EXPERIENCIAS EUROVISIVAS DE UN EUROFÁN 2019

Una vez más me apetece escribir una columna de opinión para la mejor página eurovisiva que existe. Al igual que el año pasado, aquí os comento mi experiencia eurovisiva de este año y mi pequeño análisis personal sobre el certamen. El año pasado pude cumplir el sueño de todo eurofan viajando a Lisboa para ver […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EXPERIENCIAS EUROVISIVAS DE UN EUROFÁN 2019

Una vez más me apetece escribir una columna de opinión para la mejor página eurovisiva que existe. Al igual que el año pasado, aquí os comento mi experiencia eurovisiva de este año y mi pequeño análisis personal sobre el certamen. El año pasado pude cumplir el sueño de todo eurofan viajando a Lisboa para ver el evento en directo y disfrutar de la Eurovillage, pero esta vez no pudo ser. Por motivos personales y por logística este año me ha sido imposible ir a Israel, así que tocó disfrutar del festival desde la comodidad de mi casa, viendo tanto el festival como los ensayos. Como eurofan de pro, me he montado mi pequeña fiesta en casa, haciendo de jurado eurovisivo e intentando acertar porras sobre quién va a pasar a la final, quién va a ganar, cómo va a quedar España, etc. Aunque suelo ver Eurovisión solo, se está acompañado mediante las redes sociales y los grupos de eurofans, tanto de aquí como del extranjero, alguno de los cuales ya he conocido personalmente.

A partir de aquí empieza mi análisis desde mi punto de vista personal. En primer lugar, mi enhorabuena a Países Bajos y a Duncan Laurence. ‘Arcade’ ha sido la mejor y en esta edición ha triunfado el gusto por la sencillez. Nos encontramos todos los años ante el dilema de canción vs espectáculo. Pues esta vez ha triunfado la canción y la sensibilidad del intérprete. Ahora nos toca ahorrar por si podemos viajar allá.

Lo positivo de Eurovisión 2019

Como he mencionado antes, lo principal es el triunfo de Países Bajos después de casi 45 sin conseguirlo con Teach In. Tras años de travesía por el desierto y mandar candidaturas que no estaban a la altura, Países Bajos apostó por la calidad y su sello personal y me alegro por tan merecida victoria. El trabajo bien hecho tiene su recompensa. Este año había varias candidaturas que merecían ganar pero ha sido Duncan Laurence quien se ha llevado el micrófono de cristal a casa. 

De nuevo este año no ha habido un ganador claro hasta el momento final. Había varias canciones con muy serias opciones de ganar: Italia, Suiza, Suecia, etc. Además el nuevo sistema de anunciar el televoto nos ha dado unos momentos de emoción increíbles. De hecho, el vencedor lo ha sido por un estrecho margen de puntos.

Italia sigue estando arriba dándolo todo. Aunque la puesta en escena no me terminaba de convencer, Soldi es un temazo con mayúsculas. A esto hay que sumarle la arrolladora personalidad de Mahmood, con lo que la factura del tema ha sido redonda. Quizá con otra puesta en escena ahora estaríamos hablando de la tercera victoria italiana.

De nuevo hemos tenido una gran variedad de propuestas, desde el europop hasta la electrónica oscura, pasando por las clásicas baladas o el estilo anticomercial de Telemoveis. Yo defiendo Eurovisión como la máxima expresión de la diversidad cultural y musical de Europa, y me encanta que haya países que se arriesguen mandando temas que aparentemente no tienen nada que ver con el cliché eurovisivo. Y por supuesto también celebro que haya propuestas en la lenguas propias como la húngara, la serbia, la portuguesa y la islandesa. 

Hablando de propuestas sorprendentes, es de destacar las posiciones novena y décima de Australia e Islandia respectivamente. La primera con una canción que cuando salió nos llevamos las manos a la cabeza (de hecho yo presuponía eliminación) y luego ha montado uno de los mayores espectáculos visuales de toda la historia. Los segundos tienen el mérito de haber quedado tan bien con  una propuesta tan radical tanto en lo visual como en lo musical.

Cómo no, el mejor puesto de San Marino de toda su historia. La verdad que Serhat nos ha encandilado con su simpatía y carisma, con un tema que hemos cantado y bailado hasta la saciedad.  Y también es digno de destacar el mejor puesto de toda su historia de Macedonia del Norte justo el año que estrena nombre.

Al contrario que el año pasado, este año no ha habido sorpresas imprevistas. Llamadle aparición de espontáneos o cosas por el estilo. Tan sólo se puede destacar la aparición de Hatari con bufandas palestinas. Aunque se supone que Eurovisión está alejado de la política, al final parece que est no puede evitarse. Los miembros de Hatari en el fondo han sido consecuentes con su actitud y su activismo. Ellos dijeron que venían a politizar el evento, y nunca ocultaron que apoyaban la causa palestina. 

Las postales de este año han sido una maravilla, las mejores en muchos años. De hecho aventuro que van a ser más recordadas que la realización en sí del programa.

Lo negativo de Eurovisión 2019

En primer lugar, los desorbitados precios de las entradas. Si ya era complicado organizar la logística a Israel, los precios de las entradas echaron para atrás a muchísima gente. Vale que Portugal fue un festival pensado en clave económica, pero que las entradas fueran cuatro veces más caras era para pensárselo y mucho.

El intervalo con Madonna me dejó más bien frío a pesar de que interpretara ‘Like a Prayer’, mi canción favorita. La verdad es que me esperaba mucho más de la gran diva del pop y una de mis artistas favoritas de todos los tiempos.

El Big 5 sigue sin levantar cabeza con la excepción de Italia. Francia parece estancada tras el paso de Amir y Alma pese a que Bilal merecía mucho más. Lo de Alemania el año pasado parece que fue tan sólo un espejismo porque ha vuelto a los hábitos de antes. Y Reino Unido parece que anda en permanente escaqueo eurovisivo a pesar de la gran canción que llevaba Michael Rice.

España parece abonada al bottom. A pesar de que llevamos un tema distinto al resto, el más fiestero de la edición, hemos vuelto a quedar mal. Nada se le puede reprochar al trabajo de Miki, que lo dio todo. Sobre el papel de España y qué habría que hacer, podríamos hacer una o varias columnas de opinión.

La no clasificación de Hungría y Portugal a la final desde mi punto de vista personal. Aunque su canción de 2017 era mejor, la balada de Joci Papai era de las que ponían los vellos de punta. ¿Y qué decir de Portugal? Me tenía enganchado Telemoveis por lo transgresor de su propuesta, aunque he de reconocer que me gustó mucho más la performance de la preselección.

El tema de los jurados, que aunque no sea un sistema perfecto, esta vez ha sido de traca. Votos más bien entre vecinos; jurados que parecían que votaban su canción favorita; los clásicos Grecia-Chipre twelve points y los zero point entre Armenia y Azerbaiyán. Para rematar hemos tenido el despropósito del jurado bielorruso, el posterior de la UER y otro clásico más: jurados que se equivocan al votar, con el agravante que Polonia se vio perjudicada cuando le correspondía estar en la final. Ahora parece ser que también ha pasado algo parecido con el jurado italiano perjudicando a Lituania. De verdad, que la UER tiene que mirar esto con urgencia. 

Corolario final

No quiero terminar esta columna sin mencionar algo que para mí es de lo mejor de cada festival sino lo mejor. La cobertura que hace esta gran fábrica de eurofans que es eurovisión-spain de nuestro amado festival. Desde aquí quiero darle las gracias a Vicente Rico, Manu Mahía, Luka y a Joel Cava (con la aparición estelar de Bernardo Pereira) y a todo el equipo de esta web sus retransmisiones y los grandes momentos que nos han hecho pasar con sus comentarios en directo y los eurochats. Sin vosotros Eurovisión no sería igual.

 

 

 

 

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