EUROVISIÓN DE 1958. LA NOCHE DEL VOLARE

Ahora que estamos cada día más cerca de la Gran Gala del Cincuenta Aniversario que prepara Dinamarca se hace recurrente recordar los Festivales donde participaron las 14 canciones que han sido escogidas de entre “las mejores” del Certamen. Por eso empezaré esta saga de reconstrucción histórica por 1958 donde participó “Nel blu di pinto di […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EUROVISIÓN DE 1958. LA NOCHE DEL VOLARE

Ahora que estamos cada día más cerca de la Gran Gala del Cincuenta Aniversario que prepara Dinamarca se hace recurrente recordar los Festivales donde participaron las 14 canciones que han sido escogidas de entre “las mejores” del Certamen. Por eso empezaré esta saga de reconstrucción histórica por 1958 donde participó “Nel blu di pinto di blu” o “Volare” como se conocía tradicionalmente al inolvidable y pegadizo tema de Domenico Modugno.

Era un marzo gris, final del invierno que anunciaba la primavera. Se reunieron el 12 de ese mes en Hilversum 10 países para celebrar la tercera edición de Eurovisión. Holanda había ganado en 1957 con Corry Brokken, que precisamente volvió al Festival por tercera vez consecutiva para quedar en último lugar junto a la representante de Luxemburgo Solange Berry. Debutó Suecia pero no participó el Reino Unido que se llevó un chasco en su debut de 1957 con la estirada Patricia Bredin que dio una lección de gorgoritos varios para asombro del público.

Hilversum era centro de la televisión holandesa y por eso se escogieron los AVRO Studios para hacer la Gala. No había que hacer grandes infraestructuras porque ni había medios, ni aquella primitiva televisión permitía mucha parafernalia. Una escalinata, la orquesta a un lado, algún jarrón y floreros de modé y unas cortinas que me recuerdan a las que mi tía tenía en su casa, barrocas al más rancio estilo. El sonido es muy precario, que le vamos a hacer. Lo bueno de este Festival es la orquesta Metropol dirigida por el insigne profesor Dolf van der Linden que se hizo un habitual de todos los años hasta entrada la década de los setenta. Como Franck Pourcel a Francia, él acompañó los éxitos y fracasos de Holanda en los años cincuenta y sesenta y fue director de la edición de 1970. Dio carpetazo a sus actuaciones en su última comparecencia en 1971 cuando acompañó a Dublín al matrimonio Saskia y Serge. Falleció en enero del año 2000 tras una carrera llena de éxitos dentro de la música de orquesta tradicional de una calidad extraordinaria. Es uno de los directores de orquesta más reconocidos en Eurovisión. Dirigió los triunfos de Corry Borkken, Teddy Scholten y Dana en 1970 por Irlanda. Sólo faltó a la cita eurovisiva en 1956, 1963 y 1969.

Y como director anfitrión dirigió en Hilversum cinco de los diez temas presentados, el de Holanda, Alemania, Bélgica, Luxemburgo y Suecia. Fue un show estupendo donde los diez temas que se presentaron son pequeñas joyas de la canción, aunque algo desfasados en relación con los temas que tenían éxito por aquellos años. Eran temas románticos, donde los intérpretes se podía lucir y la orquesta también. Son esas canciones propias de los musicales de teatro, de las orquestas itinerantes donde todavía se bailaba bien agarradito y de las comedias musicales del cine. No se buscaban por entonces los cánones comerciales, en beneficio de que las voces fueran buenas y los cantantes profesionales. Todos tenían una trayectoria contrastada y algunos eran estrellas en sus países. Esto cambiará en la segunda mitad de los años sesenta que se optaba por descubrir nuevos talentos.

La presentadora era Hannie Lips. Lucía vestido brocado en un ramillete de flores. Al bajar por la escalinata de atrezzo parecía un espectro salido de otro tiempo, lo cierto que el estilo rococó algo extremado estaba muy de moda en las Galas de postín de los cincuenta.

Fue el primer año que las televisiones llevaron comentaristas. España no participó como todos sabemos, su debut sería tres años después, además aparte de la canción italiana que fue un éxito internacional no tuvo repercusión en los medios de comunicación este Festival, todavía conocido como Festival Europeo de la Canción.

Domenico Modugno era la gran estrella de la noche por Italia, primer país en concursar. Todos los cantantes salían por detrás del escenario y bajaban por las escaleritas hasta el centro acompañados del respectivo director de orquesta. Domenico estuvo muy compungido en su actuación, como siempre y abriendo los brazos al aire para dar ímpetu a la canción, cada vez que decía “Volare…cantare…ooh, ooh”. El tema “Nel bu di pinto di blu (Volare)”, era un gran éxito de los ’50 y canción “himno” de Italia en el mundo. Modugno fue su compositor junto a Franco Migliacci. Alberto Semprini dirigió la orquesta. Había ganado Sanremo con este tema junto a Johnny Dorelli. Como tuvo un problema de sonido externo e imagen, le hicieron repetir la canción al final, una vez habían cantando todos los artistas. Lo de este interprete ha sido un calvario año tras año. Nunca consiguió el primer lugar en sus tres participaciones, pero tampoco como autor del precioso tema “Addio, addio” del ’62 que cantó Claudio Villa. Es más, fue bajando en las clasificaciones hasta quedar a cero en 1966. En el ’58 ocupó el tercer lugar con 13 puntos que no estaba nada mal, además todos los países, excepto Dinamarca y Luxemburgo le fueron dando algo. Ahora será reconocido en el “Congratulations”, nunca es tarde si la dicha es buena, ya que este tema el más conocido de la etapa. Gracias a las múltiples versiones que de él han hecho artistas varios ha sobrevivido con estilos antepuestos, desde la rumba al vals. Muchas personas todavía no lo asocian a Eurovisión, porque sobrepasó las lindes de la fortuna, o sea, que ni falta le hizo ganar porque los años le han dado una gran recompensa, la inmortalidad. Es un tema habitual de cualquier orquesta que se precie y cómo no, de bailes de salón. Todo un himno que ha superado a su intérprete que falleció en 1994.

Corry Brokken, que había ganado en el ’57, volvió al Festival por tercera vez consecutiva por Holanda y quedó última con 1 punto concedido por un jurado suizo. El tema se titula “Heel de wereld”, compuesto por Benny Vreden. Dirigió la orquesta Dolf van der Linden y se esmeraron en la parte instrumental del tema. Se trata de una balada con mucho estilo. Corry es una cantante estupenda. Lució un vestido blanco de un imposible ajustado y guantes hasta el codo, como el año anterior. Casi ni podía andar de lo apretada que llevaba la falda. Fue su última aparición como cantante en el Festival. Se presentó a la final holandesa de 1959 con dos temas pero fue tercera y cuarta respectivamente. Volverá a Eurovisión como genial presentadora en 1976, con un look radicalmente distinto.

El siguiente en actuar fue un famoso locutor de radio y televisión, así como cantante de renombre en Francia, André Claveau. Con 46 años había sido ya una figura de la “chanson” de la posguerra junto a la Mistinguette, Edith Piaf y Charles Trenet. Falleció en el 2003 pasados los noventa años de edad y tras muchos de retirada merecida del mundo de la canción. Debutó en 1941 y fue uno de los cantantes románticos más populares de la Francia ocupada con gobierno en Vichy. Tras la liberación de la resistencia tuvo un parón hasta el ’49. Mientras figuraba como uno de los locutores más populares de la radio en su país. Sus éxitos acrecentaron en los cincuenta. Claveau iba a Eurovisión como otro favorito y ganó con 27 votos, ¿cómo no? El jurado de Dinamarca le dio 9 puntos de los 10 que podía conceder y Austria 7, lo que se hizo determinante para su victoria por encima de la también exitosa Lys Assia. Es el primer triunfo de Francia de los cinco que tiene en la actualidad. Su actuación fue impecable. El título de la canción es “Dors mon amour” –Duerme mi amor- y está compuesta por Pierre Delanoë, con letra de Hubert Giraud. La orquesta la dirigió Franck Pourcel, que por entonces salía sin peluquín, se lo colocó en los sesenta. Este hombre sumó cuatro triunfos bajo su batuta para Francia en once años.

“Un grand amour” era la propuesta de la cantante Solange Berry que representó a Luxemburgo. Empató en el último lugar, a 1 punto, con Holanda y gracias también al beneplácito de otro jurado de Suiza, sino ambas se hubiesen quedado a cero en el vestusto marcador. La letra es de Monique Laniece y Raymond Roche, con música de Michel Eric. Dirigió Dolf van der Linden. Es otro tema precioso que fue ignorado por los jurados cuando era una canción preciosa muy bien ejecutada por la experta y elegante Solange. Tenía una voz profunda y miraba a cámara como pocas. Como había poca opción de voto, se debían repartir los diez puntos de cada país entre diez temas, a la pobre Solange como a la Brokken le votó un sólo jurado de los 90 posibles, diez personas por país, sin contar los de su delegación. Poco, muy poco para la valía de estas dos canciones.

Suecia se estrenó en Eurovisión con Alice Babs y el tema “Lilla stjaerna”. Fue cuarta con 10 puntos. Está compuesta por Ike Gerhard y dirigió Dolf van der Linden porque en el debut no llevaron director y se propuso al propio de la televisión holandesa. Alice vistió traje regional de su país e iba un poco como la pastorcilla que había perdido las ovejas por los prados. Era una composición bastante tradicional, muy del agrado de los jurados en los primeros festivales que vista a día de hoy resulta como sacada del siglo XIX, totalmente desfasada y poco atractiva, estaría bien como canción de cuna, porque duerme al más pintado.

Tras esta canción vino un intermedio que amenizó la orquesta Metropol con una pieza de aires orientales muy del gusto de los musicales de esos años y que tanto gustaba en las salas de baile de postín.

Raquel Rastenni, de origen italiano, representó a Dinamarca con la canción “Jeg rev al blad ud af min dagbod”. Herry Jensen era el autor y compositor. Dirigió Kai Mortensen. Recibió 3 puntos y fue octava. Salió sentada en un taburete mientras escribía pensativa en su diario. Muy afligida y nostálgica nos contaba su historia, posiblemente de un amor no correspondido. Era un tema convencional. Su corte de pelo y vestidos estaban a la última dentro de clasicismo que requería Eurovisión en sus primeros años. Estuvo deliciosa. Esta mujer también falleció en 1998.

Bélgica confiaba por segunda vez en Fud Leclerc para obtener el primer lugar. Con su imagen seria, de crooner elegante, nos deleitó con su magnífica voz en la canción “Ma petite chatte” en forma de ligero foxtrot. El autor y compositor es André Dohet. Ocupó la quinta plaza con 8 puntos, empatando con Austria. Fud estaba muy suelto en el escenario y demostraba su magnífica trayectoria como artista de renombre en Bélgica, muy apreciado en los países francófonos, Holanda y Alemania. Precisamente el jurado de Alemania fue el que mejor le valoró con 5 puntos.

Vestida de miss con corona y todo salió Margot Hielscher y volvió a sorprender por su excelente número representando a Alemania, como en el ’57, pero ahora sin teléfono. El tema estaba dedicado a los discos de vinilo que dejaban atrás lo antiguos de piedra y a la música, pieza central de cualquier guateque que se precie. Margot sacó tres o cuatro discos pequeños que movía con gracia como si fuera una batidora y mostrándolos a cámara con picardía e insinuación. Ella, tan coquetona, se incorporó la banda de “miss jukebox” o la miss de los tocadiscos porque ella lo valía. Estoy segura que ningún señor pondría objeción al título ya que realmente era bellísima. Encima se enfundó en un traje pomposo y glamouroso como la ocasión requería y se convirtió en la reina de la noche con un escote generoso. Es de las actuaciones que han hecho historia en la larga vida del Eurofestival. Desde luego que podía haber obtenido también el primer lugar, pero fue séptima con 5 puntos. Los franceses fueron los que más le dieron, dos votos. El tema se titula “Fuer zwei Groschen Musik” con letra de Fred Rauch y Walter Brandin y música de Friederich Meyer. Dolf van der Linden dirigió la orquesta. Tiene un ritmo envolvente atractivo y pegadizo en el estribillo. Ya empezaban a buscarse trucos para ganarse los beneplácitos de los jurados, quizá el idioma endurecía lo dulce de la proposición teutona.

Otro tema cantado en alemán fue el de Austria con Liane Augustin titulado “Die ganze Welt braucht Liebe” de Gunther Leopold y Kurt Werner. La orquesta estuvo bajo la batuta de Willy Fanti. Empató con Bélgica a 8 puntos y el quinto lugar. Esta mujer además de ser especialmente guapa tenía un aplome asombroso en escena, a la par de una gran voz y mucha clase a la hora de presentar el tema. Vistió con traje en palabra de honor y peinado corto fantástico. Estas mujeres de los cincuenta no paran de fascinarme por su pose en escena. Salió al escenario como una pluma, parecía que de un momento a otro se fuese a poner a volar por la platea, eran realmente etéreas, de esa pasta que ya no se fabrica.

Lys Assia actuaba en último lugar en su tercera intervención. Después de ganar en la primera convocatoria con “Refrain”, ser octava en la segunda edición, con “L’enfant que j’etais”, ahora ocupó el segundo lugar con 24 puntos, aventajando casi a André Claveau. Tuvo un 6 de Holanda y un 5 de Luxemburgo. Como ya había cantando en francés y alemán (Das alte Karussell en el ’56), escogió la otra lengua de Suiza, el italiano, para así representar el amplio marco lingüístico de los helvéticos. “Giorgio” es el título de la melodía. El autor es Fridolin Tschudi y el compositor Paul Burkhard, que también dirigió la orquesta. Este tema ha sido uno de los más criticados por parte de los eurofans, debido a lo simple de su letra y la compulsiva entonación que Lys Assia le ponía. Pero si lo vemos con la perspectiva del tiempo, este tipo de canciones, de estilo napolitano, estaban muy de moda por los años cincuenta. Renato Carrosone hizo muchas canciones parecidas. Trata del amor que profesa al joven “Giorgio a orillas del Lago Maggiore” y en lugar de pedir “café expresso” al camarero, prefiere “vino”, porque se siente feliz. Habla del arroz, y otras comidas típicas de Italia. Al final se despide con un “addio” de su querido “Giorgio”, amor fugaz y entusiasta. En fin, Lys estuvo graciosísima con esta canción y como se trata divertir al personal, lo hizo con creces, era como una postal toda ella entonando el tema. Dejó atrás un poco la sobriedad y seriedad de los temas que se presentaban en las primeras ediciones.

Teóricamente Lys era la última en actuar, pero como la organización en esos años era muy precaria tuvo que repetir la canción el italiano y volvimos a ver a Domenico Modugno entonar su “Volare” con resignada paciencia con la previa aclaración de la presentadora que explicó el incidente en varios idiomas. Lo que había pasado es que algunos países no vieron la actuación de Modugno debido a un fallo técnico con la conexión a Eurovisión. Entre los papeles, los nervios del momento y el vestido estruendoso con falda cancán hasta los pies y ramillete de flores adornándolo, la pobre Hannie Lips se hizo un pequeño lío al subir por las escaleras.

Mira por donde esa publicidad de poder cantar dos veces no le vendrá nada mal al representante de Italia. Así que cantó de nuevo como si hubiese ganado, es un consuelo si lo miramos desde el lado positivo y también le benefició, porque ser el último en actuar casi siempre da buen resultado.

La orquesta Metropol volvió a deleitarnos con una versión del popular “Cielito Lindo”, como intermedio antes de las votaciones. Fue magistral. Era semejante a las orquestas de Xavier Cugat.

Esta vez la presentadora Hannie no necesitó mesita y secretaria para dar los resultados como la de 1957. Sólo se ayudó de un enorme y aparatoso teléfono blanco, símbolo también de esa década. Era una forma de demostrar que estaba en línea directa con los jurados internacionales. Se conectó con Zürich, Viena, Colonia, Bruselas, Hilversum, Copenhague, Göteborg, Luxemburgo, París y Roma. Empezó a votar el último país en concursar. Hubo dificultades con la comunicación telefónica, el sonido era malo, excepto cuando tocaba la orquesta o cantaban los artistas. Todo muy pedestre. Es normal, todavía estamos en la prehistoria de la televisión, incluso en Holanda, uno de los países pioneros en este invento. Se seguían oyendo muchos ruidos exteriores, toses, pasos, etc. Esos fallos no se pulieron hasta mediados de los sesenta.

André Claveau agradeció el premio a sus autores y a Francia por darle la oportunidad de representarla como también a todos los jurados que le habían votado. Después volvió a cantar con una exquisitez extrema. André tenía una presencia escénica impactante y además entonaba especialmente bien, se notaban sus veinte años de experiencia. Cruzó los brazos en la espalda y entonó como acariciando las palabras el “Dors mon amour”, pieza histórica del Eurofestival. En resumidas cuentas la edición de 1958 es quizá una de las mejores de la Historia de este Certamen.

Reyes del Amor 14/08/05

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