Eurovisión de 1992, un gran Festival de canciones

Ante las peticiones de algunas personas que siguen mi columna he dedicado hoy mi sección a un Festival de los años noventa. Para los más jóvenes será algo más familiar que los que suelo comentar y ya están en los anales del tiempo. He escogido este año, porque considero es uno de los mejores de […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Eurovisión de 1992, un gran Festival de canciones

Ante las peticiones de algunas personas que siguen mi columna he dedicado hoy mi sección a un Festival de los años noventa. Para los más jóvenes será algo más familiar que los que suelo comentar y ya están en los anales del tiempo. He escogido este año, porque considero es uno de los mejores de esa década, junto al de 1991 y 1997. Habrá gustos variados, y seguro hay gente que prefiere el ’95 o el ’93, también muy alabados por los eurovisivos. Ya se hablará de esos años también. Ahora nos vamos a Suecia ’92, donde hubo muchas estrellas y algún que otro estrellado, como en todo.

La cita de este año es en el Malmomassan, en la ciudad sueca de Malmö el 9 de mayo. Es un polideportivo y pista de hockey sobre hielo de 600 metros cuadrados.

Compiten 23 países: España, Bélgica, Israel, Turquía, Grecia, Francia, Suecia, Portugal, Chipre, Malta, Islandia, Finlandia, Suiza, Luxemburgo, Austria, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Italia, Yugoslavia, Noruega, Alemania y Holanda.

Frank Naef se despidió como representante de la UER (EBU) después de quince años en este puesto.

Los presentadores fueron Lydia Capolicchio, de 25 años y Harold Treutiger, de 28. La sobriedad es la única característica esencial que podemos remarcar de los dos. No gesticularon ni una sola vez en toda la gala, estaban tan estirados que parecían de realidad virtual. En Suecia eran muy populares por presentar programas de televisión.

Jordi García Candau y Ramón Colom, directores de TVE, rescataron del olvido televisivo a José Luis Uribarri el cargo de cronista, después de haber tenido que aguantar a toda una ristra de periodistas antieurovisivos entre 1983 y 1991. Este puesto de prestigio periodístico lo conservará hasta 2003, de momento. Se ha mantenido incluso después de haberse jubilado, en realidad es otro eurofan, y a pesar de sus errores en los últimos años, hay que respetarle porque siempre fue un gran profesional, y sobre todo ama el Festival de Eurovisión, que no es poco, yo diría que es primordial. Muchas de mis crónicas estarían también cojas sin sus informaciones, así como los artículos que escribía para la prensa en los años sesenta y setenta.

Desde Madrid el jurado estaba compuesto por Karina, Marisa Collado (vidente), Barbara Rey, Pablo Carbonell (del conjunto Toreros Muertos), Roberto (de Tenesse), la actriz Esther del Padro, Teresa Rioné (atleta), Willy Rubio, Laura Valenzuela y José Luis Gracia (productor), bajo la presentación de José Manuel Parada.

El Malmomassan pasó del deporte a la canción. La pista de hockey fue habilitada para el Festival con un escenario de 22 metros de longitud. En el suelo del mismo estaba la antigua carta de Eurovisión. El decorado era la proa de un barco vikingo con cabeza de dragón que echaba humo por la boca. Todo en general tenía un cierto aire gélido, de penumbra. Por cada lateral del barco salían dos escaleras en forma de caracol. A un lado la orquesta, dirigida por Anders Berglund, y al otro una gran pantalla de televisión donde se veían primeros planos de los artistas y músicos. Una mascota, como en el ‘90, iniciaba las presentaciones de cada vídeo, donde salían imágenes del país que iba a actuar. Se trataba de un gracioso pajarito que iba vestido con los colores de la bandera sueca. Después el presentador, alternando con la presentadora, decía el nombre del director de la orquesta.
Entre vídeos, pájaro y presentadores, se hizo un poco largo el show. Además aprovecharon para lanzar al inicio de show el nuevo trabajo de la ganadora del ’91, Carola, titulado “All the reasons to live” –Todas las razones para vivir-, al más puro estilo de musical americano donde salían unas bailarinas que iban con mástiles que llevaban las banderas de todos los países concursantes.

La delegación italiana como anfitriones del año anterior regalaron las ingentes cantidades de flores que inundaban la sala de los artistas y la tarima de los presentadores. Todavía estamos en la etapa de los floripondios por todos lados.
La oscuridad no estaba sólo en el escenario. Las canciones también eran muy apagadas en algunos casos, con estilos dispares y poco pegadizos en general. Respecto a la ganadora “Why me?”, Irlanda, llovió ríos de tinta. Fue muy criticada porque era una canción muy convencional. Está escrita por Johnny Logan –que así conseguía su tercer premio en Eurovisión, pero su segundo como autor- e interpretada por Linda Martin una de las artistas más populares de su país.

Linda Martin estuvo a punto de ganar en 1984 con “Terminal 3”, escrita por Johnny Logan (Sean Sherrad). También se presentó en la semifinal irlandesa de 1986 y fue cuarta con “If i can change your mind”, pero escogieron a Luv Bug para ir a Bergen. En el ’92 Linda se alzó con el primer premio por fin. Destacó por su voz y melena pelirroja, pero también por la elegancia de su vestido, en gris terciopelo con hombro descubierto. Era de lo mejorcito que se presentó ese año, junto a Italia, Malta, Austria y el Reino Unido. A pesar que muchos dijeron que “Why me?” no era la canción más buena de ese año, sí fue la mejor interpretada. Cuando se cree lo que se canta se gana seguro, lleves lo que lleves. Salió convencida para ganar, se notaba en el gesto y la voz. Obtuvo 155 puntos con tres 12. España le dio un voto. Linda tuvo la misma suerte que Lys Assia (1956 y 1958) y Gigliola Cinquetti (1964 y 1974) que quedan en primer y segundo lugar en los años en que se presentaron.

El Reino Unido vuelve a conquistar la segunda plaza con Michael Ball y el tema de Tony Ryan, Paul Davies y Victor Stratten “One Step out of Time” –Un paso fuera de tiempo-. Era un cantante de gran experiencia en su país por protagonizar comedias musicales para el teatro, entre ellas “El Fantasma de la Ópera”. Empezaba también a ser conocidos en los teatros de Nueva York. Miraba a la cámara de una forma desafiante, muy seguro de sí mismo y es que le sobraba voz y gesto, lo hacía muy bien. Cuando no se tiene un tema muy bueno como este, la puesta en escena hace mucho. El coro era también estupendo. La orquesta la dirigió el veterano por estas lindes, Ronnie Hazlehurst. Obtuvo 139 puntos, en una dura lucha entre ingleses, malteses e irlandeses que se decantó por los terceros a última hora. España votó cinco puntos al Reino Unido. Lo de las segundas plazas de este país es para estudiarlo a parte e incluso hacer un máster. ¡Quince veces ha quedado en esa posición!, además de sus cinco victorias hasta el momento. Por eso les sentó tan mal el cero de Riga en el 2003, y es que no estaban acostumbrados después de competir desde 1957 con bastante éxito.

Malta llevó a una señora que intentaba cantar a lo Shirley Bassey y no lo hacía mal por cierto. Según Uribarri “tenía voz de negra”. Mary Spiteri y “Little Child” –Niño pequeño- se pusieron en tercer lugar con 123 votos. La verdad es que al principio iba ganando ella, pero cambiaron las tornas a mitad de la votación y se descolgó un poco. Por primera vez obtienen los tres primeros lugares tres temas cantados en inglés. La canción era muy aceptable, en la línea clásica, penetrante que va subiendo de tono para llegar a un clímax increíble al final con un estruendo de voz y orquesta. Ella ya estuvo en la primera preselección de Malta de 1971 cuando eligieron al infumable Joe Grech, eran otros tiempos. Ganó en 1975 el Festival de la Canción de Tokio, un año antes que Isabelle Aubret. La letra de “Little Child” es de Raymond Mahoney y la música de Georgina Abela, la señora que representó a Malta en el ’91 cantando junto a Paul Giordimainia y que estaba casada con el director de la orquesta, Paul Abela. El jurado español le dio el 12.

Italia con Mia Martini y Grecia con Cleopatra pusieron el toque fino y de calidad a la noche. De todas formas no nos engañemos, las canciones no eran eurovisivas o lo que se entiende por la típica canción festivalera. Grecia y “Olou tou kosmou i elpida” –Canción de amor- de Christos Lagos con arreglos de Haris Andreadis, era el típico tema folk al que nos tenía acostumbrados este país. Gustó mucho a los jurados ya que consigue 94 votos y el quinto lugar, la mejor clasificación de este país hasta ese momento. Ya fueron quintos en 1977 pero con dos puntos menos. Cleopatra cantaba muy bien. Debutó en el Festival de la Canción de Salónica y estuvo muchos años actuando en orquestas itinerantes que viajaron por Europa y los Estados Unidos. El rostro de esta mujer me recuerda mucho al de Amaya Uranga de Mocedades cuando era joven.

En cuanto a Italia y la gran Mia Martini, ¿qué se puede decir de una mujer con tanto carisma como esta?. Nació en la región de la Calabria, al sur de Italia en 1947. Su vida estuvo llena de altibajos y aunque en el Festival estuviera muy sonriente durante los votos, la verdad es que la procesión la llevaba por dentro la pobre. Sufría fuertes depresiones. En Eurovisión ’92 quedó en una merecida cuarta plaza con 111 puntos. El tema “Rapsodia”, cantando con desgarro y energía, es una de esas canciones que han pasado a la historia de este Certamen como una de las más buenas. El autor es de Giancarlo Bigazzi, que había hecho muchos temas para Massimo Ranieri y la composición de Giuseppe Dati, bajo la batuta de Marco Falagiani, otros dos expertos. Mia también fue segunda ese año en San Remo, detrás de Lucca Barbarossa, con “Gli uomini non cambiano”. Mia (Domenica Berté de nombre real) inició su carrera en 1964 y tuvo muchos altibajos. Abandonó el mundo de la canción en 1966 hasta que reapareció en 1971 con un gran éxito “Padre da vero”. En Eurovisión ’77 fue decimotercera con “Libera” y eso que era una de las favoritas. Tiene otra etapa de descanso de 1981 a 1989 cuando participa en San Remo con “Almeno tu nell’universo”. Era conocida mundialmente. Cuando fue a Malmö tenía 45 años, pero lo que nadie imaginó es que moriría 3 años después de un infarto en la ciudad de Milán, una gran pérdida que conmocionó a Italia.

España dio diez votos a Israel y la pegadiza “Ze Rak Sport” –Es sólo deporte- cantada por Dafna junto a dos chicos guapetones que tocaban los timbales. A Dafna Dekel la vimos años después, en 1999, como presentadora del Eurofestival. Quedaron sextos con 85 puntos. La canción estaba dedicada al deporte y en especial a España que por esas fechas ya estaba casi todo listo para la Olimpiada de Barcelona. Esta canción que estaba entre la rumba española y el tico-tico, según Uribarri, está compuesta y arreglada por Kobi Oshrat –que hizo el famoso “Hallelujah” del ‘79- y letra de otro eurovisivo, Ehud Manor que fue el autor del pegadizo “Abanibi” del ’78. Dafna había quedado segunda en el Festival de Sopot de 1990 y también es actriz de profesión.

El exotismo será la tónica general a la que nos fue acostumbrando Francia en los años noventa. Dejaron atrás ese estilo romántico y con charme que tanto los caracterizó, para entrar en el folk étnico reivindicativo. En el ’92 apostaron por el grupo antillano Kali (el mismo nombre del solista nacido en la Martinica) y “Monté la riviè” o -Remonta el río-. La verdad es que remontaron muchos puntos en la clasificación general, 73 y octavo lugar, para un tema insulso y tostón. Recibieron dos doces incluso. Los compositores son los mismos componentes del grupo, incluido el director de orquesta, con rastras en el pelo, Magni Vasco Noverraz. El autor es Remi Bellechombre. La fórmula les dio buenos resultados en el ’90 con Jöelle Ursull a lo afro y en el ’91 con Amina y sus aires magrebríes. Fueron dos segundos puestos, pero bajaron alarmantemente en la clasificación a mediados de los noventa y no mejoraron hasta el 2001 y 2002 cuando volvieron al clasicismo con un evidente sabor a lo Cèline Dion, en las voces de Natascha St Pier y Sandrine François.

Islandia ofreció la nota simpática con el cuarteto Heart 2 Heart y la canción “Nei edu ja” -No o sí-. Destaca la presencia en el grupo de la excelente cantante islandesa Sigga, que ya representó a su país en el ’90 formando el dúo Storjonin donde fueron cuartos y volverá en el ’94 en solitario. Heart 2 Heart eran un cuarteto de dos hombres y dos mujeres muy conjuntados en rojo y amarillo. Eran como unos Family Four renovados y marchosos. La letra es de otro cantante que pasó por el Festival en el ’88 y ’91 como intérprete, Stefan Hilmarsson. La música pertenece a Fridrik Karlssson y Gretar Orvasson. Dirigió Nigel Wright. Animaron bastante a una adormecida sala y se colocaron en la séptima plaza con 80 puntos. Los ingleses le dieron el 12.

La cantante más sexy del festival fue la chipriota Evridiki con su espectacular traje rojo y la sugerente melodía, un poco misteriosa, de “Teriazoume” –Hecho el uno para el otro- de Giorgios Theofanus, que después se convirtió en su esposo. Cuando volvieron a salir en el ’94 ya estaban casados. Evridiki cantaba desde los siete años y estudió música en los Estados Unidos. Toda una señora en escena que tuvo un pequeño altercado con el palo del micro. Le dio un golpe con el brazo y a poco lo tira al suelo, aunque lo paró muy disimuladamente con el pie. Lo gracioso de esta canción es que tenía dos falsos finales que confundieron al público haciéndole aplaudir antes de tiempo. Y eso que era un público muy contenido. Chipre gustó moderadamente a los jurados y quedó undécima con 57 puntos.

Un gitano de origen húngaro representó a Austria con la canción “Zusammen Gehn” –Marcharse juntos-.Tony Wegas (Anton Sarcusi de nombre real) estaba un poco estirado en escena, parecía incómodo. Eso quitó fuerza a una buena canción relegándola a la décima plaza con 63 puntos. Recibió un doce de los irlandeses. Los autores de la canción eran los conocidos chicos del dúo Modern Talking, Dieter Bohlen y Joachim Horn-Bernges. La orquesta la dirigió Leon Ives. Cuando Tony Wegas volvió a Eurovisión en el ’93 con “Maria Magdalena” y estaba mucho más suelto, aunque quedó peor colocado en la clasificación, decimocuarto.

Holanda conquistó a la sala sueca con el trío de chicos antillanos abanderados por Humphrey Campbell. Nació en la Guayana Holandesa. Fue novio de otra eurovisiva, Ruth Jacott que estuvo en la edición del ’93, precisamente con Campbell. La canción “Wijs me de weg” es de Edwin Schimscheimer. Dirigió la orquesta Harry van Hoof. Ocuparon la novena plaza con 67 votos. Lo más bueno fue el baile que se pegaron, en forma de comedia musical, acompañados por un acordeonista excelente. Ellos fueron los últimos en actuar y recibieron una sonora ovación.

Las demás canciones fueron mediocres en comparación. España con Serafín Zubiri de 27 años y nacido en Pamplona hizo un triste papel. Obtuvo 37 puntos y la decimocuarta posición para “Todo esto es la música”. A él le tocó abrir el show y estaba como un flan. En los coros le acompañaron María Lar, Adolfo Rodríguez, Marta Aguilar y Miguel Rodríguez. La composición es de Alfredo Balbueno y Luis Miguélez que también hizo la letra. Javier Losada dirigió la orquesta. Televisión Española siempre ha confiado en este esforzado intérprete que nunca ha conseguido despuntar en las listas de éxitos de nuestro país, quizá como compositor y autor es más bueno que como cantante. Con todo tiene una voz excelente, pero sus temas no terminan de cuajar. Cuando volvió a Eurovisión en el 2000 fue decimoctavo se hizo evidente esta teoría. Su disco no vendió casi nada. Eso no desmerece el tesón con el que vive, a pesar de su minusvalía, es invidente. Fue el primer cantante ciego en Eurovisión, después han ido más, como Csaba Szigetj de Hungría en el ’94, George Nussbaumer por Austria en el ’96 y Corinna May de Alemania en el 2002, todos sin suerte también. Zubiri es un deportista nato, amante de la escalada ha conquistado grandes cumbres en los Alpes y los Andes. Simplemente ha sido uno de tantos que en el Festival no ha tenido suerte, pero ni falta que le hace porque es una gran persona.

Portugal y Dina fueron con una canción de esas que ponen en los festivales que hace Teresa Rabal y su “Veo, veo”, empalagosa y repetitiva. Pero no sólo era empalagosa por el sonetillo facilón, sino por la descripción de tanta y tanta fruta. Su título era “Amor d’agua fresca”. Consiguió 26 puntos y la decimoséptima plaza. Otras dos mujeres fueron la autora y compositora respectivamente, Rosa Lobato de Faria y Ondina Veloso. Dirigió Carlos Alberto Móniz.

Los finlandeses para variar llevaron un tema de corte cómico y festivo con un señor llamado Pave Maijanen que no paraba de hacer muecas mientras cantaba al son de del “Yamma Yamma”. Según Uribarri, tuvo un resbalón en las escaleras de bajada del escenario durante los ensayos que casi le cuesta un susto grave, y es que era hiperactivo. Pave había hecho la música con letra de Héctor y arreglos de Olli Ahvenlahti. Esta canción y el “Nuku pomnin” de Kojo del ’82 se pueden dar la mano. El coro finés, de tres chicas vestidas de amarillo, parecía que más que cantar estaban de cachondeo con sus ondulantes movimientos de brazos. Para ellos fueron 4 puntos que le dieron Israel (uno) y Yugoslavia (tres) y el último lugar.

Dinamarca saca un dúo, acompañado de coro, al estilo “Grease”, aunque vestidos de los años noventa. Chico que quiere a chica y no sabe como decirlo. Son Lotte Nilsson, que tenía muy poquita voz la pobre, y Kenny Lübcke, cantante de heavy metal, metido ahora a galán edulcorado para la Eurovisión. Le pusieron un traje gris muy clásico, pero él no renunció a su larga melena y a las botas camperas. Él había dejado sus estudios de Periodismo y Arqueología por el artisteo. Por lo menos estuvieron simpáticos. Podían haber quedado mejor porque el tema en conjunto no era malo. El título era “Alt det som ingen ser” –Lo que nadie sabe-. Obtuvieron 47 puntos y la doceava plaza. El autor de la letra y compositor es Carsten Warming. Dirigió la orquesta el de siempre, Henrik Krogsgaard. Lotte llevaba un peinado y maquillaje inspirados en los años sesenta. Se parecía a la Betty Bo de los teveos. Con todo estaba muy guapa.

Los alemanes nos sorprendieron por su clasificación este año. El grupo bávaro Wind, que fueron segundos en el ’85 y en el ’87, ahora quedaron en la decimosexta plaza con 27 puntos y el tema “Traume sind für alle da” –Los sueños existen para todos-. Petra y Sami eran los solistas. Francamente la canción era muy flojita y no tenía nada que ver con su super éxito “Für alle” de 1985. El autor es el archifamoso Bernd Meinunguer y la música de Ralph Siegel, otro especialista en llevar temas al Festival.

Morgane (Ingrid Simonis de nombre real, nacida en Lieja hacía 17 años) representó a Bélgica. Salió tan sencilla, como de estar por casa, que a pesar de llevar una canción aceptable y muy bien orquestada no conquistó el beneplácito de los jurados europeos. Tuvo 11 puntos y la vigésima posición. La canción se titula “Nous on vent des violons” –Nosotros queremos violines-. La música es de Claude Barzotti y la letra de Anne-Marie Gaspard. Dirigió Frank Fievez.

Igual le pasó a Suiza con Daisy Auvray. Sacó un tema muy digno pero la vistió algún enemigo con una minifalda que le quedaba fatal porque tenía piernas de palillo, encima se puso medías negras, una torera de lentejuelas pasada de moda y el peinado que le hacía aun más cara de palo. Lo siento pero es uno de los peores vestuarios de la historia. Obtuvo 32 puntos y la decimoquinta posición con el tema “Mister Music Man” de Gordon Flent con arreglos de Roby Seidel. Yo no sé, pero a veces algunas delegaciones se olvidan que Eurovisión debe ser una gala con glamour. No sólo está el cantar bien, hay que salir en condiciones. No se puede ir de cualquier forma al Festival, porque eso no beneficia ni a los cantantes, que se sienten incómodos, ni a un show que ven millones de personas. La audiencia fue bajando año tras año, es normal. Desde 1997 esto cambió y con ello la popularidad del Festival se ha recuperado y sigue aumentando. Del ’87 al ’96 los festivales eran cada año más y más oscuros. Mucho negro, gris y azul metálico que son los colores de la sordidez. Horrible. ¿Quién se había muerto?

Hay que decir que el realizador no se entregó mucho con algunos cantantes, como Morgane o Daisy Avray. Les sacaba pocos primeros planos, en cambio sí hizo mejores tomas de Michael Ball, Evridike, Tony Wegas, Dafna o Linda Martin. A España le perjudicó la orquesta y no se percibió que Serafín tocaba el piano a la vez que cantaba. Lo sabemos porque ha habido muchos cantantes que hacían ver que tocaban el piano y no lo hacían en realidad. No es el caso de Serafín y el esfuerzo fue en vano. Pero de esto no tiene culpa la organización porque el mismo Zubiri dijo que no necesitaba back in track o sonido pregrabado que le hubiera dado fuerza al tema. A veces una pizca de humildad no va nada mal.

La cantante de Noruega, ella de rojo con un traje de azafata de congresos y exposiciones y su coro de riguroso luto, cantaron “Visjoner” –Visiones-, que solo consiguió 23 puntos y la decimoctava posición. Merethe Trøen de 22 años se hizo famosa en su país por interpretar el papel de María en una ópera rock titulada “La melodie de bonheur”. Merethe tenía mucha voz, algo chillona en algún momento. El gritito del final a lo Monica Aspelund –esta estuvo en Londres ’77 por Finlandia- no tenía desperdicio. Le quedó muy bien. La canción era bastante buena aunque con toques muy clásicos y marciales. Con todo llevó un coro excelente. La composición es de Robert Morley y la letra de Eva Jansen.

Turquía sacó otra chica vestida de azafata, aunque esta de color turquesa con un coro de fornidos turcos con chaquetas amarillo chillón. Se llama Aylin Vatankos y nació en Estambul en 1970. Llevó una canción muy ñoña que tenía el título de “Yaz bitti” o “El verano terminó”. Para no variar en la tradición quedan los últimos casi, con 17 puntos, en la decimonovena plaza. La autora del tema es Aylin Urgoalar con música de Aldogan Simsekyay. Dirigió Aydin Ozari.

Luxemburgo, tres cuartos de lo mismo. Este año cantó Marion Welter acompañada por el grupo musical Kontinent, en luxemburgués, variante del alemán, el tema Sou Fräi –Tan libre-. Indescriptible este número. Primero por lo mala que era la canción y segundo por su puesta en escena. Su chaqueta amarilla chillón y la falda de colorines al estilo mantel no podían ser más feas. El tema es de Jang Linster y Ab Van Goor. Dirigió Christian Jacob. Luxemburgo bajó en picado en las clasificaciones generales desde 1989. Aquí quedan en la vigésima primera plaza con 10 puntos que sólo le votó Malta, sino se hubieran quedado con un cero, como aquel histórico del ’70 con David Alexander Winter.

Los suecos también estaban de luto. Su intérprete, de rostro vikingo, llamado Christer Björkman, iba completamente de negro. Le venía muy bien porque tuvo que sufrir la vergüenza de conseguir sólo 9 votos y rozar el último puesto, quedó penúltimo en su casa, como ha sido el caso de los letones F.L.Y. en el 2003 en su propia nación, antepenúltimos. La canción “I Morgon är En Annan Dag” –Mañana hay otro día- no estaba tan mal, todo hay que decirlo, un poco oscura en su composición, rarita, pero por eso curiosa. Él se lo tomó un poco a chufla porque cuando lo enfocaban en las votaciones se partía de risa. La música y la letra son de Niklas Stromstedt, bajo la batuta de Anders Berglund. Christer estuvo en Riga 2003 acompañando al dúo Fame, no en escena, sino como componente de la delegación sueca, algo así como Nina con Beth. Tuve la oportunidad de conocerle y además de simpático adora nuestro país, no se expresa del todo mal en español, chapurrea algo. Allí me dijo allí que el tema que más le gustaba de todos los españoles fue el que llevó Anabel Conde en 1995, “Vuelve conmigo”, hasta se sabía la letra. Es más guapo al natural que en la tele, os lo puedo asegurar, aunque esto resulte un tópico.

Tampoco Yugoslavia sacó una mala canción con la señora estupenda Extra Nena (Nedana Beri) de 32 años. La orquesta se entregó para este tema y el conjunto vocal y musical fue excelente. El sugerente título es Ljubim te pesmama –Besándote con mis canciones- Obtuvo 44 votos y la decimotercera plaza. El autor es Gale Jankovic y el compositor Radivoje Radivojevic. No llevaron director de orquesta y la labor la hizo Anders Berglund. Extra Nena era actriz de teatro profesional pero, según Uribarri, nunca había hecho cine porque sólo le ofrecían papeles de destape. Este fue el último Festival al que acudió Yugoslavia como nación. En el ’93 llegó la disgregación y se transforman en Croacia, Eslovenia y Bosnia-Hercegovina. Estos tres países consiguen plaza para la competición a la que se querían presentar todos las naciones de la Europa excomunista o del Este. Años después también concursaran Macedonia, Rumania, Polonia, Rusia, Hungría, Eslovaquia, etc. La Eurovisión iniciará una nueva etapa donde el salir en este certamen estará muy competido y hubo que poner reglas ya que se querían presentar para el ’93 hasta treinta países. La UER no lo permitió y se hicieron preselecciones con los países del Este de Europa.

Ahora, en el 2003, se tendrá que hacer en dos veces con semifinal, algo desmesurado por la gran cantidad de países que salen y donde se ejerce una pequeña o gran discriminación. Entre los “Big Four” (Francia, España, Reino Unido y Alemania) y los que obtienen mejor resultado en los votos se crea un show con países y canciones de primera y otras de segunda. Esto a la larga traerá sus polémicas, ya lo veréis.

Volviendo a Malmö en el intermedio hubo un espectáculo de danza que pasaba por la historia del baile en el siglo XX y que TVE cortó su emisión porque conectaron con Torrespaña para hablar con los miembros del jurado. Recordemos que el Festival seguía relegado a la segunda cadena, exilio forzoso desde 1984.

Y así finalizó el Festival del ’92. Como nota curiosa hay que decir que a criterio de José Luis Uribarri fue el mejor de todos los tiempos. Por lo visto se había olvidado de otros años infinitamente más buenos y que precisamente hizo la crónica, como es el ’75. Pero el mejor fue el ’73 que retransmitió Julio Rico o el ’85 que fue comentado por Antonio Gómez. Por lo menos 1992 queda entre lo mejor de la década de los noventa, eso es innegable.

Reyes del Amor, 02/03/04

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