Con mi siguiente columna no quiero darmelas de sabiondo del Eurofestival, ni por supuesto, dejar de estimar las opiniones de los demás. Por mi edad, 55 años, he seguido desde muy pequeño el festival, incluso a mis 11 años cante Un mundo nuevo en una actuacion escolar, siempre fascinado por los decorados y la realizacion en una España gris y reprimida. Era una válvula de escape hacia otros lugares, así que sí y lo digo orgulloso soy un eurofán, incluso en sus horas bajas he seguido, muchas veces en solitario, el certamen.

Eran unos años en que, sobre todo, la calidad de los cantantes y la calidad de las canciones contaba y mucho, lejos de efectos y extravagancias, que también las hubo, con orquestas en directo que aumentaban la calidad y los matices de sonido y los cantantes lo hacían en su idioma original. Ahora es un espectáculo casi enlatado y poco cercano, en lo que cuenta es el espectáculo y muchas veces nos olvidamos de que es un concurso de la canción multicultural, y no un musical.

En mi modesta opinión creo que debería volver la orquesta y se debería a obligar a los cantantes a hacer por lo menos una parte en su idioma y la otra en inglés, si quieren. Con esto se daría el sentido original al festival, que es mostrar un crisol de culturas.