El candidato Ideal.
Obviamente y después de visto lo visto, ya no tengo ni idea de quien podría ser el candidato ideal (y me vais a permitir usar el masculino genérico y no tener que estar todo el rato con aquello tan bonito y políticamente correcto de “el/la candidato/a perfecto/a”). Cada vez tengo menos esperanzas y más la sensación de que enviemos lo que enviemos no conseguiremos ir más allá de un 5º puesto (y pongo 5º por ser optimista). Pero bueno hay que intentar mantener la ilusión y pese a tener la impresión de que el problema de España en Eurovisión se llama televoto, también es recomendable mirarse para dentro e intentar, por lo menos, tomarnos TODOS las cosas con una cierta seriedad DESDE EL PRINCIPIO. Y subrayo “todos” porque no me parece justo que nos auto ilusionemos por algo que no nos acaba de llenar del todo, que pongamos nuestras esperanzas en lo que está por venir: los arreglos, el video, el vestido, el peinado, la puesta en escena etc para tapar las carencias de una canción (la canción elegida nos tendría que llenar por sí misma de una forma tal que no nos importe la puesta en escena ni otros elementos secundarios) y, luego, cuando las cosas vienen mal dadas busquemos culpables.
Tenemos dos alternativas a la hora de ponernos a seleccionar posibles candidatos de nuestro país en Eurovisión:
– Elegir algo que nos guste a nosotros sin tener en cuenta lo que pueda o no gustar en Europa, partiendo de la base de que los gustos musicales patrios son los que son: de Isabel Pantoja a Camela, flamenquito, rumbita o cantautor jovencito cantando canciones cursiloides (el top 10 de los discos más vendidos en nuestro país en el momento al escribir esto incluye a Maluma, Manuel Carrasco, Antonio José o la banda sonora de la serie Disney Soy Luna).
– Buscar algo teniendo en cuenta aquello que pudiera causar una mejor impresión en Europa. Este camino parece bastante impredecible ya que pudiera ser que eso de “el gusto europeo” no exista como tal.
Para intentar adaptarnos al “gusto europeo” podríamos analizar los últimos ganadores eurovisivos e intentar encontrar esa característica común en todas las canciones ganadoras, algo así como el gen del ganador eurovisivo. Sin embargo la variedad en las canciones que se han alzado con ese soñado primer puesto en los últimos años es tal que no parece ser que podamos encontrar un común denominador que nos permita anticipar aquello que seguramente “lo pete” en Europa: Euphoria, Only Teardrops, Rise Like a Phoenix, Heroes y 1944. No creo que nadie pueda encontrar una característica que unifique estas canciones, que nos dé la clave de “lo que gusta en Europa”.
Más sencillo podría ser analizar las últimas propuestas españolas en Eurovisión y ver si aquellas canciones que mejores puestos han alcanzado comparten alguna característica que nos dé alguna pista sobre lo que Europa “espera de nosotros”. Sin embargo nuevamente tenemos pocos elementos de juicio porque, desgraciadamente, en los últimos años no tenemos demasiadas canciones que hayan alcanzado buenos puestos.
Quizás si tenemos en cuenta las décimas posiciones de Ruth Lorenzo y Pastora Soler podríamos concluir que llevar una cantante con una voz poderosa y con una canción que le permita demostrar esa amplitud vocal podría ser un valor “seguro” a la hora de elegir una canción y un intérprete que nos pueda llevar a alcanzar un puesto más o menos digno.
Sea cual sea el criterio que sigamos a la hora de seleccionar el representante español en Eurovisión creo que deberíamos empezar a buscar posibles candidatos en la cantera de artistas no comerciales pero con una carrera más o menos consolidada, cantantes y grupos que no alcanzan los primeros puestos en las listas de ventas pero que se van manteniendo en el panorama musical patrio y no en ex participantes de talent shows. En mi opinión, el hecho de buscar de forma sistemática posibles candidatos eurovisivos en ganadores de este tipo de programas sólo consigue desvirtuar el certamen eurovisivo. Creo que el representante español en Eurovisión tiene que ser capaz de ofrecer algo: un estilo, una forma de cantar, una característica personal que haya marcado su carrera. Los ganadores de los programas tipo La Voz no tienen un estilo propio, un sello personal que los caracterice y las canciones que presentan suelen ser demasiado genéricas y poco personales. No arriesgan nada y parecen centrar su atención más en conseguir un puesto en el panorama musical español que en participar en el certamen eurovisivo.
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