EXPERIENCIAS LISBOETAS DE UN EUROFAN

Desde mi humilde tribuna quería compartir con todos vosotros la experiencia que es ir al festival de Eurovisión y un pequeño análisis personal de este año. Uno tiene ya una edad y los primeros recuerdos que tengo son de 1983, de esa barca de la gran Remedios Amaya que por desgracia no llegó a buen […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EXPERIENCIAS LISBOETAS DE UN EUROFAN

Desde mi humilde tribuna quería compartir con todos vosotros la experiencia que es ir al festival de Eurovisión y un pequeño análisis personal de este año. Uno tiene ya una edad y los primeros recuerdos que tengo son de 1983, de esa barca de la gran Remedios Amaya que por desgracia no llegó a buen puerto. Siempre seguí el festival con curiosidad musical, aunque mi conversión a eurofán fue un poco tardía, concretamente en 2006. Con la victoria de Lordi me di cuenta que todo era posible en Eurovisión y que es algo más que el mayor espectáculo musical de la televisión; es una oportunidad de conocer la diversidad musical y cultural de Europa y otros países del área de la UER.

Poco a poco fui siguiendo el festival todo el año, escuchando las canciones seleccionadas nada más salir y siguiendo las preselecciones nacionales, comentando y discutiendo en grupos, foros, redes sociales y en esta página, viviendo eurodramas con mi país y con otros.  En otras palabras, lo que muchos conocen como eurofan hardcore. Y por fin este año se hizo mi sueño realidad. Sólo pude ir el fin de semana por motivos laborales, pero este era el año, básicamente por la cercanía. Por fin pude disfrutar en vivo del Festival.

Recomiendo encarecidamente que si podéis, id al festival. Vais a conocer mucha gente de muchos lugares distintos. Hay un ambiente, un buen  rollo y una tolerancia como nunca he visto en otros festivales. Es muy bonito quedar con gente que sólo conoces a través de las redes sociales y/o grupos de eurofans. Además, en los ensayos descubrí un momento que es la simulación de las votaciones. Está hecho con figurantes, pero es divertidísimo ver cómo se hacen pasar por los artistas, se meten en el papel y le hacen el pasillo de honor al supuesto ganador. Y por supuesto, el subidón que da estar allí, en el Arena, viendo a los artistas en vivo y en directo. Una vez que pasas todos los controles, cruzas la puerta de acceso y te encuentras con el escenario que has visto justo un día antes en la televisión, es un momento que no tiene precio para cualquier eurofan. Un consejo: id bien desayunados o comidos porque son muchas horas. Aunque vayáis solamene a los ensayos, lo vais a gozar.

Como aspectos negativos, quizá la lejanía del Altice Arena de la Eurovillage, aunque la distancia se podía cubrir bien en transporte público. Y algo que espero que se mejore para la próxima edición: el día de la final había colas interminables para la bebida, comida, ir al baño, para todo. Creo que ha sido una falta de previsión y no es de recibo que hubiera que estar tantísimo tiempo esperando. En otro orden de cosas, y por desconocimiento (no pude ir al Euroclub), me parecía raro escuchar en la after-party (tras la victoria de Netta) “Despacito” y temas por el estilo, cuando yo me esperaba “Hero”, “Hey Mamma”, “Be my Valentine”, incluso “Bandido”. ¡Anda que no hay canciones marchosas de Eurovisión!

Y ahora un pequeño análisis personal de lo positivo y negativo de esta edición. No voy a discutir la victoria de Israel. Netta me parece una justa ganadora, igual que otras propuestas podían haber ganado perfectamente. No había un favorito claro como el año pasado, y había como siete y ocho propuestas que optaban a ganar. Así que desde aquí, mi más sinceras felicitaciones a Netta y su “Toy”. En este caso ha triunfado el espectáculo, que no quiere decir que sea malo.

 

Lo positivo de este año

El descubrimiento para muchos de toda una diva, Eleni Foureira. Merecía ser la ganadora, pero ha conseguido la mejor posición de la historia de Chipre y un hit seguro a nivel mundial.

El gran tapado que ha sido Cesar Sampson, que fue el mejor para los jurados. Una canción que a mí me ha gustado mucho desde que salió, pero para nada esperaba que quedara tercera.

Alemania, Italia y Francia han hecho los deberes. Francia ha obtenido un puesto 13, pero sonó a favorita. Italia contra todo pronóstico cautivó al público (con otro voto de los jurados a lo mejor hablábamos de Roma o San Remo 2019) con su canto al antibelicismo y al pacifismo. Y bravo por Alemania, con tan emotiva canción, letra y puesta en escena.

La puesta en el mapa eurovisivo de países que en los últimos años no destacaban como Estonia y República Checa, en especial este último, que parece que ha dado con la tecla este año.

La variedad de propuestas que hubo en la final: música de baile; lírica; baladas; country; rock; electrónica; música étnica; etc. Y para destacar la clasificación de AWS. Me parece genial que un estilo a priori tan poco eurovisivo como el metalcore haya gustado. Esto es un hecho muy positivo para el festival para que continúe siendo un festival de la diversidad musical y que entren canciones alejados del cliché supuestamente eurovisivo es maravilloso.

La emoción que tuvieron las votaciones y el baile constante de posiciones que hubo durante todas las votaciones, algo no visto en años. Y para destacar, que Austria se colara en la pelea cuando casi nadie lo esperaba.

La reacción de Surie cuando consiguió recuperar el micrófono, junto al público cantando más fuerte que nunca “Storm”. Los versos “Hold your head up, don’t give up” adquirieron una dimensión completamente distinta y grandiosa.

Lo negativo

La aparición del espontáneo en plena actuación de Surie. Esto nos trae a nosotros muchos recuerdos, cuando otro espontáneo se coló en la actuación de Daniel Diges en 2010. Me acuerdo que en la eurovillage comentábamos que cómo puede ocurrir esto en un evento así.

La no clasificación de potencias como Rusia, Azerbaiyán y Rumanía. Las dos primeras propuestas no daban para mucho, pero me resulta doloroso que Rumanía, con un temazo, lo arruinara con la puesta en escena.

La descompensación de las dos semifinales, aunque la primera semifinal fue algo épico, algo así como una final adelantada. Seguramente Suiza o Croacia hubieran pasado de participar en la segunda.

Que dos propuestas tan buenas como las de Eugent y Waylon quedaran tan bajo en la tabla, en especial la albanesa. Ya nos gustaría a nosotros el undécimo puesto de Albania, pero La Voz de Eurovisión mereció mucho mejor puesto.

Equinox mereció mejor suerte. Una propuesta tan diferente, tan cautivadora, con esas voces armonizadas que rayaban la perfección tenía que haber quedado mucho más alto. No obstante, Bulgaria se está tomando muy en serio esto de Eurovisión y calculo que pronto veremos un Sofía 2019.

España y Reino Unido siguen sin levantar cabeza. Surie es una cantante fabulosa, pero el tema en verdad no le merecía. Y sobre España, da para otra columna y para hablar largo y tendido.

 

Esta columna está expresada desde mi punto de vista de mi propia experiencia. Mi análisis no es ni el mejor ni el peor, es simplemente mi análisis personal. Me encantaría que comentarais otros aspectos positivos y negativos que habéis visto, o corregirme si estoy equivocado.

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