realizamos un viaje astral regresivo, y nos visualizamos como un pequeño y simpático feto en el vientre maternal, meciéndonos acompasadamente en el líquido amniótico. Ampliamos nuestra visión mental hasta que visualicemos a nuestra futura madre y nos damos cuenta de que mamá es de San Marino o Bielorrusia, nacida y criada, y que en breve nosotros seremos sonrosados y gritones bebés sanmarinenses o bielorusos y con el paso de los años llegará el momento en que tengamos que sufrir la verguenza, el oprobio extremo de tener que vernos como eurofanes sanmarineros (¿cómo coño es el gentilicio?) o bielorrusos representados por un señor calvo con monóculo y “I didn´t know, I didn´t know” o por un señor pálido de largos cabellos al viento en pelotas y rodeado de lobos salvajes que llegado el momento eurovisivo se les va la pinza lobuna saltan escenario abajo del Globe Arena sueco y se comen a un eurofan noruego con bandera incluida.

En el momento álgido de nuestra ensoñación espiritual cuando nuestra vulnerable mente eurovisiva esté a punto de ceder a la locura más profunda, abriremos los ojos a la realidad real de nuestras vidas y en el alivio post traumático que supondrá sabernos españoles y representados por Barei y Say Yay notaremos como todo brilla y habremos alcanzado el cénit espiritual, estaremos levitando ya cosa mala (aprovechad para quitarle el polvo a la lámpara) y todo será maravilloso. 

Ya veréis como desde ese estado de maravillosidad adquirida, disfrutaréis del espectáculo eurovisivo como si fuera la primera  (bueno la primera no, que duele, la cuarta) vez. Y si España no gana esta vez, ya llegará el día.

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