ESC 2002: EUROPE'S LIVING A CONFLAGRATION

Europe's living a conflagration es el título que Rosa de España podría haber puesto a su canción si hubiese acudido a Eurovisión en su más reciente edición, la de este 2016 en Estocolmo. Porque todos los terrícolas estamos siendo testigos de una nueva conflagración, no sólo europea sino también a nivel mundial. Aunque, la verdad sea […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESC 2002: EUROPE'S LIVING A CONFLAGRATION

Europe's living a conflagration es el título que Rosa de España podría haber puesto a su canción si hubiese acudido a Eurovisión en su más reciente edición, la de este 2016 en Estocolmo. Porque todos los terrícolas estamos siendo testigos de una nueva conflagración, no sólo europea sino también a nivel mundial. Aunque, la verdad sea dicha, me parece que a estas alturas estamos ya todos más que curados de espanto. Por lo que el título mencionado al principio hubiera ido de perilla si lo hubiésemos presentado este mismo año en Suecia. Tras la catástrofe eurovisiva (22º puesto, y dudo mucho que Rosa hubiera conseguido mucho más), después vendría el resultado de las elecciones generales del 26 de junio, que ya para qué hablar. Quizás pensándolo bien el mejor título hubiese sido: Europe and Spain are living a conflagration.

Intento trasladarme con mi particular nave del misterio a 2002 y la verdad que no me acuerdo prácticamente de nada de lo que se cocía por el mundo. De lo que sí estoy casi segura es de que no estaríamos precisamente como para celebrar nada, especialmente los españoles. Para empezar ya llevábamos dos años de aquella tétrica Aznaridad, tal como llamó el escritor Manuel Vázquez Montalbán a aquél terrible período histórico. TVE quiso celebrar la efeméride por todo lo alto. Y para conseguirlo pretendió resucitar Eurovisión de las catacumbas y conseguir así una audiencia archimillonaria para la noche del sábado en cuestión en que se iba a celebrar el evento en Estonia, y batir así al resto de cadenas enemigas.

Para conseguirlo ideó un engaño al que llamaron Operación Triunfo, pero que, tras el cual, en realidad sólo se escondía una vil y maquiavélica Operación Tortura. Una supuesta academia de música y danza se encargaría de martirizar a una serie de aprendices de cantante, para ser entregados semanalmente al tribunal de la Santa Inquisición. 

Una infeliz e inocente niña, que más tarde sería conocida por Rosa de España, natural de la Andalucía más profunda, fue convenientemente engañada y llevada con el resto de sus compañeros de procedencias diversas a esa infame e interesada academia, lastimera máquina de hacer y amontonar dinero a costa de aquellos pobres y desgraciados aprendices de cantante, que lograron sucumbir al engaño. Una de las profesoras de semejante campo de concentración era otra antigua eurovisiva, la cantante catalana Nina, que nos representó en 1989. Sí, aquella a la que disfrazaron con un modelito de la época de cuando la Moños se paseaba por las Ramblas, ¿se acuerdan? (A mí columna dedicada a la edición de 1989 les remito, la cual no tiene desperdicio).

El premio de sobrevivir a semejante parrilla al rojo vivo, no era otra cosa que ser entregados al populacho para ser linchados convenientemente. Tras la experiencia, les esperaba el patíbulo en Tallinn, Estonia. Así, Operación Triunfo acabó en Operación Fracaso. Todo un jarrón de agua fría para los españolitos de a pie, envelasados ante la pantalla tonta, y ya ni les cuento lo que representó para el grupito que fue ajusticiado en Tallinn. De hecho, varios de los compañeros de academia fueron los elegidos para que acabaran convertidos en los verdaderos verdugos y matarifes de la ilusa chica provinciana sacrificada en Tallinn. La machacaron bien en vivo. Después, ellos mismos fueron arrojados al foso de las fieras.

Menos mal que, como ya suele ser habitual en estos casos (les remito al respecto a mi columna dedicada a 1983), y gracias a dios, los dieciséis participantes consiguieron resucitar de entre los muertos, y en su posterior vida de ultratumba alcanzaron la fama y el éxito la mayoría de ellos. Los más famosos son los dos Davides, Bisbal y Bustamante. El destino ya nos dirá algún día por qué, ya que los dos cantan como papanatas. Pero ya se sabe que, en cuanto a gustos colores.

Curiosamente es Rosa de España la que menos éxito ha tenido en su vida de zombie, deambulando por ahí de un lado para otro, aquí y allá: acá un plató televisivo de Tele Circo (normalmente el de Las tardes de Mª Teresa, la moderna), para promocionar su último disquito; acullá en algún otro de la nefasta TVE, simplemente para comentar el batacazo eurovisivo de cada año y el ridículo que hacemos. Ya ven ustedes. ¡Y eso que a la noble chica, la convencieron incluso para que, tras su resurrección, se hiciese la cirujía estética, matándose en el gimnasio! Porque ya se sabe que en este mundo cruel, si una no se hace la cirujía estética, difícil lo tiene para triunfar. Incluso en el Más Allá.

La seudo-academia, más que una escuela de danza, parecía “el patio de mi casa que es particular”, preparado para bailar El corro de la patata. Y la final de Tallinn, lo más similar a Los Chiripitifláuticos. Sólo hay que hacer un repaso de ella y de todas las mamarrachadas que pasaron por allí para darnos cuenta. Yo sólo salvo de la quema dos representaciones: la británica y la francesa.

Trabajo me ha costado elegir las diez mejores. Más que nada por la cantidad de mierda que había. Exceptuando esas dos, las ocho restantes elegidas pueden ustedes cambiarlas si lo desean. Por ejemplo, a la ama sádica croata, las tres “cacao maravillao” suecas disfrazadas de sardinas en lata, o a los musculitos de plástico prefabricados de Chipre que yo he puesto en el top 10, pueden sustituirlos perfectamente, si lo prefieren, por la mantis religiosa come-hombres de Finlandia, las tres ridículas azafatas eslovenas, y los alienígenas de Grecia. Por disfraces que no quede. Me parece que el carnaval eurovisivo a estas alturas es más famoso ya, a nivel internacional, que el carnaval de Río de Janerio o el de Las Palmas.

No sé cuál de todos los shows presentados aquella noche resultó más grosero a la vista y al oído. ¡Y que cantidad de colorines tan chillones y banderitas por el escenario y la platea! Los otorrinolaringólogos y los oftalmólogos aman Eurovisión. Porque después de cada edición del festival, y durante los meses siguientes, llenan las arcas de sus cuentas bancarias gracias a la cantidad de clientes que hacen cola a las puertas de sus consultas.

Mención especial habría que hacer aquí para la representante alemana. Los alemanes eligieron a una cantante invidente para que los representase, y de paso para que nos diera lástima. Le endosaron uno de sus clásicos villancicos bizarros (género musical del cual los alemanes eran especialistas eurovisivos -sobre todo durante las décadas de los '80 y '90-), disfrazado de country descafeinado.

Tampoco pudo evitar la alemana el tormento. Fue pateada vilmente por un grupo de mama-chichos con disfraz de cowboy, cual rodeo tejano se tratase. Desde luego, sí que dio lástima, sí. Fue una verdadera pena. Algo tremendo. Si los secuaces de la cadena de televisión alemana de turno pretendían hacernos llorar a los más sensibles, y disfrutar a los más masocas y sádicos, la verdad es que lo consiguieron. Pero así es Eurovisión, qué se le va a hacer. No se libra del potro ni el gato.

A quince años vista de la hecatombe del 2002, tenemos una gran noticia que anunciar para los más masocas: para el año que viene 2017, la cariátide del Erectheión de la Acrópolis de Atenas, que nos representó en 2014, amenaza con volver y deleitarnos con otra de sus asombrosas “modernidades”, tan del gusto del eurofan medio. Así que estan ustedes de suerte. Parece ser que la chica se mantiene en pie, a diferencia de sus congéneres del Erectheión allí en la Acrópolis, las cuales están hechas polvo, las pobres. Esperemos que, si se acaba haciendo realidad su deseo de volver, consiga al menos que TVE se recomponga de la ruina en que se encuentra.

MEJORES CANCIONES DEL 2002:

1. Il faut du temps, FRANCIA; 2. Come Back, REINO UNIDO.

EL RESTO, DE FORMA ALEATORIA Y SIN PREFERENCIA ALGUNA:

Sister, BÉLGICA; Everything I Want, CROACIA; Never let It go, SUECIA; Na Jastuku za dvoje, BOSNIA-HERZEGOVINA; Light a candle, ISRAEL; Gimme, CHIPRE;

I can't Live without Music, 
ALEMANIA; Leylaklar doldu kalbinde, TURQUÍA.

Rosa de España masacrada en Tallinn por sus verdugos. Se trata de una de las representaciones más vergonzosas y de resultado más decepcionante de toda la historia de TVE en Eurovisión. De poco sirvió la patética academia.

La mejor canción del 2002: Il faut du temps (Hace falta tiempo)


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