ESC 2014: LLUVIA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Hagamos una pausa en nuestra historia eurovisiva, y repasemos el pasado más reciente y lo que nos depara el futuro. El sábado 10 de mayo de este 2014, me encontraba yo en casa con toda mi familia reunida para ver el mayor acontecimiento musical, anual y europeo: el Festival de Eurovisión. Una sobrina mía y […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESC 2014: LLUVIA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Hagamos una pausa en nuestra historia eurovisiva, y repasemos el pasado más reciente y lo que nos depara el futuro.

El sábado 10 de mayo de este 2014, me encontraba yo en casa con toda mi familia reunida para ver el mayor acontecimiento musical, anual y europeo: el Festival de Eurovisión. Una sobrina mía y su novia pensaban salir de marcha, pero se quedaron un rato sólo por ver la actuación española. Inenarrable fue su alucinación mientras la presenciaron. Ambas al unísono exclamaron:

– ¡Qué barroco!, parece de la época del Rococó-.

¿Barroco? ¿De la época del Rococó? Lo que parecía, más bien, era una estampa de la Grecia Clásica de Pericles, el siglo V a. de C. Ya lo pareció también en la cutregala montada por TVE el 22 de febrero para, supuestamente, elegir canción e intérprete.

Asombradísima estoy de las preferencias de un gran porcentaje de eurofans expertos, tanto de esta web como de otros sitios. Aunque ya se sabe que, en cuanto a gustos no hay colores (van ustedes a flipar cuando vean mi top 10 más abajo). 

Desde el pasado noviembre se decidió llevar al ESC, por magnánima unanimidad, de todos los topicazos eurovisivos habidos y por haber al más clásico de todos: una escultura extraída del taller de Praxíteles o del de Fídias, muy parecida a las Cariátides del Erectheión de la Acrópolis de Atenas. La diferencia estaba en que estas se encuentran en ruinas, y a la nuestra se le insufló un soplo de vida. Sólo espero que, en vista del mediocre resultado final, no se arruine del todo deseándole mucha suerte en adelante, pues la va a necesitar después de esta extraordinaria experiencia vital.

A mediados de enero TVE eligió e invitó a cuatro pardillos para que midieran sus fuerzas con ella, para lo cual montó la ya clásica cutregala a la que nos tiene acostumbrados. Acondicionaron un birrioso estudio de televisión y lo llenaron de eurofans para que gritaran, vociferasen y silbaran durante las dos horas que duró el sarao. No se devanaron los sesos tampoco en ponerle título a la función (Mira quién va a Eurovisión), tal como comentaba Bosco Palacios en su blog La tele de cristal, lo que ya presagiaba la que nos iba a esperar. Inútil fue todo: los cuatro inocentes incautos podrían haberse quedado en su casa, y TVE hubiera hecho mejor en ahorrársela.

Estoy por montarme otra columna dedicada a la historia de las insufribles cutregalas que organiza TVE para elegir cantante y cación (y de paso para tomarle el pelo al personal), porque verdaderamente no tienen desperdicio. De esta en cuestión a la única que salvaría de la quema sería a la sirenita zevillana (y aún así, no sé, no sé…). Los organizadores obligaron a Anne Igartiburu a bailar y cantar en playback, y, de paso, a hacer el ridículo más espantoso. Desde luego a esta chica la meten en cada marrón a la pobre que pa qué. Por lo menos demostró que no estaba oxidada, tal como le espetó la impresentable de Mariló Montero días antes.

Las valoraciones del jurado (cuyos tres miembros también eran la mar de expertos) no le fueron favorables a nuestra particular Venus de Milo, por lo que a medida que iban sonando y la relegaban a un segundo plano, ella, toda engreída y totalmente flipada, ponía un careto que para qué contarles. Aunque la verdad, yo creo que en el fondo es muy buena actriz, aparte de cantante.

La canción ganadora, que obviamente fue la suya (fíjense ustedes qué casualidad, ¡sorpresa, sorpresa!), se titulaba Dancing in the rain. Un tema muy original, innovador, avanzado a su época, profundísimo, mágico, que transmitía y emocionaba mucho, y que con el cual, según los expertísimos, íbamos a dar la campanada el 10 de mayo. Vamos, que era un temazo como para deshacerse tras escucharlo por primera vez.

Tras el resultado final podemos concluir que casi aciertan, pues la campanada no la dimos, pero sí el campanazo al quedar en el ya clásico y mediocre 10º puesto. Pasamos totalmente desapercibidos como ya suele ser costumbre año tras año desde el 2004, por lo que no había que ser muy futurólogos, adivinos o bruja (como yo) para preverlo.

En Copenhague finalmente ganó Conchita Wurst, la mujer barbuda. O tal vez sea el hombre barbudo. O quizás el travesti, el transexual, la drag queen, el transformista, o qué sé yo. Ni Dios se aclara con este asunto. Hay profundísimos debates en twitter al respecto. Thomas Neuwirth, su Otro Yo o alter ego (o a la inversa), es muy listo e inteligente, además de muy buen actor, tal como se podía percibir cada vez que chupaba cámara en la green room. Ahora, eso sí, la cosa sirvió para dar bien por saco a tanto neonazi suelto, empezando por los de la propia Austria.

En cuanto al resto de números circenses, los más espectaculares fueron los siguientes: el de la trapecista azerí; el de la patinadora de Montenegro; la cantante ucraniana con su rueda; varios grupos de payasos entre los que destacaron los de Islandia y Portugal; y, por encima de todos, la marioneta española portavoz de la votación a la cual se le rompieron los hilos que la movían, con lo que se quedó como un pasmarote delante de las cámaras. Debió constituir ante toda Europa un verdadero cachondeo. En 2015 podrían enviar de portavoz a Ana Botella con su café con leche y sus cruasanes. Así, en cuanto a sandeces, ya no nos superará nadie.

Sin embargo, entre tanta frikada yo este año les daría el Oscar a las horripilantes gemelas rusas, que quedaron en un top 12, junto con Ucrania y casi todos los nórdicos, mientras que la mayoría de occidentales y mediterráneos como si no existieran. En fin, ya me paro, ustedes mismos.

Se dice, se cuenta, se comenta incansablemente que a TVE no le interesa este festival, y mucho menos ganarlo. Que estén tranquilos. No sé por qué se preocupan tanto, porque eso no va a ocurrir nunca. Me parece que el año que viene voy a intentar contactar con los de Oddschecker y proponerles que organicen una porra para apostar en qué puesto quedará España de entre el 20º y el 26º. Yo apostaría a partir de ahora mismo sin duda alguna, y sin conocer siquiera al representante y la canción, por el puesto 26º. Si al final resultara que ganamos y me equivoco en mis predicciones, prometo aquí mismo abrirme las venas.

Con esto del cambio climático esperemos que el tiempo en España cambie para bien, porque con la que está cayendo ahora…

La mejor canción de 2014:

El resto de canciones más interesantes de esta edición:

Montenegro, Moj Svijet
Reino Unido, Children of the Universe
Noruega, Silent Storm
Países Bajos, Calm after the Storm
Austria, Rise like a Phoenix
Italia, La mia città

España, Dancing in the Rain
Hungría, Running
Malta, Firelight
Suecia, Undo

 

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