EUPHORIA

101 días en el comienzo de escribir esta columna desde el fin de mi viaje a Azerbaiyán, tres meses desde el inicio de la era de la euphoria y plenamente rehabilitado del síndrome post Festival de Eurovisión.  Todos necesitamos después de unas vacaciones un pequeño periodo para descansar, recordar y reflexionar sobre todo lo vivido durante esas fechas, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EUPHORIA

101 días en el comienzo de escribir esta columna desde el fin de mi viaje a Azerbaiyán, tres meses desde el inicio de la era de la euphoria y plenamente rehabilitado del síndrome post Festival de Eurovisión. 

Todos necesitamos después de unas vacaciones un pequeño periodo para descansar, recordar y reflexionar sobre todo lo vivido durante esas fechas, especialmente en viajes como este con tantas emociones, nervios y sentimientos, mientras nos acostumbramos de nuevo a la rutina diaria. Personalmente, mi carácter individualista y tranquilo me obliga todos los años al regresar a casa a un destierro voluntario para desconectar en todos los aspectos del Festival de Eurovisión. Ahora, ese mes después, ha llegado el momento de analizar y escribir desde la serenidad que solo se consigue con el paso del tiempo sobre la edición 2012 del certamen de la UER.

El Festival de Eurovisión 2012 se realizó el martes 22, jueves 24 y sábado 26 de mayo del 2012 en Bakú, Azerbaiyán. El país, muy criticado mediáticamente por diversos asuntos políticos, se volcó en la organización del evento tanto económica como socialmente. La población local, a pesar del alarmismo previo totalmente infundado, fue asismismo un derroche de amabilidad, hospitalidad y simpatía con todos los turistas a pesar de ciertas barreras culturales.

El desarrollo del certamen fue correcto dentro de los habituales parámetros de calidad audiovisual. Bakú no ha conseguido el exceso y la grandilocuencia de Moscú, la elegancia y la sobriedad de Oslo, ni el entretenimiento y el espectáculo de Düsseldorf pero el año 2012 tampoco ha cometido errores que si sucedieron en estas sedes tales como los presentadores de las semifinales del 2009, el espontáneo del 2010 o el sonido del 2011. Corrección sin destacar pero sin suspender.

La calidad de las 42 candidaturas a concurso ha sido muy alta. Una de las mejores cosechas de la historia no tanto por la cantidad de propuestas sobresalientes sino por la diversidad de estilos, géneros y productos. Un hecho que se demuestra con unos resultados muy ajustados tanto en la gran final como en la semifinal, independientemente de la apabullante ganadora.

La clasificación del Festival de Eurovisión 2012 ha sido, siempre según mi humilde opinión, muy justa. Un top diez que destaca por su variedad musical como mejor definición, lo cual también implica que prácticamente nadie esté de acuerdo por completo con el ranking final. Suecia, Rusia, Serbia, Azerbaiyán, Albania, Estonia, Turquía, Alemania, Italia y España han conseguido el éxito por méritos propios más allá de conspiraciones y teorías geopolíticas que, si bien existen, no son determinantes.

Suecia, brillante ganadora del Festival de Eurovisión 2012. Calidad, modernidad y talento a partes iguales. Una candidatura que reune todos ingredientes necesarios para ganar el concurso: Carisma, escenografía, impacto, originalidad y universalidad. Una victoria tan predecible como justa y merecida. Un orgullo comprobar después de tanto tiempo un éxito comercial y mediático a nivel internacional salido de esta competición.

Rusia, la propuesta más criticada de la edición 2012 del certamen de la UER. El mejor ejemplo del aburrido y eterno debate sobre la calidad y el éxito musical. Un cantante o grupo puede tener una mala voz pero ser bueno, carismático y único y una canción puede ser una mala composición pero ser comercial, festiva y pegadiza. Esto marca la diferencia de un intérprete a un artista y de un tema a un éxito. 

Este grupo ha despertado a partes iguales la dulzura, la sonrisa y la ternura de unos y las críticas, el odio y la rabia de otros. Todo un producto de marketing y la fórmula del pop cuyo ingrediente principal han sido seis ancianas. Los insultos al grupo por su edad son totalmente prescindibles. Yo prefiero ver a unas señoras mayores por su propia voluntad encima de un escenario para su y nuestro disfrute de los últimos años de su vida antes que la condena y el olvido laboral y social. Mi experiencia como trabajador durante mucho tiempo con personas de la tercera edad me hace valorar su alegría, su energía, su espíritu, su simpatía, su valentía y todas y cada unas de sus sonrisas que han sido las mías. 

Muchas han sido las críticas a la presunta utilización de la vejez de la formación como reclamo del televoto, algo totalmente cierto pero lícito, los 41 participantes restantes también han vendido su carácter, su edad, su físico, su imagen y su talento y cualquier aspecto de su persona pero sin tanto éxito y, quizá, sin tanta naturalidad. Nuestro país también tiene o ha tenido durante la última década solistas o grupos folk de avanzada edad que pueden ser similares como Los Centellas, Siempre Así o Triana Pura. Todos ellos con un enorme éxito y popularidad, incluso a nivel internacional como Los del Río. 

El Festival de Eurovisión es un concurso de música pero también un espacio de entretenimiento, un espectáculo y un programa de televisión. Los 42 participantes no pueden ser iguales ni copias en fábrica porque en la variedad esta el gusto. El mayor de mis aplausos a las Abuelas de Buranovo por su calidad dentro de su género y por su cantidad, todos mis respetos a su edad y mi sincero agradecimiento por todo lo que me he divertido con ellas.

Serbia, la medalla de plata y la tercera en discordia. La enésima candidatura bajo el mismo patrón pero bienvenidas sean muchas propuestas similares con tanta calidad, magia y sentimiento. Música en estado puro, profesionalidad y talento. Una propuesta que sin ser un fenómeno de masas sí es apreciada y reconocida por una gran mayoría. Una nueva lección al resto de delegaciones de que las raíces, lo sencillo y lo tradicional también funcionan frente a otras opciones.

La internacionalidad, la sotisficación y la visualidad de Azerbaiyán; el directo, el impacto y la originalidad de Albania; la dulzura, el sentimiento y la ternura de Estonia; la alegría, las raíces y el ritmo de Turquía; la belleza, la juventud y la naturalidad de Alemania; y el carisma, la elegancia y la modernidad de Italia también obtuvieron por méritos propios el éxito más allá de gustos personales, filias y fobias.

España, por su parte, se ha clasificado en décima posición con 97 puntos en el Festival de Eurovisión 2012. Pastora Soler y Quédate conmigo han conseguido el mejor resultado en ocho años, el cuarto mayor índice de audiencia de la década y un apoyo de los eurofans, prensa y profesionales masivo sin precedentes. La edición del certamen de la UER en la que todos volvimos a soñar con un triunfo y nos volvimos a alegrar por el merecido top 10 o decepcionar por el injusto puesto 10, según las diferentes lecturas que en realidad vienen a ser todas la misma.

Pastora Soler ha sido, sin ninguna duda, lo mejor de la candidatura. Voz, interpretación y presencia excelentes y una personalidad y profesionalidad dignas de admiración. También es destacable el coro, impecable a nivel vocal y escénico, así como su eficaz pero necesario segundo plano. Mención especial para la escenografía, la realización y el vestuario que han sabido estar a la altura, a pesar de ser una de nuestras tradicionales asignaturas pendientes, un mérito único y exclusivo del equipo artístico y técnico de la artista que finalmente pudo llevar a cabo sus ideas casi por completo no sin mucho sudor y algunas lágrimas frente a las manos negras que no son una leyenda sino una realidad. El único pero a la perfección ha sido el maquillaje y el peinado, quizá demasiado excesivo para unas ya de por si facciones contundentes de la guapísima Pastora Soler. Cuestión de gustos.

Quédate conmigo ha sido una excelente representación de España en el Festival de Eurovisión 2012. Ni la mejor ni la única de la historia de nuestro país ni de este año pero sí una reconciliación del público con TVE. La calidad indudable de la candidatura incluso se ha sobrevalorado debido a ser el primer oasis de la larga travesía en el desierto con excelentes intérpretes con mediocres temas y peores resultados de nuestro país en el concurso. 

El décimo puesto y los 97 puntos son el premio al gusto, el talento y el trabajo. Quizá la recompensa podría haber sido mayor pero para ser reconocibles y reconocidos nos falta un adjetivo: La constancia. Ahora es nuevamente el turno de TVE junto a las discográficas, las productoras y los propios artistas para continuar por este camino en el que la profesionalidad es la palabra clave para conseguir el éxito definitivo de España en el Festival de Eurovisión. Nuestra música y nuestra televisión. Una bonita pero pequeña isla en medio de un gran océano no forma un continente.

Y tan ricamente.

A Coruña, Madrid e Ibiza a 16 de septiembre de 2012.  

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