Eurovisión de 1989, la sorpresa yugoslava (1ª parte)

La trigesimocuarta edición tuvo lugar en la ciudad suiza de Lausanne, a orillas del lago Leman el 6 de mayo, sábado. Se escogió el Palais de Beaulieu en la Sede del C.O.I.(Comité Olímpico Internacional). 600 millones de telespectadores. Los presentadores fueron Lolita Moreno italiana afincada en Suiza –egiptóloga, modelo y cantante- y el comentarista deportivo […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Eurovisión de 1989, la sorpresa yugoslava (1ª parte)

La trigesimocuarta edición tuvo lugar en la ciudad suiza de Lausanne, a orillas del lago Leman el 6 de mayo, sábado. Se escogió el Palais de Beaulieu en la Sede del C.O.I.(Comité Olímpico Internacional). 600 millones de telespectadores.
Los presentadores fueron Lolita Moreno italiana afincada en Suiza –egiptóloga, modelo y cantante- y el comentarista deportivo de la cadena francófona suiza Jacques Descheneuax. Ella había estudiado Historia del Arte en la Universidad de Barcelona, por eso hablaba español muy bien. Él era Jefe del Área de Deportes de la Televisión suiza. Retransmitió para España Tomás Fernando Flores.

Concursaron: Italia, Israel, Irlanda, Holanda, Turquía, Bélgica, Reino Unido, Noruega, Portugal, Suecia, Luxemburgo, Dinamarca, Austria, Finlandia, Francia, España, Chipre, Suiza, Grecia, Islandia, Alemania y Yugoslavia.

La polémica vino con Francia e Israel que llevaron dos niños, de 12 y 11 años respectivamente. La sorpresa fue la victoria de la insulsa Rock me baby de Yugoslavia.
Céline Dion –ganadora del ‘88- abrió la noche con un fragmento de Ne partez pas sans moi, a la que siguió otro tema para su promoción internacional en inglés, Where Does My Heart Beat Now.
Se puso de moda que salieran dos presentadores. Esta doble faceta se inició en 1988 y perdura hasta el 2003. Sólo se rompió la norma en 1993 y 1995 en Irlanda con Fionulla Sweeney y Mary Kennedy, respectivamente.

En 1989 Lolita Moreno hizo una labor muy digna, pero Jacques Deschenaux sobraba, mejor que hubiera seguido con sus comentarios deportivos, porque en cuestión de música estaba muy perdido y más estirado que un bacalao. Sobre todo cuando se puso a entonar la canción Mercie Cherie –ganadora del ‘66- para presentar el tema de Austria. Corramos un tupido velo. Por el contrario Lolita tenía un perfecto dominio de las lenguas. A España la anunció en un castellano bastante bueno –y ahora, y ahora arriba España…-. Además dio glamour a la noche, pero Jacques se lo quitaba. ¡Qué diferencia con el adonis rubio del ’88, Pat Kenny!

En cuanto a Yugoslavia resulta increíble que otros años, cuando sacó temas mucho mejores, como el Gori Vatra del ’73 o Zeljo Moja del ’86, ganara con Rock me baby que no les llegaba ni a la suela del zapato. Triunfó por una corta diferencia con el Reino Unido, 7 votos más. Los británicos volvían a quedar en segundo lugar, como en 1988. Lo mismo que Céline Dion, el grupo Riva consigue el primer lugar con 137 puntos y cuatro 12, uno más que la Dion. La máxima nota se la dio Israel, Irlanda, Turquía y paradójicamente el Reino Unido. Si no le hubieran dado ese 12, habrían ganado ellos, ya que obtuvieron 130 votos.
Y dejando un poco de lado los pros y los contras de esta Convocatoria en Lausanne, vamos con las demás canciones que, exceptuando alguna mala, fueron impecables en su mayoría. España, Italia, Holanda, Reino Unido, Dinamarca, Austria, Grecia y Suecia merecían el primer lugar, cada una en su aspecto. Fueron baladas inolvidables, algunas, para los aficionados de Eurovisión por lo que podemos calificar este Festival como el mejor de la década, después del ’85 claro, año al que yo tengo una especial y devota estima.

Italia con Anna Oxa y Fausto Leali pusieron el listón muy alto. Eran los ganadores de San Remo ’89 con la canción Ti lascerò, pero como los presentadores, quizá, Anna debiera haber salido en solitario, porque a dúo con Fasto Leali no pegaba. La explosividad de Anna Oxa, rubia oxigenada, de origen albanés, con vestido negro ceñido, hacía que Leali pareciera aún más pequeño de lo que es. Eso sí, ambos tienen una voz espléndida. Fue una lástima que sólo ocuparan la novena plaza con 56 puntos y un 12 que le dio muy merecidamente España. El tema para el Festival fue distinto al del triunfo en San Remo. Su título Avrei voluto, está compuesto por Franco Fasano y letra de Franco Ciani y Franco Berlincioni. Es de esas canciones difíciles de olvidar que como sabemos para Italia siempre son maltratadas en Eurovisión. Recordemos a Massimo Ranieri en el ’73 o a Iva Zanicchi en el ’69 –decimotercera plaza -, por poner sólo dos ejemplos clamorosos de lo injusto y mediocre de los jurados eurovisivos.

El paso de Anna Oxa por el mundo de la música ha sido muy extenso y variado. Sus cambios de look son impresionantes, reciclándose a los nuevos tiempos como otras grandes divas de la canción italiana. Fue segunda en San Remo ’78 con Un’emozione da poco. En 1997 también quedó segunda con Storie y primera en el ’99 con Senza Pietà, pero como Italia se retiró en el ’98 de Eurovisión nos hemos perdido uno de los países que mayor calidad han llevado año tras año.

La UER decidió en 1990 que no salieran niños menores de 16 años en Eurovisión tras la polémica que suscitó la intervención de Gili, un niño de 12 años, por Israel en 1989. También Francia llevó a una benjamina, Nathalie Pâque de 11 años. Cuando ganó Sandra Kim en el ’86 ya hubo un revuelo monumental por la corta edad de la participante, un misterio todavía no desvelado. Unos decían que eran trece años, otros que once, pero era probable que fueran nueve, que muy prudentemente ocultó la Televisión Francófona Belga para así ganar su primer y único Festival hasta el momento. El niño israelita Gili estuvo acompañado por un coro de dos chicas y una solista, Gallit. Todavía estaba en el recuerdo de todos el famoso Jean-Jacques del ’69 por Mónaco, de 12 años también, cuando fue al Teatro Real de Madrid. Pero el impacto no fue tan grande con el jovencito Gili que quedó duodécimo con 50 votos y el tema Derech ha ‘melech, una balada de corte clásico algo pesadita donde el intérprete se esforzaba en poner cara de ángel, aunque la voz se le fuera en algún momento. La letra y la música del tema son de Shaike Paikov que también dirigió la orquesta.

Irlanda no se mató en la elección de sus representantes para Lausanne. Llegaron con un tema mediocre titulado The Real Me, compuesto y escrito por el intérprete Kiev Connoly –cantante de música folk- que estuvo acompañado en el escenario por el grupo The Missing Passengers en el que había una diva de la ópera a la que no se le oía cantar, por lo menos daba esa impresión. Quizá lo hizo en un tono bajo para no tapar la modesta voz de Connoly. La orquesta la dirigió Noel Kelehan. Consiguieron una de las peores clasificaciones de su historia, la decimoctava con 21 votos. Eran la típica parejita feliz que se reconcilia después de una pelea. Al final de la canción se dan un discreto beso en la boca. Volvemos a recordar el de Birthe Wilke y Gustav Winckler en el ’57 o el de Anita Skorgan y Jahn Teigen en el ’83.

Justyne Pelmelay, de treinta años y origen indonesio fue la insuperable intérprete que eligió la Televisión holandesa en esta oportunidad. La balada Blijf zoals je bent de Cat Music como autor y Jan Kisjes, compositor, ha sido una de las mejores de la historia de Eurovisión con diferencia. Podía haber ganado perfectamente, pero se vio relegada a la decimoquinta plaza con la paupérrima cifra de 45 votos, una vergüenza sin parangón alguno. Ella lo hizo impecable, la orquesta se entregó bajo la batuta de Harry van Hoof y en general toda la daba como favorita. Pero los nervios le jugaron una mala pasada, se le fue un gallito al quebrársele la voz en el grito final. Daba igual porque lo había hecho muy bien y el público le dio una ovación. España le concedió 6 puntos e Italia un 10 –el país que más la valoró- de los diez países que le votaron. Justyne Palmelay fue desde niña una gran aficionada al Festival y pronosticó que ella algún día representaría a su país. Acertó como una buena vidente. Lo hizo en 1988 en el coro de Gerard Joling –novena plaza- y en esta ocasión, sólo le faltó saber si iba a ganar. Sacó un vestido rococó con peinado a lo leona que remarcaba su aspecto oriental en un semblante exótico difícil de olvidar.

Turquía volvían con una nota cómica, como en el ’83 y el famoso Opera Cetin Alp & The Short Waves. Esta vez eran el cuarteto Pan, compuesto por dos hombres y dos mujeres muy atractivos en escena y estupendos cantantes. El director de la orquesta era el hiperactivo Timur Selôk, que además era autor y compositor de Bana, Bana. Hicieron un alarde de voces, mezclándolas en un ritmo pegadizo que no merecía recibir sólo 5 puntos –dados por España 1 y Yugoslavia 4- quedando en la vigesimoprimera posición. Ellas vestían trajes regionales. El director de la orquesta parecía que había cogido el mal de Sanvito por el baile que se pegaba mientras movía la batuta con energía compulsiva. El esfuerzo no les valió de mucho, pero por lo menos asombraron al público del Palais y recibieron también un fuerte aplauso. Que más da la plaza conseguida estando en la tesitura del espectáculo despampanante en que se había convertido la Eurovisión. Una de las chicas del grupo Pan, Arzu Ece, representó a Turquía en 1995 con una destreza envidiable, quedando muy mal también –decimosexta- son cosas que no se entienden.

Un dúo muy descolorido y soso representó a Bélgica. Eran Ingeborg con un tema de Stef Bos dirigido por Freddie Sunder que lleva el título de Door De Wind –A través del viento-. Quedaron en la decimonovena posición con 13 puntos, demostrándose un año más la mala suerte que les daba cantar en flamenco. Ella escogió un traje en color crema muy feo, parecía que iba a pescar, con esa especie de zapatillas que le pusieron. No se mataron tampoco con la indumentaria del chico, que además cantó como escondido en segunda fila casi a oscuras. El realizador no le enfocó practicamente. Muy pobre actuación este año la de Bélgica, ¡qué le vamos a hacer!

El Reino Unido se presentó con su típico estilo a la hora de hacer baladas. Apostaban por el triunfo y eran en realidad uno de los conjuntos con más calidad de este año. ¡Si no hubiera sido por la tontada yugoslava de Riva! Hubieran ganado. Consiguen 130 votos y quedan en segundo lugar como en el ’88. El tema se titula Why do I always get it wrong de Brian Hodgson y John Beeby. Dirigió la orquesta Ronnie Hazlehurst. El grupo era Live Report formado por 5 hombres y una mujer. El solista, Ray Carvana, se parecía cantando a Joe Cooker. Voz rota y penetrante ideal para una balada romántica como esta. El batería tuvo que ser sustituido en el último momento ya que fue requerido por Cliff Richard con el que había firmado un contrato sin prever bien la cita con el Festival. Tuvieron cinco 12, uno más que Yugoslavia, pero Bélgica, Suiza e Islandia no le votaron y eso les vino muy mal.

Otra balada salió por Noruega con la joven de 18 años Britt Synnøve Johansen, aunque algo aburrida. Es una canción muy dulce donde la intérprete se luce en la voz, pero no en el gesto, hacía mucha mueca de niña tonta que no le ayudó nada. Sí fue un gesto bonito el del fornido noruego del coro que en medio de la canción regala a Britt una rosa roja y un beso fraternal en la mejilla que ella acoge con un suspiro de ánimo. El tema es Venners nærhet –Palabras amigas-escrita por Leiv Grotte y música de Inge Enoksen. Dirigió Pete Knutsen. Reciben 30 puntos y quedan en la decimoséptima posición.

Como en 1982, Portugal escogió un tema con ritmo pegadizo olvidándose un por este año de la típica balada a la que nos tenía acostumbrados. Sinceramente el tema titulado Conquistador era sólo pasable, la orquestación le hizo mucho daño, sonaba machacón. Quizá un arreglo musical más moderno hubiera dado más puntos a uno de los países peor tratado en las votaciones. Estaba inspirado en las conquistas portuguesas en América y Africa en un alarde nacionalista del pasado esplendoroso de este país como Imperio (siglo XVI y XVII). Pero Suiza no la conquistaron con este tema. Obtuvieron 39 puntos y la decimosexta plaza. La letra es de Pedro Luis Duarte, la música de Ricardo y la orquesta estuvo dirigida por Luis Duarte, como en el ’82 con Doce. El grupo Da Vinci estaba formado por los compositores de la canción junto a la esposa de Pedro Luis, Lei Ol. El vestuario fue impactante y la puesta en escena muy efectista, divertida. España le concedió un 8 mientras ellos no dieron nada a Nina. Pero a que no nos voten los portugueses también estamos acostumbrados. Los portugueses sustituyeron al batería del grupo, como los ingleses, debido que sufrió un accidente de coche antes de ir a Lausanne. Manuel Antonio Rosa fue el sustituto.

Seguirá en la próxima entrega con las mejores actuaciones de la noche, entre ellas la de Nina por España.

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